La
calabaza se ve como un símbolo de lo falso, flojo, con poca
sustancia, por tratarse de un fruto muy aparente pero poco denso y
poco sabroso, y que se tradicionalmente se vaciaba para utilizarlo
como recipiente, es decir, que la calabaza acababa siendo muy
aparente pero vacía por dentro, como algunas personas de buena
apariencia pero poco cerebro. Además, en la
Antigua Grecia, la calabaza se consideraba anafrodisíaca, por lo que
darlas equivalía a apagar el fuego de la lujuria evitando así los
escarceos amorosos, teoría utilizada durante la Edad Media, en la
que clero recomendaba utilizar pepitas de calabaza durante el
rezo para alejar los pensamientos impuros y lascivos; creyendo
incluso que mascar sus pepitas contribuía a cumplir el voto de
castidad.
Forma parte de la
conocida expresión dar calabazas , que según el Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española, tiene dos acepciones:
"Suspender a alguien un examen" y "Rechazar a alguien
que propone una relación amorosa a otra persona, que no le
corresponde", que por extensión, también se emplea para
’rechazar un ofrecimiento’.
En el castellano de la
época del Quijote, la expresión echar a uno calabaza es
no responderle a lo que pide, “como el galán que saca a la
dama en el festín a bailar, y ella se excusa, dando a entender que
(el mozo) es liviano y de poco seso, por querer que salga a danzar
con él, no siendo o su igual o de su gusto, o que le dejó en vacío
hecho calabaza”
Antiguamente, en
algunas zonas de Cataluña, sobretodo en entornos rurales,
cuando dos familias querían concertar una boda empezaban reuniéndose
para establecer la dote que podía aportar cada uno de los futuros
cónyuges y, una vez establecido , ambas familias se tomaban un
cierto tiempo para hacer indagaciones y ver si la boda les convenía
o no.
Si alguna de las dos partes se echaba atrás, se intentaba
evitar la tensión de decirlo cara a cara; si era el hombre el que
rechazaba el matrimonio, había suficiente con que se inventase
cualquier excusa para no comparecer el día de la segunda reunión
con la familia de la mujer; y, si era ésta la que no encontraba
suficiente el partido, se servía un plato de calabaza para
comer, cosa que el pretendiente interpretaba como una negativa. De
ahí, que en Cataluña, en el contexto amoroso, dar calabazas
equivale a rechazar la proposición.
Fuentes:Tesoro de la
Lengua Castellana o Española - Sabastián de Covarrubias-Editorial
Castalia / Els perqués de Catalunya –Familia Fernández-Editorial
Empuréis
No hay comentarios:
Publicar un comentario