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18 de marzo de 2018

LUCIFER Y OTRAS DIABLURAS



En un mosaico del siglo VI que decora un fragmento del muro de la iglesia de San Apolinar Nuovo en Rávena (Italia) , aparee una  imagen de Cristo  diferente de la que más adelante se convertirá en habitual y lo mismo ocurre con el diablo.En esos momentos el arte cristiano aún no había creado el diablo de aspecto monstruoso propio del arte medieval.

En el centro se destaca la figura Cristo. Puede sorprender el hecho de que se le represente como un joven sin barba. Sin embargo antes de que se acabe imponiendo la imagen de Cristo con barba y largos cabellos (de origen Sirio) se lo representaba tal como se ve en el mosaico de Rávena., con un  nimbo crucífero que rodea su cabeza identificándolo con Cristo.

A su derecha se sitúan tres ovejas y a su izquierda tres cabritos. La imagen se inspira directamente en las palabras del evangelio de Mateo ("…. pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda"). La imagen se completa con la presencia de dos ángeles, de dos colores diferentes. El  se sitúa a la derecha de Cristo junto a las ovejas (los justos) es de color rojo. El que, en el lado contrario, acompaña a los cabritos (los pecadores), es azul. El color rojo representa la luz, mientras que el azul es el color de las tinieblas. Por lo tanto el ángel rojo es un ángel celeste mientras que el azul es un ángel del infierno, o sea, un demonio.

El hecho de que aquí el demonio adopte un aspecto similar al de un ángel (tiene incluso nimbo) no es tan extraño como pudiera parecer a primera vista. Varios fragmentos de la Biblia explican cómo los demonios fueron originalmente ángeles. Uno de ellos, Lucifer, pecó contra Dios al pretender ser tan poderoso como Él. Su pecado de orgullo fue castigado con su expulsión del cielo: él y sus seguidores (ángeles rebeldes) fueron arrojados al abismo del infierno. Solemos referirnos al tema como la caída de los ángeles rebeldes.


Luzbel ¨Lucifer¨ (Portador de luz) y Gabriel (Fuerza de Dios) fueron los primeros Arcángeles. Lucifer , muy hermoso y el más inteligente de todos, por su soberbia y orgullo fue desterrado del cielo; y al igual que una serie de ángeles que como él, se revelaron ante Dios , fueron expulsados por el Arcángel San Miguel. Así pues, entre los ángeles y demonios no hay diferencia de naturaleza ya que tienen el mismo origen. Los demonios son simplemente ángeles rebeldes caídos, que en vez de obedecer a Dios, obedecen a Lucifer .


Satanás es, sin duda, una creación de la sociedad feudal. Aparece en la Edad Media con gran virulencia y se consolida en el siglo XI , siendo para los hombre de esa época, un ángel caído, una versión del maniqueísmo, una representación de la dualidad del bien y del mal que perdura desde os orígenes de los tiempos.

La aparición de Satanás ofrece todo un repertorio de representaciones simbólicas. Satanás es la serpiente del pecado original, el apetito sexual de los hombres y mujeres, pero también es el apetito intelectual que desata la lectura de determinados libros y las reflexiones pecaminosas. 

El mundo de la Edad Media se divide en buenos y malos, unos irán al cielo y otros terminarán sufriendo los horrores del infierno, ya que la idea del purgatorio no aparecerá hasta finales del siglo XII y es difícilmente aceptada en el siglo XIII. Con el purgatorio el hombre de la Edad Media tendrá una esperanza más de salvación, una forma de redimir sus pecados leves. Es sin duda una fórmula que no gusta a muchos clérigos que creen que con esta nueva idea se deja una puerta abierta para pecara a cambo de un pequeño castigo, y además es innecesaria ya que también el perdón de la confesión ofrece un camino semejante. 

Para los clérigos de la Edad Media, la aparición de Satanás se convierte en un instrumento para atemorizara a la gente. Advierten de los múltiples disfraces de este ser maligno, de sus atractivas apariencias que esconde su verdadero aspecto terrorífico. Recuerdan al vulgo y a los novicios que su disfraz más corriente es el de una joven bella y atractiva, sensual y hermosa que lleva a sus víctimas al desenfreno sexual. Pero también advierte que puede aparecerse, especialmente a los peregrinos ingenuos, bajo la figura del apóstol Santiago o cualquier otro santo. 

Regresando a Satanás, se aprecia como la iconografía de la Edad Media se apresura a representarlo como un ser de aspecto repugnante, horrible y aterrador. Su rostro es macilento, sus ojos negros y profundos, su frente arrugada y boca prominente. Tiene barba de chivo, orejas peludas y puntiagudas, dientes e perro o jabalí y malformaciones en el cuerpo como jorobas o miembros desproporcionados.

Y si en el siglo XX la Iglesia asustaba a los pecadores con enfermedades, como las que describían los curas a los niños que podían caer en el pecado de la masturbación, en la Edad Media se asustaba a la gente en general y se utilizaba a para ello el diablo, sus engaños y sus disfraces. También se recurría al Juicio Final y al infierno, los peligros de acabar con el alma descuartizada por Satanás, y sobre todo estaba el peligro de las tentaciones sexuales, una obsesión que ha arrastrado la Iglesia a lo largo de la historia, una obsesión que ha esgrimido tanto que hasta los mismos clérigos han sido víctimas de ella. Vemos en general, como los novicios y la población europea son víctimas del miedo que generan los clérigos, un miedo patológico que engendra traumas y bloqueos psíquicos.


Pero Satanás no es más que un nombre genérico de "El Maligno", que recibe también otros nombre: Satán, Lucifer, Diablo,..... que aunque parece que definen lo mismo, son palabras con significado distinto, casi todas ellas de origen griego, y que se definen a continuación: 
Demonio: Es un término derivado, de la palabra griega Daímon, que posee dos significados. La raíz daio, significaba, dividir desgarrar. Pero también hacía referencia a seres de luz, o seres sobrenaturales. Eran espíritus de categoría intermedia, ni buenos ni malos. Unas castigaban a los hombres por sus acciones y otros les protegían. Aunque se terminó asociándose la palabra demonio solo con el ser que castigaba.
Diablo: Deriva de la palabra griega Diábolo que significa, acusador, difamador. En el Antiguo testamento, se utilizaba para designar a una persona que difamaba o acusaba a otra de algo.
Satán/Saithan: Esta palabra hebrea, es utilizada muy pocas veces en el antiguo testamento, y siempre como "el acusador" (Era utilizada en vez de la de diablo), por lo tanto, no era utilizada como un nombre propio, sino como un término para nombrar a una persona. Este hacía referencia a los ángeles que acusaban ante Dios a las personas que transgredían las leyes. Más adelante, se va a denominar al espíritu maligno, siempre con ese nombre, pasando de ser un nombre común (satán), a ser un nombre propio Satán.
Lucifer/Luzbel: Era el nombre con el que los romanos designaban al planeta Venus, al lucero de la mañana. Su significado es "portador de luz" y "bella luz". Algunos estudios dicen, que en los primeros años del cristianismo este nombre fue aplicado a Jesús, pero después tras ciertas interpretaciones de pasajes bíblicos, fue cuando se le dio el significado que ha llegado a nuestros días.
Belial: Esta denominación solo aparece en el nuevo testamento. Se utiliza exclusivamente para dar nombre al "ángel de las tinieblas" que se opone directamente al "ángel de la luz". 
Beelzebub/Beelzebul: Este término aparece solamente en el nuevo testamento. Es la trascripción griega del hebreo Ba´al Zebub, "Dios de las moscas". En hebreo hay dos terminaciones muy parecidas zebul, que significa exaltado, alabado, con esa terminación la trascripción seria "Dios alabado", pero se cree que adaptaron la segunda terminación para darle un carácter satírico y burlón. 
Los antiguos, distinguían varias categorías de malos espíritus. Pero era complicado para el pueblo diferenciarlos, por lo que poco a poco y con la creación de la nueva religión, se fueron denominando a todos de la misma manera. Así, todo lo que hacía referencia a una fuerza negativa, a algún espíritu maligno, etc., se le terminaba catalogando, de diablo o demonio. Para que no quedara ninguna duda, que aquello era el "mal supremo" algo de lo que había que escapar.


Una vez aceptado al Demonio como un ser sobrenatural, en vez de ser una energía o sentimiento que está dentro de cada uno de nosotros y que condiciona la forma de ser de las personas, se le da un lugar de residencia donde ubicarlo y una forma para poder mostrarlo. Así, la Iglesia lo ubica en lugar de tormento eterno llamado infierno, e intentando borrar todas las imágenes paganas, escoge al Dios Pan, para dar forma al "Diablo" . Dicho dios era adorado por numerosos pueblos, ya que era el dios de los rebaños, de la fecundidad y de la naturaleza, y era representado como un macho cabrío, con el tridente, que era el utensilio de trabajo de los campesinos. 

Y al igual  que los " Ángeles de luz" residen en el cielo y tienen una jerarquía, los "Angeles de las tinieblas" viven en el Infierno, lugar opuesto, y tienen también su jerarquías que curiosamente tiene una estructura y mando sospechosamente similar a de los poderes terrenos y militares, y que describe con nombres, cargos y especializades, el galimatías infernal. 
Resultado de imagen de escudo del Vaticano

El Papa Benedictino XV, estableció que el infierno era un lugar físico hecho de azufre y fuego, y el Diablo un ser personal. Juan Pablo II, más tarde dijo que nones y definió el infierno como una metáfora de la ausencia de Dios, y como una fuerza de carácter negativo que impulsa a los sujetos a cometer el mal. Benedicto XVI volvió a las andadas y afirmó que "el infierno existe y es eterno". Así están las cosas, hechas un lío teológico.

Pedro Muñoz SEca

Sobre interpretaciones del lío de lo "sagrado" se recuerda aquella divertida anécdota de Pedro Muñoz Seca y el Obispado de Madrid :
Don Pedro vivía, desde sus tiempos de estudiante, en una casa de Madrid donde atendía la portería un encantador matrimonio al que profesaba auténtico afecto.

Falleció la mujer, y a los pocos días el marido, más de pena que de enfermedad pues era un matrimonio profundamente enamorado.

El hijo de los porteros se dirigió a don Pedro, muy afectado tras la muerte de sus padres, y le pidió que redactara un epitafio para honrar su memoria.

Del corazón de Muñoz Seca surgieron estos versos:
Fue tan grande su bondad,
tal su generosidad
y la virtud de los dos
que están, con seguridad,
en el cielo, junto a Dios.

Corría mil novecientos veintitantos y, en aquella época, era preceptivo que la Curia diocesana aprobara el texto de los epitafios que habían de adornar los enterramientos. Así que don Pedro recibió una carta del Obispado de Madrid reconviniéndole a modificar el verso, puesto que nadie, ni siquiera el propio Obispo de la diócesis o el Santo Padre, incluso, podían afirmar de un modo tan categórico que unos fieles hubieran ascendido al cielo sin más.

Don Pedro rehízo el verso y lo remitió a la Curia, del modo siguiente:

Fueron muy juntos los dos,
el uno del otro en pos,
donde va siempre el que muere,
pero no están junto a dios
porque el obispo no quiere.

Nueva carta de la Curia. El Obispo, tras recriminar al autor lo que cree -con toda la razón del mundo- una burla y un choteo de Muñoz-Seca, le exige una rectificación ya que no es el Obispo el que no quiere, pues ni siquiera es voluntad de Dios. Él no decide nuestro futuro, sino que es nuestro libre albedrío el que nos lleva al cielo o no.

Así que don Pedro remata la faena, escribiendo un verso que jamás se colocó en enterramiento alguno porque la Curia jamás le contestó:

Vagando sus almas van,
por el éter, débilmente,
sin saber qué es lo que harán,
porque, desgraciadamente,
ni Dios sabe dónde están.


Fuentes: Historia del Diablo-Robert Muchembled-Edicones Cátedra /El Enigma Medieval: Los secretos de la Edad Media-Jorge Blaschke-Ediciones Robinbook / http://www.xtec.cat

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