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14 de octubre de 2019

SAN ISIDRO Y EL COÑO DE LA BERNARDA


Las surrealistas e increíbles leyendas sobre los santos y santas milagreros , nacimiento, vida , milagros y a veces martirio, que son abundantes en la historia cristiana, no son más que relatos sin ninguns fidelidad histórica y filológica y que tienen como única finalidad servir como ejemplo a seguir para los creyentes populares católicos. Ejemplo de ello son san Isidro Labrador y santa Bernarda la del coño, que gracias al santo y a la bendecida entrepierna de Bernarda lograban  cosas extraordinarias.

Imagen de San Isidro Labrador

San Isidro Labrador 
Apenas hay documentación directa sobre la legendaria y ejemplarizante vida de San Isidro Labrador y su también santa esposa, María de la Cabeza, convertidos en modelo de relaciones de castidad conyugal, por lo que no han faltado las controversias sobre sus supuestos 400 milagros. El culto al piadoso labriego mesetario se inició a finales del siglo XII, al identificar un cuerpo incorrupto hallado en el cementerio de la madrileña Iglesia de San Andrés como un vecino legendario que había fallecido décadas antes y que ya tenía fama de santo, en lo que parece ser una mezcla de modelos de santidad ilámicos y cristianos.
A partir de su biografía, escrita en el siglo XIII por Juan Diácono, se han ido acumulando narraciones populares, que presentan a Isidro –nombre que deriva de Isidoro– como nacido en Madrid hacia 1082, siendo sus padres cristianos mozárabes, apellidados Quintana y Merlo, y que su primera profesión fue la de pocero, o cavador de pozos.
Se decía que Isidro “no abría pozo del que no manase abundante caudal, aun tratándose de tierras secas”. Era tan piadoso que se burlaban sus vecinos por acudir a diario a la iglesia antes de salir a labrar el campo; su patrón descubrió que los bueyes araban solos la parte que le correspondía.
Otras conocidas leyendas son la del manantial que hizo brotar del campo con un golpe de báculo, abasteciendo a Madrid en un año de sequía; la inacabable olla con la que conseguía dar de comer a multitud de pobres, y su aparición después de muerto para guiar –junto a otros santos– a las tropas castellanas en la victoria de Las Navas de Tolosa. Uno de sus más destacados admiradores fue Lope de Vega, quien escribió tres comedias narrando su vida, partiendo de los datos de su proceso de beatificación.
San Isidro fue un niño caritativo y rezador, al que se le aparecía Jesús, para entablar animada charla. Cuando los almorávides sitiaban Madrid en 1110, huyó de la ciudad y se asentó en la cercana Torrelaguna, donde se empleó como labrador y tomó como esposa a María Toribia.
Se le atribuyen episodios tales como “dejar inmóviles a unos galgos que perseguían a una liebre; orar mientras unos ángeles araban por él; dar grano a los pájaros famélicos en invierno, sin que al llegar al molino faltase trigo en el saco; y que toda su vida fuera una serie de actos de caridad, oración y modestia”.
La mayor parte de su vida trabajó en la labranza de las propiedades de Iván de Vargas (uno de cuyos descendientes fue consejero de los Reyes Católicos y de Carlos V), falleciendo en su mansión, en la que se encontraba el pozo donde tuvo lugar uno de sus más famosos milagros: la resurrección del hijo (o la del amo, en otra versión), ahogado al caer dentro. Muerto muy anciano en 1172, fue sepultado en tierra como pobre de solemnidad en el cementerio parroquial de San Andrés.
Al ser exhumado y aparecer incorrupto su cadáver, fue situado en un sepulcro de piedra en la capilla mayor. Allí le visitó el rey Alfonso VIII, quien declaró reconocer al pastor que se le había aparecido en Sierra Morena para conducir al ejército castellano por un oculto paso hasta un lugar estratégico, en vísperas de la trascendental batalla de 1212 contra los almohades, y en agradecimiento mandó colocarlo en un arca policromada.«San Isidro Labrador», anónimo, mediados del siglo XVII.
A mediados del siglo XVI fue trasladado a la renacentista capilla llamada del Obispo. Considerado santo por aclamación popular, a causa de tanta devoción se entabló una agria disputa entre los clérigos de la capilla y los de la parroquia, que culminó con la excomunión de los segundos.
Los sucesos alarmaron a la jerarquía eclesiástica y el cardenal de Toledo prohibió su culto. Pero los madrileños iniciaron una campaña para su beatificación, contando con el apoyo del mismo Felipe II. Tras atribuirle varios milagros póstumos y de que devolviera la salud a Felipe III, éste insistió ante el papa Paulo V, hasta conseguir que le proclamase bienaventurado en 1619. Jubilosa, la Villa y Corte decidió celebrar la beatificación el día de su fiesta, para inaugurar oficialmente la recién construida Plaza Mayor.
Poco después ascendió otro peldaño en el paraíso, al ser canonizado en 1622 junto con los también ibéricos Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús. Será el siglo siguiente cuando un monarca Borbón, Felipe V, obtenga del Papa la concesión de “fiesta de precepto” para su día.
Su último traslado de sepultura tuvo lugar en 1769, cuando el rey Carlos III ordenó que le llevasen al altar mayor de la majestuosa iglesia del Colegio Imperial de los extinguidos jesuitas, dedicada en su honor como colegiata en funciones de catedral, siendo encargada de la custodia de su cuerpo la Real Cofradía de Naturales de Madrid.
De allí se la ha llevado en ocasiones a los aposentos del Palacio Real, para pedir su intercesión con motivo de nacimientos y graves enfermedades. El papa Juan XXIII, en 1960, extendió el patronazgo de san Isidro a todos los agricultores católicos del mundo.
Del otro lado del Manzanares, en una pradera, se encuentra la ermita levantada en su honor junto a la fuente que hizo milagrosamente brotar, que era bendecida en su fiesta y visitada por multitud de madrileños, que atribuían a estas aguas una virtud salutífera, aunque en 1976 fueron declaradas como “no potables”.
Abundan los ritos propiciatorios de las cosechas, imitando la siembra al esparcer espigas o granos de trigo por la calle durante la procesión. En Periana ( Málaga), desde los balcones se arrojan toneladas de trigo, mientras que en Miraflores de la Sierra ( Madrid) recogen granos y los echan en un vaso con agua, para que germinen y traigan prosperidad y buena suerte. También se celebran subastas de panes del santo y concursos de arada, donde los participantes compiten por trazar el surco más recto… Y es que, si ha habido un santo universalmente popular en el mundo campesino, ese ha sido san Isidro.
La Aventura de la Historia


 Bernarda

Es famosa la surrealista historia de Bernarda y su coño , fruto de antiguas leyendas que muy posiblemente se fueron transmitiendo oralmente a lo largo del tiempo y en diferentes lugares.

Según una de esas leyendas Bernarda era en su tiempo la santera más famosa de las Alpujarras; había nacido en Artefa a mediados del siglo XVI, y corría la voz que era hija natural del rey Aben Humeya; vivió toda su vida en el pueblo, encabalgada entre las dos religiones, recitando una mezcla de versículos coránicos y cristianos, pidiendo limosna con sus tablillas y cuidando como sacristana la ermita del pueblo en donde se se guardaba y veneraba la virgen.

La celebridad de Bernarda le provenía desde una vez en que el tercer duque de Artefa, que era bastante devoto y se llamaba Hernando Villarreal, le pidió que lo ayudara a interpretar el sueño que había tenido la noche anterior, en que veía siete vacas flacas y de mal aspecto junto a siete espigas secas y quemadas por el viento del solano. Bernarda le respondió que ella también había soñado lo mismo, pero que además se le había aparecido san Isidro Labrador , que empezó a tocarle la raja por debajo de la saya,  menudo gusto le dió, que con razón dicen de algunos que tienen manos de santo, y luego en el sueño las vacas se pusieron a engordar y las espigas se reverdecieron y se llenaron de grano que daba gloria mirarlas, y después san Isidro le dijo que Dios te lo conserve ( el coño) Bernarda, porque será fuente de vida y de fertilidad, diciéndole además que en primavera habría buena cosecha.

Como efectivamente así sucedió y dos meses más tarde, contra todo lo esperado, los bancales dieron tanto trigo que los artefeños nos sabían dónde meterlo, el duque se quedó tan maravillado que le contó al cura del pueblo el sueño de la Bernarda, y éste lo proclamó desde el púlpito con grandes alabanzas hacia la santera, pero no faltaron los aguafiestas que pusieron en duda el episodio, especialmente un jornalero bastante deslenguado al que todos llamaban Tomás el Bocazas, el cual llegó a proclamar a voces en la puerta de la iglesia que solamente se lo creería si llegara a tocarle el coño con sus dedos, como san Isidro Labrador, y lo afirmó con tanta vehemencia que a la mañana siguiente Bernarda lo mandó a su alcoba diciéndole "Tomás, alarga acá tu mano y métela en mi raja, y no seas incrédulo, sino fiel " 

Y parece ser que la experiencia lo transformó por completo, ya que a partir de entonces dedicó su vida a recorrer las Alpujarras como uno más de los doce, proclamando que la Bernarda tenía un coño bendito, y poco a poco se fue extendiendo la voz por los alrededores, y los destripaterrones venían junto a ella de noche y de día, y cuanto más le tocaban el coño, más cosechas cosechaban, y las mujeres machorras engendraban y daban a luz sietemesinos como soles, y las gallinas empollaban huevos de hasta siete yemas, y las cerdas parían tantos cochinillos que fue preciso organizar siete matanzas al año, pero luego no había sitio para colgar los embutidos y tenían que ponerlos a orear hasta en los dormitorios. 
Todos los homnes, e mulleres, de los derredores, allegábanse a casa la Bernarda, a tocar su coño benedito, y por doquiera la abundancia manaba: las mulleres daban fillos sietemesinos fuertes como cabritillos, y las guarras parían cochinillos a porrillo, las cosechas se multiplicaban y hasta las gallinas empollaban ovos de sete yemas… 
 
Tanta fertilidad cosechó el coño de la Bernarda que se instauró, de forma espontánea, el “Camino del Coño de la Bernarda”, cuyo tránsito vio multiplicarse los feligreses luego del episodio milagrero que según cuentan acaeció el día del séptimo aniversario de su defunción:
Una muller del pueblo, ploraba lagrimas de seus ollos al sepolcro della, vióse sorprendida por unas luminarias que ascendían del sepolcro, asustada e enloquecida corrió a presencia del señor cura párroco, que ordenó desenterraran el corpo morto de la Bernarda, hallando, todos los presentes, con el Notario de Artefa al frente, que la Bernarda polvo era, como es la suerte de nuestros padres, salvo su figo incorrupto, rojo y húmedo qual breva. 
Y sucedió ni más ni menos que el nicho apareció abierto por la mañana, sin señal ninguna de violencia, y cuando destaparon la caja observaron con sorpresa que el cuerpo de la Bernarda se había consumido, pasto de los gusanos, pero el coño permanecía bello y fragante como una rosa de abril, lo cual de revuelo fue interpretado como un signo de Dios. […] Y el duque […] inició las diligencias necesarias para que Artefa contara un día con su primera santa, santa Bernarda la del Coño.... 

Pero el por aquel entonces arzobispo de Granada, D. Pedro Castro Vaca y Quiñones, más preocupado en vigilar de cerca de los moriscos falsamente convertidos a la ‘fe verdadera’, no estaba mucho por la labor de apoyar una petición de canonizar a una santera, remitiendo una misiva al Ayuntamiento de Artefa, en la que entre otros extremos dice: 
Dicen los senyores teólogos e dominicos desta Ecclesia de Granada que nunca oyóse en toda la christiandad, que el Senyor Papa gobierna, y Christo benedice, que nada bueno saliera del coño de una muller. 
Con tal respuesta, Don Higinio Torregrosa, según las crónicas, escondió el ‘sagrado órgano’ tras el falso muro que el cura mandó construir, introducido en un relicario de oro con brillantes.
Otra leyenda , que esta vez procede de Ciudad Real comparte numerosos elementos con la granadina, como la fecha , siglo XVI, y su relación con la santería. La Bernarda manchega es una curandera humilde que vive como eremita en las cercanías de Sierra Morena, y que acogía a pastores a los que curaba los animales enfermos, siempre y cuando le tocaran el coño. La expectación creada al calor de los milagrosos hechos le ocasionan problemas con la Iglesia, por lo que es examinada por los monjes de la época. Su confirmación le procura fama de santa en la provincia y, como en el caso granadino, a su muerte se descubrirán sus genitales incorruptos. 
La leyenda sevillana es diferente; el escenario cambia y la profesión también. Bernarda vive en la Sierra Sur de Sevilla, en lo que quedaba de banda morisca tras la conquista de Granada, y ejercía la prostitución. Su historia carece del elemento religioso que hay tras las leyendas granadino-manchegas y la define como una prostituta muy popular y solicitada , y tantos hombres pasaron por su entrepierna que dieron origen a la expresión “esto parece el coño de la Bernarda” para referirse a un sitio del que la gente entra y sale a su antojo sin ningún orden o control. 

La leyendas no son más que formas de narrar una realidad, y tras la fachada de santería, prostitución y elementos religiosos, las tres leyendas parecen  contener una clara crítica a un momento y unas circunstancias determinadas. Son narraciones en las que la religión y la santidad quedan ridiculizadas ante la 'efectividad' del sexo femenino, capaz de realizar un milagro y de enfrentarse a la jerarquía religiosa en aquellos tiempo en los que ejercían una influencia y un poder absoluto. 

Fuentes: Imágenes del realismo grotesco en la narrativa española actual –Emilio Perral Vega-Universidad de Granada /La parábola de Carmen la Reina- Manuel Talens-Editorial Tusquets / El Ideal de Granada 06/05/2012/ La Aventura de la Historia nº 79. 

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