TÍTERE
En sentido amplio títere puede referirse a cualquier figura inanimada que cobra vida gracias a la manipulación humana , con el objetivo de aspirar a convertirse en un personaje dentro de una trama y con una función dramática, y y cuya actuación se realiza generalmente ante un público. El término títere engloba indistintamente a guiñoles ( títeres de guante) y marionetas ( títeres de cuerda), aunque ambos se diferencian entre sí por el tipo de muñeco y su forma de manipulación .
Sebastián de Covarrubias
Títeres son ciertas figurillas que suelen traer extranjeros en unos retablos que, mostrando tan solamente el cuerpo de ellos, los gobiernan como si ellos mismos se moviesen, y los maestros que están dentro, detrás de un repostero y del castillo que tienen de madera, están silbando con unos pitos, que parecen hablar las mesmas figuras; y el intérprete que está acá fuera declara lo que quieren decir, y porque el pito suena "ti ti", se llaman títeres.
Tesoro de la lengua castellana o española (1611)- Sebastián de Covarrubias

Gignol, Madelón y Gnafrón
GUIÑOL
Ideado por el lionés Laurent Mourguet en 1808 , es el nombre que se le da a una marioneta de guante que se manipula desde abajo, introduciendo la mano dentro del muñeco., que tiene la cabeza estática, y puede mover los brazos, y que por extensión se aplica al teatro de marionetas de este tipo. Mourguet, que era tejedor, quedó desempleado durante los difíciles tiempos de la Revolución Francesa. Casado y con varios hijos, tuvo que buscarse otro trabajo y se convirtió en sacamuelas, y como los gritos de dolor de los pacientes ahuyentaban a los posibles clientes, se le ocurrió montar una especie de teatrillo en la habitación que servía de sala de espera para entretener a los que esperban, usando para ello unos cuántos títeres, que se cogían por la parte inferior, como si fueran guantes
En un primer momento se inspiró en el personaje italiano Polichinella, pero pronto creó sus propios personajes: Guignol ( derivado de la expresión “ C'est guignolant!" tomada del dialecto de los tejedores que significa:" ¡Es gracioso! , que dio su nombre a la marioneta en sustitución de Polichinelle.) , su esposa Madelon y su amigo Gnafron. Tal fue el éxito que obtuvo con sus marionetas, que en 1820 ya contaba con una compañía teatral, la Guignol Mourguet, que se hizo muy famosa. A su muerte, dos de sus hijos continuaron con su legado.
MARIONETA
Su nombre procede del francés marionette, que recibía el clérigo titiretero que usando distintas voces, por lo general agudas, chillonas o en falsete , simulando ser femeninas, daba voz a los muñecos en representaciones religiosas donde aparecía la virgen María, y voz grave e igualmente falsa, cuando aparecían personajes malvados y brutales. La marioneta se manipula desde arriba, moviendo unos hilos que a su vez mueven las distintas partes del muñeco.
Titiritero o marionetista : Persona que construye títeres y/o a la que los maneja ante un público en representaciones en espectáculos públicos o privados.Teatro de títeres : También llamado teatro de marionetas o teatro de muñecos, es el espectáculo mudo o sonoro realizado con títeres, o muñecos para manipular.
Títeres de guante y cuerda
Todos los elementos estructurales del teatro de títeres están prefigurados en actos mágico-mímicos del hombre prehistórico, a partir del uso de máscaras, disfraces, ídolos, muñecos, estatuillas o cualquier otro tipo de instrumentos que sirviesen para expresar una acción dramática, y este origen los condicionó durante buena parte de su historia tanto en la forma como en el contenido. En cuanto a su forma, los títeres mantuvieron bastante tiempo la estética de la imaginería religiosa, y en cuanto al contenido fue durante durante cientos de años sometido a lo sagrado y muy poco innovador.
Ese teatro de títeres ha sido desde la antigüedad el espectáculo más popular tanto en la civilización oriental como en la occidental. En China, en el año 1000 a.C. las marionetas gozaban de tanta fama que se utilizaban en los espectáculos de la corte, no sólo como una distracción, sino también como un arte mágico, en la que el títere podía encarnarse un espíritu para hacer el bien o el mal. En la India tienen su origen mucho antes de nuestra era, y podía ser incluso anterior al teatro de actores, y en la representación unos músicos acompañaban la historia que se cantaba o narraba. En Japón, el bunraku, es un nombre moderno para un teatro con más de mil años, y en Java y Bali, el teatro de sombras se manipulaba con figuras articuladas, el karakoz, como en Turquía y Grecia.
El teatro de marionetas occidental parece que tiene su origen en la civilización egipcia ya que en Antinoe, una ciudad construida junto al Nilo, apareció un diminuto teatro en el que se podían ver restos de cuerdas que servían para mover las figurillas articuladas de marfil. Este teatro estaba destinado a expresar un rito mágico religioso. Heródoto, en el siglo V a.C., habla de figurillas articuladas movidas por alambres y Jenofonte hace una descripción de una visita suya en el año 422 a.C. a la casa del ateniense Callias que tenía contratado un marionetista de Siracusa para distraer a sus huéspedes. Estos espectáculos también se representaban en plazas públicas.
En la Edad Media se utilizaban los títeres de hilo y los títeres de plancha que iban atados a las rodillas y se movían con las piernas. Más adelante se utilizaron los títeres de guante y las funciones se hacían en unos teatrillos en forma de castillo. Unos espectáculos muy especiales se organizaban en la plaza de San Marcos en la Venecia del siglo XVI donde presentaban mediante un teatro de marionetas la última moda de París. La iglesia católica prohibió la glamourosa costumbre. Cuando en Europa nacieron las óperas, las marionetas también tuvieron las suyas.
A partir del siglo XV podemos hablar de un lentísimo proceso de secularización de los títeres. De tal manera, que las representaciones seguían girando en torno a las historias sagradas, pero mezclándolas con motivos domésticos y con un trasfondo cómico. Esta yuxtaposición no gustaba a los moralistas, que acusaban a los titiriteros de promover la indecencia o la risa irreverente en vez de impulsar la devoción religiosa. Entonces empezaron las censuras de las autoridades eclesiásticas, como fue una orden de la Inquisición de Valencia de 1619 enviando a prisión a unos titiriteros que el día de la procesión de Santo Domingo hicieron, en una casa particular una representación considerada irreverente para dicho santo., en la que aparecía un clérigo azotando por detrás a un fraile de la orden de Santo Domingo que llevaba alzadas las faldas, y en otra escena se veía al mismo fraile retozando con una mujer.
A pesar de las persecuciones, lentamente los titiriteros se emanciparon de la tutela de la Iglesia y transformaron sus espectáculos en espectáculos populares, incorporando escenas y motivos cada vez más cómicos, al tiempo que tendían a utilizar un lenguaje más licencioso y a recurrir a la sátira para criticar a los poderes establecidos. El cansancio en ver repetidos siempre los mismos temas, la constante búsqueda de novedades y la necesidad de satisfacer a un público ansioso de distracciones empujaría a los titiriteros a introducir cada vez más elementos profanos en sus producciones.
En España, a finales del XVI, debían ser muy populares las funciones con marionetas como señala Cervantes en el Quijote igual que en Italia las obras de los pupi, titeres manipulados con una mezcla de técnicas del títere de varilla de origen oriental y la marioneta de hilo,. En Sicilia se representaban en almacenes que disponían de bancos de madera para albergar a doscientos espectadores en los de Catania y cien en los teatritos de Palermo. Los pupi tratan temas caballerescos basados en el ciclo carolingio que se interrumpían en Navidad y Semana Santa para interpretar teatro religioso. Los personajes representados por marionetas fijaban modelos de comportamiento: rectitud, honor, coraje, fuerza, lealtad, justicia...
A partir del siglo XVII surgieron títeres que, por su popularidad, consiguieron quedar fijados dentro de la historia de la cultura universal como el Punch inglés , el Guiñol francés, el Pucinella italiano, los bonifaces o bonecos portugueses y el titella catalán entre otros. La naturaleza trashumante de los titiriteros y su constante paso de un país a otro y de un continente a otro contribuyó a la expansión de varias formas de títeres que, recogiendo la idiosincrasia de cada pueblo, se adaptaban a su cultura. La posición favorable conseguida por las marionetas en los siglos XVII y XVIII traspasó su influencia al siglo XIX cuando, a pesar de ser un arte marginal, despertó el interés de los intelectuales y los aristócratas.

A lo largo de la historia, utilizando el carácter simbólico de sus figuras , el teatro de títeres ha contado historias de la vida cotidiana en un espacio público a un público amplio y heterogéneo, reunido al azar por una celebración religiosa o una reunión pública, en las que se representan las alegrías, miedos e inquietudes del público al que van dirigidas, según las situaciones históricas del momento ,transmitiendo valores y códigos de comportamiento, teatralizando historias con final justo y ejemplarizante , y asimismo representando historias ficticias o transmitiendo información y noticias de otros lugares , algo que les permitía su carácter itinerante y que raramente hacían los habitantes de un pueblo que raramente abandonaban el lugar en donde vivían . También en ocasiones, para aumentar el interés de su repertorio tradicional, el teatro de títeres, presentan historias en las que se muestra simpatía u hostilidad hacia algunos personajes políticos o religiosos, aún a riesgo de desencadenar las iras de los presentados negativamente, algo que suponía elevados riesgos para los titiriteros , ya que si bien podía ser una garantía de éxito del espectáculo , también podía ocasionar las correspondientes represalias de los poderosos aludidos , por lo que el titiritero en ese caso debería estar siempre listo para coger sus cosas y huir a toda prisa.
Punch y Judy
En la puritana Inglaterra del siglo XVII, cuando el teatro inapropiado era castigado con látigo y multas de cinco guineas, Punch y Judy (1) actuaban bajo la mirada perpleja de las autoridades, que no sabían a quién detener ni cómo justificarlo. En Italia, el Pulcinella y sus gamberros colegas de la Comedia dell'arte se mofaban de las relaciones entre amos y criados.
Los títeres de cahiporra suelen ser, salvo en raras excepciones, unos muñecos de tela, del tipo títere de guante, con los dos brazos colgantes que se mueven con los dedos pulgar y anular, o como aspas con un giro de la muñeca del titiritero, y una cabeza, de trapo, fieltro, pasta, plástico u otros materiales similares, que permite meter en su interior uno o dos dedos. El argumento del espectáculo , sencillo, atávico e infantil, suele tener como desenlace, como en muchas historias de los títeres tradicionales, una buena paliza, varias persecuciones a garrotazo limpio y un gran cachiporrazo final que deja fuera de combate al malo de turno).
(1) Punch y su esposa Judy son los dos personajes principales de los títeres de cahiporra de tradición inglesa herederos del «pulcinella» italiano y el «polichinelle» francés , con su origen en la familia de títeres de la Comedia del arte. El argumento, en las farsas que protagoniza Punch, suele representar las aventuras y desventuras de un personaje simple, pobre y atrevido que, sin atender a códigos de honor, lucha contra poderosos y explotadores, convirtiéndose así en héroe de un público popular en general e infantil en particular. Entre sus grandes hazañas –que solo a un títere se le permitirían como tales– están ahorcar a un policía, montar en cocodrilo o aporrear a todo el mundo (y en especial a su esposa). Violento a la par que simpático y elemental, artífice de los asesinatos más grotescos y esperpénticos que se puedan imaginar, su representación ha sido prohibida en varias etapas de la historia inglesa.
Charles Dickens
Al respecto en una carta de finales de 1848 , Charles Dickens, escribe:
En mi opinión, el Punch que se ve en la calle es una de esas exageradas extravagancias de las realidades de la vida que perdería su capacidad de enganche con la gente si se intentase convertirlo en moralista e instructivo. Considero su influencia perfectamente inocua, como una especie de broma desvergonzada que nadie en este mundo consideraría como un incentivo hacia cualquier tipo de acción o como modelo para cualquier clase de comportamiento. Es posible, pienso, que la fuente secreta de placer generalmente producida por este espectáculo sea la satisfacción que el espectador siente al ver a unos remedos de hombres y mujeres recibir tantos palos sin sentir por ello ninguna pena ni sufrimiento.
Las plazas y los jardines continuaron siendo durante mucho tiempo los lugares predilectos de los artistas ambulantes, para un público socialmente heterogéneo y cambiante , representando la lucha fundamental de los buenos contra los malos, del ingenio contra la necedad, de la vida contra la muerte, en un esquema clásico en el que la solución a todo problema puede ser proporcionada con una reprimenda, una palabrota o una broma, , y como que los espectáculos de títeres eran dirigidos especialmente a los niños, el títere representa una ocasión de diversión, pero también un instrumento de educación y de ejemplo moral en el que la rebeldía es admisible , siempre que esta no suponga enfrentamiento con el poder establecido.
En Europa, son muchos los textos y las ilustraciones que muestran lo mucho que el títere solía estar presente en la vida cotidiana o en las festividades y cómo se ha adaptado a los cambios de la sociedad. Así, el teatrino del titiritero aparecía en cuadros y en grabados del siglo XVIII, como un elemento familiar del decorado, ya sea de una plaza pública, una fiesta, el matrimonio de un príncipe, el carnaval, una feria o, incluso, un convento aristocrático. A lo largo del tiempo, el teatro de títeres ha conseguido expresar las alegrías, los miedos, las inquietudes y los deseos de un público amplio y heterogéneo, reunido al azar por una celebración religiosa o una reunión pública, cumpliendo también una función de información y de divulgación de noticias, de transmisión de valores y de códigos de comportamiento.
En el siglo XIX, la burguesía hizo del espectáculo de títeres una actuación de salón, dirigida a la diversión, pero, sobre todo, a la educación moral y social de los niños, y el títere deslenguado y de colores chillones, cede en parte su sitio al títere refinado que se dirige a un público burgués, adulto y culto, aunque las plazas y los jardines continuaron siendo durante mucho tiempo los lugares predilectos de los artistas ambulantes, para un público socialmente heterogéneo y cambiante. En Europa, la tradición del teatro de títeres presentaba los arquetipos de la comedia clásica, fuera cual fuera el contexto político, sacando al escenario, bajo diversas formas, la lucha fundamental de los buenos contra los malos, del ingenio contra la necedad, de la vida contra la muerte. En el esquema clásico de las obras para títeres, la solución a todo problema puede ser proporcionada con una reprimenda, una palabrota o una broma, sugiriendo una visión de la vida reducida a esos conflictos, esos temores, esos placeres y a las funciones primarias: la alimentación, el sexo, la muerte y el miedo.
A esto se añade el hecho de que esta forma teatral específica sigue siendo utilizada como un medio de transmisión de mensajes o de una enseñanza, más o menos explícita, de carácter político, educativo o religioso . Si damos por hecho que los espectáculos de títeres están dirigidos especialmente a los niños, el títere representa una ocasión de diversión, es verdad, pero es también un instrumento de educación ,de ejemplo moral y donde la rebeldía es admisible , pero teniendo siempre en cuenta la edad de los espectadores.
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