Títere: En sentido amplio, puede referirse a cualquier figura inanimada que cobra vida gracias a la manipulación humana , con el objetivo de aspirar a convertirse en un personaje dentro de una trama y con una función dramática, y y cuya actuación se realiza generalmente ante un público. El término títere engloba indistintamente a guiñoles ( títeres de guante) y marionetas ( títeres de cuerda), aunque ambos se diferencian entre sí por el tipo de muñeco y su forma de manipulación .
Títeres son ciertas figurillas que suelen traer extranjeros en unos retablos que, mostrando tan solamente el cuerpo de ellos, los gobiernan como si ellos mismos se moviesen, y los maestros que están dentro, detrás de un repostero y del castillo que tienen de madera, están silbando con unos pitos, que parecen hablar las mesmas figuras; y el intérprete que está acá fuera declara lo que quieren decir, y porque el pito suena "ti ti", se llaman títeres. ( Sebastián de Covarrubias)
Gignol, Madelón y Gnafrón
Guiñol : Fue ideado por el lionés Laurent Mourguet en 1808 , nombre que se le da a una marioneta de guante que se manipula desde abajo, introduciendo la mano dentro del muñeco., que tiene la cabeza estática, y puede mover los brazos, y que por extensión se aplica al teatro de marionetas de este tipo. Mourguet, que era tejedor, quedó desempleado durante los difíciles tiempos de la Revolución Francesa. Casado y con varios hijos, tuvo que buscarse otro trabajo y se convirtió en sacamuelas, y como los gritos de dolor de los pacientes ahuyentaban a los posibles clientes, se le ocurrió montar una especie de teatrillo en la habitación que servía de sala de espera para entretener a los que esperban, usando para ello unos cuántos títeres, que se cogían por la parte inferior, como si fueran guantes
En un primer momento se inspiró en el personaje italiano Polichinella, pero pronto creó sus propios personajes: Guignol ( derivado de la expresión “ C'est guignolant!" tomada del dialecto de los tejedores que significa:" ¡Es gracioso! , que dio su nombre a la marioneta en sustitución de Polichinelle.) , su esposa Madelon y su amigo Gnafron. Tal fue el éxito que obtuvo con sus marionetas, que en 1820 ya contaba con una compañía teatral, la Guignol Mourguet, que se hizo muy famosa. A su muerte, dos de sus hijos continuaron con su legado.
EL Marioneta : El nombre procede del francés marionette, que recibía el clérigo titiretero que usando distintas voces, por lo general agudas, chillonas o en falsete , simulando ser femeninas, daba voz a los muñecos en representaciones religiosas donde aparecía la virgen María, y voz grave e igualmente falsa, cuando aparecían personajes malvados y brutales. La marioneta se manipula desde arriba, moviendo unos hilos que a su vez mueven las distintas partes del muñeco.
Titiritero o marionetista : Persona que construye títeres y/o a la que los maneja ante un público en representaciones en espectáculos públicos o privados.
Teatro de títeres : También llamado teatro de marionetas o teatro de muñecos, es el espectáculo mudo o sonoro realizado con títeres, o muñecos para manipular.
Títeres de guante y cuerda
Todos los elementos estructurales del teatro de títeres están prefigurados en actos mágico-mímicos del hombre prehistórico, a partir del uso de máscaras, disfraces, ídolos, muñecos, estatuillas o cualquier otro tipo de instrumentos que sirviesen para expresar una acción dramática, y este origen los condicionó durante buena parte de su historia tanto en la forma como en el contenido. En cuanto a su forma, los títeres mantuvieron bastante tiempo la estética de la imaginería religiosa, y en cuanto al contenido fue durante durante cientos de años sometido a lo sagrado y muy poco innovador.
Ese teatro de títeres ha sido desde la antigüedad el espectáculo más popular tanto en la civilización oriental como en la occidental. En China, en el año 1000 a.C. las marionetas gozaban de tanta fama que se utilizaban en los espectáculos de la corte, no sólo como una distracción, sino también como un arte mágico, en la que el títere podía encarnarse un espíritu para hacer el bien o el mal. En la India tienen su origen mucho antes de nuestra era, y podía ser incluso anterior al teatro de actores, y en la representación unos músicos acompañaban la historia que se cantaba o narraba. En Japón, el bunraku, es un nombre moderno para un teatro con más de mil años, y en Java y Bali, el teatro de sombras se manipulaba con figuras articuladas, el karakoz, como en Turquía y Grecia.
El teatro de marionetas occidental parece que tiene su origen en la civilización egipcia ya que en Antinoe, una ciudad construida junto al Nilo, apareció un diminuto teatro en el que se podían ver restos de cuerdas que servían para mover las figurillas articuladas de marfil. Este teatro estaba destinado a expresar un rito mágico religioso. Heródoto, en el siglo V a.C., habla de figurillas articuladas movidas por alambres y Jenofonte hace una descripción de una visita suya en el año 422 a.C. a la casa del ateniense Callias que tenía contratado un marionetista de Siracusa para distraer a sus huéspedes. Estos espectáculos también se representaban en plazas públicas.
En la Edad Media se utilizaban los títeres de hilo y los títeres de plancha que iban atados a las rodillas y se movían con las piernas. Más adelante se utilizaron los títeres de guante y las funciones se hacían en unos teatrillos en forma de castillo. Unos espectáculos muy especiales se organizaban en la plaza de San Marcos en la Venecia del siglo XVI donde presentaban mediante un teatro de marionetas la última moda de París. La iglesia católica prohibió la glamourosa costumbre. Cuando en Europa nacieron las óperas, las marionetas también tuvieron las suyas.
A partir del siglo XV podemos hablar de un lentísimo proceso de secularización de los títeres. De tal manera, que las representaciones seguían girando en torno a las historias sagradas, pero mezclándolas con motivos domésticos y con un trasfondo cómico. Esta yuxtaposición no gustaba a los moralistas, que acusaban a los titiriteros de promover la indecencia o la risa irreverente en vez de impulsar la devoción religiosa. Entonces empezaron las censuras de las autoridades eclesiásticas, como fue una orden de la Inquisición de Valencia de 1619 enviando a prisión a unos titiriteros que el día de la procesión de Santo Domingo hicieron, en una casa particular una representación considerada irreverente para dicho santo., en la que aparecía un clérigo azotando por detrás a un fraile de la orden de Santo Domingo que llevaba alzadas las faldas, y en otra escena se veía al mismo fraile retozando con una mujer.
A pesar de las persecuciones, lentamente los titiriteros se emanciparon de la tutela de la Iglesia y transformaron sus espectáculos en espectáculos populares, incorporando escenas y motivos cada vez más cómicos, al tiempo que tendían a utilizar un lenguaje más licencioso y a recurrir a la sátira para criticar a los poderes establecidos. El cansancio en ver repetidos siempre los mismos temas, la constante búsqueda de novedades y la necesidad de satisfacer a un público ansioso de distracciones empujaría a los titiriteros a introducir cada vez más elementos profanos en sus producciones.
En España, a finales del XVI, debían ser muy populares las funciones con marionetas como señala Cervantes en el Quijote igual que en Italia las obras de los pupi, titeres manipulados con una mezcla de técnicas del títere de varilla de origen oriental y la marioneta de hilo,. En Sicilia se representaban en almacenes que disponían de bancos de madera para albergar a doscientos espectadores en los de Catania y cien en los teatritos de Palermo. Los pupi tratan temas caballerescos basados en el ciclo carolingio que se interrumpían en Navidad y Semana Santa para interpretar teatro religioso. Los personajes representados por marionetas fijaban modelos de comportamiento: rectitud, honor, coraje, fuerza, lealtad, justicia...
A partir del siglo XVII surgieron títeres que, por su popularidad, consiguieron quedar fijados dentro de la historia de la cultura universal como el Punch inglés , el Guiñol francés, el Pucinella italiano, los bonifaces o bonecos portugueses y el titella catalán entre otros. La naturaleza trashumante de los titiriteros y su constante paso de un país a otro y de un continente a otro contribuyó a la expansión de varias formas de títeres que, recogiendo la idiosincrasia de cada pueblo, se adaptaban a su cultura. La posición favorable conseguida por las marionetas en los siglos XVII y XVIII traspasó su influencia al siglo XIX cuando, a pesar de ser un arte marginal, despertó el interés de los intelectuales y los aristócratas.
A lo largo de la historia, utilizando el carácter simbólico de sus figuras , el teatro de títeres ha contado historias de la vida cotidiana en un espacio público a un público amplio y heterogéneo, reunido al azar por una celebración religiosa o una reunión pública, en las que se representan las alegrías, miedos e inquietudes del público al que van dirigidas, según las situaciones históricas del momento ,transmitiendo valores y códigos de comportamiento, teatralizando historias con final justo y ejemplarizante , y asimismo representando historias ficticias o transmitiendo información y noticias de otros lugares , algo que les permitía su carácter itinerante y que raramente hacían los habitantes de un pueblo que raramente abandonaban el lugar en donde vivían . También en ocasiones, para aumentar el interés de su repertorio tradicional, el teatro de títeres, presentan historias en las que se muestra simpatía u hostilidad hacia algunos personajes políticos o religiosos, aún a riesgo de desencadenar las iras de los presentados negativamente, algo que suponía elevados riesgos para los titiriteros , ya que si bien podía ser una garantía de éxito del espectáculo , también podía ocasionar las correspondientes represalias de los poderosos aludidos , por lo que el titiritero en ese caso debería estar siempre listo para coger sus cosas y huir a toda prisa.
Punch y Judy
En la puritana Inglaterra del siglo XVII, cuando el teatro inapropiado era castigado con látigo y multas de cinco guineas, Punch y Judy (1)actuaban bajo la mirada perpleja de las autoridades, que no sabían a quién detener ni cómo justificarlo. En Italia, el Pulcinella y sus gamberros colegas de la Comedia dell'arte se mofaban de las relaciones entre amos y criados.
Los títeres de cahiporra suelen ser, salvo en raras excepciones, unos muñecos de tela, del tipo títere de guante, con los dos brazos colgantes que se mueven con los dedos pulgar y anular, o como aspas con un giro de la muñeca del titiritero, y una cabeza, de trapo, fieltro, pasta, plástico u otros materiales similares, que permite meter en su interior uno o dos dedos. El argumento del espectáculo , sencillo, atávico e infantil, suele tener como desenlace, como en muchas historias de los títeres tradicionales, una buena paliza, varias persecuciones a garrotazo limpio y un gran cachiporrazo final que deja fuera de combate al malo de turno).
(1) Punch y su esposa Judy son los dos personajes principales de los títeres de cahiporra de tradición inglesa herederos del «pulcinella» italiano y el «polichinelle» francés , con su origen en la familia de títeres de la Commedia dell'arte. El argumento, en las farsas que protagoniza Punch, suele representar las aventuras y desventuras de un personaje simple, pobre y atrevido que, sin atender a códigos de honor, lucha contra poderosos y explotadores, convirtiéndose así en héroe de un público popular en general e infantil en particular. Entre sus grandes hazañas –que solo a un títere se le permitirían como tales– están ahorcar a un policía, montar en cocodrilo o aporrear a todo el mundo (y en especial a su esposa). Violento a la par que simpático y elemental, artífice de los asesinatos más grotescos y esperpénticos que se puedan imaginar, su representación ha sido prohibida en varias etapas de la historia inglesa.
Al respecto en una carta de finales de 1848 , Charles Dickens, escribe:
En mi opinión, el Punch que se ve en la calle es una de esas exageradas extravagancias de las realidades de la vida que perdería su capacidad de enganche con la gente si se intentase convertirlo en moralista e instructivo. Considero su influencia perfectamente inocua, como una especie de broma desvergonzada que nadie en este mundo consideraría como un incentivo hacia cualquier tipo de acción o como modelo para cualquier clase de comportamiento. Es posible, pienso, que la fuente secreta de placer generalmente producida por este espectáculo sea la satisfacción que el espectador siente al ver a unos remedos de hombres y mujeres recibir tantos palos sin sentir por ello ninguna pena ni sufrimiento.
Las plazas y los jardines continuaron siendo durante mucho tiempo los lugares predilectos de los artistas ambulantes, para un público socialmente heterogéneo y cambiante , representando la lucha fundamental de los buenos contra los malos, del ingenio contra la necedad, de la vida contra la muerte, en un esquema clásico en el que la solución a todo problema puede ser proporcionada con una reprimenda, una palabrota o una broma, , y como que los espectáculos de títeres eran dirigidos especialmente a los niños, el títere representa una ocasión de diversión, pero también un instrumento de educación y de ejemplo moral en el que la rebeldía es admisible , siempre que esta no suponga enfrentamiento con el poder establecido.
En Europa, son muchos los textos y las ilustraciones que muestran lo mucho que el títere solía estar presente en la vida cotidiana o en las festividades y cómo se ha adaptado a los cambios de la sociedad. Así, el teatrino del titiritero aparecía en cuadros y en grabados del siglo XVIII, como un elemento familiar del decorado, ya sea de una plaza pública, una fiesta, el matrimonio de un príncipe, el carnaval, una feria o, incluso, un convento aristocrático. A lo largo del tiempo, el teatro de títeres ha conseguido expresar las alegrías, los miedos, las inquietudes y los deseos de un público amplio y heterogéneo, reunido al azar por una celebración religiosa o una reunión pública, cumpliendo también una función de información y de divulgación de noticias, de transmisión de valores y de códigos de comportamiento.
En el siglo XIX, la burguesía hizo del espectáculo de títeres una actuación de salón, dirigida a la diversión, pero, sobre todo, a la educación moral y social de los niños, y el títere deslenguado y de colores chillones, cede en parte su sitio al títere refinado que se dirige a un público burgués, adulto y culto, aunque las plazas y los jardines continuaron siendo durante mucho tiempo los lugares predilectos de los artistas ambulantes, para un público socialmente heterogéneo y cambiante. En Europa, la tradición del teatro de títeres presentaba los arquetipos de la comedia clásica, fuera cual fuera el contexto político, sacando al escenario, bajo diversas formas, la lucha fundamental de los buenos contra los malos, del ingenio contra la necedad, de la vida contra la muerte. En el esquema clásico de las obras para títeres, la solución a todo problema puede ser proporcionada con una reprimenda, una palabrota o una broma, sugiriendo una visión de la vida reducida a esos conflictos, esos temores, esos placeres y a las funciones primarias: la alimentación, el sexo, la muerte y el miedo.
A esto se añade el hecho de que esta forma teatral específica sigue siendo utilizada como un medio de transmisión de mensajes o de una enseñanza, más o menos explícita, de carácter político, educativo o religioso . Si damos por hecho que los espectáculos de títeres están dirigidos especialmente a los niños, el títere representa una ocasión de diversión, es verdad, pero es también un instrumento de educación y de ejemplo moral: la rebeldía es admisible pero tiene que estar canalizada y controlada socialmente.
El ventrílocuo
La palabra ventrílocuo deriva de las palabras latinas ventri (vientre) y loquor (hablar), lo que explica por qué durante mucho tiempo se creyó erróneamente que el sonido emanaba del estómago. Es un un arte muy antiguo del que se desconoce su origen, aunque datos arqueológicos procedentes de Egipto los remonta a 2000 años a.C y que en la edad antigua no tenía nada que ver con el espectáculo. En las antiguas civilizaciones egipcia y hebrea se practicaba la ventriloquía, y se cree era usada por los sacerdotes de aquella época, como los oráculos griegos o las estatuas hablantes de los egipcios , y que se practicaba también en la China y la India antiguas.
Históricamente, la ventriloquia siempre ha tenido mala reputación. Ya que el ventrílocuo se valía de las supersticiones populares haciendo creer que poseía el don de invocar a los espíritus, y mediante una segunda voz ineterpretar sus deseos . En la antigua Grecia, los sacerdotes permanecían inmóviles y emitían sonidos extraños provenientes «de su estómago», una técnica llamada «gastromancia», ruidos que ellos traducían en palabras como mensajes de los muertos, espíritus o los mismos dioses ; al igual que que «místicos», hechiceros o adivinos, generalmente motivados por el afán de lucro durante sesiones de espiritismo o consultas privadas. En la Edad Media muchos ventrílocuos con talento murieron en la hoguera cuando la Iglesia consideró que eran dones diabólicos que había que eliminar.
A diferencia de las formas tradicionales del teatro de títeres, en las que el titiritero está escondido, el ventrílocuo combina las funciones de titiritero y de actor, y de esta manera interpreta él mismo un papel en el espectáculo que representa. Por tanto, el ventrílocuo aprende a manipular el personaje colocado sobre sus rodillas, sus brazos o sobre un pedestal, creando en el público la ilusión de que el títere vive y habla de verdad, utilizando una voz que parezca menos humana y adecuada para el personaje que representanta su muñeco. Para ello ventrílocuo debe mirar en otra dirección, hablar con gestos y animar un diálogo escrito o improvisado en calidad de actor al mismo tiempo que se concentra en mantener la ilusión creada en su función de titiritero.
En realidad las voces que utiliza para sus muñecos no proceden del estómago, sino que las las obtiene comprimiendo las cuerdas vocales a partir del diafragma, lo que requiere un excelente control de la respiración, utilizando su aparato respiratorio y vocal normal combinándolo con sonidos de sustitución que minimizan el movimiento de los labios y disimulan el hecho de que él es quien habla y no el títere. La ventriloquia es de esta manera una ilusión y el títere, manipulado en sincronía con el diálogo, es la sede ideal de una voz aparentemente anónima.
Generalmente, el personaje más extendido en el mundo es un «joven descarado», o un «sabelotodo», que desafía la autoridad del adulto ventrílocuo con humor, imprudencia y sarcasmo. El ventrílocuo presta esta voz gutural al muñeco que manipula mediante mecanismos de control , normalmente mediante una mano situada en el interior de la cabeza (títere de mano habitualmente con teclado para los ojos o las orejas) o a la altura del cuello (títere pistola), y otros que permitan al títere girar o guiñar sus ojos, parpadear, levantar las cejas, mover las orejas, sacar la lengua e incluso fumar o escupir. camuflados en el interior del cuerpo hueco del títere, y que no pueden ser vistos por el público.
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Los titireteros y ventrílocuos , sirvieron también a propósitos religiosos, como sucedió en los años veinte, justo con la crisis económica, la Gran Depresión y la proliferación de toda clase de cultos evangélicos que prometían la salvación y proclamaban el advenimiento inminente del Final, cuando muchos predicadores, algunos de ellos cruzados contra la mala vida, recorrieron la América profunda llevando el mensaje del Señor a los más pobres, en muchos de lugares en los que existían pocas diversiones y la llegada de un circo o de un predicador eran grandes acontecimientos. Esta oleada de evangelización encontró su apoyo con la aparición de ventrílocuos cristianos, algunos de los cuales llegaron a ser muy buenos en su oficio, que ponían en boca de sus muñecos las palabras de los profetas , que era una forma más atractiva para el oyente , especialmente para los más pequeños.
Aunque los primeros fueron vistos en esos años, no fue hasta los años cincuenta, con la aparición de la televisión y el desarrollo de una mayor y más sofisticada industria del espectáculo, cuando los ventrílocuos cristianos se hicieron famosos. También proliferaban los títeres cristianos, que también surgieron a mediados del siglo veinte en Estados Unidos, donde se vivió una verdadera «fiebre del títere predicador», y que recorrían pueblos y ciudades. Los evangelistas, disputándose a los más jóvenes, no quisieron quedarse atrás y comenzaron a idear personajes e historietas cada vez más moralizantes, ensañándose con el alcohol y las drogas, con el rock and roll y la moral de los jóvenes.
Muñeca egipcia de paleta (2030-1981 A.C.)-- Muñeca articulada romana ( III o IV d.C.)
Las muñecas
En tiempos muy remotos, las muñecas poseían un carácter mágico, espiritual, y se confeccionaban con propósitos diversos, desde representar la fertilidad hasta acompañar a los fallecidos en sus tumbas. A medida que fueron adquiriendo una mayor apariencia humana y atrajeron la atención de los niños, sus intenciones místicas dieron paso al puro entretenimiento. En el Antiguo Egipto se fabricaban muñecas con trozos de madera rectangulares, cuya parte superior era más estrecha que la inferior, algunas con brazos tallados en la misma madera y todas sin piernas. Estas figuras, conocidas como muñecas paleta -por su forma-, eran decoradas con grabados y trazos de color. Cuando una niña moría, era enterrada con ellas para que la acompañaran en su nueva morada. Durante el Imperio Romano se hicieron muñecas de barro, madera y hueso; también eran colocadas en los sepulcros de las niñas que fallecían para hacerles compañía. Además, antes de casarse las jóvenes ofrendaban una pequeña muñeca a Venus, la diosa del amor, como símbolo de que dejaban su niñez y se convertían en esposas y futuras madres.
En Inglaterra, durante la segunda mitad del siglo XVIII, algunas casas de artesanos elaboraban muñecas para venderlas como juguetes. No obstante, fue hasta principios del siglo XIX cuando diversos estudios psicológicos afirmaron que el juego es un elemento muy importante en el desarrollo de los niños. Desde entonces, las muñecas adquirieron importancia como juguetes y su fabricación se incrementó. Inglaterra, Francia y Alemania eran los países que se disputaban el título de mayor productor de muñecas con cabeza, brazos y piernas de cera, y el torso de tela. En las últimas décadas del siglo XIX la demanda de muñecas creció notablemente, por lo que se usaron moldes para fabricar las piezas y se perfeccionaron los rasgos de la cara y su vestimenta. Además, se cambió la cera por caolín, que es más resistente (silicato de aluminio que se emplea para fabricar porcelana blanca, la cual resulta moldeable, resistente a altas temperaturas y no es tóxica).
Muñeca vudú de Haití
Hoy, no obstante, en algunas culturas las muñecas se siguen utilizando con fines mágicos y ciertas religiones, como el vudú, practican con ellas la hechicería, provocando en ocasiones el bien y, habitualmente , el mal, y en esa identificación con lo maligno podría radicar el motivo del temor que despiertan en algunas personas.
El miedo a los muñecos
Pero no a todos consideran a los muñecos , parlantes o no , inofensivos y divertidos y despiertan el miedo en algunas personas , posiblemente , salvo traumas infantiles, en esa fisonomía que las emparenta con los seres humanos, un desasosiego que mayor es cuanto cuanto mayor parecido tienen con nosotros y cuanto más reales resultan, dando la sensación de que van a cobrara vida en cualquier momento , al igual que los temidos cadáveres , cuya quietud, aún sabiéndose inquebrantable, despierta la duda en el subconsciente.
Proceda la causa de donde proceda, lo cierto es que mucha gente padecen miedos emparentados como la pediofobia ( miedo a los muñecos , especialmente muñecas de porcelana) o la automatonofobia ( miedo a las figuras articuladas el segundo , como figuras de cera, robots humanoides, maniquíes y otras figuras que representan a los seres humanos como los muñecos del ventrílocuo) .
A diferencia de los maniquís que son seres inocuos y sin rasgos, los muñecos de los ventrílocuos suelen tener el aspecto de una caricatura de lo representado a humanidad, un espejo deformado en el que muchos nos miramos, y que nos devuelve una imagen monstruosa que no nos gustan. Parecen niños de aspecto desagradable y eso da miedo. Una teoría afirma que ese miedo puede deberse en parte a nuestras propias expectativas innatas del comportamiento humano, ya que la mayoría de las veces, tendemos a desconfiar de las personas que nos miran fijamente, que permanecen calladas o actúan de manera diferente a la nuestra y a la mayoría de las personas que conocemos. Ya sea que la figura humana esté programada para moverse o permanecer en silencio, hoy en día los autómatas son sorprendentemente realistas, sin embargo, una mirada más cercana y una evaluación mostrarán que no son realmente humanos y están un poco "apagados". Las figuras humanas tienen una piel suave y perfecta y ojos vacíos y parecen humanos ,pero aunque se asemejan perfectamente a los cuerpos humanos reales no se comportan como uno en absoluto.
Otra teoría afirma que puede deberse en parte a nuestras propias expectativas innatas del comportamiento humano. La mayoría de las veces, tendemos a desconfiar de las personas que nos miran fijamente, que permanecen calladas o actúan de manera diferente a la nuestra y a la mayoría de las personas que conocemos. Ya sea que la figura humana esté programada para moverse o permanecer en silencio, los autómatas , algunos sorprendentemente realista, se parecen a los humanos pero no se comportan como uno en absoluto.
Quienes sufren estos tipos de fobias pueden experimentar temblores, llantos, palpitaciones cardíacas extremas y otros efectos fisiológicos que implican un gran temor cada vez que se enfrenta con el tema de su miedo. También puede resultarle muy difícil entrar en un lugar donde se muestran figuras con apariencia humana. Y si se encuentra con uno inesperadamente, su reacción solo será una entre tres cosas: puede huir sin mirar atrás, puede congelarse en el lugar sin siquiera saberlo, o esconderse lo más rápido posible.
Pero no hace falta llegar al extremo de las fobias, pues no a pocos nos resulta perturbadora la mirada inerte de una muñeca, realidad de la que se ha servido la literatura y el cine de terror para agitar el corazón del lector y el espectador. Los muñecos de estos artistas suelen representan una caricatura de la humanidad, un espejo deformado en el que muchos nos miramos, y no nos gusta la visión monstruosa que nos devuelve. Parecen niños de facciones grotescas y diabólicas intenciones, que , según nuestro insconciente, y al igual que nos ocurre con los muertos , podrían cobrar vida; o resultar que es el muñeco quien maneja al ventrílocuo , un personaje siempre estoico y de perfecta dicción, que quizás utiliza a su inanimado ayudante para hacer bromas de mal gusto, poner voces raras y cantar extrañas canciones, para proyectar su verdadera personalidad malvada en su marioneta.
A ese miedo a los ventrílocuos y sus muñecos han contribuido , tanto el aspecto de los muñecos como el de algunos de sus manipuladores, de vida poco ejemplar , real o imaginada, así como el cine y la televisión presentando a muñecos diabólicos malvados.
Los supuestos Charlie McCarthy y Edgar
Charlie McCarthy era un ventrículo de 1920 , que utilizaba un muñeco llamado ‘Edgar’ , representado a un desaliñado, feo y regordete niño de entre 9 y 10 años con rasgos poco tranquilizadores. MacCarthy era muy celoso con su muñeco, y no permitía que, bajo ninguna circunstancia, se acercaran a ‘Edgar’, al que sólo él podía sacar, tocar y guardaren su caja, y eran muchos los que pensaban que era por causa de brujería que el extraño muñeco pudiera hablar sin mover los labios, creándose así una fama de influencia demoníaca, que originó que muchos padres prohibieran a sus hijos prohibido a sus hijos ir a ver su espectáculo.
Una noche que McCarthy viajo a nueva York, le asesinaron. La policía le habría encontrado en la habitación del hotel con el cuello roto, varias puñaladas y los ojos a un metro de distancia… y también habría hallado al muñeco en el baúl, en el que observaron ciertos detalles . como que tenía huellas dactilares y sus rostro estaba con una máscara de látex para ocultar la palidez de sus facciones. Nunca se supo qué hizo McCarthy para conservar tan bien el cadáver. Tampoco se supo la identidad del niño, pero se presumió que pudo ser su hijo que murió, el padre no aguantó la pérdida y lo convirtió en un muñeco.
Edgar Bergen y "Charlie McCarthy"
Pero se trata de un relato ficticio , que se convirtió en leyenda, ya que nunca existió el ventrílocuo McCarthy con un muñeco llamado Edgar, y por el contrario, quien existió fue Edgar Bergen con un muñeco llamado Charlie McCarthy. El que parece en casi todas las fotos es Fedor Wittkowski, más conocido como, ‘Henry Rox’, un ventrílocuo alemán que fue famoso en Europa con su muñeco ‘Max’, pero que no viajó a los Estados Unidos.
"Marty" y Ronald William Brown
Quien no fue una leyenda es el ventrílocuo cristiano de 58 años, Ronald William Brown, un creador de muñecos y fanático cristiano de Largo (Florida) , célebre por ser el dueño de Puppets Plus, una empresa de muñecos. Además, participaba regularmente en un programa infantil de la Christian Television Network en el que actuaba junto a su estrella infantil, su muñeco «Marty», que incluso llegaba a advertir de los peligros de la pornografía. Pertenecía a la Iglesia de la Costa del Golfo en Largo y tenía un ministerio de títeres en la escuela dominical para entretener a los niños con problemas mientras sus padres escuchaban el sermón.
Detenido y acusado por posesión de pornografía infantil y por planear el secuestro y posterior «canibalización» de un niño de su comunidad, en el proceso se demostró que tanto él como su cómplice, Michael Arnett, planeaban secuestrar a un niño miembro de la iglesia al que habían conocido por su participación en el programa de Brown «Puppet Ministry Kidz Zone», e incluso pensado cómo acabarían con su vida , para, posteriormente, comer su cuerpo. Fue condenado a veinte años de prisión.
Por su parte , el cine y la televisión se ha encargado de popularizar toda una saga de muñecos asesinos con vida propia gracias a posesiones diabólicas.
Billy- Chucky-Anabelle
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