Porfirio Díaz
LA REDADA
Durante la dictadura de Porfirio Díaz ( 1876 - 1911) , en la que la moral imperante elogiaba teóricamente , el decoro, la dignidad, el pudor y la castidad, tuvo lugar uno de los escándalos más sonados de México , cuando a las 3 de la madrugada del 18 de noviembre de 1901, un policía se asomó por una ventana de la casa situada en el número 4 de la calle la Paz (hoy día Ezequiel Montes, en la colonia Tabacalera), viendo en su interior a numerosas parejas bailando, pero exclusivamente hombres , aproximadamente la mitad de los cuales iban vestidos de mujer, por lo que solicitó refuerzos al cercano cuartel.
Los policías entraron en la vivienda con la excusa de pedir el permiso para la fiesta que se estaba celebrando, a pesar de tratarse de una fiesta privada a la que no le era exigible permiso alguno. En la actuación policial , arbitraria, ilegal y deliberada, se detuvo "oficialmente" a 41 personas, por lo que la fiesta sería conocida como "El baile de los 41", 19 de ellas vestidas de mujer, llevándolos esposados a varios cuarteles cercanos (los que iban vestidos de hombre al cuartel número 24 de la policía y los travestidos al de la policía montada) , en donde vestidos de mujeres fueron obligados a barrer las afueras del cuartel, humillados por soldados y civiles.
Para su detención se utilizó una ambigua interpretación del Código Penal de 1871, que aunque no
consideraba la sodomía como delito contra natura, en su sección relativa a "Delitos contra el orden de las familias, la
moral pública y las buenas costumbres" decía: “se impondrá la pena de arresto
mayor y multa de 25 a 500 pesos al que ultraje
la moral pública o las buenas costumbres, ejecutando una acción impúdica en un lugar público, haya o no testigos, o en un lugar privado en
que pueda verla el público…Se tendrá como
impúdica toda acción que en el concepto público esté calificada como contraria al pudor…” , que se define en el capítulo III, art. 789, señalando: “se da el nombre de atentado contra el pudor a todo acto impúdico que
puede ofenderlo, sin llegar a la cópula carnal y
que se ejecuta en la persona de otro sin su voluntad, sea cual fuere su sexo”
Desde en vigor del citado Código Penal ni la sodomía ni la homosexualidad constituían un delito penado y por ello a los participantes en el baile se les aplicó lo establecido para "delitos contra el orden de las familias, la moral pública y las buenas costumbres", considerándolo un ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres, así como un atentado al pudor, que suponía además una identificación de homosexualidad con travestismo ( que hasta entonces era considerado únicamente como una práctica carnavalesca).
La celebración de la citada fiesta , que alcanzaría dimensiones públicas, con independencia de las implicaciones morales que para aquella sociedad mexicana tenía un baile de estas características, tras ser calificada como inmoral, impúdica y perversa supuso en la práctica su condena penal , aunque el castigo solo alcanzó a aquellos que no disponían ni los suficientes recursos e influencias para librarse, y a aquellos que ya tenían antecedentes como vagos o maleantes, apostando así por la creencia generalizada de que la "desviación" sexual" estaba unida a la falta moral y el crimen.
Ignacio de la Torre / Amada Díaz
EL NÚMERO 42
Sin embargo, un rumor generalizado sostenía que en la fiesta además de los 41 "oficiales" había un participante más que había logrado escapar vestido de mujer sobornando a un policía y haciendo valer su identidad. Y es que el número 42 desaparecido, según el rumor, correspondía nada menos que a Ignacio de la Torre y Mier, yerno del dictador y presidente de la nación Porfirio Díaz, e hijo de uno de los más ricos hacendados de México, de activa vida social , y que a pesar de sus “comportamientos inadecuados” era uno de de los solteros más codiciados de México, por su posición social, dinero y encanto personal.
En 1887 , Ignacio de la Torre había conocido a Amada Díaz, la hija mayor del presidente de la nación Porfirio Díaz, y tras un corto noviazgo se casaron el 16 de enero de 1888. Fue la boda del año en México, y a Ignacio de la Torre se le empezó a conocer como “El Yerno de su Suegro” y “El Yerno de la Nación”, cuando entró a formar parte de la familia más poderosa de México. No obstante, la convivencia del matrimonio fue difícil desde el primer momento, ya que de la Torre prefería no hacer vida común con su esposa viviendo en alas distintas de su palacete y le gustaba hacer frecuentes salidas con sus compañeros de juergas, sospechosos al igual que él de "comportamientos inadecuados", eufemismo de homosexualidad, y habituales participantes en fiestas privadas adecuadas a sus gustos, y en la que no faltaba el travestismo y la sodomía.
La afición favorita de Ignacio de la Torre era organizar fiestas sólo para hombres junto a su íntimo amigo Antonio Adalid ( ahijado del antiguo emperador Maximiliano I ), apodado “Toña la Mamonera”, conocido en tiempos de Maximiliano I por organizar fiestas clandestinas a finales del siglo XIX y a principios del XX, y procurar muchachos para diversión de la aristocracia y alta sociedad de la época.
A esas fiestas privadas y no conocidas públicamente, algunos invitados acudían vestidos de mujer, pero solía pretextarse que tales bailes eran de disfraces, por lo que esos vestidos estaban justificados. Una de esas fiestas era la que se celebraba en la madrugada del 18 de noviembre de 1901 , y que sorpresiva y sospechosamente y a diferencia de otras fiestas similares fueron objeto de la actuación policial.
Toña la Mamonera [Antonio Adalid] era el
alma de aquellas fiestas…Una noche Toña
bajaba la gran escalera con suntuoso vestido de bailarina. La concurrencia aplaudió
su gran entrada; pero al pie de la escalera,
el reproche mudo de dos ojos lo congeló,
lo detuvo. Parecía apostrofarlo. ¡Viejo ridículo! Toña volvió a subir, fue a quitarse el
disfraz, bajó a buscar el hermoso muchacho que lo había increpado en silencio. En
ese momento se ponía el remate al mejor
postor la posesión de aquel jovencito.
Antonio lo compró.
La estatua de
sal - Salvador Movo,
LOS 42 QUE ACABARON SIENDO 41
Al día siguiente del escándalo se le presentó a Porfirio Díaz la lista de los asistentes al baile. El presidente la leyó y preguntó “¿Cuántos estaban en la fiesta?”. Cuando le respondieron que había 42 personas, tachó de la lista el nombre de su yerno y dijo cortante “Había sólo 41”. A partir de ese momento se trató de ocultar la participación de Ignacio de la Torre en todo el asunto, pero los rumores de que era uno de los asistentes eran cada vez mayores, y a pesar de que De la Torre asegurara a su esposa que era todo mentira, su esposa Amada Díaz ya habia tenido una conversación con su padre en la que el presidente le confirmó los hechos. En su diario anotó: “Un día mi padre me mandó llamar al despacho en su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta en donde todos eran hombres pero muchos estaban vestidos de mujer. Ignacio -me dijo mi padre- fue dejado libre para impedir un escándalo social, pero quise prevenirte porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives”
LA PRENSA
El singular acontecimiento del baile de los 41. quedó registrado por una prensa que puede calificarse como
excepcional por sus tintes irónicos, mordaces y
de franca burla. El hecho mismo tenía mucho fondo que investigar y dar a conocer, pero los periodistas de entonces, iban a la caza
de noticias sobre todo de tipo sensacionalista, luciéndose con especial creatividad maquillando el
reportaje inventando o recreando supuestos diálogos, cartas y vestimentas entre los 41. Cada uno de los periodistas manejaban la ironía y el sarcasmo según su estilo, pero todos los diarios, liberales y
conservadores, con todas sus vertientes, censuraron el evento.
Dadas las circunstancias y los personajes implicados, las noticias venían convenientemente incompletas, y nada se decía del asistente número 42, Ignacio de la Torre , aunque la ciudadanía sabía o sospechaba a quien correspondía dicho número, algo que atrajo mucho la atención por ser un tema tabú y morboso.
En concreto, a la luz de su época los detalles
organizativos del baile de los 41 no fueron tan
originales ni tan únicos, ya que eran muchas las celebradas de forma privada sin ninguna publicidad ni consecuencia, pero en cambio sí era cuestión de escándalo el hecho de que saliera a la
luz pública un baile de ricachones “jotos” donde, además, estaba involucrado el yerno del
presidente.
A pesar de los esfuerzos de Díaz por acallar a la prensa y evitar el "escándalo" familiar, la cobertura periodística convirtió la noticia en chisme nacional, haciendo hincapié en que muchos de los detenidos eran jóvenes de familias conocidas y de buena posición, y mayoritariamente en tono de burla y de acuerdo con su ideología.
La noche del domingo fue sorprendido por la policía, en una casa accesoria de la 4a. calle de la Paz, un baile que 41 hombres solos verificaban vestidos de mujer. Entre algunos de esos individuos fueron reconocidos los pollos que diariamente se ven pasar por Plateros. Éstos vestían elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclos bordados y en las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. Al saberse la noticia en los boulevares, se han dado toda clase de comentarios y se censura la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo grado asquerosos.
Nota informativa de la época
“(…) Salió a abrirles un afeminado vestido de mujer, con la falda recogida, la cara y los labios llenos de afeite y muy dulce y melindroso de habla. Con esa vista, que hasta al cansado guardián le revolvió el estómago, se introdujo éste a la accesoria, sospechando lo que aquello sería y se encontró con cuarenta y dos parejas de canallas de éstos, vestidos los unos de hombres y los otros de mujer que bailaban y se solazaban en aquel antro”
Inmediatamente empezaron las carreras y los intentos de escapar. Los que iban vestidos de mujer trataron de esconderse o de encerrarse en alguna habitación para deshacerse de sus vestidos, pero ninguno lo consiguió. En una de las estancias se encontró tendido a un joven (un trabajador sexual al que las crónicas de la época llamaron “Bigotes rizados”) cuyos servicios al parecer eran el premio de una especie de sorteo conocida como “la rifa del Pepito”.
El Popular -21 de noviembre de 1901
Muchos de ellos son simples vagos, canallas que ansiosos de placeres y repugnando al trabajo encuentran más hacedero ceder a las caricias infames de un senil corrompido para lucir trajes ricos y vagar de fiesta en fiesta en cotidiana ociosidad , que coger en sus manos la herramienta de un oficio cualquiera y ganarse el pan con las fatigas honrosas y ennoblecedoras del trabajo…El trabajo es fuerza y es salud y es vida. Y los seres fuertes y saludables y vigorosos están exentos de las lesiones cerebrales que dan origen a las acciones repugnantes…
El Universal, 23 de noviembre de 1901.
Una de los relatos periodísticos más famosos en torno a las detenciones efectuadas en "El baile de los 41", aparecen en el periódico Hoja Suelta (1), que publicado en 1901 pasó a la historia como el antecedente periodístico sensacionalista más antiguo del siglo xx sobre los homosexuales en México.
(1) La Hoja Suelta: medio informativo de la época concebidos para el consumo popular en el que se narraban de manera sensacionalista los sucesos más sonados del momento. Estaba editado por Vanegas Arroyo un personaje singular que se había especializado en la edición de gacetas populares en las que se informaba acerca de los sucesos que más impresionaban el alma sencilla de la gente: catástrofes, crímenes, escándalos, incendios, procesos sensacionales, peregrinaciones, milagros [...] y contaba con las ilustraciones de José Guadalupe Posada , que ejercían un gran atractivo ya que la gran mayoría de la población, que no sabía leer ni escribir, e incluso la minoría letrada, podía escuchar en el lenguaje de las ilustraciones los acentos más dramáticos del relato.
La primera entrega en la Hoja Suelta se tituló: "Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de la Paz el 20 de noviembre de 1901." con el subtítulo "Aquí están los maricones muy chulos y coquetones"
Conformada de un anverso y un reverso, presenta sendos grabados de José Guadalupe Posada ilustrando la noticia redactada en forma de cuartetos debidos a la pluma de alguno o algunos poetas de la época . En el anverso, la ilustración el grabado más conocido de la serie dedicada al suceso muestra a un grupo de hombres, todos de bigotes relamidos, bailando alegremente en parejas, a decir de los versos:
Hace aún muy pocos días
Que en la calle de la Paz,
Los gendarmes atisbaron
Un gran baile singular.
Cuarenta y un lagartijos
Disfrazados la mitad
De simpáticas muchachas
Bailaban como el que más.
La otra mitad con su traje,
Es decir de masculinos
Gozaban al estrechar
A los famosos jotitos.
Vestidos de raso y seda
Al último figurín,
Con pelucas bien peinadas
Y moviéndose con chic.
En el reverso, Posada dibuja a algunos de estos hombres vestidos de mujer y con caras de enfado, barriendo las calles, vigilados por gendarmes y observados por una muchedumbre de sombrerudos con expresiones de regocijo. Al igual que el texto del anverso, el del reverso asume un tono socarrón y abunda en detalles sobre la vestimenta de las "simpáticas muchachas", alude al motivo de la reunión y describe las reacciones de los convidados a la fiesta en el momento en que irrumpe la policía en el domicilio privado:
Abanicos elegantes
Portaban con gentileza,
Y aretes ó dormilonas
Pasados por las orejas.
Sus caras muy repintadas
Con albayalde ó con cal
Con ceniza ó velutina....
¡Pues vaya usté á adivinar!
Llevaban buenos corsés,
Con pechos bien abultados
Y caderitas y muslos......
Postizos....pues está claro.
El caso es que se miraban
Salerosas, retrecheras
Danzando al compás seguido
De música ratonera.
Se trataba, según dicen,
De efectuar alegre rifa
De un niño de catorce años,
Por colmo de picardías.
Cuando más entusiasmados
Y quitados de la pena,
Se hallaban los mariquitos
Gozando de aquella fiesta.
Pum! que los gendarmes entran
Sorprendiendo á los jotones!
Y aquello si fue de verse....
¡Qué apuros y que aflixiones!
Algunos quieren correr,
O echarse dentro el común
Otros quieren desnudarse
A otros les da el patatús
Una alarma general....
Lloran, chillan, y hasta ladran,
¡Qué rebumbio! ¡Qué conflictos!
Pero ninguno se escapa.
A todos, uno por uno
La policía los recoge,
Y a Tlapisquera derecho
Se los va llevando al trote.
Empezó a hablarse de un “Círculo Rosa” alrededor del Pofiriato y se acuñó el término “La aristocracia de Sodoma” para definir a los detenidos. Si bien se alzaron algunas voces que calificaron las detenciones como ilegales y arbitrarias, la inmensa mayoría de la opinión pública aplaudió la medida.
Los condenados fueron solo 12, los que no pudieron pagarse su libertad con dinero e influencias, y sobre ello el periódico “El Hijo del Ahuizote”, en su edición de 21 de noviembre, consignaba sarcásticamente esta diferencia de trato a los detenidos:
“Dice la canción que en el pobre es borrachera y en el rico alegría, cuando se trata de trompetas, y en este caso, en el pobre es cochinada y en el rico refinamiento de coquetería y de buen tono. Si el gobernador violó la ley con aplauso general, debió haber jalado parejo, para que más se le hubiera agradecido, no que dejó la semilla y arrojó las hojitas de la mata. Ahora ya no puede andar en la calle acompañado de un amigo, porque luego lo tratan del Club de los 41”
Diecinueve condenados (12 bailarines y 7 rateros) fueron metidos en un tren con destino a Yucatán a cubrir las bajas que por enfermedad estaba teniendo el ejército de aquella península, en la cual se estaba logrando someter al orden a los indios mayas.
Cuando, a las cinco y media de la mañana, partieron los aprehendidos en tren hacia Veracruz, se pasó la acostumbrada lista y el número 13, al oír su nombre contestó:Presente, mi capitán,
pero hago constar que yo voy consignado por
ratero; pero no soy uno de esos, y señaló al grupo de los bailadores. Esto provocó la risa de
cuantos estaban presentes, porque ni el ratero
quiso confundirse con los perjumaos, como les
dicen los soldados en el cuartel.
El País, 23 de noviembre de 1901.
Cuando la la prensa afirmó que los presos no tenían las capacidades necesarias para enfrentarse al enemigo, los 12 bailarines fueron destinados, como era costumbre, a trabajos forzados en la edificación de obras públicas.
El Ejército no puede recibir en sus filas a
individuos que han abdicado de su sexo,
la Nación no debe honrar con el chaco ni
a quienes se han degradado con los usos
del colorete y los vestidos de las prostitutas, ni a los que le sirvieron de pareja
El Hijo de Ahuizote, 24 de diciembre de 1901
Los vagos, rateros y afeminados que han sido enviados a Yucatán, no han sido consignados a los batallones del Ejército que operan en la campaña contra los indios mayas, sino a las obras públicas en las poblaciones conquistadas al enemigo común de la civilización.
El Popular -25 de noviembre de 1901
Durante el viaje a Yucatán, donde serán confinados en campos de trabajos forzados, vestidos de mujer a la fuerza, son expuestos al cruel populacho que los recibe en cada estación de ferrocarril con insultos y piedras, por el grave delito de "ser diferente" . La mayoría de ellos acabarían muriendo de malaria, diarreas y malos tratos, y solo serán recordados como como los 41, sinónimo de homosexual y adjetivo calificativo de mayate, gay, chichifo, padrote, mujercito, putérmico, puñal, diva, travesti, maricón, joto, lilo, mariquita, loca, etcétera.
Una segunda Hoja Suelta, publicó bajo título: "El gran viaje de los 41 maricones para Yucatán." un relato en verso acompañado de la correspondiente ilustración gráfica de José Guadalupe Posada, en la que se representa en primer plano a dos figuras femeninas una de las cuales porta capa con caperuza, que se cubren los rostros con pañuelos (¿esposas y familiares llorando al despedir a los transgresores del orden sexual de la época?, ¿los mismos transgresores vestidos de mujeres ocultando su vergüenza?). A la izquierda un niño se lleva las manos a la cara y oculta el rostro bajo un sombrero (¿el hijo de alguno de los detenidos?, ¿el "niño de catorce años" que, según la nota, sería rifado?). Los detenidos aparecen en el centro, de espaldas (dos vestidos de "masculinos", un par vestidos de mujer, y otros dos con sombrero de copa), dirigiéndose hacia un tren del cual sólo se ve una chimenea que exhala una gruesa hilera de humo que cruza casi todo el grabado. A la derecha, los gendarmes vigilan, macana en mano, y al fondo un grupo de sombrerudos observa la escena.
En el texto, como subtítulo, se lee: "Las impresiones de viaje/ Resaladas cual no hay más/ De todos los maricazos/ Que mandan a Yucatán.
En los cuartetos se describen, en primera persona y en femenino, con el mismo tono burlón de la primera Hoja Suelta, los apuros que pasaron los arrestados durante su traslado en tren a los campos de trabajos forzados en Yucatán:
Sin considerar tantito
A nuestro sexo tan casto,
Ni el estado interesante
Que casi todas guardamos,
Hechas horrible jigote
A todas nos encajaron
En un carro de tercera
Del trensote Mexicano.
Revueltas cual chilaquiles
Fuimos con jergas soldados
Que injuriaban leperotes
Nuestro pudor con descaro.
Al pobrecito Sofío
Le dieron muchos desmayos
Con los continuos meneos
De este tren tan remalvado
IGNACIO DE LA TORRE Y EMILIANO ZAPATA
Realidad o despecho, mito o resentimiento, o infundios propagados contra él por sus muchos enemigos lo cierto es que la figura de Emiliano Zapata ha generado no pocas controversias, desde quienes lo consideran cruel y sanguinario hasta los que lo sacralizan como santo salvador de la Patria, y también como supuesto homosexual o bisexual , a raíz de las extrañas y sospechosas relaciones que mantuvo con Ignacio de la Torre.
Numerosos estudios realizados sobre el perfil psicológico del revolucionario concluyen afirmando que tenía cierta obsesión con su masculinidad y trataba de exhibirla a toda costa. Por ello el bigote espeso y largo que portaba, la pose de tipo rudo, la mirada insistentemente retadora y el centenar de mujeres con las que mantuvo relaciones sexuales y afectuosas, que le dieron el mote de macho mexicano que ha perdurado hasta hoy.
En 1906, en el corral de la hacienda de San Carlos Borromeo, Ignacio de la Torre conoció a Emiliano Zapata, quien más adelante sería revolucionario mexicano y héroe nacional. La personalidad de Emiliano, su planta y su gentileza –amén de ese enorme bigote que le hacía tan varonil- cautivaron inmediatamente al terrateniente, quien no se separó de él en todo el tiempo que estuvo en la hacienda. Zapata era un gran conocedor del mundo del caballo, por lo que, con el pretexto de ponerle a trabajar como caballerizo mayor o caballerango, Ignacio de la Torre se lo llevó a su mansión de la Plaza de la Reforma, en el centro de la capital. Zapata acepto, ya que, además de gustarle el trabajo se liberaba de ser reclutado para la milicia.
Allí pasaron los dos seis meses juntos bajo el mismo techo, y aunque Zapata conocía los gustos sexuales de su patrón antes de aceptar aquel trabajo , la mayoría de los historiadores rechazan que hubiera una relación homosexual entre ellos, aunque en el diario de Amada Díaz puede leerse que en una ocasión los sorprendió “revolcándose en un establo”.
Tras ser derrocado Porfirio Díaz en 1911 y abandonar el país, Ignacio de la Torre se queda en México, y desde el primer momento mostró su oposición al nuevo régimen del presidente Francisco Ignacio Madero, viéndose incluso implicado en su asesinato. Detenido y encerrado en la prisión de Lecumberri, a principios de 1915, es transferido a la custodia de Emiliano Zapata, que se lo llevó con su ejército. Allí , se desconoce la razón , Zapata lo humilla haciéndole servir a la tropa con ropas femeninas y entregándoselo a los soldados para que abusaran de él (una de las reglas que Zapata implantó fue ejecutar inmediatamente a cualquiera de sus soldados que fueran sorprendidos violando a alguna mujer).
En 1918 , Ignacio de la Torre, el otrora poderoso “Yerno de la Nación” , es liberado con el recto destrozado, trasladándose a Nueva York a operarse de su lesión , muriendo en la mesa de operaciones.
EL NÚMERO 41
Quizás la consecuencia más estrambótica del escándalo que sacudió al país como consecuencia del "Baile de los 41" es que desde entonces el número 41 se convirtió en un tabú en México al asociarse a la homosexualidad, y considerarse un insulto el decirle a un hombre que “es de los 41”. En México el número 41 no tiene ninguna validez y es ofensivo para los mexicanos, y la influencia de esa tradición es tal que hasta en lo oficial se pasa por alto el número 41. No hay en el ejército División, Regimiento o Batallón que lleve el número 41, llegando hasta el 40 y de ahí se salta al 42. No hay nómina que tenga renglón 41. No hay en las nomenclaturas municipales casas que ostenten el número 41. Si acaso y no hay remedio, el 40 bis. No hay cuarto de hotel o de Sanatorio que tenga el número 41. Nadie cumple 41 años, de los 40 se salta hasta los 42. No hay automóvil que lleve placa 41, ni policía o agente que acepte ese guarismo" (Hay que aclarar que no es que se cumplan 40 años y al año siguiente 42, sino que el 41 cumpleaños no se celebra y los mexicanos dicen que tiene “40 años y 12 meses”. Las prisiones mexicanas tienen pabellones que no están numerados, sino que se les identifica con letras: A, B, C, etc. Los homosexuales eran encerrados en el pabellón J, y de ahí viene que en México (y en otros países sudamericanos) reciban el nombre de “jotos”.
A lo largo del siglo XX, el número 41 provoca la risa que acompaña al chiste circular. "Vamos a contar: 39, 40, 42."
Por su parte en el "Cancionero folclórico mexicano", Margit Frenk consigna dos coplas:
De aquellos que están allá,
no me parece ninguno:
el uno ya está muy viejo
y el otro es 41.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco,
cinco, cuatro, tres, dos, uno,
cinco por ocho cuarenta,
con usted cuarenta y uno.
SALIR DEL ARMARIO
Cuenta una falsa leyenda popular que en la redada del "Baile de los 41", Ignacio de la Torre trató de esconderse en un armario (o closet), pero un policía lo vio y le ordenó que saliera, cosa que hizo maquillado y vestido de mujer , y fue ese episodio el origen de la frase “salir del armario” o “salir del closet”, cuando se declara públicamente la homosexualidad.
La realidad es que la asociación entre la homosexualidad y "salir del armario" deriva de la expresión inglesa"keep skeletons in the closet" (guardar esqueletos en el armario ) metáfora de mantener un íntimo secreto oculto, de la que resulta " to come out of the closet"(salir del armario), desvelar un íntimo secreto oculto, y de ahí "salir del armario" en español ,significando "desvelar un íntimo secreto oculto, concretamente anunciando públicamente la condición de homosexual
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