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5 de julio de 2017

COMIDAS Y COMENSALES POPULARES ( 1 de 2)


Tipología de comidas populares

El cordero asado. Favorito del público, suponemos que por ser un arquetipo inconsciente de la noche oscura de los tiempos, remembranza cutre de festines con patas de venado en una mesa redonda, con cuernos de la abundancia repletos de frutas y monedas de oro, odres de vino y mozas fermosas rebozadas en harina. Si no, no se explica la afición del personal hacia este animalito asado, protagonista de banquetes de clase media baja y cenas de empresa en asadores de segunda, pero "con horno de leña". 


La mariscada. Sueño dorado del español medio, ponerse ciego de gambas, langostinos, carabineros y otros bichos con cáscara, bien cocidos o en versión a la plancha, con la (también ansiada) parrillada. Otro deseo subconsciente, supongo, nada fino, desde luego, el de quedarse cubierto de patas y bigotes de mariscos, con la servilleta a modo de babero y esas pinzas para espachurrar las patas de los crustáceos, que dan como un aspecto de potentado y como de gente de posibles. A destacar esos carteles de "Mariscadas para Dos: ocho gambas, doce langostinos, medio kilo de bígaros, cuatro almejas, seis berberechos y una concha de buey de mar para decorar. Vino El Vinero o Sidra El Sidrero” a precio de saldo.


Bandeja de ibérico o de bellota. Plato célebre en todos los mesones y bares de carreteras, amén de la jamonerías y establecimientos especializados en productos de matanza, práctica festiva que algunos, inexplicablemente, adoran, por lo que no dudan en juntarse una basca de amigotes, comprar unos cerdos, y para octubre o noviembre, abrirlos en canal y hacer embutidos en un tinajas rebosantes de sangre, mientras se emborrachan a placer. El jamón de cerdo es el producto más representativo de nuestra gastronomía, un manjar considerado por le pueblo como casi divino, debido a su escasez en los años del hambre y a su asombroso precio, la ambrosía que está colgada detrás de la puerta de la cocina o en los últimos tiempos, en esos jamoneros de plástico, en los que el padre de familia se luce ante las visitas cortando al láser las lonchas ("el jamón se debe cortar muy fino"). Las cañas de lomo, el queso aceitoso manchego, el chorizo picante, el salchichón con bolas de pimienta, las morcillas de Burgos y otros productos más bizarros, como la chistorra, los tomitos de sangre, o las orejas de cerdo son los que nos han hecho ser como somos, mal que les pese a los que quisieran que hubiera sido el sushi... 


La paella de los domingos. Imaginativo plato, que en nada se parece al que se cocina en su lugar de origen, consistente en un cacerolo plano lleno de granos de arroz y muchas cosas, desde verduras y legumbres a carne, pescado, marisco, todo junto o lo que quiera su cocinero, también dependiendo de la economía y del reparo a la hora de gastar. 

Característica comida porque dedos y servilletas se quedan amarillos debido al colorante alimentario que se echa a discreción, como sustitutivo de un azafrán sólo posible de ver en sitios con macroeconomías, por razones que no acertamos a explicar, es el menú favorito de la mayoría de las familias los fines de semana y cuando hay invitados, suponemos que porque parece como aparente y tiene colores bonitos. No sólo en casa, sino en el campo se lleva mucho hacer una paella. 

El menú del día. Única posibilidad de comer a mediodía para trabajadores a tiempo completo. Lógicamente, el menú del día depende del barrio, el trabajador y su tiempo completo (en algunos puestos, sólo se dispone de unos veinte minutos para la comida, con lo que no queda más remedio que echar mano del indigesto bocadillo diario o de la tartera con filetes empanados): los hay de cinco estrellas, pero eso, obviamente, no es el menú del día tradicional para personas trabajadoras, sino el que se sirve, también bajo el epígrafe de "comidas caseras" en los bares de las barriadas y a donde van a comer los mecánicos, peluqueras, jubilados, pasantes de notario, dependientas, peones y albañiles sin cualificación. Los menús del día son un compendio de varios platos, que se parecen vagamente a los que hace tu madre en casa, pero que no saben igual ni se asemejan en el color. Predominan en ellos el uso y abuso del pimentón, los ajos y el aceite.

Se simula una variedad de alimentos para todos los gustos, consistente en un guiso, mayormente de lentejas o cocido, y luego ya están los clásicos: esa coliflor o judías verdes con mayonesa, esa ensaladilla rusa, esos filetes rusos con arroz blanco, el tradicional arroz a la cubana, los macarrones con tomate, filete con patatas o sardinas rebozadas.

Lo más gracioso es que, en el mismo Bar Paco III, siempre hay un "Menú Especial", para paladares un poco más exquisitos y sobre todo estómagos más grandes, por ejemplo, el del dueño del taller o el del encargado de la obra, con un plato que no aparece en el menú del día, como "entrecot grande" o "emperador a la plancha" a precio más elevado, pero que le sirve al joven profesional de la agencia de viajes a desmarcarse de la chusma del mono y el guisote de judías. Claro que si uno es poco exigente, siempre se puede echar mano de esos "Platos Combinados" que en algunos establecimientos, parece que los tienen desde que inauguraron, con las sempiternas lonchas de lomo con huevo frito, barrilete de arroz con tomate, tres croquetas de bacalao y una loncha de jamón serrano. 


Fritanga. Sueño de cualquier tripero o bulímico, esa mezcla bomba de grasas animales con grasa vegetales, la fritura es un paraíso artificial al alcance de cualquiera que entre en un bar y pida un bocata de voladores, imitación en barato de los calamares, rebozados en harina sin refinar y fritos en aceite de girasol. La fritura provoca la misma fascinación que la droga, y su adicción es igual de poderosa y peligrosa para la salud, dadas las penosas condiciones de los receptáculos donde se fríen, por ejemplo, los chopitos, los tigres (símil de pasta de mejillón rebozado) o el pollo con especias (¿han visto de cerca una freidora industrial usada durante meses, con el aceite negro y requemado?).

Las autoridades, en lugar de legalizar unas medidas de control y seguridad de la fritanga, para que todo el que quiera pueda consumirlas sin peligro para su vida, se empeñan en meter miedo y perseguir a los consumidores, pero esto en nada ayuda, porque los adictos siguen comiendo fritos, y esta vez en condiciones aún peores, como son los fritos congelados...


La pasta. Simpática comida, que a todos gusta por igual, con independencia de la edad, la raza o la religión, porque no compromete y siempre se acierta, debido a su fácil absorción y textura, a las infinitas posibilidades que da para combinar con cualquier cosa, la que sea, y sobre todo, porque vemos que los extranjeros se la comen con gusto, e incluso en las películas americanas, la gente, cuando come, es decir, cuando se sienta y deja el sandwich de pavo por un día, también come pasta. Como con la paella, nada que ver tampoco con la que se come en su país de origen, pero resultona y aún no prohibida, al menos en su totalidad, aunque ya hay quien se la prepara integral y cuatro veces más cara. 


El sandwich. Esta popular y contemporánea comida casi merece, por su indudable interés antropológico, un artículo para ella sola, porque en materia de sandwiches todo cristo es un experto, y de hecho, seguro que en cada hogar hay una especialidad de sandwich de la casa, inventada por el más joven de la familia. Y seguro que tal especialidad también lleva muchas capas de chocolate con algo salado, como jamón y una banderilla en medio. El sandwich es algo que iguala al ejecutivo, que se come su emparedado integral para el almuerzo, con la ama de casa, que hace uno de cuatro pisos relleno de morcilla para el recreo del niño y con el joven con granos de la residencia de estudiantes, que ha diseñado el "sandwich de empresariales", consistente en mermelada de ciruela, cabeza de jabalí, salsa agridulce y dos lonchas de "sevillana". 

El bocadillo. Mucho más español y con solera es el bocadillo, alimento que hay mimar, porque se encuentra en vías de extinción. Los de tortilla de patatas con pimientos, los de lomo con tomate o queso, los de jamón serrano y tantos otros han escrito gloriosas páginas de nuestra historia. Ahora que son perseguidos y vejados por Nutricionistas y Documentales de TV, reivindiquemos su uso y disfrute. Pero, por favor, que no sea de esos de pan precalentado que venden a precios carísimos en restaurantes de comida rápida... 


Las sopas. La comida más polémica del país, porque hace que éste se divida en dos bandos irreconciliables: los que no soportan la visión de un plato hondo con agua caliente y unos fideos flotando en la superficie y aquellos que si no toman un cuenco tamaño king size de un caldo de carne con barquitos de pan flotando, considera que no ha comido. La sopa tiene miles de variedades, pero habría que hacer un distingo principal, entre las de polvos y mucha sal, de sobre y las que se hacen en casa, con alimentos, al menos, más reconocibles, como ajos, un tomo de tocino y una ristra de chorizos. 

Continuará ...

Fuente: MONDO BRUTTO nº 20 Especial 2000 años de historia - Comer….soñar…tal vez papear – Grace Morales

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