El color rosa para los vestidos de las niñas y azul celeste para los de los niños es una costumbre muy conocida, que no siempre ha sido así y que nació alrededor de 1920. Un reparto de colores para la primera infancia que, por otra parte, contradice nuestro simbolismo, para el cual el rojo es masculino, y el rosa (el pequeño rojo), es el color de los niños varones pequeños.
Por eso, en los cuadros antiguos se solía pintar al Niño Jesús vestido de color rosa, tanto en cuadros del siglo XIII como en cuadros del siglo XIX, en los que el Niño Jesús jamás aparece vestido de azul celeste.
En pinturas del Barroco se ven a menudo criaturas vestidas de pies a cabeza de color rosa. Y cuando aparecen con un yelmo en la cabeza y una espada en la cintura, nos parecen ejemplos inesperados de niñas que reciben una educación masculina, pero estas criaturas vestidas de rosa no son niñas, sino príncipes caracterizados mediante el rosa (el pequeño rojo) como futuros gobernantes.
Hasta 1900, el color de los vestidos para las niñas y los niños pequeños solía ser el blanco, que era fácil de lavar en lejía. Si su vestimenta llevan lazos, éstos eran casi siempre rojos, pues según la tradición, los lazos rojos protegían contra el mal de ojo. Niños y niñas llevaban hasta la edad de cinco años el mismo tipo de vestido, largo hasta los pies. Los peleles, actualmente prenda típica de los bebés, aparecieron en 1920. Y los patucos y zapatos infantiles eran de color blanco, marrón y rojo.
A partir de entonces, se popularizó la moda de vestir a los niños de algún color , cuando ya era posible producir tintes resistentes al agua hirviendo. En esta época se produjo una verdadera revolución de la moda: la llamada "moda reformista" libró a las mujeres de los corsés y creó una moda específica para los niños. Antes, los niños vestían copias en miniatura de los trajes de los adultos.
Ahora, niños y niñas llevarían los cómodos trajes y vestidos de marinero teñidos con índigo artificial, el nuevo tinte, el mejor de todos. De los trajes de marinero se derivó, con una lógica forzosa, el hecho de que el azul claro, o el azul en general, se convirtiesen en el color de los niños. Como color tradicionalmente contrario, el rosa se convirtió entonces en el color de las niñas.
A veces, se han aducido motivos religiosos para explicar este uso vestimentario del azul y el rosa ; poner a los recién nacidos el color de la Virgen para que ésta los protegiera durante el período difícil y peligroso de la primera infancia. Pero semejante teoría no parece aceptable, por cuanto si bien el azul es efectivamente el color de María (desde el siglo XII), el rosa no lo es ni lo ha sido nunca. El segundo color de la Virgen, desde que se en 1854 se aprobó el dogma de la Inmaculada Concepción, es el blanco. Además, si bien es cierto que esta costumbre del azul y el rosa está implantado principalmente entre las familias cristianas, parece ser que se extendió más y antes en las familias protestantes que en los países católicos. Parece pues difícil atribuirla a un culto mariano.
Fuentes: Psicología del color - Eva Heller- Ed. Gustavo Gili /Diccionario de los colores- Michel Pastoureau- Ediciones Paidós Ibérica, S.A
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