La película va de hacer el amor de sudar pero sin tener antes que ir al cine o fingir que escuchas. Regalado, vamos. Y hecho con ganas. Los chiquines tienen profesiones de alto riesgo de mojar, como fontaneros, butaneros, mafiosos... Y las chiquinas son mayormente enfermeras, monjas o señoras que estaban agachadas.
El fontanero llega a una casa y hay una chiquina en bragas y tacones, que es el pijama de las guarrillas, y ella le dice algo sutil como “el grifo no es lo único que me chorrea” y ya se ponen a hacer el ardor. La historia es muy fluida. Luego aparece otra chiquina que dice “¿así que divirtiéndoos sin mí?” y se pone con la otra a darse el cariño que les falta en casa, todo así de real.
Lo primero que hace el actor es despatarrar a la muchacha y amorrarse al berberecho pero sorbiendo con apetencia, como un oso hormiguero comiendo percebes. Y luego coge su pepino beige y le da unos golpetazos en la cara que tú dices “la ha matao”. Es como un antidisturbios, que es lo que le da la calidad a la película.
Entonces la coge de la coleta y venga a darle azotes, y venga a tirarle del pelo, y la chiquina venga a pegar berridos, que las gatas gritan menos y lo hacen sin saliva. Tú ya no sabes si se quieren o andan peleados. Y al final la señorita se pone de rodillas mirando hacia arriba y abriendo la boca, como un polluelo, y dice que eso es un pecado tirarlo. Muchos remilgos no se ven.
El montaje es muy bueno porque todo lo que cuelga, rebota, y te ponen las repeticiones a cámara lenta. Es como el tenis. Y el guión es muy bueno porque a ninguna le duele la cabeza.
Fuente : Sinopsis de cine-El libro - José Ángel Sanchidrian- Editorial Poe Books
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