TRADUCTOR

25 de septiembre de 2017

BARBEROS Y CIRUJANOS


Los oficios de barbero y de cirujano fueron siempre muy diferentes, aunque en la época medieval, coincidieron en algunos intereses y se asociaron. 
El cirujano de entonces, era un hombre de estudios universitarios, de menor categoría que los médicos; eran sujetos que aprendían más técnica que ciencia: hacían sangrías, curaban heridas, evacuaban abscesos de pus, arreglaban fracturas, amputaban piernas. Había tres escalas en la carrera de cirujano: mancebo, romancista y maestro.

Ha estudiado cirugía;
no hay hombre más afamado;
agora imprime un tratado
todo de flebotomía (sangrado).

Suele andar en un machuelo,
que en vez de caminar vuela;
sin parar saca una muela
; más almas tienen en el cielo 
que un Herodes y un Nerón;
conócenle en cada casa: 
por donde quiera que pasa 
le llaman la Extrema Unción 

Tirso de Molina 

Desde la Baja Edad Media en toda Europa proliferaron individuos dedicados a efectuar flebotomías y algunos otros procedimientos quirúrgicos, como abrir abscesos y realizar extracciones dentales, todos ellos ejercían sin ningún tipo de control ni estudios universitarios. En España el oficio de los barberos flebotomianos se reglamentó hasta mediados del siglo XV, y a los «Barberos Mayores del Rey» se les encomendó la redacción de las ordenanzas del oficio y también la facultad de concederles el poder a los alcaldes examinadores en todo el reino para hacer lo propio. Debido a la gran población que necesitaba de estos servicios, el número de barberos flebotomianos iba en aumento y eran pocos los que acataban las ordenanzas, razón por la que en 1500 se dictó una disposición proveniente de los reyes Isabel y Fernando, con los siguientes señalamientos:

«Mandamos que los Barberos Examinadores Mayores de aquí en adelante no consientan ni den lugar que ningún barbero, ni otra persona alguna pueda poner tienda para sangrar, ni echar sanguijuelas, ni ventosas, ni sacar dientes ni muelas, sin ser examinados por los dichos nuestros Barberos Mayores…»
En ese examen se valora la capacidad de los sangradores y barberos, quedando fuera de dicho tribunal los saludadores, ensalmadores, especieros, herbolarios, brujas, hechiceros, conjuradores, nigromantes y astrólogos judiciarios que eran perseguidos por el tribunal y por la Inquisición. Había otro grupo de empíricos, con cometidos específicos: batidores de cataratas, hernistas, algebristas, sacadores de piedras, además de sacamuelas y parteras que tenían licencias particulares que permitían su tarea.
Aquellos que aprobaban, obtenían su «carta de examen» documento que tenían que mostrar a las autoridades competentes para poder abrir su «tienda de barbero».

Los había que ejercían en sus domicilios, otros se instalaban en plazas públicas, mercados, caminos e incluso llegaban a ser asalariados de familias, nobles y uno que otro figuraba en la nómina del rey.

 

El oficio de cortar el pelo y cuidar la barba, era un servicio poco demandado. Los barberos fueron también ayudas de cámara de señores importantes, a los que aparte de cortar pelo y arreglar barba, cuidaban la ropa y enseres; los reyes solían tener barberos en su corte, que también les ayudaban a lavarse y bañarse. Más tarde derivaron hacia la cirugía menor y recibieron una titulación que les autorizaba a hacer: sangrías (sangradores), colocar sanguijuelas (sanguijuelistas) y poner emplastos (medicamentos sobre tela aplicados al cuerpo).

Esta deriva de los barberos hacia la cirugía estuvo facilitada o promovida por culpa de las luchas profesionales entre médicos y cirujanos. Los médicos del Renacimiento, especialmente en Inglaterra, no admitían asociarse con cirujanos, por considerarlos de menor categoría, y fundaron el Real Colegio de Médicos en donde solo podían entrar internistas. 
Los cirujanos se vieron en la necesidad de buscar otras asociaciones para defender sus intereses y se juntaron a los barberos; se fundaron compañías mixtas de barberos-cirujanos-, e incluso tuvieron una serie de estatutos en común. De esta unión coyuntural y antinatural nació la aproximación y el interés de los barberos a las técnicas llamadas de “cirugía menor. A los barberos con dedicación quirúrgica les van a llamar “cirujanos de bata o traje corto” o de “cuota”, para diferenciarlos de los cirujanos de formación universitaria que serán los de "traje largo o de academia".

Los sanadores de bata corta, tuvieron un período largo de esplendor, y en innumerables ocasiones se excedieron en sus atribuciones; algunos hasta se atrevieron a hacer operaciones mayores: hernias y almorranas. Como ejemplo del abuso de atribuciones, en Francia, en un período de un año, se pusieron 30 millones de sanguijuelas.

Durante la primavera, en la edad media, la gente acudía a las barberías de los pueblos y ciudades no necesariamente a cortarse el pelo o afeitarse, sino también para que le arrancaran una muela o le sacaran sangre. La gente creía que el desequilibrio de los humores ,sangre, flema, bilis y atrabilis, era perjudicial para la salud, y que la extracción del exceso de sangre cada primavera ,la época de la renovación, era la forma de restaurar ese equilibrio. Extrayendo la sangre se extrae la enfermedad, era el principio en el que se basaba esta práctica que, pese a su potencial peligrosidad, fue el tratamiento más popular para muchas enfermedades graves durante siglos.


La tarea de extraer sangre había sido realizada tradicionalmente por personas con escasos conocimientos médicos, bajo la supervisión de algún cirujano. Durante el siglo XIII los barberos comenzaron a ocuparse de esta operación, y poco a poco formaron un gremio y ampliaron sus servicios hasta abarcar intervenciones de cirugía menor tales como sajar diviesos, vendar úlceras y extraer muelas. Algunos barberos se especializaron en operaciones más serias, llegando a tratar cataratas o hernias. En los pueblos pequeños llevaban a cabo operaciones relativamente complejas, como por ejemplo reducir fracturas o realizar trepanaciones (cortar una porción del cráneo para aliviar la presión sobre el cerebro). Al principio cualquiera podía establecerse sin licencia como cirujano, pero hacia el siglo XIV, en algunos lugares de Europa, las universidades y los gremios comenzaron a regular la práctica de la medicina.


Antes de sacar la sangre, el barbero sumergía la mano del paciente en agua caliente para que se hincharan las venas y fueran más fáciles de ver. Luego ponía un torniquete alrededor del brazo del paciente y, con la sangradera preparada, decidía en cuál de las cinco venas mayores ,cada una de las cuales se asociaba a un órgano vital, haría la punción. Sujetando firmemente la mano del paciente con un trapo alrededor, el barbero abría una incisión en la vena con una lanceta de doble hoja, cayendo la sangre a una vasija llamada sangradera de barro cocido, peltre o plata, y solían tener unas marcas en el interior para señalar la cantidad recogida. Cuando ya se había extraído suficiente sangre, el barbero vendaba ligeramente la herida y enviaba al paciente a casa.

Con el paso del tiempo, la profesión de barbero sangrador, al igual que otras relacionadas más o menos con la salud en aquellos tiempos como los bizmadotes, algebristas, batidores de cataratas, drogueros o especieros, se perdió para siempre en beneficio de los cirujanos.


En sus lugares de trabajo, los barberos colocaban en el exterior las vendas y gasas que usaban en sus trabajos (a modo de los tradicionales toalleros de barra), diferenciando para ello un palo rojo para las usadas y manchadas de sangre y uno blanco para las ya limpias, para que con el aire y sol se secaran. A veces, el efecto del aire daba a esas gasas reliadas en el palo un deslizamiento característico de forma helicoidal, y de ahí que se fuera con el tiempo adoptando ese característico símbolo rojo y blanco que con el paso del tiempo se adoptó como el peculiar identificador de nuestras viejas barberías. Un símbolo válido en épocas donde el analfabetismo era muy generalizado y suponía un perfecto reclamo para la mayoría del vulgo.

Existen no obstante varias interpretaciones para los colores de la baliza de los barberos. Una de ellas es que la sangre roja y blanca representa los vendajes, otra que el rojo y azul representaban las sangre arterial y venosa, y el blanco, los vendajes. Una tercera interpretación sugiere que el patrón espiral representa la venda blanca envuelta alrededor de un brazo ensangrentado. Las copas simbolizan la cuenca de las sanguijuelas, así como la sangradera.

Otra interpretación sobre el tema del color azul en el poste de barbero, cuenta que en Inglaterra en el año 1745 hubo una escisión en el Venerable Gremio de Barberos (fundado en 1308) y se creó la Sociedad de Cirujanos, para finalmente convertirse en 1800 en el Real Colegio de Cirujanos. La separación de ambas profesiones, derivó también en la obligación de definir sus símbolos, quedando el rojo y blanco para el recién creado Colegio de Cirujanos y sus miembros, y pasando a añadirse el color azul para los barberos.

Fuente: http://thehistoryofthehairsworld.com /http://cuitasmedicas.blogspot.com / El siglo de los cirujanos- Jürgen Thorwald/- Editorial Ariel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario