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9 de diciembre de 2017

EL VICIO DE COMER BARRO


La Pica es un trastorno de la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia o la niñez, que se define como el consumo persistente de sustancias no nutritivas durante un período de por lo menos un mes, de forma inadecuada evolutivamente y siempre que su práctica no esté sancionada culturalmente. Documentado desde la antigüedad, en la mayor parte de los casos se ha considerado más como síntoma de otro trastorno o estado que como entidad independiente. Se describe sobre todo en discapacitados intelectuales, embarazadas, autistas, enfermos mentales, niños y otros. El nombre de dicho trastorno alimentario, pica, proviene del vocablo latín que quiere decir urraca, ave perteneciente a la familia del cuervo, cuyo nombre científico es "pica pica" , y que es conocida por su apetito voraz, y por comer o "tratar de comer" un amplio rango de sustancias, incluyendo también varias que no son alimentos.

Cada una las “picas” tiene un nombre concreto. Así por ejemplo se denomina cautopirofagia a la ingesta de cenizas, amilofagia a la de harina, pagofagia a la del hielo, xilofagia a la de madera, litofagia a la de piedras, o geofagia a la de tierra o arcilla. 


Una de las picas más frecuentes y conocidas es la geofagia , consistente en comer tierra , que afecta mayoritariamente a niños y mujeres embarazadas, especialmente aquellos que padecen desnutrición, y que es mucho más común en países subdesarrollados y áreas rurales que en otros lugares.

En las mujeres embarazadas, la pica se manifiesta normalmente por el ansia de ingerir sustancias arenosas como tierra, arcilla o harina, que pudiera corresponder, según algunos expertos, con las enfermedades metabólicas, en las que el organismo tiende a sustituir las sustancias que le faltan por otras, especialmente cuando se trata de minerales como el hierro, calcio, fósforo o potasio. El impulso de consumir estas sustancias se convierte en una necesidad que lleva, en ocasiones, a ingerir cantidades perjudiciales para el organismo.

Hay constancia del empleo de la arcilla, aplicada de forma externa o mediante su ingesta, desde hace milenios, en todas las épocas y continentes, para curar todo tipo de enfermedades, heridas, afecciones de la piel y problemas inflamatorios. Los hombres probablemente imitaron a los animales, que buscan en el barro arcilloso el remedio a sus males. 

Con el tiempo se constató que el ingerir arcilla tenía además otros efectos sobre el cuerpo , entre los que se encontraban la pérdida de peso, debilidad y , palidez , efectos que  concuerdan con el ideal de belleza femenina del Siglo de Oro en el que se consideraba la blancura de la piel femenina como algo especialmente seductor. 

Búcaro: género de vaso de cierta tierra colorada que traen de Portugal. Destos barros dicen que comen las damas por amortiguar la color. ( Tesoro de la Lengua Castellana o Española- Sebastián de Cobarrubias Orozco)
En España esa arcilla fina , olorosa y fragante, se utilizó  para realizar piezas de alfarería de paredes muy finas y brillante color rojo que servían para enfriar el agua mediante condensación, igual que los botijos, aportando sabor y perfume al agua, efecto que se realzaba mediante la adición de resinas y especias al barro original o con tratamientos posteriores a base de baños de ámbar gris, y que tenían diversos fines prácticos, desde refrescar y aromatizar las estancias hasta enfriar la bebida o servir como golosina y medicina, siendo consumidos por las damas del  Siglo de Oro , que los mordisqueaban y comían  a pequeños trocitos, una vez ingerido el líquido que contuvieran. Tal costumbre generó incluso el nombre de bucarofagía

Ese consumo producía una forma de clorosis o anemia que se denominaba “opilación” (obstrucción), y que bloqueaba, entre otros, los conductos biliares., aunque a veces el color blanco perseguido, se trasformaba en un amarillento enfermizo, o en otros tintes extraños, seguramente porque los búcaros eran de arcilla muy roja o poseían engobes coloreados. Además ingerir arcilla provocaba anemia por falta de hierro lo cual se  se traducía en amenorrea o pérdida de la menstruación y servía como tosco anticonceptivo. Este último efecto provocó que la Iglesia de la época lanzara sus más furiosas diatribas y sermones contra las mujeres que tenían esa costumbre, llegando a imponer los confesores como penitencia, quedarse varios días sin probar el barro. 

La obstrucción intestinal , especialmente cuando existía anemia por falta de hierro, se combatía con purgantes y aguas ferruginosas. Era famosa en Madrid, la “Fuente del Acero”, al otro lado del Puente de Segovia, cuya agua había que beber y "pasearla", lo que se denominaba “pasear el acero”, que resultaba una buena excusa para los encuentros entre enamorados, y se ella se decía:Hallamos mucha gente …que van en sus coches o a pie a hacer ejercicio, que ellas llaman “tomar el acero”, que es beber agua de hierro y luego pasear una hora o dos antes de salir el sol, que hallan muy provechoso para la salud”. 

"Tengo una gran taza de esa clase que contiene una pinta; el vino no vale nada bebido en ella, pero el agua resulta excelente [...] cuando se la deja allí un poco de tiempo, la taza se vacía sola, tan porosa es la tierra, y huele muy bien"
"...hay señoras que comían trozos de arcilla... tienen una gran afición por esta tierra... Si uno quiere agradarlas, es preciso darles de esos búcaros, que llaman barros; y a menudo sus confesores no les imponen más penitencia que pasar todo el día sin comerlos". 
"He querido probar ese alimento tan estimado y tan poco estimable: antes comería asperón [matorral áspero y leñoso]"
"Ya os hablé de la pasión que muchas ponen en mascar esta tierra. Suelen quedar opiladas: el estómago y el vientre se les hinchan y endurecen y la piel se les pone amarilla como un membrillo".
Memorias de la Corte de España-Marquesa D’Aulnoy
"...como lo había visto comer [el barro] en casa de la marquesa de La Laguna, dio en parecerme bien y en desear probarlo", "… un año entero me costó quitarme de ese vicio", si bien "durante ese tiempo fue cuando vi a Dios con más claridad".
Sor Estefanía de la Encarnación- 1631.)
La familia de Felipe IV -"Las Meninas"- Diego Velázquez

En el cuadro "Las Meninas " de Diego Velázquez se representa a María Angustia Sarmiento ofreciendo a la Infanta Margarita un búcaro hecho de arcilla para que lo coma , ya que sufría una regla muy abundante y esto le hacía sangrar menos. La dosis era un búcaro al día, y el mejor era el hecho con el barro de Extremos, en Portugal, que era muy vaporoso, el de la comarca de Tierra de Barros, en Badajoz y aún mejor el de Jalisco (México), que era más fino y más fácil de masticar. El búcaro de la Infanta Margarita es, sin duda, la dosis que normalmente se prescribía: “un búcaro al día”. Después de beber su contenido de agua fresca, la Infanta lo mordería y masticaría en pequeños trozos como deliciosa golosina.

Está claro que por su edad no lo utilizaría como anticonceptivo, pero es conocido que la Infanta sufría de una pubertad precoz, posiblemente padecía el síndrome de Albright, que provoca una muerte temprana (murió con veintidós años). Este síndrome se caracteriza por tumor tiroideo, bocio, talla corta y unas hemorragias menstruales anormales, que haría de la ingesta de barro, uno de los remedios para obstruir u opilar los conductos sangrantes. Tampoco hay que descartar la utilización del barro por la Infanta Margarita como uso cosmético con el fin de lograr una piel más blanca, e igualmente, como “golosina viciosa”. 
Todavía en 1840 se usaban y comían los búcaros:
Se colocan siete u ocho sobre el mármol de los veladores y se les llena de agua, en tanto que, sentado en un sofá, se espera a que produzcan su efecto y con ello el placer que recogidamente se saborea. Los búcaros se rezuman al cabo de un tiempo, cuando el agua, traspasando la arcilla oscurecida esparce un perfume que se parece al del yeso mojado, o al de una cueva húmeda, cerrada desde hace mucho tiempo. La transpiración de los búcaros es tal, que después de una hora se evapora la mitad del agua, quedando la que conserva el cacharro tan fría como el hielo, con un sabor desagradable a cisterna. Sin embargo, gusta mucho a los aficionados. No satisfechas con beber el agua y aspirar el perfume, muchas personas se llevan a la boca trocitos de búcaro, los convierten en polvo y acaban por tragárselos.”Viaje por España-Théophile Gautier)
Tabletas de arcilla

Pero la geofagia no es cosa de otros tiempos. Estudios realizados en Alabama, Estados Unidos, en 1995, en mujeres embarazadas y no embarazadas que tenían el hábito de comer arcilla, maicena, harina y bicarbonato de sodio, revelaron que la mayor parte de las mujeres creían que tales sustancias "evitan el vómito, suprimen los vértigos, curan la hinchazón de las piernas y aseguran el nacimiento de niños hermosos". Investigaciones anteriores, llevadas a cabo en Augusta, Estados Unidos, en 1967, revelan que para las mujeres embarazadas que manifestaron la práctica de geofagia, la arcilla blanca y fina era un manjar exquisito. Tanto es así, que los granjeros de Georgia vendían en los mercados urbanos arcilla en cajas de zapatos o las remitían por correo.

También se comerciaban otras sustancias relacionadas con la pica: leche de magnesia en polvo y parafina, y hasta los familiares que visitaban a las mujeres gestantes les obsequiaban arcilla. La venta de arcilla, se ha observado también en puntos tan distantes como Tanzania en África, o Guatemala, en donde la arcilla se presenta en cajas especiales con el dibujo de una catedral, especialmente destinada a mujeres embarazadas.


Fuentes: El vicio del barro- Natacha Seseña -Ediciones El Viso /La pica: retrato de una entidad clínica poco conocida-F. Viguria Padilla y A. Miján de la Torre/La pica durante el embarazo: un trastorno frecuentemente subestimado”-Laura Beatriz López, Carlos Rafael Ortega Soler, María Luz Pita Martín de Portela / http://www.abc.es – Comer barro, refinada moda del XVII-Manolo Méndez.

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