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14 de enero de 2018

LA INCOMPRENSIBLE SANTÍSIMA TRINIDAD


LA SANTÍSIMA TRINIDAD  
El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" 

Catecismo de la Doctrina Católica nº 234

 

EL OMBLIGO DE DIOS

Si Dios el Creador no tenía ombligo y es la misma entidad aunque distinta persona que el Hijo, nacido de la Virgen (con ombligo por tanto), henos aquí que en la Santísima Trinidad hay una persona con ombligo, otra sin él (Dios Padre) y una tercera nacida de un palomo (el Espíritu Santo). Dios Padre no ha nacido de nadie, podríamos decir que se crea El mismo, lo que en términos naturales equivaldría a una partenogénesis o a una división celular, como los organismos primigenios. 

¡Qué generosa actitud de Dios! Ese Dios que hace florecer a su Hijo en la matriz de una muchacha virgen, casi una niña, sin concurso de varón, solamente con un aleteo (hablo en metáfora, claro) del Espíritu Santo (Dios mismo en forma de pichón, como acordamos). 

Pero si el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad divina, sustancia misma de Dios, entonces ocurriría que  si el fecundador de la Virgen es Dios mismo, la Virgen pariría a Jesucristo que es la segunda persona, el Hijo, o sea otra vez Dios mismo.

Así, Dios Padre se engendra a sí mismo en la segunda persona, Dios Hijo, pero se podría objetar que si el Hijo lo es del Padre, pero al propio tiempo participa de su sustancia, resulta que, como tal, es también fecundador de la Madre. 

Vaya lío teológico.


EL INCESTO DE DIOS
Aquí tenemos lo que parecería una turbia relación incestuosa insinuada por el demonio:
-¿El Padre es el Hijo? 
—Sí. 
¿El Padre fecunda a la Virgen (Madre)? 
—Sí. Luego el Hijo fecunda a su Madre, la Virgen. 
¿Hay incesto? 
—¡¡¡Rotundamente, no!!! 
¿Y por qué no hay incesto si el Hijo es lo mismo que el Padre que fecunda a su Madre? 
—Pues no lo hay porque, a pesar de las apariencias, la fecundación no se ha realizado mediante acto sexual, esa placentera actividad que nos regala la naturaleza (y los débiles mortales no tenemos más remedio que acatar por antiestético y repugnante que nos resulte) sino de manera totalmente celestial, limpia, aséptica, como «un rayo de luz que pasa a través de un cristal sin romperlo ni mancharlo », según la inspirada expresión del catecismo del padre Astete. O sea, por inseminación divina
¿De dónde ha salido ese espermatozoide, que fecundó a la Virgen ? —preguntarán algunos.
—¡Esas dudas, hombre o mujer de poca fe! ¿Vas a creer que el prestidigitador saca dos conejos y tres palomas de la chistera, simplemente todo», por extravagante y absurdo que parezca) pueda introducir un espermatozoide presencial en la matriz virginal, plegadita, intacta, de María. 
¡La chistera de Dios, amigo incrédulo! ¿No tiene acaso Dios poder para quebrantar las leyes de la naturaleza que son sus propias leyes, hechas a su albedrío? ¿Acaso no se dice del legislador: «Hecha la ley, hecha la trampa»? ¿No dice también nuestro sabio refranero que el que a sí mismo se capa, buenos cojones se deja? ¿No estaba al alcance del Todopoderoso, y subrayo Todopoderoso, fecundar mágicamente a aquella muchacha? 
¡Sí, rotundamente sí! 
¿Pudo? Por supuesto que pudo. 
¿Convino? Es evidente que convino, y mucho 
Pues si pudo y convino es evidente que hubo. 

PADRE,HIJO Y ESPÍRITU SANTO 

Si Dios Padre es, por un lado, Esposo o Fecundador de la Virgen (la deja embarazada, ¿no?), y por otro lado es el Hijo de la Virgen (Jesús, el Hijo, la segunda persona de la Trinidad, es el resultado del embarazo, ¿no?), entonces resulta que el Hijo es, en su calidad de Padre, el Suegro de su Madre, la Virgen, y que la Virgen es a la vez Madre y Nuera de su Hijo (Madre porque lo pare; Nuera porque el Padre, que es el Hijo, le ha cedido al Hijo, que es el Padre, como esposo (el circunstancial esposo que requiere la preñez, claro, en su personificación de la tercera persona, o sea el Espíritu Santo que es el agente real de la preñez)). El Padre, Dios que fecunda a la Virgen, es parte integrante, trinitaria, del Hijo, su Esposo Dios Padre como Padre del Hijo. 

No sé si me explico. Ya sé que es difícil de entender, me hago cargo, pero si uno se pone a cavilar y profundiza en ello (aun a riesgo de no volver a emerger), se entiende perfectamente. 

La Iglesia, siempre providente, lo ha declarado misterio para evitarnos quebraderos de cabeza y que tengamos que fundirnos las meninges intentando desentrañar el rompecabezas. Es como una madre que vela por nosotros, por nuestro bienestar, y no quiere que nos angustien dudas absurdas. Por eso lo declara dogma de fe (1),  para quitarnos de líos. ¡Esa es la hermosura del misterio de la Santísima Trinidad!  que es dogma, además de misterio, y ello significa que hay que creerlo  sin sombra de duda, y de ello depende  la eterna salvación de tu alma. Nada menos.
(1)Dogma de fe es una verdad absoluta, definitiva, inmutable, infalible, irrevocable, incuestionable y absolutamente segura sobre la cual no puede flotar ninguna duda. Una vez proclamado solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, ni por el Papa ni por decisión conciliar. Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la Doctrina católica y cualquier católico está obligado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable. 


Por su parte parte en La Santísima Trinidad - Dinámica completa para niños se "aclara" a los niños el concepto de Santísima Trinidad de la siguiente manera:
A ver, ¿qué significa decir que Dios es Uno y Trino?  
El misterio de la Santísima Trinidad nos enseña que en Dios hay Tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero que las tres tienen una misma Naturaleza divina, y en consecuencia son un sólo Dios. Esto es un misterio. Un Misterio que nadie puede penetrar. En el Nuevo Testamento se nos enseña de manera precisa este misterio (Mateo 3,16-17; Mateo 28,19). 
Tenemos algunos deberes para con la Santísima Trinidad: Debemos: 
a) Rendirle nuestros homenajes de adoración;
b) Agradecerle los inmensos beneficios de la Creación, Encarnación y Redención;
c) Encomendarnos a las Tres Divinas Personas, fuente de luz, esperanza y amor para el cristiano. 
Cuando pensemos en Dios, pensemos que en Dios hay Tres Personas. No son tres dioses. Es un sólo Dios. Las Tres Personas son en todo iguales. Iguales en poder, en sabiduría, en inteligencia. Las Tres Personas son infinitas. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y El Espíritu Santo es Dios. Nadie puede comprender por qué un sólo Dios tiene Tres Personas. Esto es un misterio. A este misterio se le conoce como misterio de la Santísima Trinidad. 
La primera Persona es el Padre; la segunda es el Hijo y la tercera el Espíritu Santo. Debemos decir siempre con devoción: «En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén». 
-¿Queréis «ver» la Santísima Trinidad? 
Utilizar esa sencilla y muy visual explicación de la Santísima Trinidad para repasar y fijar conocimientos. Para ello necesitamos una jarra llena de agua (el equivalente a tres vasos) y tres vasos vacíos. Les explicamos a los niños que la jarra llena de agua representa a Dios y que al separarlos en tres partes IGUALES tendremos a las tres Personas de la Santísima Trinidad: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. También explicamos que los tres pueden obrar juntos o separados pero siempre están unidos. 
Volvemos a llenar la jarra con los vasos y hacemos las siguientes preguntas:
- ¿Veis algún límite en la jarra?
- ¿Veis dónde empieza y acaba cada Persona de la Santísima Trinidad?
- ¿Quién es quién?
Pues así es la Santísima Trinidad, una unión de puro amor.

RECUERDOS DE UN NIÑO

La clase de catecismo 
Le temíamos a la clase de catecismo más que a una vara verde. Menos Fernandito y Torrecillas, raro era el que no salía con la cara caliente. Es que no podía ser de otra manera, porque, a ver: Dios es nuestro Padre, que está en el Cielo, ¿no? Y estaba bien; lo decías, y te librabas. Pero después don Simón te preguntaba: "¿Dónde está Dios nuestro Padre?" y tú: "Pues en el Cielo". Y ¡plas! tortazo. Que ya no estaba allí, hombre; que ahora era "En todo lugar, por esencia, presencia y potencia", fíjate. Y, de nuevo: "¿Por qué decís que está en los cielos?" y tú: "No, si ya no lo digo; es que me he equivocado" y ¡plas!, otra vez, que había vuelto: "Porque en ellos se manifiesta más particularmente su gloria", aclaraba Fernandito.

- ¿El Padre es Dios? - le preguntaron a Fernandito, que seguro que sabía del Padre de quién hablaban...
- Si, padre; el Padre es Dios -para mí, primera noticia.
- ¿El Hijo es Dios? -ésta era para Torrecillas.
-Sí, padre; el Hijo es Dios.
- ¿El Espíritu Santo es Dios?
- Sí padre; el Espíritu Santo es Dios - respondió el Ruíz, que ya le había cogido el truco a aquello.
-¿Son por ventura tres dioses?
- Tres, exactamente -respondí yo, que había llevado la cuenta. ¡Y me dio una torta!
Luego resultó que no eran dioses, que eran personas. Y a mí aquello me pareció un misterio. Que había que verlo, que una era un triángulo con un ojo y otra una paloma, no recuerdo si con olivillo o sin olivillo. De la otra, ni te cuento; que en mi enciclopedia unas veces tenía forma de corazón y otras de corderillo; según le pillara al cuerpo, seguramente. Pero, yo, callado. ¡Tú verás!
A la paloma la llamaban Espíritu Santo, y por su culpa Félix no podía ir a mear. Es que cuando nos confirmaron, cerraron por dentro las puertas de la iglesia, para que la paloma no se marchara, y nos tuvieron allí tres o cuatro horas. A Félix le entraron ganas de orinar y el cura le dijo que esperara... Total, que se meó encima. Le castigaron a que nunca más fuera a orinar durante las horas de clase. Y eso le pasó por preguntar, que podía haberse meado en un confesionario, como hicieron otros.
- ¿Veis vos que sea Dios trino y uno, o cómo es Cristo Dios y hombre?
- No; pero créelo más que si lo viese.
Después de contemplar el guantazo que me había llevado, el Sánchez Peinado creía ya hasta que las vacas volaran, si menester fuera.
Lo del trino venía luego explicado en un dibujo en el libro, y lo comprendías claramente; lo de las personas que son dioses pero no son tres, y una es un borrego. Que si yo lo hubiese visto antes no me llevo el bofetón que me llevé, que se me quedaron los dedos de don Simón marcados, que me lo dijo el Ruiz, poco antes de que le dieran otro a él.
Daba igual que te lo estudiaras... ¡Anda que no lo repasábamos veces!
-¿Cuántas naturalezas hay en Cristo? -nos preguntaba el Sánchez Peinado al Ruiz y a mí.
-Si, padre, perpetuamente -contestaba yo con seguridad.
-Que no, que esa es la anterior... 
-Una y divina -soltaba el Ruiz, yo creo que por no callar.
-Esas son las personas -corregía el Sánchez Peinado
-Las personas son tres -replicaba yo, que recordaba la bofetada.
-Divina y humana; divina y humana. Que lo dice aquí. Y... cuántos entendimientos?
-Los entendimientos son dos: divino y humano -se apresuraba el Ruiz.
-¡Muy bien! ¿Cuántas memorias?
-Pues dos, también -contestaba yo, ufano- Divina y humana.
-Pues una, que te enteres, "porque en cuanto Dios todo lo tiene presente".
-¿Y cómo va a tener una memoria si tiene dos entendimientos? ¿Estás tonto? No ves que se entiende con la cabeza... Y si tiene dos cabezas, pues dos memorias...
-¡Pero cómo va a tener dos cabezas!
-¡Porque tiene dos naturalezas!, que lo ha dicho éste... 
Fuente: El catolicismo enseñado a las ovejas (del Señor)- Juan Eslava Galán- Editorial Planeta

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