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27 de enero de 2018

EL AJO Y EL CHÁNDAL


EL AJO

Del ajo , originario del Asia central, se habla en la Biblia y en el Corán y ha sido apreciado desde la época de los sumerios y los egipcios . Fueron muy considerados por griegos y romanos y se incluían en tratados médicos antiguos, de la Edad Media y de épocas posteriores. 

Era una de las cuatrocientas especies recogidas por el "padre de la medicina" Hipócrates, quien en el siglo IV a.c. descubrió sus verdaderas propiedades medicinales y curativas. Galeno, el gran seguidor de Hipócrates, lo llamaba "curalotodo". 

Fueron los cruzados quienes difundieron el ajo por la Europa Medieval, donde se le atribuyeron innumerables virtudes salutíferas, que hacían de él un remedio muy eficaz contra la peste, las posesiones demoníacas y muchas otras dolencias. De hecho, llegó a considerarse al ajo poco menos que una especie de panacea, como bien demuestra el dicho popular según el cual “ el ajo es la triaca (1) del villano”. 
(1) La triaca o teriaca era un preparado polifármaco compuesto por varios ingredientes distintos (en ocasiones más de 70) de origen vegetal, mineral o animal, incluyendo opio y en ocasiones carne de víbora. Se usó desde el siglo IIIi a.c., originalmente como antídoto contra venenos, incluyendo los derivados de mordeduras de animales, y posteriormente se utilizó también como medicamento contra numerosas enfermedades, siendo considerado una “panacea universal”, mítico medicamento capaz de curar todas las enfermedades e incluso prolongar indefinidamente la vida. Se popularizó en la Edad Media, en la que una ristra colgada en un dintel, en la pared y sobre una ventana alejaba a los vampiros, y en la farmacopea de la época trataba las úlceras, el dolor de oídos y ciertas enfermedades como la peste y el cólera tal y como indicaba la reputada Escuela de Salerno. y durante muchos siglos se empleó con variaciones en su formulación, registrándose en las principales farmacopeas de la época hasta que perdió auge en los siglos XVIII y XIX. 
En España se consideraba un excelente condimento para ensalzar sabores en las comidas, y especialmente como componente de su mezcla con aceite  preparada ya por los egipcios, quienes lo dejaron en herencia a los romanos -el morterum de Virgilio- y en España se menciona ya desde el siglo X, con los nombres de ajolio y ajiaceite. 

No obstante era un mal aliado para los caballeros que durante buena parte del siglo XIV tuvieron vetado su consumo al considerarse de mal gusto para los nobles el olor que desprendía y así lo pone de manifiesto el obispo de Guevara en un tratado: “si hubiere de ir a negociar después de comer, guárdese de comer ajos o beber el vino puro: porque si huele a vino tener ha el rey por borracho; y si huele a ajos, por mal comedido”; un siglo después lo llevarían al continente americano en sus viajes. Conocida es también la aversión que Isabel de Castilla sentía por el ajo; en una ocasión sus cocineros quisieron disimular su presencia en un guiso con una buena dosis de perejil pero la reina lo detectó pronunciando la frase “venía el villano vestido de verde”, que pasó desde entonces al acervo popular para referirse a cualquier amenaza oculta.

En fin, que el ajo, ese bulbo de apariencia humilde, pero con un orgullo que hace que nunca pase desapercibido, suscitaba bastante rechazo. Ya Cervantes , en el “Quijote”, hace que el Ingenioso Hidalgo insulte a Sancho llamándole “villano, comedor de ajos…”, términos, por lo que se ve, que eran, a su juicio, sinónimos o, al menos, similares. También aconseja Don Quijote a Sancho : No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanía. (...) .
Julio Camba

Tampoco es elogiosa  la opinión que sobre la utilización excesiva del ajo como condimento en la cocina  que  escribe Julio Camba el La Casa de Lúculo : 

La cocina española está llena de ajo y de preocupaciones religiosas. El ajo mismo yo no estoy completamente seguro de que no sea una preocupación religiosa, y por lo menos, creo que es una superstición. Las mujeres de mi tierra natal suelen llevarlo en la faltriquera para espantar a las brujas, y sólo cuando el bulbo liláceo ha perdido su virtud mágica en fuerza de rozarse con la calderilla, se deciden a echarlo a la cazuela. Es decir, que el ajo lo mismo sirve para espantar brujas que para espantar extranjeros. También sirve para darle al viandante gato por liebre en las hosterías, y aquí quisiera ver yo a los famosos catadores de la corte del Rey Sol, que, al comer un muslo de faisán, averiguaban, por la firmeza de la carne, si aquel muslo correspondía a la pata que el faisán replegaba para dormirse o a la otra (…) 

Josep Pla

Ni la que sostenía  cuarenta años después, el también periodista y escritor catalán Josep PlaJosep Pla en su libro Lo que hemos comido:
No se puede negar que el ajo es un factor importantísimo de la condimentación peninsular. gusta a muchísima gente , de todos los estamentos sociales.. en determinados ambientes , ha creado, durante siglos, la ilusión de la alimentación, cuando la alimentación ha sido muy precaria. Me sabe mal tener que decirlo: no siento el tradicionalismo del ajo.
Y para escribir lo que acabo de manifestar no tengo más que un argumento que a mí me parece simple pero fundamental: todos los alimentos cocinados con ajo, por poco que se pase en la medida, tienen gusto a ajo. este gusto y esta olor son, en primer lugar insoportables.(…) el ajo destruyendo, arrasando, como hace, los matices de los elementos alimentarios , para suplantarlos con la exhalación y el gusto que proyecta su fuerza expansiva , equivale a convertir la cocina en nada. el ajo lo arrasa todo la cocina del ajo no tiene más que un común denominador que lo domina todo: el ajo. 
(…) así, pues, en la cocina se ha de saber dosificar esta fuerza de expansión, aprovechándola con parsimonia y con muchísima calma , en el bien entendido de que contra más bueno es el alimento que se trata de preparar menos cantidad de ajo se ha de poner. ya comprenderá el lector que, después de lo que acabo de escribir, yo no pretenderé nunca hacer una sopa de ajo sin ajo o con tan poco que no tenga gusto a nada. La persona que se enfrenta a una sopa de ajo , lo que desea es que tenga gusto a ajo. Es natural y respetable. 
Para evitar el olor a ajo

Pero el ajo también tiene una parte negativa: su olor. y para quitarlo nada mejor que el siguiente remedio:
Una vez majado el ajo con el almirez, tirarlo hábilmente por la ventana de la cocina, cuanto más alto mejor, y recogerlo antes de que llegue al suelo. el olor, como solamente viaja a 6,2 metros por segundo en lugar de los 9,8 metros por segundo del ajo, quedará separado completamente.

Refranero popular

Ajo, sal y pimiento, y lo demás es cuento.

Ajo, cebolla y limón, y déjate de inyección.

Ajo hervido, ajo perdido.

Con pan y ajo crudo se anda seguro. 

Ajo crudo y vino puro pasan el puerto seguro. 

A quién ajo come y vino bebe, ni la víbora le puede. 

Los ajos, por navidad, ni nacidos ni por sembrar. 

Tantos días pasan de enero, tantos ajos pierde el ajero. 

Al que trabaja y anda desnudo, ajo y vino puro. 

Quítale el ajo y muerto has al aldeano. 

Pan, vino y ajo, crudos, hacen andar al mozo agudo. 


Comer ajo y beber vino no es desatino. 

Ajo, ¿por qué te criaste tan ruin? porque no me plantaste por san Martín. 

No hay campana sin badajo, ni sopa buena sin ajo. 

El ajo de enero llena el mortero. 

Dijo la cebolla al ajo: acompáñame siempre, majo. 

Por san Martino el ajo fino. 

Si quieres salir de ajero planta los ajos en febrero. 

Ajo y cebollino, para con vino. 

El ajo entero salta del mortero. 

A quien come bien el pan, pecado es el ajo que le dan. 

Tan sano es el trabajo como en la sopa el ajo. 

Por la sanmartinada siembra el ajo la casada.


Los remedios populares

Son muchos los remedios populares a base de ajo, mucho más eficaz cuando se come crudo, ya que al cocinarlo, pierde, en gran parte, sus efectos benéficos. estos son algunos de esos remedios a base de ajo:
Para expulsar los parásitos intestinales, se pica una cabeza de ajo y se calienta, sin hervir, en un cuarto de litro de leche. Luego, se deja reposar durante tres a cuatro horas, se cuela y se toma en ayunas durante diez días. al finalizar ese tiempo, los parásitos serán expulsados. también se puede preparar un bálsamo para fricciones el cual ayuda a la expulsión de los parásitos. para ello, debe machacar 2 dientes de ajo con 3 cucharadas de aceite de oliva y se fricciona el abdomen. Otra opción consiste en confeccionar un enema que se introducirá al niño por vía anal. el preparado de éste consiste en cocer con una cucharada sopera de tomillo, una cucharada sopera de poleo y dos dientes de ajo machacados por taza grande de infusión. se filtrará el líquido, templado, y se verterá en un enema.
Para bajar la presión arterial en personas hipertensas, se recomienda tomar en ayudas un diente de ajo partido. en ese sentido y para evitar irritar la mucosa estomacal, se recomienda pelar el diente, partirlo por la mitad y tragar cada pedazo sin masticarlos para facilitar, de esta forma, su tránsito por el aparato digestivo. Igualmente, se puede preparar un jarabe con dos cabezas de ajo ralladas y mezcladas con 100 gr de azúcar y un vaso de agua. se recomienda tomar 2 cucharadas al día para bajar la presión.
Para combatir los dolores de oído, se machaca dos ajos, se hierve, se cuela y luego se aplican unas gotas tibias.
Para el reumatismo, se debe frotar los ajos pelados sobre las articulaciones doloridas e inflamadas, así como cualquier otra parte del cuerpo que se encuentre afectada por dolores reumáticos. Se ha podido constatar que esta solución ejerce una acción antiinflamatoria e indirectamente provoca una disminución del dolor.
Con el fin de combatir el insomnio, se debe comer en la noche ensalada de ajos con lechuga
Para ablandar la tos y descongestionar las vías respiratorias, se debe untar ajo en el pecho y la espalda. y como preventivo, tomar miel y limón junto al ajo puede evitar la aparición de gripes, resfriados e incluso alergias.
La ingesta de ajos puede ayudar a las personas que sufren dolores musculares debido a la realización de trabajos físicos, ya que ayuda a tonificar los músculos. para ello, se debe confeccionar una pasta a base de una cabeza de ajo machacada. A continuación se unta con esta solución la parte afectada. además de este ungüento, se puede confeccionar una compresa que se colocará durante toda una noche en la zona dolorida.
Si se sufre de impotencia, la combinación del ajo con el aceite de germen de trigo y la cayena ayudan a restablecer la virilidad. Otro remedio eficaz y que no entraña ningún peligro consiste en frotar con ajo el área lumbar de la columna y el sacro.
Las personas que sufren de bocio les benefician comer tres ajos crudos al día y una infusión de algas.
Para evitar la arterioesclerosis y trombosis, se debe comer un diente de ajo crudo todos los días. el ajo hace que la sangre pueda llegar con facilidad a todas las partes del cuerpo y disuelve o aletarga los cúmulos de grasas que pueden taponar u obstruir venas y arterias.
Si se desea dejar de fumar, el ajo puede ayudar. Para combatir la adicción, se puede practicar una cura de ajos crudos: se toman un par de ajos crudos en ayunas, otros dos, junto a un zumo de limón, antes de comer y dos más antes de la cena.
Contra las picaduras de abejas, escorpiones y mosquitos, se debe machacar un diente de ajo y ponerlo en forma de emplasto sobre el zona picada.
Igualmente, en uso tópico, se emplea el ajo para eliminar verrugas y para aclarar manchas en la piel principalmente las producidas por el acné. Para este fin, se aplica directamente sobre la parte interesada. el ajo también puede acabar con infecciones de la piel o boca que tienen su causa en los hongos.
Se puede evitar la caída del cabello friccionando el cuero cabelludo con infusiones de romero y zumo de limón. asimismo es de gran eficacia el ajo crudo, la cebolla y otras plantas.

EL AJO Y EL CHÁNDAL

Como en todos los mercados del mundo, también en el Marché des Halles de París los vendedores tenían por costumbre proclamar su mercancía voz en grito y con un característico lenguaje apocopado. así, acortando la palabra marchand (vendedor) a chand, era habitual oír gritar “chand d’habits! chand d’habits!” a los vendedores de ropa, y “chand d’ail! chand d’ail!” a los vendedores de ajos. y precisamente ese nombre,chandail, se dió a finales del siglo XIX en el lenguaje popular a los gruesos jerséis de punto de canalé que llevaban los vendedores de ajos del mercado para soportar el frío de la mañana. Pronto, comenzaron a llevarlo también en los ratos de ocio.

El chándail comenzó a asociarse con el deporte cuando este comenzó a popularizarse en los entornos universitarios del siglo XX, especialmente los de Reino Unido al jugar al aire libre y en ocasiones en frías mañanas, y se convirtió en una prenda muy popular: no requería de botones, era más cómoda y flexible que en una camisa e ideal para la práctica de deporte.

Castellanizada a chándal, esta palabra se usa entre nosotros para designar un conjunto de jersey o cazadora y pantalón  de hechura holgada y muy cómodo para (teóricamente) hacer ejercicio.

Fuentes:  https://www.historiacocina.com /La casa de Lúculo-Julio Camba-Editorial Temas de hoy/ Lo que hemos comido –Josep Pla-Edicions Destino / Parentescos insólitos del lenguaje- Fernando A. Navarro-Ediciones del Prado

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