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22 de agosto de 2018

LA MUJER Y EL REFRANERO


Los refranes tradicionales son una fuente inagotable de sabiduría popular, pero en muchos casos han quedado totalmente desfasados . Ejemplo de ello es la visión que tiene de la mujer, que en la mayoría de dichos y refranes va cargada de tópicos y prejuicios,que reflejan la consideración subordinada que históricamente ha tenido la mujer en relación al varón. Estudia refranero es una forma de conocer el papel de la mujer en una sociedad determinada, y de comprobar, casi siempre, como la misoginia ha sido en todas las épocas y culturas una característica constante.


HOMBRES Y MUJERES

En primer lugar, encontramos refranes en términos comparativos, esto es, que contienen un cotejo entre hombres y mujeres, en el cual muchas veces sale perdiendo la segunda y ganando el primero, ella es mala y él bueno: 

Un hombre de diez maravedís, vale más que una mujer de diez mil.

Un hombre de plomo vale más que una mujer de oro.

Más vale un hombre de paja que una mujer de plata. 

Todo hombre tiene un pero, y toda mujer un ciento. 

Los hombres tienen mesura; las mujeres, no ninguna. 

Dios, que, como Dios, pudo escoger, quiso hacerse hombre, y no mujer. 

Hay, no obstante, un segundo grupo de refranes que contrasta a hombres y mujeres y los iguala en lo negativo, siempre claro está, otorgándole peculiaridades diversas en función de la identidad de cada sexo a la hora de adjetivarlas como algo malo: 

De mujer que fuma y de hombre que gasta corsé, libéranos, Domine. 

Con hombre que llora y mujer que no llora, ni una hora. 

La mujer con las telas y el hombre con el jarro, todo es despilfarro. 

Y hay los que señalan cosas positivas, o el deber ser y comportarse de ambos sexos, éste es el consejo de cuál es la conducta ideal y por lo tanto la que se espera de ellos: 

Los hombres ganan y las mujeres guardan. 

Los hombres ganan la hacienda y las mujeres la conservan. 

Al hombre, la espada; a la mujer, la rueca. 

La mujer hilando; y el hombre cavando. 

El hombre en la plaza, y la mujer en casa. 

La mujer en casa, y el hombre en la arada. 

La casa es de la mujer, y la calle, del hombre


Hombre no siempre buenos 

Luego están los que resaltan las características positivas de los hombres, que son buena parte de los dedicados a su persona: 

Vale a millón la vara de calzón. 

Un hombre vale por dos; y si muy esforzado es, por tres. 

Finalmente, también existen los críticos hacia la población masculina que son también abundantes, si bien no tantos como los dedicados a la crítica tenaz contra la población femenina, como veremos más adelante. Y no se descarta que sean propuestas y estrategias femeninas en el sentido de aconsejarse entre mujeres, advertir las mayores a las jóvenes, las madres a las hijas o simplemente ponerse en guardia entre ellas, seguramente éste es su origen:

No fíes de los hombres, niña; mal haya quien de ellos fía. 

De santo que come y bebe no fiéis, mujeres. 

De santo que mea en pared, libera nos, Domine. 

Cuando nos aman, señoras nos llaman; cuando nos tienen, ya no nos quieren. 

Aparte el alma, que es de Dios, el hombre no vale un caracol. 

Cien hombres, cien puercos, uno más o menos. 

Los hombres son mal ganado: el mejor el menos malo. 

En todo caso, ésto muestra la diversidad de autoría del refranero, pero más allá del contenido es evidente que la mayoría aplastante de la descripción de cómo son las mujeres o de cómo deberían ser, señala una impronta más importante, numéricamente hablando, por parte de los hombres.


Mujeres por regla general malas 

Unas características marcadamente negativas son las que dominan la ideología del refranero cuando describe la imagen y la conducta femenina. El menosprecio y la maldad se ven resarcidas, en ocasiones, con el reconocimiento del poder y cierta devoción hacia las mujeres, pero su fragilidad, liviandad, volubilidad, terquedad, vanidad, imperfección, falsedad, enojo, peligrosidad y charlatanería dominan el escenario de las ocurrencias y acciones femeninas.

La mujer, en parte y hasta cierto punto parece querida y estimada, pero sin embargo, se denota resignación a veces, sorpresa en ocasiones, o en todo caso, la mujer es algo útil y necesario más que un ser amado por ella misma: 

La mujer es un mal necesario. 

La mujer buena y leal es tesoro real. 

Hombre sin mujer al lado, nunca bienaventurado. 

Sin una mujer al lado, el hombre es un descuidado. 

El hombre ha de tener tres cosas codiciadas: su mujer, su caballo y su espada.

La casa sin mujer, es como mesa sin pan. 

La mujer y la viña dan al hombre alegría. 

Los fundamentos de la casa son la mujer y el buey. 

La alpargata y la mujer a todo hombre le van bien. 

Como se ve hay aprecio, pero a veces éste es de tipo funcional e instrumental, más que amor o cariño, respeto o valoración. Son al parecer como la viña, el buey y la alpargata. O esto es muy preciado por el hombre, y por lo tanto, la mujer también aparece valorada en la comparación; o bien, se trata de un objeto más, valioso por su posesión, producto y utilización. En todo caso, parece clara la cosificación femenina y su consideración en función de su servicio y necesidad, como parte de la hacienda o la casa. 

Pero en general la mujer parece despreciada:

No hay cosa más liviana que la mujer. 

La mujer, el fuego y los mares, son tres males. 

Si una es buena, es por ventura; y si es mala, es de natura. 

La mujer es buena cuando claramente es mala.


Por todo lo cual, el maltrato hacia las mujeres es asumido por el refranero e incluso aconsejado y fomentado, ya que las mujeres son tontas y malas, y hay que hacerlas obedecer y que se enderecen, todo parece bien justificado en este discurso: 

La mujer y la candela, tuércele el cuello si la quieres buena. 

El asno y la mujer a palos se han de vencer. 

La burra y la mujer apaleadas quieren ser.

A la mujer y a la burra, cada día una zurra. 

La mujer es animal que gusta de castigo.

La mujer, como los animales, debe ser domesticada a golpes si es preciso, y como los objetos, no importa el trato duro que se les dispense si es para un buen fin. Esta línea de pensamiento se profundiza y agudiza en ocasiones, donde al parecer la vida de la mujer no sólo no vale nada, sino que a veces es menester acabar con ella:

Mujer muerta y olla quebrada se sienten poco o nada.

Y en ese punto, se parece acordar que la mejor mujer es la mujer muerta: 

Muchas hay muy buenas mujeres; es verdad: las que están enterradas.

Esa es buena y honrada, que es muerta y sepultada. 

Mujer buena y segura, búscala en la sepultura. 

Pero además, las mujeres son muchas y abundan, quizás por eso no hay preocupación por valorarlas y cuidarlas: 

Cinta, mujer y cama fácilmente se hallan. 

Mujeres y malos años nunca faltaron. 

Siete mujeres en cada rincón hay para cada varón. 

Hay siempre que vigilarlas y guardarlas, por si acaso y para no darles ocasión de desviarse, pues ésta parece ser una natural tendencia en ellas, siempre hacia la maldad o la tontería: 

Más fácil es guardar un saco de pulgas que mujer alguna. 

A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión. 

La mujer y la estopa con poco fuego arden. 

La mujer y el vidrio, siempre están en peligro. 

De mujer libre, Dios nos libre. 


La liviandad, fragilidad y locura son algunos de sus atributos más reiterados para el sexo femenino:

La mujer y la gaviota, mientras más viejas, más locas. 

Las mujeres, o bobas o locas; cuerdas, pocas. 

Cada mujer piensa hoy lo contrario que ayer. 

A mudar de pareceres, nadie gana a las mujeres. 

Otra característica adjudicada por el refranero a la población femenina es su falsedad: 

Palabra de mujer no vale un alfiler. 

Mujer sin enredo, bolsa sin dinero. 

La mujer estudió con el diablo, y mil veces lo ha engañado. 

En palabras de mujer nadie fe debe poner. 

Si de mujer te fiaste, la erraste. 

Hasta el punto que su llanto es considerado una argucia falsa: 

Lágrimas de mujer y cojera de perro, no las creo. 

Las mujeres sin maestro saben llorar, mentir y bailar. 

Llanto de mujer, engañoso es. 

La estupidez viene de la mano de la ignorancia, las mujeres no saben, o en todo caso, eso dicen algunos refranes: 

La mujer que más sabe, sólo sirve para gobernar doce gallinas y un gallo. 

Mujer con letras, dos veces necia. 

Mujeres y libros, siempre mal avenidos. 


Eso sí, de lo que saben es de murmurar y parlotear, lo cual se critica y es objeto de burla, pero así como se señala que las mujeres son indiscretas, se dice que hablan mucho y que lo que dicen no vale la pena:

Secreto a mujer confiado, en la calle lo has echado.

La moza parlera nunca acaba la tarea. 

Croar de ranas y hablar de damas, ruido sin substancia. 

Cierta contradicción se percibe en los refranes, si realmente son tonterías lo que hablan, para qué temerlas, para qué invitarlas u obligarlas al silencio: 

La mujer lista y callada, de todos es alabada (o estimada). 

Las buenas, callan. 

Aquélla es buena que no suena. 

La estrategia es clara, primero se critica lo malo y luego se invita o señala lo bueno. Pero siempre la duda resurge: 

No te fíes de mujer que no hable, ni de perro que no ladre. 

También la adjudicación de puta es uno de los insultos que las mujeres reciben: 

Moza risera, o puta o parlera. 

La mujer que toma, su cuerpo dona. 

Moza ventanera, o puta o pedera. 

Aparece un reconocimiento de su poder, entre el miedo y la burla, desde la visión masculina del refranero, en este caso: 

El hombre propone, Dios dispone y la mujer lo descompone. 

La mujer y el oro, lo pueden todo.

Adonde quiera que fueres, ten de tu parte a las mujeres. 

Deseo de mujer, todo lo llega a vencer. 

Lo que el diablo no puede, lógranlo las mujeres. 


Recordemos que antes se aseguraba no sólo que la mujer era tonta y loca, sino ignorante y que no sabía, mientras aquí se la reconoce poder. Quizás lo anterior tenga que ver con los libros y las letras, como veíamos, y ahora se centra en la astucia y la ocurrencia. Se aborda la astucia de la mujer, comparándola en este punto con el mismo demonio. Así si se muestra inteligente es por cuestión diabólica: 

Antes que Dios se hiciese hombre, el diablo se había hecho mujer. 

La mayor parte de su saber, lo aprendió el diablo de la mujer. 

La mujer sabe un punto más que Satanás. 

Hay jovencitas que parecen bobas, y le cuentan los pelos a una mosca. 

Comparaciones con animales, con frutas, con objetos, en general en sentido más que nada peyorativo, así como con el diablo en persona, como ya hemos señalado en su momento. Siempre la mujer es igual o peor que el animal y que el diablo en persona, es el sumum de la negatividad: 
La mujer es animal imperfecto.

Llorando engañó la mujer al diablo. 

Se la teme también por su enojo, y se la da fama de enfadarse a menudo y de dureza e irritabilidad cuando lo hace: 

En el mundo no hay peor cosa que una mujer contenciosa. 

E incluso se la considera un peligro, en vez de respetarla o admirarla por el poder y astucia que se la asigna, hay que evitarla y guardarse de ella: 

De la mala mujer, guárdate por ella; y por ti, de la buena. 

La mujer es dulce veneno. 

Por la mujer entró el mal en el mundo. 

El temor a la mujer es el principio de la salud. 

El consejo de trato a la mujer, va desde la suavidad, para su conservación, hasta el cuidado como precaución, además y como hemos visto, el maltrato: 

Mujeres y guitarras, es menester mucho tino para templarlas. 

Naranjas y mujeres, lo que ellas buenamente dieren. 

La mujer, bien tratada, y sujetada. 

A la mujer brava, soga larga.


Pero también hay mujeres buenas, son excepciones, y la sombra de la duda parece presentarse siempre, y hay que estar en guardia: 

Mujer recatada, mujer codiciada. 

A la buena mujer, poco freno basta. 

La mujer buena es a la vez perlas, plata y oro; pero ¿dónde se encuentra tal tesoro? 

Para ser buena hay que seguir unos determinados moldes que el refranero recuerda de forma abundante, es el consejo del deber ser que se da en paralelo al ejemplo de lo que no se debe ser y la crítica o amenaza del castigo que comporta, como hemos visto anteriormente, así todo está muy ligado: 

No sólo ha de ser casta la mujer, mas débelo parecer. 

En la vida la mujer, tres salidas ha de hacer: al bautismo, al casamiento, a la sepultura o monumento. 
La mujer honesta, en su casa y no en la fiesta. 

La mujer, en el hogar, sin salir ni a trabajar. 

La mujer buena no tiene ojos ni orejas. 

Según el refranero una mujer virtuosa a grandes rasgos ha de ser delgada, joven y fina:

A la mujer, búscala delgada y limpia, que grande y sucia ya se vuelve

A la mujer la tienes que juzgar al verla andar

Mujer y sardina, cuanto más pequeña, más fina

Bestia pequeña y mujer grande, sacádmelas de delante. 

Eso sí, las mujeres como es debido cuestan mucho de encontrar:

Encina y mujer, de cien, una buena’

Y, para evitar que la mujer descarrile, debe estar en casa y muy ocupada:

Mujer ociosa no puede ser virtuosa

Mujer aficionada a los bailes, para casa no tiene trabajos

Mujer brincadora, ni en casa ni en misa

Total, la conclusión es que la mujer es la responsable, tanto de lo bueno a veces, como de lo malo casi siempre, lo que muestra una suerte de chivo expiatorio de la sociedad, que por otro lado impregna otras narraciones de la cultura popular, tales como la canción o los cuentos y leyendas:

De todo mal y de todo bien es compendio la mujer. 

Quien mujer no tiene carece de mil males y mil bienes. 

Donde hay mujeres, hay pesares y placeres. 

La mujer es la salud y la calamidad de la casa. 

Queda bien claro en esta aseveración que refleja la dualidad presente en el pensamiento occidental entre lo bueno y lo malo: 

La mujer, o es Eva, o es María. 

De alguna manera aquí observamos una de las características más notorias de la cultura popular: su ambivalencia y ambigüedad. Pero se reitera el signo de la maldad, e incluso la resignación ante la misma:
 
Ni con malas, ni sin malas. 

Ni con ellas, ni sin ellas. 


ALGUNAS CONCLUSIONES 

Hay muchos más refranes dedicados a las mujeres que a los hombres y el estereotipo adjudicado a ellas , si bien es diverso, en general es muy crítico y menosprecia a la población femenina, cuando no es objeto de crueldad y escarnio. El discurso del refranero, si bien contiene la autoría de hombres y mujeres refleja unos mensajes dominantes con una preponderancia de significados claramente machistas. 

En las comparaciones entre ambos sexos, los iguala en lo bueno y en lo malo, pero se observa una clara tendencia a valorar a los hombres y a subvalorar a las mujeres, que en la mayoría de refranes ellas son el término negativo de la comparación. 

Se observa una visión positiva en torno a la imagen y quehacer de la población masculina. Si bien existe un considerable número de sentencias, nada menospreciable, en las cuales se critica abiertamente a los hombres, especialmente en el sentido de aconsejarse entre mujeres y advertir que hay que mantenerse alertas y en guardia y no dejarse engañar por ellos, cuando no directamente menospreciarlos. 

Los roles y estereotipos sobre las mujeres son muy abundantes cuantitativamente, y lo que es más importante, muestran una mirada negativa y despreciativa en extremo hacia la población femenina en su conjunto. A las mujeres se las enjuicia por varias razones, pudiéndose destacar su maldad, lo cual justifica la violencia sobre ellas ejercida, y el maltrato con objeto de domesticarlas, que aparece explícitamente en el refranero. 

Las mujeres son inconscientes, como menores de edad en el sentido peyorativo, carecen de conocimiento o entendimiento, son tontas, locas, falsas, estúpidas, charlatanas, indiscretas, enojonas y putas, por citar algunas de las características reincidentes en los mensajes revisados. Son comparadas con frutas, objetos y animales, entre la burla, el menosprecio y la crueldad.

Si hacemos caso del refranero, la mujer es un ser de una gran inestabilidad emocional, que siempre chilla, llora y, en general, complica la plácida existencia de los hombres. También el refranero dedica mucho espacio a advertir del peligro que representan y su ineptitud para ejercer el poder. 

Hay algunas valoraciones positivas cuando una mujer es buena, si bien no es lo común, por lo que se aconseja guardarlas porque son escasas y valiosas como tesoro, y guardarlas también en el sentido de que no se vayan a echar a perder. 

Se les adjudica también poder y astucia, siendo peligrosas por ello. Se las teme. Pero si son tan tontas, por qué hay que tenerles miedo, si son estúpidas, para qué cuidarse. Así cuando son listas son más malas todavía de lo usual, normalmente gracias a un pacto diabólico adquieren la astucia, y hay que vigilarlas, evitarlas y si se puede reprimirlas. 

La mujer o las mujeres aparecen también, en la cumbre de la contradicción y la ambigüedad, características por otro lado de todas las expresiones de la cultura popular, como culpables de todo mal y de todo bien, con relación siempre a la población masculina. Lo cual podría llevar a pensar aquello de "ni contigo ni sin tí tienen mis males remedio", por lo que el problema habría que buscarlo en los propios hombres y su incapacidad de mirarse hacia dentro, siguiendo la estrategia más fácil de acusar a las otras, de buscar chivos expiatorios afuera, porque la introyección es difícil y duele. 

Fuentes: Revista de Folklore número 232 -Imágenes masculinas y femeninas en el refranero , Anna M.Fernández Poncela / Ser mujer en el refranero español - Isabel de Torres- Instituto de Estudios de la Mujer. Universidad de Granada.

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