La menstruación, cuyo nombre viene de menstruo, derivado del latín menstruums y cuyo origen está en mensis, mes, conocida entre otros nombre populares como “la regla”, se produce en ciclos “teóricos” de 28 días, ritmo similar al de las fases lunares que se manifiestan 13 veces al año (28 días x 13 = 364 días = 1 año aprox).
Esta circunstancia dio rápidamente la idea de que el ciclo menstrual estaba asociado directamente con el ciclo lunar (creencia que ha llegado hasta nuestros días), y por esta supuesta relación con el astro de la noche se denominaron "lunas" a las menstruaciones. Los cerriles creyentes llegaron incluso a la errónea suposición de que la luna nueva era motivo de la regla en las mujeres vírgenes y la luna menguante en las adultas y casadas.
Para los médicos clásicos, la causa de la menstruación estaba en la creencia de que los cuerpos de las mujeres eran fríos y húmedos, por lo que se acumularían en ellas muchos humores, los cuales descenderían después a la parte más baja del cuerpo y serían expulsados. Esta interpretación de la teoría humoral por parte de la medicina tradicional veía a la menstruación como una pérdida de la sangre "mala", siendo una forma de equilibrar los humores para conservar la salud; el por qué no se producía este efecto en el hombre se explicaba diciendo que él necesitaba toda la sangre para conservar sus fuerzas, aunque como resultado de ello también se pensaba que la vida del hombre sería más corta ya que no podía renovar su sangre.
…Pero no encontraremos difícilmente nada más prodigioso que el flujo menstrual. La proximidad de una mujer en este estado hace agriar el mosto; a su contacto, los cereales se convierten en estériles, los injertos mueren, las plantas de los jardines se secan, los frutos de los árboles donde ella está sentada caen; el resplandor de los espejos se enturbian nada más que por su mirada; el filo del acero se debilita, el brillo del marfil desaparece, lo enjambres de las abejas mueren; incluso el bronce y el hierro se oxidan inmediatamente y el bronce toma un olor espantoso; en fin, la rabia le entra a los perros que prueban de dicho líquido y su mordedura inocula un veneno sin remedio.
Hay más: el asfalto, esa sustancia tenaz y viscosa que, a una época precisa del año sobrenada un lago de Judea, que se llama Asphaltites, no se deja dividir por nada, pues se adhiere a todo lo que toca, excepto por un hilo infectado por este veneno. Se dice incluso que las hormigas, esos animalejos minúsculos, le son sensibles: ellas echan los granos que transportan y no los vuelven a recoger. Este flujo tan curioso y tan pernicioso aparece todos los treinta días en la mujer, y, con más intensidad todos los tres meses…
Si las reglas coinciden con un eclipse de luna o de sol, los males que causan son irremediables. Lo mismo ocurre con ausencia de luna: entonces el coito es funesto y mortal para los hombres.
Historia Natural –Plinio el Viejo
Plinio el Viejo (23-79 a.C.) también enumeraba, en su Naturalis historia, los peligros de la mujer menstruante: puede cambiar el vino en vinagre, romper los espejos, estropear el hierro y el cuero, nublar los cielos, volver estériles los campos, hacer caer las frutas de los árboles, matar las abejas y abortar a los animales.
De la Escuela medieval de Salerno salieron ideas que aceptaban que el flujo menstrual realizaría una especie de regulación del temperamento femenino, considerando que mientras los hombres atemperaban mediante el sudor su calor dominante, las mujeres hacían lo mismo con la humedad excesiva mediante las menstruaciones.
El uso del término de “flores” para referirse a la menstruación era muy utilizado en la antigüedad, como lo mencionaba Trota de Salerno (una mujer de noble familia que fue maestra en la escuela de Salerno, en Italia) a mediados del Siglo XI, en un texto que se le atribuye llamado "De Mulierum Passionibus" : “El flujo menstrual opera una especie de regulación del temperamento femenino. Mientras que en los hombres el calor dominante atempera mediante el sudor, en las mujeres la humedad excesiva es purgada por las menstruaciones, que el vulgo llama flores, pues al igual que los árboles no producen frutos sin flores, de la misma manera las mujeres sin flores no pueden concebir”
Esta idea que permaneció durante mucho tiempo se modificó en el medievo al asumir que las menstruaciones eran un claro indicio de la capacidad fecundante. Otras ideas expresadas durante la Edad Media decían que la mujer era más vulnerable y débil que el hombre ante las enfermedades, debido a que no sería capaz de digerir completamente los alimentos, siendo los restos de esta digestión incompleta lo que se evacuaría con la menstruación.
San Isidoro de Sevilla
Menstrua es la sangre superflua de las mujeres. Al contacto con esta sangre, los frutos no germinan; se agrian los mostos; se agostan las hierbas; los árboles pierden su fruta; el hierro se ve corroído por el orín; los bronces se vuelven negros. Si los perros comieran algo que ha estado en contacto con ello, se vuelven rabiosos. Y el betún asfáltico, que no se disuelve ni con hierro ni con agua, se desmorona al punto cuando es salpicado por esta sangre. Después de varios días de menstruación, el semen no es fecundable por falta de sangre menstrual que pueda regarlo...
Etimologías - San Isidoro de Sevilla
A las vírgenes a las que les llega el momento de casarse y no se casan, les ocurre, sobre todo con la llegada de la regla, lo que antes no les había pasado, pues entonces la sangre gotea en la matriz como si quisiera salir fuera. Así pues, cuando el orificio de salida no está abierto y la sangre afluye en mayor cantidad a causa de la alimentación y el aumento del cuerpo, entonces, como no tiene salida, sube en virtud de su cantidad hacia el corazón y el diafragma. De este modo, cuando estas zonas están llenas, el corazón se entorpece y, tras el entorpecimiento, llega el sopor y luego, a consecuencia de éste, estas jóvenes se ven asaltadas por desvaríos…
Estando así las cosas, la mujer se vuelve loca a consecuencia de la inflamación aguda; a consecuencia de la putrefacción, siente deseos de matar; a consecuencia de la presión ejercida sobre el corazón, desea estrangular y a consecuencia del deterioro de la sangre, su espíritu agitado y angustiado se pervierte. Además, la enferma dice cosas terribles... La liberación de este mal está cuando se logra que nada impida la salida de la sangre. Por eso, yo aconsejo a las vírgenes que cuando tengan tales trastornos, enseguida se casen con un hombre, pues si quedan embarazadas se curan, y si no, al llegar a la pubertad o poco después, son atrapadas por este mal, si no por otro. De entre las mujeres casadas, son las estériles las que más sufren estos trastornos.
Lilio de medicina - Bernard de Gordon-Médico - Manual de finales de la Edad Media que se explicaba prácticamente en todas las universidades europeas.
También Juan de Cárdenas describe las menstruaciones en su libro “Problemas y secretos maravillosos de las Indias” (1591) , claro ejemplo de las ideas aristotélicas de la época:
Si alguna evacuación de sangre puede en el cuerpo humano llamarse natural y muy conforme a la salud y conservación de él es la llamada mestrua o mestrual, por cuanto le succede a la mujer, como no sea niña o vieja o esté preñada, puntualmente de mes a mes y esto con tanta utilidad y provecho de su salud que el venirles con concierto le libra y repara de millones de enfermedades, causando gracioso color en el rostro, fuerzas en los miembros, apetito de sanos y loables mantenimientos, siendo tan al contrario en faltándole, que de la tal falta o retención le suceden infinitos males (...); finalmente no se puede llamar mujer sino retrato de duelos la pobre y miserable que en pasando de los catorce años la tal evacuación no tuviese.
La mujer crece y aumenta hasta los catorce años y en este tiempo toda la sangre que engendra se gasta y consume en el aumento de sus miembros, pero después de los catorce que deja de crecer, toda aquella sangre que primero se consumía en el aumento de los miembros, no hay en que se gaste y consuma, porque el hombre, como es de complexión cálida y fuerte y así mismo se ejercita mucho, tiene fuerza para consumir y gastar la tal sobra de sangre, expeliéndola barbas y otros insensibles excrementos, pero la mujer, que es fría y tiene poca fuerza y calor para gastarla y así mismo no se ejercita, cosa clara es que le ha de sobrar y, si le sobra, ¿a qué miembro puede ir demasiada y sobrada que no dañe? Solo pudo ir a las venas y vasos de la matriz por donde evacuarse pudiese, salvo si la mujer no estuviese preñada, porque si lo está se detiene la sobredicha sangre para sustento y nutrición de la criatura, así que por estos respectos procuró naturaleza encaminar la sangre que sobra en el cuerpo de la mujer a los vasos de la matriz para que por ellos de tanto a tanto tiempo se evacuase. (...)
Desde muy antiguo ya se trataba el problema de las pérdidas del ciclo y, para recuperarlo y normalizar las reglas, se utilizaron excrementos de hombres y animales cocidos con diversas sustancias, aunque también se usaron polvo y cenizas de huesos de reptiles, pelos de liebre, corazón de ciervo, testículos de zorro o simplemente el poso del vino mezclado con aceite. Los tratamientos médicos clásicos de los problemas asociados con la menstruación se fundaban básicamente en intentar que la regla bajara y no se "durmiera", para lo cual aconsejaban con frecuencia la toma de emenagogos como el ajenjo, la sabina, el azafrán o la ruda; popularmente fueron muy famosas las infusiones diarias de perejil.
Para calmar los dolores menstruales aconsejaban la aplicación de paños calientes en las zonas dolorosas, la toma de infusiones de manzanilla o hierbaluisa, e incluso alguna copita de alta graduación alcohólica.
En épocas muy antiguas y en muchas partes del mundo se creyó que la época menstrual procuraba a la mujer una inteligencia y un juicio extraordinarios, aptos para desentrañar los más agudos misterios humanos.
La malignidad de la sangre menstrual se encontró estimulada especialmente al asociarse las reglas con alteraciones psíquicas leves o graves. Se relacionó con la agresividad injustificada, la cleptomanía, las tendencias incendiarias e incluso con los asesinatos; todo esto desarrolló un complejo hecho patológico que hoy en día se agrupa con el nombre de Neurosis Premenstrual. Algunos autores achacan a ésta la llamada histerodemonopatía, que desencadenó durante la Edad Media las famosas "cazas de brujas".
(Continuará....)
Fuentes: "Jo, tía " nº 7 / https://kidshealth.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario