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28 de marzo de 2019

LA MUJER FATAL EN EL CINE NEGRO


EL CINE NEGRO

Al finalizar la Segunda Guerra mundial la crítica francesa acuña el término cine negro para caracterizar una serie de películas norteamericanas que llegan, en gran cantidad, a sus pantalla entre julio y agosto de 1946: El Halcón Maltes (John Huston,1941), Laura (Otto Preminger, 1944), Perdición (Billy Wilder,1944),etc., caracterizadas por un pesimismo fatalista que transcurre en una sociedad violenta, corrupta y falsa que amenaza al héroe y a veces también a otros personajes. 

El cine negro surge como reflejo de los conflictos del siglo XX, marcado por los vaivenes de la economía, la violencia y la lucha por el poder. Este género tiene su germen en el periodo de entreguerras, en una época de crisis social y económica, corrupción, injusticia, frustración, caos y misoginia . La ley seca impuesta en los años 20 favoreció el enriquecimiento de la mafia, a la vez admirada y temida. Con el crack del 29, lejos de hundirse, ésta se hizo aún más fuerte y amplió su campo de acción al mundo de las drogas. 

El ciudadano medio se sentía indefenso y amenazado por ese incremento del crimen organizado y por la corrupción de los políticos; ante este panorama, la violación de la ley se presentaba a veces como la mejor alternativa. El cine negro, con su estética de luces y sombras, con su atmósfera opresiva y sus decorados claustrofóbicos, encarna perfectamente el espíritu de esa época en que el individuo, ante la falta de puntos de referencia moral a los que aferrarse, angustiado, ve surgir el lado más oscuro de la naturaleza humana. 

Las películas originales se caracterizaban por una iluminación tenebrosa en claroscuro, escenas nocturnas a veces por calles de pavimento húmedo y resbaladizo, el uso de sombras para realzar la psicología de un carácter (planos de sombra en la cara que sugerían el lado oscuro no revelado de la personalidad) o la situación narrativa (por ejemplo, sombras en forma de reja que daban sensación de estar atrapado), un marco claustrofóbico y composiciones desequilibradas., efectos especialmente impactantes en blanco y negro. 

LA MUJER FATAL

Este cine hace un retrato psicológico de sus personajes y definiendo estereotipos. Un aporte significativo para este género de cine fue la creación de la denominada femme fatale, un nuevo personaje femenino presente en todos sus películas, y que usaría este género de cine para su evolución, tanto en el aspecto narrativo como el dramático. 

Una mujer fatal es un personaje tipo, normalmente una villana que usa el maligno poder de la sexualidad para atrapar al desventurado héroe. Es una traducción de la expresión francesa femme fatale, ‘mujer mortífera’. Se la suele representar como sexualmente insaciable. Aunque suele ser malvada, también hay mujeres fatales que en algunas historias hacen de antiheroínas e incluso de heroínas. En la actualidad el arquetipo suele ser visto como un personaje que constantemente cruza la línea entre la bondad y la maldad, actuando sin escrúpulos sea cual sea su lealtad.También se le conoce bajo el nombre americano de spider woman (mujer araña), ya que la mujer fatal tiende un red en la que caen uno tras otro los varones, seducidos por la perversidad de su mirada y la dulzura de su elegancia. Catalogada bajo diferentes nombres, la mujer fatal siempre va a tener el mismo objetivo: seducir al hombre gracias a su belleza y sexualidad, con el fin de destruirlo y arruinarlo. 

La mujer fatal del cine negro, representada aquí de una forma urbana, habita en ciudades en el que abunda el delito, viviendo en los clubes nocturnos mas sombríos de la ciudad y relacionándose con los hombres más poderosos del lugar. Se enfrentará a las normas, rompiéndolas sin importarle todas las acciones que tenga que tomar para satisfacerse a ella misma. 

El género negro es la expresión de las fantasías masculinas, que tienen a la mujer como protagonista y objeto; se trata de una narrativa elaborada por y dirigida al hombre. El lenguaje del cine dominante está construido desde una óptica patriarcal que concibe a la mujer como objeto de deseo, y como tal la presenta en pantalla, para ser observada y proporcionar al hombre un placer voyeurista. El negro es uno de los géneros en los que la diferencia sexual aparece más marcada, y el cuerpo de la mujer se exhibe claramente como espectáculo. Se refiere a la distinción que hace el cine dominante entre espectáculo, representado por la mujer, que detiene la acción del filme, y narración, desarrollada por el hombre como sujeto activo. Normalmente en el cine negro ese papel corresponde al detective o investigador, que lleva el peso de la acción y es el encargado de descifrar el enigma planteado por la mujer fatal. 

A pesar de su condición de objeto sexual, el personaje femenino en el cine negro desarrolla un papel importantísimo: gobierna su propio destino, se muestra como dominadora en detrimento del papel sumiso que tradicionalmente le corresponde; usa su sexualidad para lograr sus objetivos, que normalmente tienen que ver con el poder y el dinero. 

Perdición ( Double Indemnity) -1944 

Si algo la caracteriza -no en vano le da su nombre- es la fatalidad, la desdicha y la desventura que transmite al varón. Se presenta ante él con un aspecto cautivador. A veces, como ya sucedía en la literatura decimonónica, su apariencia angelical esconde un interior perverso que ella se encargará de mantener oculto, hasta que estime oportuno descubrirse, como ocurre en el filme Cara de ángel (1953). En otras ocasiones, su rostro pétreo e impasible, la mirada penetrante que sale de sus ojos entornados, su larga melena, sus curvas sinuosas y sus andares felinos la presentan como un volcán de sexualidad y erotismo que arrasa por donde pisa, como Barbara Stanwyck en Perdición (1944). Además, ellas son conscientes de ese poder y se enfundan en largos trajes de satén y lentejuelas, como muñecas de lujo, objetos de culto y de deseo, dispuestas a atrapar en sus redes a todo aquél que ose alcanzarlas con su mirada. 
La dama de Shanghai - 1948

Al ser un tipo de cine eminentemente ‘masculino’, los hombres proyectan en él sus fantasías más profundas, sus deseos ocultos; la fatal es la mujer que, en el fondo, a todo hombre le gustaría poseer, aunque el prototipo femenino más aceptado socialmente sea otro bien distinto. Esta mujer sexual representa, además, una gran amenaza para el género masculino, pues al incorporarse masivamente al trabajo para cubrir el vacío dejado por los hombres que luchan en el frente, su emancipación comienza a verse cada vez más cercana; la mujer ocupa también durante esa época el puesto del cabeza de familia, y empieza a luchar, aunque sea de forma tímida, por sus derechos. Tenemos ejemplos de mujeres liberadas, trabajadoras, que deciden librarse de sus maridos, en La dama de Shanghai (1948), protagonizada por Rita Hayworth o Callejón sin salida (1947), con Lisabeth Scott). 

La protagonista femenina del cine negro se presenta, por tanto, como deseable pero a la vez fuerte y peligrosa, salvaje como una pantera; el hombre tiene que controlarla y someterla para evitar ser destruido por ella. No olvidemos que la mujer salvaje está íntimamente ligada a la maga, a la hechicera, a la mujer con poderes sobrenaturales. 

En el cine negro el amor es importante pero no imprescindible; cuando existe suele ser por parte del hombre y está marcado por el machismo. La familia tradicional no tiene cabida en este género, en el que las mujeres contraen matrimonio para ascender socialmente y ven el amor como un juego para manejar a los hombres. El amor implica sufrimiento y no está exento de mentiras y crueldad; a veces incluso es algo patológico, posesivo y turbulento. Casarse es, para la femme fatale, una manera de despistar –de alejarse, en este caso, de un insidioso cuestionario-, de construir una nueva máscara: el hogar, para la vampiresa, es una estructura de poder, un recinto para mejor urdir nuevas estrategias y proteger sus armas. 

El sexo se trivializa y se emplea para saciar las ansias de riqueza y poder que mueven a la mujer fatal. A ésta no le importa tanto el amor como estar rodeada de lujo y joyas; la fatal goza con el dinero tanto o más que con el sexo, pues la ambición económica es para ella lo que para el hombre es la potencia sexual.

VÍDEO : Fragmento de Eva al desnudo - 1950
Para lograr el ascenso social esta mujer está dispuesta a entrar en el mundo del crimen y los bajos fondos. No duda en eliminar a quien pueda ser un obstáculo para sus ambiciones. Las hay que matan al marido para quedarse con su dinero, por ejemplo en Eva al desnudo (1950), o mejor aún, convencen al amante para que realice el trabajo sucio. En El cartero siempre llama dos veces (1946), el amante de Cora (Lana Turner) mata al marido de ésta y, además, el crimen queda impune. Otras asesinan o roban por dinero o para servir al amante mafioso, pero llegado el momento lo delatan sin piedad. Chantajean, engañan, traicionan incluso a su propia familia; maltratan a la madre, le roban el amante, matan incluso al marido de la hermana. Llegan a pactar con el enemigo de su hombre, pues el amor, como ya se ha dicho, tiene un valor muy relativo en comparación con elementos más materiales. 

Su maldad no tiene límites; encarnan el pecado (son lujuriosas, vengativas, iracundas, avaras, soberbias…) y la depravación más absoluta. Son frías, insensibles, despiadadas, crueles, desleales. Se rebelan contra la sociedad que les impone dedicarse al cuidado de los hijos y la familia. Destruyen a los hombres pero también a cualquier mujer que ose hacerles sombra.). Encarnan lo peor de la feminidad y poseen además cualidades masculinas (la ambición, el materialismo, el gusto por el riesgo, la libertad, los vicios, la egolatría…) que, aplicadas a la mujer, aumentan el temor que ésta suscita en el hombre, entendido como la posibilidad masculina de perder prestigio, la libertad o la vida tras el calvario por la devoción hacia una mujer cuya fatalidad le abrirá la plenitud de los sentidos.


Resultado de imagen de Glenda Farrell en Hampa dorada

Hampa dorada -1931
La mujer perversa del cine negro presenta distintas variantes. Por un lado está la chica del gangster, su mantenida, que no es más que un simple trofeo, un objeto de disputa entre los hombres, como Glenda Farrell en Hampa dorada (1931). Está sometida pero no goza con su opresor y por ello tiene que buscar el placer en otros hombres. La aventurera, en cambio, es más activa, y mantiene con el varón una relación de tú a tú, no se somete a él. Es su cómplice; lo defiende y también lo humilla. No tiene miedo al riesgo y desafía las normas socialmente aceptadas, como Ava Gardner en Forajidos ( 1946). Sólo la muerte puede redimirla. La lady dark es sensual y muy inteligente. Sabe bien lo que quiere, y juega con el sexo y el amor para conseguirlo, como Mary Astor en El halcón Maltés ( 1941). También es consciente del castigo que merece: la muerte. 


VÍDEO : Fragmento de La jungla de asfalto - 1950

La bad-good girl o “chica buena metida en líos” tiene un aspecto dulce e infantil y buen corazón, pero la fatalidad se apodera de ella cuando se alía con el delincuente, como le sucede a Marilyn Monroe en La jungla de asfalto (1950). La fatal con mayúsculas es la que encarna todas las maldades, además de la seducción, el riesgo, la actividad, la inmoralidad y la destrucción.

En estos filmes aparece también, aunque en mucha menor medida, la variante contraria, el ángel, la mujer buena, pasiva, sumisa y silenciosa, encerrada tras los muros del hogar, que ofrece al bandido la posibilidad de redimirse y volver al buen camino. Esta mujer es incluso capaz de dar su vida por la salvación del hombre. Hay además esposas-víctimas asesinadas por el marido para quedarse con su fortuna, hermanas incestuosas y depravadas, y madres pasivas, responsables de los delitos de sus hijos.

Junto a estas mujeres desfila por las pantallas del negro toda una galería de maridos sufridores y damnificados, detectives incorruptos que sucumben ante este amor fatal, gangsters y criminales de todo tipo, misóginos y violentos, masoquistas que roban, matan y van a la cárcel por una mujer, antihéroes de moral dudosa que se convierten en un juguete en manos de ella, víctimas todos de esa mujer araña que los atrapa en su tela, los esclaviza y los destruye.

VÍDEO: Fragmento de Gilda-1946 

Este elenco de personajes se mueve en ambientes turbulentos, asfixiantes, como la atmósfera típica del género; frecuentan garitos, burdeles, hoteles baratos, locales de juego clandestinos, prostíbulos, comisarías y clubes nocturnos en los que la fatal desarrolla su espectáculo. Como chicas de alterne, prostitutas, busconas, coristas… acompañan su voz grave con gestos seductores y emiten cantos de sirena que atraen y a la vez siembran el caos.

Cantando lo expresa todo, pero la fatal es parca en palabras; sus diálogos son rápidos e irónicos; prevalece el misterio de su naturaleza turbia y sospechosa, de su belleza inquietante y ambigua; no necesita realmente hablar mucho, pues emplea, con ostentación, su cuerpo como señuelo y ejerce una atracción fatal con cada detalle: con su voz grave, su mirada pérfida, sus escotes sugerentes, su boca entreabierta fumándose un pitillo, sus movimientos insinuantes. Hay que aludir a Gilda (1946), que sólo se quitó un guante pero encabeza la lista de los streapteases más famosos de la historia del cine. El lenguaje fílmico juega también un papel decisivo en la construcción de esa aura que envuelve a la fatal, al filmarlas desde abajo, de modo que ellas aparecen en una posición de superioridad respecto a los hombres, filmados desde arriba. La mujer se muestra, además, centrada o en primer plano. 

El patriarcado destruye a la mujer independiente, que lucha por tener un discurso y una subjetividad propia. La mujer fatal, como hemos comentado, destaca por ser no sólo objeto sino sujeto; por ello, irremediablemente, debe ser castigada para restaurar así el orden patriarcal. La mujer fatal se convierte en víctima de la violencia masculina y en la mayoría de los casos paga con su vida los pecados cometidos. Muere de todas las maneras posibles, la traición y el adulterio jamás quedan impunes. Así el hombre elimina el caos originado por la maldad femenina y restaura el orden. A las espectadoras les ha quedado claro, sin duda, el tipo de papel que deben desempeñar en la sociedad y el castigo que les espera a las que osen transgredir las leyes patriarcales.

El mito de la mujer fatal en el cine vivió su época dorada entre los años 30 y 50, aunque todavía hoy sigue vivo y no ha sufrido, a pesar de los cambios experimentados por la sociedad, grandes variaciones. Desde finales de los 50 y, sobre todo, en los 70, las relaciones entre hombres y mujeres empiezan a mostrarse de un modo más directamente sexual, y la generalización del color ha terminado con esas atmósferas turbias propias del género negro en décadas anteriores. En los años 80 y 90 se introducen nuevos elementos temáticos relacionados con el mundo del crimen y la delincuencia, que actualizan las antiguas tramas de gangsters y corrupción. Sin embargo, sigue existiendo la mirada misógina hacia una hembra esculpida a la medida del deseo, el odio y la fantasía de los hombres.

VÍDEO: Fragmento de El cartero siempre llama dos veces -1981

Filmes como el remake de El cartero siempre llama dos veces ( 1981), con Jessica Lange, Fuego en el cuerpo (1981), o Instinto básico ( 1992) son mucho más explícitos en el plano sexual. El principal protagonista de Fuego en el cuerpo, aparte de los personajes que constituyen el triángulo amoroso, es el miedo masculino ante la mujer liberada, desinhibida e independiente que amenaza con invertir la situación de dominación de los hombres sobre las mujeres, el temor que todavía suscita la sexualidad femenina. La protagonista de Instinto básico es la perfecta reencarnación de una mantis religiosa que devora al policía y hace que éste culpe a otra mujer de los delitos cometidos por ella misma.

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En los años noventa surgen, además, películas que retoman la temática del cine negro, pero en tono de parodia, como La chica del gánster (1993) o Pulp Fiction(1994), ambas protagonizadas por Uma Thurman, en una versión renovada de la chica del gánster. La primera cuenta la historia de un mafioso que, tras ser salvado por un policía, le presta a su chica durante una semana como recompensa y ambos terminan peleándose por ella. En la segunda, la actriz da vida a una cocainómana a la que su protector envía con un amigo -interpretado por John Travolta- para que la entretenga. 

Ya en los albores del siglo XXI, la película Moulin Rouge (2001) nos presenta a una mujer que se ajusta perfectamente al prototipo de fatal, con una cabellera larga, abundante y rizada, muchas veces pelirroja, con la tez muy blanca, y un aspecto muy seductor y voluptuoso. Con ese aspecto físico, embutida en un conjunto de lencería negra de encaje y cubierta por una bata transparente que deja entrever sus curvas sinuosas, se presenta Satine –encarnada por Nicole Kidman- ante el supuesto Duque, con la intención de seducirlo y acceder a sus riquezas.

Estamos ante una digna heredera de la clásica mujer fatal –aunque, en este caso, de buen corazón- que maneja a los hombres a su antojo y lleva al amante al mundo dionisiaco del vicio y los bajos fondos de la sociedad. Si bien es cierto que demuestra ser más sensible de lo habitual y que termina enamorándose y renunciando por amor a la riqueza a la que aspiraba, esto tampoco le da derecho a salvarse. No hay reinserción posible, la única solución es la muerte.

VÍDEO: Mujeres fatales

Fuentes: La representación de la mujer fatal en el cine negro - José Carlos Rodríguez - Universidad de Palermo- Facultad de Diseño y ComunicaciónComunicación/ La mujer como encarnación del mal y los prototipos femeninos de perversidad, de las escrituras al cine –Ángeles Cruzado - Grupo de investigación escritoras y escrituras-Revista Internacional de Culturas

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