DISTOPÍAS Y UTOPÍAS
La distopía, llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de utopía y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente situada en un futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia. En la literatura hay abundantes ejemplos de distopías, siendo ejemplos de ellos, 1984 de G. Orwell, Fahrenheit_451 de R. Bradbury, o Un mundo feliz de A. Huxley.George Orwell - Aldous HuxleyLAS DISTOPÍAS DE George Orwell y Aldous HuxleyOrwell temía que los libros se censuraran.Huxley, que no habría razón para la censura, pues a nadie le importaría leer.Orwell temía a quienes nos privaran de información.Huxley, que el exceso de información no contrastable nos reduciría a la ignorancia y la pasividad.Orwell temía que la verdad nos fuera ocultada.Huxley, que la verdad se ahogaría en un mar de asuntos sin importancia.Orwell temía que la nuestra se volvería una cultura cautiva.Huxley que ésta sería más bien trivial. Los libertadores civiles y racionalistas que están en alerta constante contra la tiranía, fracasararían al no tomar en cuenta la atracción casi infinita del ser humano por las distracciones.Orwell temía que lo que odiáramos nos arruinara.Huxley, que lo que amaramos sería nuestra condena.
En 1984, la gente es controlada y vigilada por el Gran Hermano para infligirle miedo; en Un mundo feliz, por la vía del placer.
Actualmente, 1984 y Un mundo feliz rigen nuestra vida.
VÍDEO: Las distopías, el lado oscuro de la ciencia ficción
La distopía imaginada por George Orwell en su libro 1984 , publicado el 8 de junio de 1949 es el ejemplo más recurrente cuando se quiere explicar cómo sería una sociedad dictatorial del futuro. En ella se describe un Estado que es gobernado por el Gran Hermano a través de una serie de mecanismos y dispositivos que, lejos de ser algo de ciencia ficción, conviven con nosotros en la actualidad.
En la actualidad son las redes sociales las que recopilan cada gesto, cada compra, cada comentario que hacemos en internet y alimenta una presencia omnisciente en nuestras vidas capaz de predecir todas nuestras preferencias.
Basada en las elecciones de los consumidores, con el usuario como la mercancía con la que se comercia, la recolección de esas preferencias para las campañas políticas está distorsionando la democracia.
1984 Y EL EQUIVALENTE ACTUAL
Micrófonos
que te graban para controlarte
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1984
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Equivalente actual
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Todos
los rincones urbanos de 1984 están llenos de cámaras y
micrófonos. Incluso en las zonas rurales de las afueras, donde se
supone que ya no llega el control del Hermano Mayor, también hay
algún que otro micrófono para controlar a los ciudadanos. La
cantidad de información recopilada es tal que esos receptores
poseen un sistema de reconocimiento de voz para facilitar la
identificación de disidentes y disolventes.
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En
1984 el encargado de la vigilancia mediante grabaciones de voz era
el Estado; hoy en día esas grabaciones son realizadas por
empresas privadas. Google, por ejemplo, ha estado espiando a los
usuarios de su buscador, empleando para ello el micrófono del
ordenador. Por lo que se ve, no basta con poner un trozo de papel
en la cámara del ordenador; también hay que tapar el micrófono.
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El hablaescribe
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1884
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Equivalente actual
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En
el futuro imaginado por George Orwell las personas apenas
escriben. “La pluma era un instrumento arcaico, que rara vez se
utilizaba siquiera para firmar”, explica el escritor en la
novela, que describe a Winston Smith, el personaje protagonista,
como un hombre que “no estaba habituado a escribir a mano”
porque, “aparte de notas muy breves, lo normal era dictarlo todo
en el "hablaescribe”. Este dispositivo, presente en oficinas y
domicilios, registraba la voz humana y la convertía en texto o la
archivaba.
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El "hablaescribe" parece un pariente remoto de los mensajes de voz de
WhatsApp, aunque un poco más aparatoso porque el dispositivo no
se podía llevar en un bolsillo como un móvil. En todo caso,
desde que los desarrolladores incorporaron esos mensajes de voz a
la aplicación, lo que es un hecho es que son muchos los que ya se
han olvidado de escribir.
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Los dos minutos de
odio
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1984
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Equivalente actual
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El
Hermano Mayor y su estructura opresiva organizan diariamente lo
que llaman “Los dos minutos de odio”. Durante ese tiempo, las
telepantallas emiten información sobre enemigos del sistema hacia
los que los miembros del partido deben expresar su ira. Para
aquellos a los que les parecen pocos estos 120 segundos de
linchamiento, una vez al año, se celebra “La semana del odio”.
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"Los
dos minutos de odio" de 1984 se parecen mucho a las redes
sociales (en especial a Twitter), para qué nos vamos a engañar.
A través de sus pantallas y dispositivos móviles, los usuarios
arrojan hiel contra los enemigos del Estado, contra sus vecinos,
contra ese artista al que detestan, contra ese delantero que falló
en la última jornada deportiva… La diferencia con 1984 es que
en Twitter se puede hacer anónimamente y de manera voluntaria. El
odio no como obligación, sino como vocación.
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La telepantalla
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1984
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Equivalente actual
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Colocada
en el interior de los domicilios o de los recintos públicos, las
telepantallas transmiten mensajes institucionales y recopilaban
información del entorno. Según se explica en el libro, “era
capaz de captar cualquier sonido que hiciera Winston por encima de
un susurro muy bajo, es más, mientras estuviera en el campo de
visión dominado por la placa metálica podían verle y oírle”.
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La
telepantalla es lo más parecido a Alexa de Amazon, a Google Home,
a su evolución, el Nest Hub Max, a Portal de Facebook e incluso a
esos televisores inteligentes conectados a Internet que, sin que
los usuarios lo sepan, les graban en casa. Dispositivos que lo
mismo te ponen música, que te hacen la compra online, te apagan
las luces del salón o te graban un audio mientras cantas en la
ducha y un vídeo cuando sales de ella.
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El
control del correo
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1984
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Equivalente actual
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En
la novela de Orwell, el Gran Hermano o Hermano Mayor, según las
traducciones, controla todas las comunicaciones de los ciudadanos,
incluidas las que se realizan por correo. Por eso, y por la
existencia del hablaescribe, apenas se escriben cartas. Así lo
describe el libro: “Para aquellos mensajes que es necesario
enviar de vez en cuando, el Estado dispuso tarjetas postales con
una larga lista de frases para que el remitente tachase aquellas
que no eran adecuadas a lo que quería comunicar”.
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Recientemente,
el servicio de correo de Gmail da la opción de responder los
mails con una serie de palabras o frases que hacen referencia al
contenido del mensaje recibido. Gracias a la inteligencia
artificial y los algoritmos, las opciones que sugiere el ordenador
encajan a la perfección en el contexto de la conversación. En
otras palabras, hay un algoritmo que, como sucedía con el Gran
Hermano, está leyendo tu correo. Su utilización depende exclusivamente de ellos.
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La música enlatada
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1984
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Equivalente actual
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¿Qué
es en '1984'? “El Café del Castaño estaba casi vacío. Un
oblicuo rayo de sol se colaba amarillento por la ventana y caía
sobre las mesas polvorientas. Eran las solitarias 15 horas. Las
telepantallas emitían música enlatada”, escribía George
Orwell al comienzo del capítulo VI de 1984. Cuando el libro fue
publicado, en 1949, lo habitual era que en los locales públicos
la música corriera a cargo de una pequeña orquesta o un grupo de
músicos, por lo que el hecho de que la música surgiera de un
dispositivo electrónico era pura ciencia ficción.
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En
la actualidad, lo raro es que haya un grupo interpretando música
en vivo en un local. La optimización de costes y las ordenanzas
municipales han hecho que la mayoría de locales públicos
utilicen música enlatada (grabada). Esa música que en origen
tenía un soporte, bien fuera una cinta, un disco de vinilo o un
CD, se reproduce actualmente a través de Internet con plataformas
como Spotify o con dispositivos conectados a redes WiFi. Esto sí
que parece de ciencia ficción, pero a Orwell ni se le pasó por
la cabeza. En cuanto a los conciertos, ahí están djmultiventas
como David Guetta actuando con la música ya grabada en un
pendrive.
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El Ministerio de la Verdad | |
1984
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Equivalente actual
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El
lema de la sociedad descrita en 1984 es: “La guerra es la paz.
La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza”. En
consecuencia, el ministerio de propaganda se denomina Ministerio
de la Verdad. De dicha institución proceden las declaraciones
oficiales y es también en ella donde se cambian aquellos hechos
históricos que, por la razón que sea, no conviene que se narren
como realmente sucedieron.
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Recientemente
y ante la avalancha de las fake news(noticias falsas) en redes
sociales, hay varios dirigentes políticos que han planteado la
creación de un grupo que, desde la Administración, se encargaría
de determinar qué noticias son verídicas y cuáles falsas. Si
bien el intento parece loable, que el Estado se encargue de
determinar qué es o no verdad, produce cierta zozobra. El
Ministerio de la Verdad, y su capacidad para cambiar los hechos
acaecidos en el pasado, recuerda también al derecho al olvido de
Google o incluso a empresas que se dedican a presionar a medios y
asociaciones para que eliminen de la web datos o hechos referentes
a sus clientes. En este hilo (pinchar aquí) publicado
recientemente en Twitter por la periodista Eva Belmonte se narra
un hecho de ese tipo.
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La neolengua
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1984
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Equivalente actual
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Entre
los métodos que el estado autoritario de 1984 utiliza para
someter a sus ciudadanos se encuentra el lenguaje. De forma
periódica, se publican diccionarios que reducen el número de
palabras por considerar que la variedad léxica complica la
comunicación en lugar de enriquecerla. La importancia de la
neolengua en el universo imaginado por Orwell es tal que, al final
del libro, el escritor británico incluyó un apéndice dedicado a
explicar las características de esta nueva forma de comunicación
que, según las autoridades, debería estar totalmente implantada
en 2050. Para ello, también se estaban traduciendo a neolengua
libros clásicos de autores como Dickens, Shakespeare, Milton o
Swift porque, si bien “la historia ya se había reescrito muchas
veces, todavía sobrevivían fragmentos de literatura del pasado
aquí y allá, censurados de forma imperfecta. (…) En el futuro,
dichos fragmentos, aunque lograsen sobrevivir, serían
ininteligibles e intraducibles”.
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La
popularización de emoticonos y emojis en la comunicación
cotidiana ha hecho que sean muchos los gurús de Internet que
defienden que los emojis podrían ser el lenguaje del futuro
porque son fáciles de utilizar y comprensibles por cualquier
persona, independientemente del idioma que hable. Dejando a un
lado que eso no es del todo cierto, debido a que existen
diferencias culturales que provocan que un mismo emoji se
interprete de distinta forma según las culturas, ya hay personas
que se han embarcado en la traducción de clásicos de la
literatura al emoji e incluso están seleccionando traductores de
inglés-emoji, emoji-inglés para sus empresas.
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La máquina de
escribir novelas
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1984
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Equivalente actual
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Julia,
la protagonista de 1984 junto a Winston Smith, trabaja en el
Departamento de Ficción manejando una máquina de escribir
novelas. Este invento parte de estructuras argumentales muy
sencillas que se enriquecen con hechos, personajes y detalles
hasta crear una novela que se imprime y se pone a disposición de
los lectores. La calidad del producto no es buena, pero sirve a
los fines del Hermano Mayor. De hecho, este mismo método se
emplea también para crear narraciones pornográficas destinadas a
entretener a los prole, como se llama a la clase más baja de la
sociedad imaginada por Orwell.
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Gracias
a la inteligencia artificial se ha conseguido escribir noticias
utilizando algoritmos que, según unas pautas dadas, interpretan
los diferentes datos y la redactan. No es descabellado pensar que,
en un futuro no muy lejano, esa inteligencia artificial pueda
crear narraciones más extensas y complejas.
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Entrevista a Marta Peirano
Su definición de internet desasosiega. Asegura que se ha convertido en una herramienta de manipulación de masas. ¿Por qué?
Internet está dominado por un modelo económico basado en la extracción de datos para la manipulación de personas con el fin de venderles objetos, servicios, experiencias, candidatos políticos... Y está en manos de cada vez menos empresas que pelean entre ellas a muerte por dominar ese mercado. Los gobiernos de hecho son clientes de esas compañías y usan sus infraestructuras para controlar a la población, producir 'fake news' o perseguir a disidentes.
El libro empieza fuerte. Sobre Facebook: "Su principal gasto no tiene que ver con la innovación, sino con la compra de gobernantes para que les deje explotar el planeta, explotar a los trabajadores y explotar a los usuarios para ganar dinero".
Una de las formas de ver toda la infraestructura que está detrás de internet es como un gasto energético. Cada vez que le das al me gusta, subes una foto a Google o envías un mensaje idiota con un emoticono, usas esa infraestructura que consume una gran cantidad de energía. ¿Explotación de empleados? Facebook subcontrata muchísimo en EEUU y fuera, en ciudades como Barcelona. En estos sitios los empleados están sujetos a horarios infernales y, sobre todo, a un trabajo que en la mayor parte de países civilizados estaría prohibido: ver decapitaciones, gente torturando animales, vídeos de adultos manoseando niños... Sobre la explotación de los usuarios, más allá de cómo usan nuestros datos, hay un ejemplo: Facebook te hace etiquetar a todo el mundo solo para perfeccionar su algoritmo. Ha explotando tanto a los usuarios para esto que su algoritmo de reconocimiento facial es uno de los más infalibles del mundo, con una precisión del 97%, más que el del FBI o la gente que lleva años dedicándose a esto. Y todo porque ha tenido a sus miles de millones de usuarios etiquetando fotos durante 15 años.
Facebook, Google o Apple se llevan las críticas, pero usted anima a culpar antes a gente como B. J. Fogg, uno de los primeros investigadores de Stanford en dar con la tecla de cómo engancharnos al móvil. Silicon Valley se frotó luego las manos.
Hablo de Fogg porque fue de los primeros que ha aplicado teorías del conductismo al mundo digital actual. Mucha gente me dice, ¿por qué nos dejamos espiar así, somos idiotas o qué nos pasa? No creo que seamos del todo responsables de lo que nos pasa porque la pelea contra el poder de estas aplicaciones es muy desigual. Estas empresas contratan a cientos de genios para componer un pedazo de código cuya función es mantenerte pegado al móvil durante el mayor tiempo posible. La gente tiene que ser consciente de que estas aplicaciones no son inocuas, están diseñadas literalmente como máquinas tragaperras, para ser irresistibles, no porque ellos quieran crear adictos, sino como consecuencia de su modelo de negocio, que consiste en extraer datos. Y para que ese modelo funcione, necesitan tenerte colgado del móvil
El Pentágono inventó internet y luego la CIA y la NSA invirtieron muy al inicio en Google. ¿No empezó todo ahí?
Sí, y me cuesta resistirme a la ironía de que el problema que tenemos ahora, después de 20 años, sea la vigilancia, cuando se trataba en un principio de una infraestructura creada para vigilar los movimientos del Viet Cong. La semilla de la vigilancia es parte del concepto mismo de la red.
Luego vinieron otros visionarios. En su libro nombra a Steve Jobs, pero lo califica de tóxico.
Jobs era un genio, un visionario absoluto, pero un genio del mal: siempre puso su genialidad al servicio de su propio beneficio. Si lo comparas con Richard Stallman, por ejemplo, que también es un genio, él ha usado su don en beneficio de lo común. Creó un sistema y un movimiento irrepetible, el del software libre, en el que obligaba a que todo el mundo saliera ganando.
Hay mucha controversia uia sobre si realmente existe o no la adicción a internet. ¿Cómo puedo saber si estoy enganchado?
No creo que exista la adicción a internet sino a las aplicaciones, a WhatsApp, Instagram o Twitter. Están diseñadas para que sientas que están pasando cosas ahí y que tú necesitas estar pendiente porque si te quedas fuera te quedas fuera para siempre. Están creadas para que tengas miedo a quedarte atrás. Entras el metro y está todo el mundo pegado a su pantalla. Si eliminas al 32% de quienes están jugando al Candy Crush, que también está diseñado para ser adictivo, la mayor parte de la gente está en su Facebook, en su Instagram etc.
¿Qué hay de malo en eso? Igual se están informando, leyendo, están aprendiendo cosas nuevas. ¿En qué punto pasa a ser eso un problema?
Cuando no sabes hacer otra cosa. Yo estoy suscrita a una revista de papel, hace unos años me la leía del tirón, ahora la leo y estoy todo el rato deteniéndome para mirar cosas en el móvil. Y eso que hablamos de una revista de papel. Como estés leyendo online, olvídate. La gran mentira es que pensamos que somos adictos al contenido, a la información de fútbol, cocina, economía, tecnología... lo que sea. La realidad es que somos adictos a la aplicación.
Oficialmente no está reconocido ni demostrado que exista adicción a internet o a las aplicaciones. No se ha incluido en la 'biblia' de las adicciones, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) y, además, todo indica que quienes sufren casos de extrema dependencia de internet o de las 'apps' es porque es manifestación de trastornos ya existentes como ansiedad o depresión. ¿Estamos culpando a la tecnología cuando el problema lo tenemos nosotros?
Las estadísticas de los últimos años sobre depresión adolescente vinculada con el uso de redes sociales son contundentes, hay una relación altísima. Hay países como Reino Unido donde se ha creado un ministerio de la soledad. El mismo proceso de segmentación en el que tú prefieres encontrarte online con gente que solo comparte tus mismos gustos, que te valida como persona, genera que en cuanto sales de ese entorno y no hay gente que te valide todo el rato, te vas aislando cada vez más porque no te hacen sentir cómoda.¿Has estado últimamente en una fiesta de cumpleaños de adolescentes? Te encuentras con que están todos sentados mirando su móvil
¿No cree que eso le ocurre a una minoría de la población y que es por la existencia de problemas psicológicos previos que la tecnología solo amplifica?
No, no estoy de acuerdo. ¿Has estado últimamente en una fiesta de cumpleaños de adolescentes? Te encuentras con que están todos sentados mirando su móvil. Se lo están pasando guay, pero están todos con su móvil, algunos de ellos hablando con otros que tienen al lado, pero a través del móvil. Ellos identifican que se lo están pasando bien, pero no es lo mismo estar entretenido que estar comunicándote. Creo que ese tipo de relación social hará que no tengan los vínculos donde los necesitan, que es en su entorno, en su proximidad.
Nuestra capacidad de atención en el 2000 era de 12 segundos. Ahora es de ocho, menos que un pez de colores. ¿Es este el verdadero problema que ha traído internet?
Creo que es un síntoma. La clave de todo esto es que somos vulnerables a determinado tipo de estímulos y hay una industria que contrata a genios para explotar esa vulnerabilidad. Y ha pasado tan deprisa y ha sido tan guay que hemos sido incapaces de evaluar el daño que nos está haciendo. Todo esto nos ha hecho darnos cuenta que, uno, no somos multitarea y dos, y más importante, esta dependencia nos hace infelices. Lo que hemos aprendido de múltiples estudios psiquiátricos y psicológicos en la última década es que estar constantemente interactuando con un dispositivo, por mucha satisfacción que te genere a corto plazo, en realidad te produce una gran infelicidad. Te desconecta de la gente. Conduce a un estado de soledad, te aísla de las personas.
Es tan grave como suena pero, aún así, seguimos usando los móviles, las 'apps' y aparentemente nos da igual. ¿Por qué?
Pensamos que no tiene consecuencias, pero no lo pensamos de manera racional. Yo lo comparo siempre con el tema del tabaco. Sabemos que da cáncer pero seguimos fumando. Es una paradoja estudiada por psicólogos durante años y la conclusión a la que han llegado es que aunque sepas algo racionalmente, en realidad no la sabes de verdad, porque cada vez que te fumas un cigarro no te da cáncer. La manera de entender esto es que cuando acercas la mano al fuego te quemas, cuando la acercas a un cuchillo te cortas. Pero cuando te fumas un cigarro no ocurre nada. Pasa parecido con nuestros datos: pensamos que no tienen valor, que si no soy rico o famoso, no tengo nada que ocultar, que da igual que sepan mi ubicación, mis gustos... No se dan cuenta que esos datos son retroactivos.
¿Cómo se puede volver esa recopilación de datos en nuestra contra?
De muchas maneras. Todas estas aplicaciones están vendiendo información sobre ti que se concentra en distintos lugares. Por ejemplo, empresas de seguros. En países con seguridad social privatizada, el precio que pagues para tener asistencia médica variará mucho dependiendo de la información que tengan sobre ti. Y otro ejemplo que enfada mucho a la gente: yo no pago lo mismo que tú por un billete de avión porque vivimos en distintos barrios, ganamos diferente, yo viajo de una forma y tú de otra... Todos esos datos determinan el precio que pago, que será mayor o menor que el que paga el de al lado.El 5G es una necesidad creada para la explotación de datos. Su objetivo no es el bien común sino tener un control absoluto de todo lo que ocurre.
De usar aparatos como el Apple Watch o pulseras de actividad, mejor ni hablamos, ¿no?
Me parece una locura. La información sobre tu salud es lo más protegido que hay. Una vez las conté: hay 54 leyes diferentes en España protegiendo nuestros datos sanitarios. Algunas europeas, otras regionales, otras nacionales. ¿Y la gente qué hace? Se pone una pulsera que lo mide todo y se lo envía a Apple o a otra compañía estadounidense. Entiendo que alguien compre estos dispositivos: si sé lo que como y lo que camino, puedo modificar mi conducta para estar más delgado o más sano. Pero lo que te estás diciendo a ti mismo es que eres una máquina, y esto no funciona así.
En su libro define Twitter, WhatsApp o Facebook como máquinas de propaganda infinita, lugares donde más y más gente se forma su opinión en lugar de acudir a los medios.
Creo que ahora mismo estamos divididos entre la gente que lee los medios, la prensa, y los que leen cosas que le llegan por redes. No es una línea divisoria clara porque mucha de la gente que lee medios en realidad llega a ellos a través de redes sociales. El problema es que la redes crean una visión del mundo diseñada para ti a partir de todo lo que saben de ti. Es lo que se llama filtro burbuja: pensamos que somos nosotros los que elegimos fuentes de información que nos generan confianza o nos dan la razón. No es así. Tú no vas a buscar las noticias, las noticias te buscan a ti. Todos pensamos que estamos leyendo lo mismo, pero en realidad leemos cosas que han sido seleccionadas para nosotros por un algoritmo.
¿Qué hacemos? ¿Cuál es la solución para evitar esto?
Creo que la solución es legislar. Ahora tenemos una regulación europea de protección de datos, que es la más estricta del mundo, y sin embargo no la podemos ejecutar. Pero es la única salida. También se pensaba que era imposible regular los paraísos fiscales, pero ha habido avances.
La guerra entre China y EEUU con Huawei y el 5G de por medio, ¿es una batalla económica, una batalla por el dominio de los datos, o ambas a la vez?
La clave no es económica. EEUU no puede competir con China en precio, Huawei está vendiendo sus redes 5G muy baratas. La clave está en que el 5G no es como la infraestructura tradicional de internet, basada en los protocolos de TCP/IP, que era el sistema diseñado en los 80 precisamente para impedir que los dueños de las infraestructuras, en ese momento las operadoras de telefonía, tuvieran control sobre el tráfico de datos. El 5G deja pleno control de todo. ¡Por supuesto que se están peleando por dominar esta infraestructura!
No hay pruebas de que Huawei sirva de puerta trasera para el espionaje chino y, aún así, EEUU lo usa de excusa para mantener su batalla.
Es tan lógico pensar que Huawei pueda enviar datos al gobierno chino como que cualquier compañía estadounidense tecnológica lo haga para su gobierno. Ahora mismo se están peleando por Europa, somos la parte del mapa que no se tienen repartida. Todo el mundo en Europa tiene contratos firmados con Huawei pero si eso se deshiciera sería una brutal victoria para EEUU. A Europa ahora mismo no le queda más remedio que elegir que le chuleen los americanos o que le chuleen los chinos. Para mi el problema está en creer que necesitamos una infraestructura 5G.
¿No cree que será un gran avance tecnológico?
No, creo que la infraestructura 5G es una necesidad creada para la explotación de datos. Nuevamente, no creo que su objetivo sea servir al bien común sino tener un control absoluto y mucho más granular de todo lo que pasa en el espacio en el que opera. Es una red de vigilancia mucho más densa y rápida. Nos venden que con el 5G habrá coches autónomos, operaciones quirúrgicas a distancia... cuando en realidad tienes problemas comprando un medicamento en una región que no es la tuya. ¿Qué realidad nos están vendiendo? En realidad nos están engañando a todos, el 5G es una farsa, es una gran trampa para espiarnos.
Lo que de verdad implica es que todas nuestras infraestructuras críticas van a estar gestionadas por un gigante de EEUU o China que ni siquiera paga impuestos o cumple la legislación en el sitio en el que opera. Cualquier infraestructura crítica que usemos en Europa debería ser desarrollada en Europa, aunque solo sea por cumplir la normativa europea. Mira el caso del incendio de Seseña. Llevamos un año esperando a que Google facilite los datos. Hace un año que tenemos una regulación europea que dice que los datos generados por usuarios europeos tienen que quedarse en territorio europeo y tienen que estar legislados por la normativa europea. Google se la salta por completo. Es así de sencillo: no puedes regular una infraestructura cuando no estuya.
VÍDEO: ¿Porqué me vigilan si no soy nadie? -Marta Peirano
VÍDEO: ¿Hacia una sociedad vigilada?-Marta Peirano
Fuentes: El enemigo conoce el sistema: Manipulación de ideas, personas e influencias después de la economía de la atención -Marta Peirano- Editorial Debate / https://elpais.com / https://www.elconfidencial.com
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