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17 de octubre de 2020

LA PRIMERA CRUZADA Y OTRAS HISTORIAS ( Parte 1 de 2 )


 EL ORIGEN DE LA "PRIMERA CRUZADA"

Las cruzadas fueron expediciones militares  de la Edad Media contra los "infieles", presentadas como "guerras santas" declaradas por "voluntad de Dios",  que tuvieron lugar entre los años 1096 y 1271, entre los ejércitos reunidos por los reinos cristianos de Europa y la mayor parte los ejércitos musulmanes del Asia menor y Mediterráneo oriental, que inicia el papa Urbano II  con el objetivo aparente de conquistar Jerusalén y liberar Tierra Santa (1)ocupada por los musulmanes , y que en la historiografía occidental se conoce con el nombre de "movimiento cruzado" o "Primera Cruzada".

Tierra Santa

(1) Tierra SantaEs  el territorio geográfico que comprende todos los sitios en los cuales se desarrollaron escenas bíblicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El concepto tiene una evolución evidenciada en las mismas Escrituras. Para algunas fuentes bíblicas  se circunscribe a la Tierra Prometida , término que tiene a su vez diversas interpretaciones; para otros, se refiere a todos los territorios en los cuales se desarrollaron algunas escenas bíblicas.


Urbano II no solo utiliza el "movimiento cruzado" para defender los privilegios de una Iglesia cada vez más poderosa, sino  que lo presenta como una defensa de la Cristiandad mediante una guerra justa e inevitable, o al menos eso es lo que de forma ambigua proclama el papa en el Concilio de Clermont el 27 de noviembre de 1095,  informando a todos los presentes que se trataba de una defensa de lo peregrinos que visitaban Jerusalén en Tierra Santa   y que sufrían continuas vejaciones  tanto durante el peligroso camino por tierras islámicas como en la propia ciudad, en donde la población islámica entorpecía la realización de sus votos, advirtiendo asimismo peligro en el que encontraba el cristianismo en oriente  por el avance de los turcos selyúcidas enfrentados al Imperio Bizantino , que había provocado que Alejo I, emperador de Constantinopla, pidiera a Urbano II que solicitara ayuda militar a los reinos cristianos de occidente.

Discurso del papa Urbano II en el Concilio de Clermont donde proclama la Primera Cruzada 

LA PROCLAMA DE URBANO II

Deus le volt! (“!Dios lo quiere!”) gritaron los fieles congregados en Clermont el 27 de noviembre de 1095, tras escuchar las emotivas palabras del papa y asistir toda una escenificación en la que Urbano II había lanzado la "cruzada" . Era la respuesta esperada, programada y dirigida, de los receptores de un mensaje perfectamente calculado para su aceptación. Se trataba de un mensaje cargado de un significativo, deliberadamente impreciso y que ocultaba las verdaderas razones de la proclamación de la "guerra santa", que se hacía por voluntad de Dios, y que se concretaba en la conquista de Jerusalén centro espiritual de la Tierra Santa , dando con ello cauce a la escatología cristiana (2) y de mejora de sus condiciones de vida  de los miles de hombres y mujeres que emprendieron su marcha hacia oriente tras escuchar las palabras del papa o de quienes predicaron esta cruzada en su nombre, que fue aclamado por quienes lo recibieron y resultando capaz de movilizar una respuesta general de los reinos cristianos.

(2) Escatología cristiana. Es una rama de la teología cristiana , cuyos asuntos conformada por las creencias escatológicas o de las "últimas cosas" del cristianismo. La palabra Escatología proviene de dos palabras griegas que significan "último" y "estudio" , se trata del estudio de las 'cosas finales', bien el fin de la vida individual, o del fin de los tiempos, o del fin del mundo, así como la naturaleza del Reino de Dios. A grandes rasgos, se refiere al estudio del destino de la humanidad tal como se describe en la Biblia, la fuente primaria para cualquier estudio escatológico cristiano.

Por voluntad de Dios
Urbano II afirma que la cruzada que está convocando no es por su voluntad sino por voluntad de Dios. Incluso las palabras que cada cruzado debería gritar mientras mataba a su enemigo eran palabras de Dios, originadas de Dios, dadas por Dios, implantadas por Dios en el pecho de cada uno de los cruzados e impulsadas por Dios. El cruzado es un sacrificio, una víctima viviente que se ofrece a sí mismo, como lo hizo Cristo, para cumplir la voluntad divina y el destino bíblico, y para para ser considerado digno por La Iglesia, principal voz moral del momento. 

El discurso tuvo, hablando en términos funcionales, un éxito resonante. Declaró exitosamente la que sería la primera de las Cruzadas, que duraron, según la mayoría de los historiadores casi 200 años, desde 1096 hasta 1291. 

Pero la retórica virtuosa de Urbano ocultaba tras la "voluntad de Dios" objetivos políticos y económicos que subyacían a su ‘llamada a las armas’, que básicamente tenían como objetivo:

Consolidar su posición como líder diplomático de las monarquía guerreras de Europa Occidental uniéndolas detrás de un objetivo sagrado común (la recuperación de la ‘Tierra Santa’).

Abrir rutas para los comerciantes italianos en el Mediterráneo oriental.

Atraer a los cristianos a la Iglesia mediante la promesa de una peregrinación audaz y penitente 

Someter a la Iglesia ortodoxa , separada de la católica tras el Cisma de Oriente ( 3) a la autoridad de Roma.

(3) Cisma de Oriente. Es el conflicto religioso ocurrido en 1054, cuando el máximo jerarca de la Iglesia católica en Roma, el papa u obispo de Roma, san León XIII, y la máxima autoridad de la Iglesia ortodoxa , el patriarca de Constantinopla, Miguel I el Cerulario, se excomulgaron mutuamente, enfrentamiento que comportó la separación de la cristiandad occidental o católica, que reconocía la suprema autoridad de Roma, de la oriental u ortodoxa.

Señalando al enemigo

Dice urbano II : "Una raza maldita ha invadido la Tierra Santa y despojó a sus pobladores por el saqueo y el fuego, asesinándolos mediante crueles torturas, ha destruido iglesias o las ha profanado con los ritos de una religión extraña dentro de sus límites sagrados. El Otro maligno es primordialmente maligno porque es hostil hacia el Único Dios Verdadero".
Queda señalado el enemigo, una raza del reino de los Persas, una raza maldita, impía y  totalmente alejada del Único Dios Verdadero, que ha invadido la Tierra Santa y despoja sus pobladores por el saqueo y el fuego, asesinándolos mediante crueles torturas, destruyendo iglesias o profanándolas con los ritos de una religión extraña dentro de sus límites sagrados. 

Atrayendo seguidores

Después de presentar al enemigo, viene la tarea de convencer a los que serán protagonistas de la lucha, en este caso a los caballeros francos. Para ello, el discurso del Papa construye el segundo imaginario: el imaginario ideológico del caballero Franco. El pontífice ofrece una concepción de la sociedad a cuya representación le atribuye un sentido específico que favorece sus propósitos. Mediante un acto voluntarista, la realidad es sometida al cuadro conceptual preconcebido. El señor feudal al que se apela, no es el real señor de la guerra miembro de una sociedad ruda y violenta, sino que la arenga papal impone una imagen destinada a presentarlo como un elegido de Dios, paladín de la fe.  

Para conseguir crear el vínculo entre la situación en 1095 y el contexto histórico de los francos, Urbano II convocó a las figuras y los eventos reverenciados en la historia de los francos:  Que las acciones de vuestros ancestros les infundían el coraje e inciten vuestras mentes a llevar a cabo hazañas viriles: la grandeza del rey Carlomagno y de su hijo Luis, y de vuestros otros monarcas, que destruyeron los reinos de los turcos y extendieron la influencia de la Iglesia sobre tierras que antes estuvieron en manos de los paganos.
Urbano II recuerda 300 años de historia franca y la mitología carolingia para exhortar al pueblo al ataque en el Cercano Oriente. Carlomagno fue Coronado en la Navidad del 800 AD, y su reinado fue considerado como un renacimiento de la cultura de los francos . Así, quedan unidas la Cristiandad y la aristocracia francesa , a la que incorporarán  otros reinos cristianos. 


Guerra justa , Cruzada y la muerte del prójimo.

La justificación de una guerra de invasión y colonización gracias a una coartada religiosa y la compatibilidad entre dar muerte al enemigo y el mandamiento " no matarás" se había elaborado a lo largo de los años. San Agustín, en el siglo V, ya teorizaba con discutibles argumentos, sobre cómo justificar un conflicto bélico , que decía podría ser justo a podía ser justa si lo proclamaba una "autoridad legítima", respondía a una "causa justa" y se ponía en práctica con "recta intención", y sobre la muerte del prójimo, da gran importancia a las intenciones del combatiente, esto es, en la pureza de sus motivaciones. De aquí se deriva una consecuencia fundamental para la teoría agustiniana: la guerra y el Evangelio serían compatibles siempre que sea el amor y no el odio o la ambición de poder el verdadero móvil del guerrero. En este caso, quien mata no es la persona que presta sus servicios a la autoridad; es como la espada, instrumento en manos de quien la maneja. De ahí que no quebrantaron, ni mucho menos, el precepto de no matarás los hombres que, movidos por Dios, han llevado a cabo guerras, o los que, investidos de pública autoridad, y que, ateniéndose a su ley, es decir, según el dominio de la razón más justa, han dado muerte a reos de crímenes. 

Utilizando los argumentos agustinianos, el Papado pudo, ya al principio del siglo XI, liderar unas guerras contra el "enemigo" considerándolas como "guerras justas " legitimándolas junto a las muertes ocasionadas por los cruzados en sus enfrentamientos contra el demonio infiel representante de mal inconmensurable y enemigo total. Consideraban esas guerras como inevitables para alcanzar el propósito por el que se luchaba, aunque en estos casos no se podía hacer un uso de la fuerza superior al es­trictamente necesario, aceptándose comúnmente que la violencia no era un mal intrínseco, sino que era moralmente neutra, y que su valor moral se derivaba de las intenciones de sus per­petradores. Por tanto, desde una perspectiva teórica resul­taba posible concebir una violencia «buena» e incluso una persecución «justa». 

En el Concilio de Clermont, el símbolo de la Cruz juega un papel doble: el de identificación del caballero embarcado en una guerra justa por una justa causa, y el del peregrino que buscaba cumplir su voto de peregrinaje a Tierra Santa. Así, en el siglo XI se inaugura para la cristiandad medieval occidental una concepción de la guerra inédita hasta entonces, la guerra santa, que basada en la concepción agustiniana de guerra justa, a la que se añade una dimensión nueva al considerar que no solo se trataba de no ofender a Dios, sino de agradarle, trazándole al caballero una “vía caballeresca a la santidad” fundada en la empresa divina y el martirio.

Pero tras el objetivo religioso había otro muy importante,   acabar con las permanentes guerras entre los diversos señores feudales tras la disolución del orden carolingio, que estaban erosionando la sociedad civil y religiosa, por lo que lo que entre las medidas aprobadas en el Concilio se incluía la Paz y Tregua de Dios (4) que declaraba que no se permitía a los cristianos combatirse unos a otros excepto los lunes, martes y miércoles, evitando las guerras internas entre cristianos y señalando a un enemigo común exterior al que combatir en oriente 

(4) Paz y Tregua de Dios. Fueron movimientos sociales, el primero de tendencia pacifista y global, creado por el Papa e impulsado en el siglo XI como respuesta de la Iglesia y de los campesinos a los abusos perpetrados por los nobles feudales. Fue proclamado primera vez en 989, en el Concilio de Charroux. e intentaba proteger la propiedad eclesiástica, los recursos agrícolas y a los clérigos sin armas. Por su parte , la "Tregua de Dios", proclamada por primera vez en 1027 en el Concilio de Toulouges, limitaba los días de la semana y las épocas del año en que la nobleza podía participar en acciones violentas o de guerra. 

El símbolo de la Cruz y los cruzados

En el Concilio, el obispo de Clermont, Adhémar de la Puy, se inclinó ante el papa y le pidió que lo reconociera como el primer voluntario. Urbano II tomó un trozo de tela roja y formó con él una cruz que le dio para que la cosiera en su ropa como símbolo de su misión, lo que provocó que el resto de los presentes cogieran trozos de tela similares para prenderlos en su ropa, convirtiéndose la cruz  en señal de los guerreros, de lo que derivó que las sucesivas campañas fueran conocidas como Cruzadas.

Algunos de los participantes en la guerra santa convocada y liderada por el papa eran llamados a «aceptar la cruz», lo cual quería decir que debían prestar juramento antes de incorporarse a una expedición militar con objetivos concretos, y desde ese momento debían lucir una cruz de tela en su ropa de forma permanente hasta que se cumpliera el juramento , cuyo aspecto más relevante es que se pronunciaba en una ceremonia pública y formal en la que hombres y mujeres, ricos y pobres, sacerdotes y laicos, prometían voluntariamente participar en la campaña y se les reconocía como miembros de esta iniciativa. Además de los cruzados . de número bastante reducido, la cruzada la componían una legión de seguidores que viajaba con el ejército, incorporando frecuentemente a un gran número de soldados profesionales e incluso a cruzados que viajaban a Oriente con dinero en mano para contratar mercenarios. 

Una práctica bastante común, que estaba relacionada con el movimiento de las cruzadas pero no implicaba aceptar la cruz, era que los caballeros, conocidos como milites ad terminum, se comprometieran como acto de devoción a servir durante un período de tiempo determinado en Tierra Santa o en una de las órdenes militares. Además, hacia el siglo XIII, muchos de los cruzados jamás llegaban a tomar parte en una campaña. Se aprovechaban de prácticas como la «sustitución» o la «redención», y enviaban a otro hombre en su lugar o contribuían con grandes sumas de dinero a financiar una expedición de la que ellos no formaban parte.

A la "Primera Cruzada" los monarcas cristianos enviaron a personajes secundarios, a excepción de Hugo de Vermandois, hermano menor de Felipe I de Francia, que acabó desertando en plena campaña, y del duque Roberto de Normandía, primogénito de Guillermo el Conquistador, los demás príncipes eran figuras de alcurnia, pero no de sangre real. Las cosas cambiarían precisamente a partir de la toma de Jerusalén. Entonces acudieron los soberanos en persona a pelear en Palestina con la esperanza de conseguir un honor imperecedero y la salvación prometida, sin olvidar la posible fortuna obtenida en los territorios conquistados y saqueados. La cruzada era una empresa muy costosa y había que recuperar con creces lo invertido. Los cruzados eran a la vez héroes y villanos, que al principio, se declaraban seguidores de la voluntad de Dios, pero después, aquel espíritu se mezcló con causas más terrenales, como la ambición por poseer tierras y riqueza.,


Las recompensas

A los participantes en la cruzada que emprendieran el viaje a Jerusalén con la finalidad de liberar a la iglesia de Dios, siempre que lo hicieran "por piedad y no por ganar honor o riquezas", como recompensa a sus votos y a la ejecución de las acciones prometidas el viaje se le contaría como penitencia completa, y recibirían indulgencias y privilegios temporales, tales como la exención de la jurisdicción civil o la inviolabilidad de las personas y propiedades, asegurándoles que sus familias, intereses y bienes serían prote­gidos en su ausencia. Así, si se había solicitado un préstamo, podías dejar de pagar los intereses siempre que te alistaras; . disfrutabas, además, de inmunidad ante cualquier demanda civil con repercusiones en los bienes del afectado y se tenía asegurado el paraíso en caso de muerte en la lucha contra el infiel.

Asimismo, como pago a la magnitud de los sacrificios que el cruzado se le debía procurar algún tipo de incentivo económico, que la Iglesia acabó justificando dando legitimidad al botín (5), entendido como el salario justo que se pagaba a los guerreros, con la piadosa advertencia de que "los ejércitos no debían excederse en este punto, porque una codicia excesiva enojaría a Dios y conduciría al fracaso militar".

(5) Botín .1. Despojo que se concedía a los soldados, como premio de conquista, en el campo o plazas enemigas / 2. Conjunto de las armas, provisiones y demás efectos de una plaza o de un ejército vencido y de los cuales se apodera el vencedor/3. Beneficio que se obtiene de un robo, atraco o estafa.

Las rutas de la Cruzada de los Príncipes

LA CRUZADA DE LOS PRÍNCIPES

La conocida como Cruzada de los Príncipes organizada tras la prédica del papa Urbano II para la Primera Cruzada , que había desaconsejado la participación de ancianos, débiles y quienes no eran apropiados para las armas al igual que las mujeres sin sus maridos, sus hermanos o sus tutores legítimos, ya que constituirían más una molestia que una ayuda, estuvo finalmente compuesta por gente de armas, hijos de nobles que no recibían herencia (solo la adquiría el primogénito) para ganar fama y fortuna canalizando su espíritu guerrero, caballeros que en siglo XI no eran nobles defensores de causas justas, de viudas y huérfano , ni de la Iglesia , y que no era ni un título ni un rango , sino una profesión , la de los guerreros de élite que combatían con armas y de acuerdo con tácticas que, por aquel entonces, apenas comienzan a diferenciarse de las de los infantes; pero guerrean a caballo, protegidos por un armamento defensivo de calidad superior, usando principalmente la espada y la lanza de acuerdo con un método que, en aquella época, está imponiéndose al conjunto de la caballería de Occidente y dándole la supremacía en los campos de batalla. El caballero, pues, es una especie de mercenario que se pone al servicio de un rey, un príncipe, un noble, o bien subsiste por cuenta propia. Las Cruzadas fueron, como es de suponer, un lugar común para todos ellos, bien porque participaran en ellas siguiendo a su señor, bien porque lo hicieran voluntariamente pero que en cualquier caso no solo buscaba el beneficio espiritual sino además su beneficio personal y material. A nobles y caballeros y gente de armas acompañaba una multitud de campesinos pobres con muy poca o nula preparación militar , que preferían probar suerte en tierras lejanas y desconocidas a llevar una vida mísera en los campos de Europa, y no solo les ofrecía la redención de sus pecados, sino que también les aportaba una forma de mejorar económicamente escapando de una vida llena de privaciones y sin futuro.
Se acordó que cada Señor llevara su propio ejército desde sus tierras, y que cada uno tratara de llegar a Constantinopla por sus propios medios. Finalmente los cuatro principales ejércitos cruzados dejaron Europa alrededor de agosto del 1096, tomando caminos diferentes hacia Constantinopla  reuniéndose y acampando  fuera de las murallas de la ciudad entre noviembre de 1096 y abril 1097. 

Escasos de alimentos,  solicitaron ayuda alimentaria al emperador bizantino Alejo I , que  preocupado  por el peligro que suponían la multitud de guerreros, a menudo hostil, que provocaba muchos incidentes entre ellos, y con  la intención de ejercer algún control sobre los cruzados a cambio de suministros y transporte para Asia Menor, Alejo I exigió que los dirigentes de la cruzada hicieran un juramento de vasallaje y se comprometieran a entregar a manos bizantinas todas las tierras que conquistaran de los turcos. Sin más alternativa, la mayoría de los líderes se sometieron al juramento, que , como era de esperar, con el tiempo dejarían de cumplir. Los ejércitos cruzados pasaron a Asia Menor durante el primer semestre de 1097,empezando la "guerra santa", que tras sucesivas batallas acabó con una inesperada conquista de Jerusalén el 15 de julio de 1099.


 LA CONQUISTA DE JERUSALÉN 

El camino para la  conquista de Jerusalén , objetivo religioso de la "guerra santa" ,  era una ruta que evocaba a cada paso los escenarios evangélicos y los fundacionales de la Iglesia católica. Al final del recorrido, si se conseguía llegar a él, esperaba nada menos que el nexo entre la tierra y los cielos, la ciudad santa de tres religiones, para la cristiana, el lugar en el que había acontecido la resurrección del Mesías, base dogmática de su credo.

Pero la mentalidad medieval exaltaba aún más la relevancia de este enclave. Había una Jerusalén terrenal que se consideraba literalmente el centro del mundo. Superpuesta a esta importantísima capital visible se encontraba además la celestial, de murallas empedradas con gemas, plazas donde la arena era oro y custodiada por puertas rutilantes de zafiros. Algunas personas entendían estas descripciones bíblicas como símbolos y las menos letradas como riquezas reales. Todas, sin embargo, confiaban en el poder extraterrenal de la ciudad. Era el acceso por antonomasia a la otra vida, el lugar más sagrado de la Creación. La sola mención de la urbe disparaba la imaginación del hombre de la época hacia nociones tan sublimes que la existencia cotidiana quedaba reducida a una insignificancia.

Tras sucesivas batallas en Tierra Santa, los cruzados liderados por Godofredo de Guillón parten hacia Jerusalén para su conquista.  Un primer asalto directo realizada el 13 de junio sobre las fortificadas defensas de la ciudad  resultó un fracaso, y sin  agua ni comida, tanto los hombres como los animales morían de sed y de inanición. Sin embargo, poco después del primer asalto llegaron un cierto número de naves cristianas al puerto de Jaffa y los cruzados pudieron volver a aprovisionarse durante un tiempo, comenzando a acumular madera traída desde Samaria para construir maquinaria de asedio. Sin embargo pronto volvieron las carencias de agua y de comida para desesperación de los cruzados.


Enfrentados a lo que parecía una tarea imposible, la moral del ejército subió cuando un sacerdote llamado Pedro Desiderio aseguró haber tenido una visión divina en la que el fantasma del  obispo Adhémar le había dicho  que a la vista de lo decaídos que estaban los ánimos entre los combatientes, era preciso que las tropas hicieran penitencia y se liberaran de sus muchos pecados. Por ello, conminó a todo el ejército a que organizaran una procesión en la que todos, sin excepción, debían caminar descalzos alrededor de las murallas de la ciudad y que, una vez concluido el acto de penitencia, atacaran con esfuerzo y valor , y  la ciudad caería en un plazo de nueve días, siguiendo el ejemplo bíblico de Josué en la conquista de  Jericó (6). Las absurda procesión descalza empezó el 8 de julio  con el clero haciendo sonar las trompetas y cantando salmos , para diversión y asombro de los defensores de la ciudad, que para suerte de los procesionarios no aprovecharon los infieles para acabar con los cristianos que rodeaban la ciudad. La procesión terminó en el Monte de los Olivos donde algunos  sacerdotes pronunciaron varios sermones
(6) Las trompetas de Jericó. Josué recibió de Yavé la siguiente orden un tanto extraña: “Escoge siete sacerdotes que paseen, protegidos por soldados, el Arca de la Alianza alrededor del muro durante siete días. Siete hombres harán sonar junto a la comitiva durante el tiempo que dure la vuelta en torno al muro las trompetas hechas de cuerno de carnero. El resto del pueblo permanecerá en silencio. El séptimo día, junto con el sonido de las trompetas, se dejará escuchar el clamor del pueblo que gritará a pleno pulmón”. Así se hizo y al séptimo día los muros de la ciudad se derrumbaron como por arte de magia. Como muchos ya sospechaban, la  procesión descalza resultó un absoluto fracaso.
La situación cambió, gracias a una ayuda inesperada que los combatientes recibieron de tropas genovesas dirigidas por Guillermo Embriaco que se habían dirigido a Tierra Santa en una expedición privada, y que aunque se dirigían en primer lugar a Ascalón, un ejército fatimí de Egipto les obligó a marchar tierra adentro hacia Jerusalén, ciudad que se encontraba en ese momento sitiada por los cruzados. Los genoveses habían desmantelado previamente las naves en las cuales habían navegado hasta Tierra Santa, madera que se utilizó construir nuevas torres de asedio, que utilizadas para asalto de las muralla de la ciudad la noche del 14 de julio ,  permitió a Godofredo de Guillón conquistar finalmente Jerusalén el 15 de julio de 1099.

Una vez conquistado Jerusalén , los victoriosos cruzados cristianos dando muestras de su caridad cristiana (7) se dedicaron durante varios días a la violación y el saqueo, y a una gran matanza de mujeres, niños, heridos,... , musulmanes ( malditos, impíos y totalmente alejados del Único Dios Verdadero) , judíos (asesinos de Jesucristo) y cristianos locales (considerados tan heréticos como los musulmanes) , y no hubo habitante de Jerusalén que se librara del infierno cristiano en el lugar considerado las puertas del cielo. 

Esos hechos dejaron horrorizada a buena parte de la cristiandad, por no hablar del horror y el resentimiento que causó entre musulmanes y judíos, lo cual no impidió que después de la masacre, los líderes de la campaña marcharon en procesión solemne a la iglesia del Santo Sepulcro para agradecer la victoria. Dios lo había querido.

( 7) Caridad cristiana. Es es la virtud sobrenatural por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios.

Continuará...

Fuentes: Historia de las Cruzadas - Steven Runciman- Alianza Editorial /Pedro el Ermitaño y el origen de las Cruzadas -Jean Flori - Editorial Edhasa/La cruzada de los niños- Marcel Schwob- Editorial Reino de Cordelia.

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