Tras la proclama de Urbano II muy pronto surgieron líderes populares, más o menos fanáticos y visionarios, capaces de atraer auténticas masas de campesinos y trabajadores, muchos de los cuales procedían del noreste de Francia y del oeste de Alemania, zonas especialmente castigadas por sequías y hambrunas en los años que precedieron a 1095, con sus pueblos y campos de labor saqueados y arruinados por constantes razzias de barbaros y vikingos, constantes pequeñas guerras civiles, bandoleros, señores feudales que no permitían la tala de bosques, inundaciones, la peste,etc, Además, en abril de 1095 una lluvia de meteoritos presagiaba una gran emigración de una población sin futuro, que acabó de convencer al campesino medieval de que se aproximaba el segundo advenimiento de Jesucristo, y debía prepararse para ese momento, arrepintiéndose de sus pecados y haciendo el bien, algo que la Iglesia católica utilizó para predicar que el pecado podía expiarse dirigiéndose en peregrinación a Jerusalén, reconquistando los lugares santos de la cristiandad y antes de la segunda llegada de Jesucristo, asegurando que como pobres eran los "preferidos de Dios" destinados a facilitar su advenimiento, y con él la la creación de un orden justo que hasta entonces se les había negado y que les mantenía en la más absoluta miseria.. Además, nada tenían que perder, salvo su miserable vida terrenal ya que la gozosa vida celestial estaba ganada y garantizada por Urbano II.
Un celta, llamado Pedro y apodado Pedro el de la Cogulla (1), había ido a venerar el Santo Sepulcro; tras haber sufrido muy malos tratos por parte de los turcos y de los sarracenos que asolaban todo el Asia, con grandes dificultades logró regresar a su país. Como no podía soportar haber fallado en su objetivo, decidió repetir el viaje. Pero comprendió que no debía volver a hacer solo el camino del Santo Sepulcro, pues podían sobrevenirle peores desventuras, y tomó una hábil decisión. Se trataba de predicar en todos los países de los latinos: “Una voz divina me ordena proclamar, ante todos los condes de Francia, que cada uno de ellos debe abandonar su hogar para ir a venerar el Santo Sepulcro, e intentar con todas sus fuerzas y con todo su ardor liberar Jerusalén de la mano de los agarenos”. Lo consiguió, efectivamente. Como si hubiese logrado hacer oír una voz divina en el corazón de cada cual, consiguió reunir a los celtas, que llegaban de todas partes, con armas, caballos y todo el equipamiento militar. Estos hombres tenían tanto impulso y ardor que lograron cubrir todos los caminos; los soldados celtas iban acompañados por una multitud de gente sin armas, más numerosas que los granos de arena y que las estrellas, que llevaban palmas y cruces a la espalda: mujeres y niños que dejaban su país. Viéndoles, se habría podido creer que eran ríos que confluían de todas partes. Preferentemente por Dacia, se dirigían hacia nosotros con todo su ejército.
Anna Comneno, Alexiada, X, 5, 5-6.
Aunque el papa Urbano había planeado la partida de la cruzada para el 15 de agosto de 1096 coincidiendo con la festividad de la Asunción de María , antes de dicha fecha se puso en marcha un ejército desorganizado y sin suministros , "Dios proveería", formado por campesinos y pequeños nobles, bajo la dirección de Pedro el Ermitaño y Gualterio "El Menesteroso", y que sería conocida como la Cruzada Popular/ Cruzada de los Pobres.
Dirigidos por los predicadores, la respuesta de la población superó todas las expectativas, y si bien Urbano había contado con la adhesión a la Cruzada de unos pocos miles de caballeros, se encontró con una verdadera migración de cerca de cuarenta mil cruzados, de los cuales una gran parte eran soldados sin experiencia, mujeres y niños.
Las Cruzada Popular , siguiendo rutas separadas , se puso en marcha por tierra en marzo y principios de abril de 1096 hacia Constantinopla, a la que llegaron cuatro meses después , mientras que la oficial Cruzada de los Caballeros aun continuaba con sus preparativos y no partiría de Europa hasta agosto de 1096.
Por lo visto no conocían aquello que ya se decía en España en el año 711:Vinieron los sarracenos (1) / y nos molieron a palos /que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos.
(1) Sarraceno. Uno de los nombres con los que la cristiandad medieval denominaba genéricamente a los árabes o a los musulmanes.
La Cruzada Popular que inició su marcha entre marzo y abril de 1096, finalizó el 21 de octubre de 1096. Había costado muchos miles de vidas, enseñando a la Cristiandad que la fe, por si sola, sin táctica ni disciplina, no abriría el camino a Jerusalén.
(1) Los tafures sobresalían en los combates por su coraje demencial. De su paso dejaban terribles estelas de ciudades incendiadas y arrasadas, les daba igual que fuesen cristianas o musulmanas; cadáveres quemados o semiquemados diseminados por doquier. Violaban y degollaban a niños y ancianos indefensos. Tenían un riguroso código respecto de la propiedad: eran expulsados de esa temible legión quienes hubiesen perpetrado saqueos y no entregaron su botín al llamado Rey Tafur (el primero de esos singulares monarcas habría sido un caballero normando que renunció a todos sus bienes, cambió su suntuosa vestimenta por harapos y se puso al frente de los miserables). Como carecían de caballos y espadas, luchaban descalzos, armados con palos aguzados, cuchillos, hachas, hoces y segadoras robadas a los campesinos. Infundían terror porque combatían mostrando los dientes, no porque así pudiesen parecerse a feroces animales sino porque esa exhibición dental era una especie de advertencia lanzada al enemigo de que sus cadáveres serían devorados. No por aves carroñeras, sino por ellos mismos. Es que el hambre crónica, llevado al paroxismo por las interminables marchas, los había convertido en caníbales. Los turcos temblaban ante la sola posibilidad de ser comidos por esos infieles, porque entonces, según su creencia, su cuerpo ya no podría reencarnarse en el Paraíso.
Existen relatos medievales escritos por religiosos y militares que participaron de las Cruzadas que describen los horrendos banquetes de los tafures al término de las batallas. Si habían participado de la captura de una ciudad, seleccionaban cuerpos de criaturas y de varones jóvenes. A los pequeños los atravesaban con hierros y los colocaban sobre las hogueras, y los hacían girar como al espiedo. Los trozos tiernos de los jóvenes eran asados en improvisadas parrillas. Padecían tanta hambre que llegaban a comer la carne casi cruda. Curiosamente, no comían cadáveres de mujeres, sea porque fueran unos irreductibles misóginos, sea porque fuesen exigentes gourmets. Los jefes musulmanes protestaron por el canibalismo de esas "bestias salvajes", como llamaban a los tafures; los jefes cruzados les respondieron que no había ejército capaz de reducirlos a la obediencia.
Los cruzados jamás los consideraron aliados. Si coincidían en alguna región durante su avance hacia Jerusalén, se armaban hasta los dientes y formaban en cuadro como si estuviesen dispuestos a combatir contra musulmanes... Sin embargo, cuando Godofredo de Bouillon fue coronado rey de Jerusalén, recibió la corona de manos del Rey Tafur, quien entregó a Godofredo un rama de espinas, como símbolo de la corona de espinas con que Cristo fue ungido rey de la santa ciudad. Algunos tafures robaron lo suficiente para adquirir el rango de caballeros, la mayoría murió en los caminos de regreso a Europa y el resto fue cazado como bestias por musulmanes y cruzados.
De los que habían salido de Colonia, menos de la tercera parte llegó a la ciudad portuaria de Génova a finales de agosto. El hambre, la sed y las penalidades del paso por los Alpes habían causado un auténtico desastre, cientos de cadáveres de niños quedaron desperdigados entre las montañas. También la expedición francesa padeció hambre y sed. Muchos murieron de inanición a los bordes del camino; otros volvieron como pudieron y regresaron famélicos a sus casas. Los pocos que lograron alcanzar Marsella o Génova corrieron enseguida a las playas para vivir el gran milagro de que el mar se abriera delante de ellos. Grande fue la decepción al comprobar que no sucedía tal cosa. Muchos pensaron que habían sido engañados por Esteban y emprendieron el regreso como pudieron, pero otros salían todos los días a la orilla del mar en espera de que se cumpliera el prodigio.
Algo parecido ocurrió a la cruzada alemana encabezada por Nicolás; tampoco en esta ocasión quiso hacer milagros el Señor. No se sabe con certeza, pero muchos murieron por el camino al igual que las otras expediciones. Algunos consiguieron llegar hasta Brindisi, otros, en especial las niñas, se quedaron en Italia por temor a las penalidades del regreso. Muy pocos fueron los que consiguieron volver a las regiones del Rin antes de la primavera siguiente. Los padres de los niños que habían perecido por el camino, después de haber creído en las promesas celestiales, clamaron venganza terrenal; el padre de Nicolás fue preso y ahorcado.
Aparentemente los niños franceses tuvieron más suerte en Marsella. Al cabo de varios días y como el mar insistía en no querer abrirse, dos mercaderes marselleses se declararon dispuestos a transportarlos sin cobrar, para mayor gloria de Dios. Esteban aceptó la oferta, y los dos mercaderes, Hugo el Hierro y Guillermo el Cerdo, fletaron siete barcos y zarparon.
Las cruzadas :Los aventureros de Dios- Johannes Lehmann
LAS CONSECUENCIAS
Si bien las Cruzadas aparentaron tener un objetivo religioso de conquista de Tierra Santa y conseguir una Iglesia cristina ortodoxa bajo el mandato de Roma , que acabaron en rotundos fracasos, había otros muchos intereses iguales o mayores que no se lograron con la "guerra santa" sino finalmente por acuerdos comerciales entre cristianos y musulmanes que beneficiaban a ambos, y que tenían a Palestina como punto estratégico al encontrarse situada entre las rutas entre occidente y oriente , y por las que pasaba gran parte del comercio de todo el mundo hasta entonces conocido. De ahí que al expandirse el imperio Omeya, el emperador cristiano del imperio bizantino pidiera ayuda a Urbano II, que proclamó la Primera Cruzada atendiendo a intereses comerciales y geopolíticos ante el temor que provocaba a Occidente la expansión territorial de los musulmanes.
Las Cruzadas también dieron lugar a importantes cambios en Occidente: religiosos, presentando a los Papas como los jefes supremos del mundo cristiano occidental si bien continuó su separación de la Iglesia cristiana ortodoxa; sociales, aumentando el poder real y reduciendo los privilegios de los señores feudales muchos de los cuales se habían muerto o se quedaron en Oriente, o empobrecidos por la venta de sus tierras para costear sus gastos de la cruzada, aprovechándose los reyes de ello incautándose los feudos vacantes . Asimismo las ciudades y la burguesía resultaron beneficiadas con las ganancias que proporcionaban el aprovisionamiento, el transporte de los ejércitos y el incremento de tráfico con Oriente, gozando los franceses, principales participantes de las cruzadas, de gran influencia en los los países orientales; económicos , introduciéndose en Occidente nuevos cultivos y procedimientos de fabricación tomados de los pueblos musulmanes, y dando mayor impulso al comercio, especialmente marítimo, siendo los más favorecidos los puertos de Génova, Venecia, Amalfi, Marsella y Barcelona; y culturales , mejorando la cultura y ciencia occidental mediante el conocimiento del arte y la ciencia árabe y bizantina.
Fuentes: Historia de las Cruzadas - Steven Runciman- Alianza Editorial // Pedro el Ermitaño y el origen de las Cruzadas -Jean Flori - Editorial Edhasa/La cruzada de los niños- Marcel Schwob- Editorial Reino de Cordelia.
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