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3 de noviembre de 2020

EL LLANTO EN EL RITO FUNERARIO

EL RITO FUNERARIO

Los rituales funerarios son  ceremonias comunitarias relacionadas con  la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella,  que se manifiestan mediante el uso de símbolos de acuerdo con las creencias tradicionales sobre la muerte y el enterramiento  vinculados al estatus social del fallecido y a las creencias religiosas de la comunidad a la que se pertenece. Asimismo  el rito funerarios sirve como  manifestación de la solidaridad del grupo convirtiendo el  acontecimiento natural de la muerte un rito social 

Los ritos funerarios no solo tiene que ver con la preparación y despedida del cadáver, sino también con el alivio sentimental de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos . Constituyen actividades humanas que se ponen en práctica a fin de expresar, a través de ellos, la complejidad de símbolos existentes en torno a la concepción sobre la vida y la muerte, e involucran en consecuencia tanto al difunto como a sus deudos. 

En el caso de los familiares del fallecido, la celebración de ritos fúnebres les permitirán exteriorizar su pesar de forma pública, aceptar la realidad  , recordando y honrando al perecido, y  para el muerto los rituales serán  las vías para alcanzar su descanso y su renacimiento, aunque los elaborados ceremoniales relativos al fenómeno de la muerte tengan un evidente sentido de manipulación del más allá, aceptando  la creencia de que el estricto cumplimiento de lo prescrito en los ritos funerarios influirá de manera determinante en el destino de las almas, y que además de  cumplir con la tradición facilitarán  el ascenso de las almas hacia la inmortalidad .


EL LLANTO Y LAS  PLAÑIDERAS

Uno de los elementos que intervienen en el rito funerario son las lágrimas emocionales, que se producen a consecuencia de un amplio espectro de emociones: tristeza, felicidad, dolor físico, sorpresa…, y que al parecer es el instrumento de comunicación no verbal más poderoso que existe. Cuando se trata situaciones de tristeza o dolor físico los humanos estamos programados evolutivamente para sentir compasión cuando alguien llora, pues nuestro instinto paternal lo relaciona con que ese alguien necesita ayuda. Por ello, llorar al estar triste es una estrategia inconsciente que tenemos para pedir a los demás que nos ayuden y buscar consuelo, pues nuestros genes “saben” que llorar es la vía más rápida para conseguir apoyo emocional y salir cuanto antes de esa mala situación. 

No todas las lágrimas tienen la misma composición, siendo las emocionales de tristeza y dolor las que tienen  una alta concentración de hormonas relacionadas con el estrés, por lo que llorar podría ser literalmente una manera de “expulsar” el estrés del cuerpo.

No obstante, y a lo largo de la historia, los llantos de los rituales funerarios no siempre son  lágrimas emocionales de aquellos que sienten auténtico dolor y tristeza por el fallecido,  sino lágrimas "alquiladas" por los familares, contratando a profesionales del llanto y la dramatización de emociones  y que reciben una compensación económica o en especie por su trabajo

Así, desde la más remota antigüedad , para dejar constancia pública del dolor de los familiares y su elogio del muerto , eran utilizadas las plañideras (1) ,mujeres pagadas que exteriorizaban  dichos sentimientos a nombre propio o de los familiares, al mismo tiempo que  representaban el status social del difunto objeto de sus dramatizaciones, ya que el número de plañideras era proporcional al poder económico del fallecido. Se caracterizaban por  llorar, gritar, sollozar, interceder gemir, cantar, rezar y actuar con aspavientos ante el recuerdo de los dolientes ante el féretro de un cadáver o ante símbolos de la muerte como los altares o tumbas de los difuntos.  Tampoco faltaban las que cantaban cantos fúnebres o elegías y también las que loaban y hacían panegíricos de los difuntos a los que, en ocasiones, simulaban conocer en una teatralización de la vieja costumbre de hablar bien del finado porque, según creencia ancestral, podían volver para importunar a los vivos. De ahí el dicho popular de: “Dios te libre del día de las alabanzas”.

(1)Plañir deriva del latín "plangere" que significa herirse, golpearse en el pecho o gemir y llorar en señal de duelo.


En Egipto, las plañideras, profesión que se transmitía de madres a hijas, siempre en grupos, eran las primeras en llegar a la casa del difunto y en ocasiones afeaban su rostro embadurnándose con barro del Nilo y vistiendo andrajos. Luego se preparaban para el cortejo fúnebre donde su labor no era meramente exteriorizar el dolor de la familia, sino que formaba parte de un complejo ritual que se componía del rezo de los sacerdotes, cánticos y danzas con el objeto de llamar la atención de los dioses y preparar al difunto para el último viaje. 

Las plañideras se purificaban con natrón, un carbonato sódico que se utiliza en la elaboración de jabones y de tintes, y se perfumaban con incienso. Vestían túnicas blancas o de un gris azulado, desfilaban descalzas, con los pechos descubiertos y tocadas con pelucas rizadas de las que se arrancaban los cabellos. Los lamentos y gritos, las letanías y los golpes en el pecho, se alternaban con ese movimiento de manos , que con las palmas hacia arriba significaban lamento mientras vueltas hacia el suelo eran un ruego por el alma del finado. 

Lacrimatorio

En la Grecia y la Roma clásicas, no enterrar a sus muertos suponía condenarlos a vagar eternamente. Pero en los ritos no sólo se buscaba el descanso de los fallecidos, sino también el de sus deudos que exteriorizaban su dolor y al mismo tiempo su poderío económico, y así, a mayor  número de plañideras en el funeral , mayor era la riqueza del muerto. Entre las plañideras romanas  destacaba la figura de la praefica, la principal de cada comitiva y que presidía a todo el grupo de plañideras marcando el tono de tristeza que se debía manifestar en todo momento. Tapadas con un velo ,llevaban un vaso conocido como lacrimatorio en el que recogían las lágrimas que derramaban para después colocarlo dentro de una urna junto con las cenizas del difunto.


El Antiguo Testamento también nos habla de las plañideras :Llamad a las plañideras/ que vengan!/ ¡Mandad por las más expertas /que vengan!/ ¡Que lleguen pronto y entonen/ una lamentación por nosotros! Jeremías 9, 16-18, Antiguo Testamento)

No obstante, aunque el uso  de las plañideras pagadas o alquiladas estaba muy extendido entre los antiguos cristianos, los padres de la iglesia primitiva condenaban esta práctica por ser en su mayoría ejercida por mujeres paganas que con sus llantos mercenarios, acrecentaban el dolor y el luto que no se correspondía con la esperanza de la vida eterna y la creencia en la resurrección.


Aunque con muestras de dolor mediante llantos y gritos menos estridentes, a lo  lo largo de la Edad Media en Europa tanto en el mundo cristiano como musulmán existieron plañideras  que acudían a los velatorios y funerales.  En ambas religiones se llegó a la prohibición de de la plañideras en mayor o menor grado , siendo pionero en esta reprobación el mundo musulmán, que a pesar de autorizar a la plañidera, les prohibía algunos derechos, como por ejemplo declarar en un juicio. 

Autoridades civiles y eclesiásticas en diferentes épocas, intentaron terminar con este ritual que consideraban irreverente. Ya en el siglo XIV se hicieron leyes para erradicar el uso de las plañideras .En las iglesias se conservan autos donde los Obispos daban poderes a los curas de las parroquias para que prohibiesen la acción de las plañideras dentro de los templos ya que entorpecían con sus llantos los oficios y, en ocasiones, llegaban a tirarse encima de los féretros con gran alboroto. En uno de estos autos fechado en 1732 se dice: “Que las personas que asisten con clamores a los entierros, el cura las multe a su arbitrio implorando el auxilio de la justicia secular.

En el mundo cristiano no llega la prohibición hasta el siglo XVIII y es a través de la Iglesia, ya que consideraba que la mujer debía tener un comportamiento recatado y solemne, todo lo contrario de lo que hacían las plañideras, llegándose incluso , en el ámbito católico, a amenazar con la excomunión a estas mujeres poniéndolas a la misma altura de las prostitutas.

A  lo largo del siglo XIX , las plañideras van perdiendo su presencia hasta casi desaparecer, pero  siguieron existiendo en pueblos rurales de toda España, en los que   tenían mucha tradición en sus   ritos funerarios de España y buena muestra de ello es que su nombre forma parte del lenguaje popular, siendo conocidas  con nombres diferentes, choronas en Galicia, , erostariak en Vizcaya , aldiagileak en Guipúzcoa , nigareguileak en la Baja Navarra , ploraneres, ploramorts o ploracossos (estos últimos curiosamente eran hombres)en Cataluña,...
En Cataluña, en las ceremonias fúnebres de las clases acomodadas, era costumbre alquilar ploraneres que, pagadas con un real, a veces tenían que recorrer grandes distancias para ejercer su oficio. Los cortejos funerarios se componían de varias mujeres con cuévanos portando obleas y niños con antorchas o faroles. Era costumbre terminar con el llamado banquete de exequias. El folclorista Joan Amades nos refiere la existencia de un personaje curioso que antiguamente tenía un importante papel en los entierros en la comarca del Vallès (Barcelona). Se trataba del ofertaire (ofertante) que se escogía entre el vecino más próximo al difunto sin importar que incluso estuvieran enemistados. El personaje, ataviado con capa y sombrero de copa, abría el cortejo portando un cesto con pan y vino cuya cantidad dependía de la importancia del entierro. El ofertante se sentaba apartado de los demás en la iglesia y hacía su ofrenda al cura, ofrenda que acompañaba de unas limosnas que corrían a cargo de la familia del difunto. Luego era el encargado de despedir a los presentes en nombre de los deudos.

 

CONCURSO NACIONAL DE PLAÑIDERAS

Aunque el oficio de las plañideras se ha ido perdiendo con el paso de los años,  en Querétaro ( México) se busca mantener la tradición y las costumbres de aquellas comunidades en que las plañideras son un elemento importante de los rituales y ceremonias mortuorias, y para ello se convoca  desde el 2005 , un Concurso Nacional de Plañideras, para participantes mayores de 18 años, en el que un jurado se encarga de evaluar los dotes para llorar; la creatividad; el vestuario; la veracidad del llanto; la actuación e interpretación del llanto y la expresión corporal, recibiendo las ganadoras los correspondientes premios en metálico.

  ENTREVISTA A TRES PLAÑIDERAS MEXICANAS

Laura Leticia
No es fácil meterse en el papel de la ‘llorona’. Laura Leticia, una plañidera de San Juan del Río, cuenta que para provocarse el llanto, prefiere el Vicks Vaporub; la desventaja es que te ciega por un momento. La cebolla, dice, es un truco muy agresivo, oloroso.
Laura Leticia está vestida de negro, con un chal que le cubre el cráneo y cara de congoja.
“Creo que todas, en el momento de llorar, traemos algo a nuestra vida que nos ha causado dolor. Y es cuando fluyen las lágrimas”, dice con conmiseración en cada gesto. “Plañir es llorar algo que no te pertenece”.
Ha participado tres veces el Concurso Nacional de Plañideras. Nunca ha ganado. Este año no piensa usar trucos. No los necesita: su madre falleció hace poco.

Durante la competencia, las plañideras se plantan sobre un escenario frente a un féretro vacío y comienzan a llorar, a maldecir, agradecer e incluso hacer bromas sobre el difunto del medio artístico o político que el jurado les asigne. Laura Leticia, por ejemplo, ha ‘llorado’ a Juan Gabriel, Pedro Infante y a El Chavo del Ocho. La plañidera no sólo es elegida por su llanto, sino también por su capacidad de hacer reír al público.
Laura dice que en los tres años que ha participado, ha visto los mismos rostros familiares de las otras concursantes. Aunque hay mucha publicidad, es poca la gente que se anima a participar en este homenaje al oficio moribundo de plañir.

Ella lo hace como un pasatiempo: “No tengo ningún beneficio, más que hacer lo que más me gusta”, dice la mujer de 52 años de edad. En realidad, es técnica profesional en informática.

Algunas personas se burlan de lo que hace Laura Leticia. Otros se asombran. Cada vez son más quienes la reconocen en las calles o plazas. Cuenta con su propia porra para el Concurso Nacional de Plañideras: un grupo de amigas incondicionales. Su familia la cuestiona más. Laura Leticia espera contar con su apoyo, pero si no, ni modo. Allá, al concurso, va mucha gente.

Ofelia
“Lloro porque me desahogo, y saco todos los sentimientos encontrados que tengo”, dice Ofelia sobre su gusto por plañir, afuera del Museo de la muerte, en San Juan del Río. Ha participado en cada edición del Concurso Nacional de Plañideras. Fue la primera campeona, hace 12 años.

Hay hermosos surcos en la piel morena de Ofelia. Parece escapada de un cuento de Rulfo, un ser atemporal. Ofelia ha ganado el primer lugar del concurso en cuatro ocasiones; dos veces el segundo; y sólo una el tercero.

 

A pesar de esto, Ofelia dice que no sabe llorar en los funerales de sus familiares. Confiesa que tampoco le gusta ir al panteón. Ahí no hay vida. Le parece que la vida es para disfrutar.
"El oficio de las plañideras, desgraciadamente desapareció porque hay diferentes culturas ahora”, dice. “Ojalá que la gente todavía se dedicara a eso".

Aunque Ofelia nunca ha llorado en un funeral ajeno, dice que no le molestaría cobrar por hacerlo.

Isidra
La única vez que Isidra participó en el Concurso Nacional de Plañideras, en 2018, ganó el primer lugar. Decidió participar por la curiosidad de probarse. Isidra es artista; escribe poemas y le gusta cantar.

Su actuación con la que ganó el concurso fue en honor a José Alfredo Jiménez. Actuó como si fuera una borracha de banqueta, como una indigente que entonaba una letra que dice: “Tengo dinero en el mundo, dinero maldito que nada vale.”

Isidra dice que el oficio de las plañideras es un arte, “porque tienes que aprender a llorar. Tienes que aprender a hacer reír a la gente. Tienes que aprender a subirte a un escenario. Tienes que realizar tu atuendo. Dónde lo vas a conseguir. Tienes que gastar tu dinero en las velas, en las flores. Algo tienes que hacer y llevar”.

En las ciudades, ha visto funerales en los que solo está el deudo. En los pueblos, en cambio, la gente se perdona todo con la muerte, reflexiona Isidra.

"Nunca se van a terminar las plañideras, porque muchos le exageramos a la lloradera en los entierros. Aquí en San Juan del Río, tampoco creo que vayan a desaparecer, porque son muy tradicionalistas”, dice.

“El llanto es un sentimiento que aflora. Que no puedes a veces gritarlo. A veces las lágrimas las lloramos, a veces nos las ahogamos”, concluye.

VÍDEO: Concurso de plañideras

EL NEGOCIO DE LAS PLAÑIDERAS

Si bien la muerte propia suele ser una tragedia ,la ajena un negocio rentable, y por ellos han surgido empresas que ponen a disposición de los familiares del finado un grupo de plañideras para que hagan bulto y, sobre todo, para que lloren amargamente la ausencia de un pobre mortal a quien nunca han visto en vida. Las plañideras son mujeres –y también hombres– con grandes dotes para la interpretación. Parten, eso sí, con la ventaja de representar siempre el mismo papel: llorar sin consuelo y sin verdaderos sentimientos. Bien mirado, esta actuación histriónica la podrían hacer los amigos del muerto, pero a estos se les presupone falta de pasión, talento o ganas. Y si se quieren hacer bien las cosas, ya se sabe, es mejor contar con un profesional a sueldo que con un amateur desmotivado.

La Buena Muerte quiere ofrecerles un servicio de plañideras, un oficio tradicional en vías de extinción que tiene sus raíces en civilizaciones antiguas tales como la egipcia y la griega y que durante mucho tiempo tuvo gran representación en nuestro país.

Les proponemos un servicio adaptado a sus necesidades, lloramos con usted para usted y por lo que usted quiera.

Este tipo de ceremonias se basan en la necesidad de consuelo de los que sufren la perdida, en los rituales como parte del proceso de duelo.

Como no solo tras la muerte de un familiar puede uno necesitar el tipo de consuelo que una plañidera ofrece, nosotros estamos dispuestos a llorar por lo que usted quiera, su perro al que usted consideraba como de la familia, aquella pareja que desapareció dejando su vida hecha trizas, el día en que su inocencia murió o cuando tuvo que enterrar sus ideales

Nosotros podemos estar allí para usted expresando su dolor ayudándole a presentar su pena y sus respetos, ayudándole a despedirse de la manera más adecuada.

Servicios
Ofrecemos servicios de plañidora, en su más amplia acepción, usted podrá escoger y personalizar totalmente su rito, imitando algún rito antiguo de su interés o creando uno propio.

Nos ofrecemos para acompañarle o ir en su lugar en a cualquier rito fúnebre laico o religioso, para dar el pésame, recitar panegírico u elegías para cuidar la tumba y presentar respeto en los aniversarios del difunto y el día de todos los santos, para demostraciones publicas de desconsuelo fuera de los cementerios y tanatorios, para llorar a su lado y acompañarle en la preparación de el funeral.

También para eventos de duelo publico.

Nos ofrecemos a plañir ante los mas diversos motivos , para nosotros su pesar es siempre importante independientemente de lo que lo provoque.

Ritos estándar
-Rito moderno: 20 euros la hora, lloros discretos, rezos.
-Rito Medieval:20 euros la hora, igual que el moderno con la particularidad que se va loando al difunto de vez en cuando y los lloros son mas histriónicos.
-Rito Egipcio:40 euros la hora, lamentos estentóreos ,gritos, arañazos, golpes en el pecho, lodo, incluye el vaso lacrimatorio para depositar en la sepultura

En todos los ritos se incluye panegírico, las elegías cuestan un suplemento de 10 euros.
Respecto a la indumentaria puede ser de inspiración egipcia , o vestido negro con peineta o velo negro.

Para otro tipo de ceremonias pregunte, mándenos sus ideas y les contestaremos. Presupuesto sin compromiso.

Fuentes: La Historia de la Muerte: Creencias y Rituales Funerarios (Secretos al Descubierto) -Diego Blasco Cruces-Editorial Libsa /Ritos de paso: Ritos funerarios (La búsqueda de la vida eterna) - Delci Torres / https://www.vice.com 

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