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16 de mayo de 2021

FALACIAS Y MENTIRAS II

Falacia: Argumento falso pero aparentemente verdadero para inducir a error o engaño
Mentira :Expresión o manifestación contraria a la que se sabe, se cree o se piensa / Cosa que no es verdad.

El Turco ( 1700 )

Wolfgang von Kempelen se presentó en 1770 en el palacio de Schönbrunn ante María Teresa I de Austria empujando una gigantesca máquina cuyas virtudes prometían superar al resto de diversiones que animaban las tardes de la corte. La máquina era conocida como El Turco y estaba compuesta por una estructura en forma de mesa sobre la cual reposaba un tablero de ajedrez junto a un autómata ataviado con turbante y ropas otomanas. Von Kempelen presentó aquel robot del siglo XVIII como una máquina compleja capaz de derrotar jugando al ajedrez a los seres humanos más duchos. Y para no levantar sospechas de fraude también mostró al público, gracias a una serie de portezuelas instaladas en la propia estructura, que el interior del dispositivo estaba exclusivamente compuesto por engranajes.

El Turco resultó ser un artefacto tan avanzado como para mover sus piezas utilizando su propio brazo de autómata, e incluso ser capaz de corregir el movimiento enemigo (negando con la cabeza y recolocando la ficha) cuando su oponente hacía algo ilegal. El conde Ludwig von Cobenzl fue el primero en enfrentarse al invento de Von Kempelen y salir derrotado, pero no sería el único: durante los años posteriores, la fama de aquel Turco lo llevó a realizar giras alrededor del mundo durante más de ochenta años, a cambiar de dueño varias veces, y a derrotar a gente tan ilustre como Benjamin Franklin o Napoleón Bonaparte.



La trampa del Turco, aquella que el doctor Silas Mitchell etiquetó como «el secreto mejor guardado de la historia», era que era una máquina sofisticada que escondía en su interior a un ajedrecista profesional de muy pequeña estatura que observaba las jugadas y controlaba el brazo del robot mediante palancas y mecanismos complejos que permitían al operador seguir el juego sin ver el tablero exterior y hacer que el Turco fuera capaz de coger y mover las piezas. Todo aquel engaño funcionaba porque el diseño de la máquina permitía al ocupante oculto moverse, escurrirse y agazaparse por su interior cuando el dueño del aparato mostraba sus engranajes al público durante la presentación inicial.

Embarazo con bala (1874)

El 17 de noviembre de 1874, la revista norteamericana American Medical Weekly dio a conocer un extraordinario e increíble caso de inseminación involuntaria presentado por el doctor T. G. Capers. Según el testimonio de este doctor, durante la batalla de Raymond, situada junto al río Mississippi el 12 de mayo de 1863, un soldado, amigo personal del doctor Capers, fue herido por una bala que le atravesó el escroto, llevándosele el testículo izquierdo. Al parecer, la misma bala penetró en el abdomen de una muchacha de 17 años que estaba casualmente en el mismo paraje. 

Doscientos setenta y ocho días después, la muchacha dio a luz a un niño de casi cuatro kilos de peso, sin que en ese desenlace interviniese, según testimonio de la joven, más que la providencia ya que nunca había tenido relaciones con varón. Lo que vino a corroborar la versión inocente que daba la muchacha fue que, tres semanas después, el mismo doctor Capers operaba al bebé, extrayéndole un cuerpo extraño, que resultó ser una bala idéntica a las que había utilizado el enemigo en la batalla ocurrida en el lugar nueve meses antes. 

El broche final de esta increíble pero al parecer verídica historia, fue que el escéptico soldado visitó a la madre de su supuesto hijo accidental y entre ambos surgió algo más que una afinidad, que pronto acabó en matrimonio. La pareja tendría después otros tres hijos, concebidos, eso sí, de una manera más voluntaria.

Wilhelm von Osten y Hans

Hans el listo ( 1900 )

Cuando el siglo XX estaba a punto de arrancar, el profesor de matemáticas alemán Wilhelm von Osten se empeñó en demostrar que los animales eran capaces de dominar las ciencias numéricas y dedicó sus esfuerzos en tratar de encontrar alguna especie que le ayudase a confirmarlo. Tras fracasar intentando instruir a un gato y a un oso, von Osten encontró un alumno digno en la piel de un equino, llamado Hans, que parecía ser capaz de sumar, restar, multiplicar e incluso leer textos en alemán.

Hans el listo no tardó demasiado en convertirse en una estrella y protagonizar giras junto a su amo y maestro, eventos donde fascinaba a las masas con sus cálculos. En aquellos shows von Osten efectuaba diferentes preguntas matemáticas a Hans o se las mostraba escritas en alemán, que Hans contestaba golpeando el número correcto de veces con los cascos en el suelo. El caballo se hizo tremendamente popular, y aquellos expertos que se acercaron para examinarlo no descubrieron nada sospechoso en el animal que hiciese dudar de la veracidad de su cerebro calculadora. Hasta que llegó Oskar Pfungst y descubrió que todo el asunto era un engaño tan sutil como para que ni siquiera el propio von Osten fuese consciente de que también estaba siendo estafado por el equino. Hans en realidad no tenía ni idea de números, pero había aprendido a reaccionar al lenguaje corporal de su maestro: tras cada pregunta se arrancaba a golpear el suelo y solo se detenía cuando los pequeños detalles en los movimientos de von Osten producidos por la tensión o nerviosismo le indicaban que era el momento, de ese modo la mayoría de las veces frenaba por completo el repiqueteo cuando se encontraba en el número correcto. Pfungst descubrió que Hans el listo era extraordinariamente hábil para leer aquellos gestos casi imperceptibles sin que von Osten que seguía convencido de que el animal era capaz de leer y realizar cuentas, fuese consciente de proporcionarle las pistas. Ostan fue cómplice de un engaño sin saberlo, y desde entonces se denomina «fenómeno de Hans el listo» a la «acción de proporcionar pistas de manera inconsciente e involuntaria».


La legendaria foto fraude de Marmaduke Wetherell publicada en el Daily Mail el 21 de abril de 1934.
El monstruo del lago Ness ( 1930 )

En los años treinta, y tras la construcción de una carretera bordeando el lago Ness, se produjeron supuestos avistamientos de un monstruo en las aguas del lago. En 1933, George Spicer y su mujer aseguraron que su vehículo fue adelantado por una bestia de ocho metros de largo y cuello espléndido que se zambulló en el lago. Meses más tarde, Hugh Gray se presentó con una supuesta fotografía del monstruo que parecía al mismo tiempo un perro con un palo en la boca y un cisne sumergiendo la cabeza en el agua, aunque los expertos decían que lo más probable es que se tratase de una nutria gorda. Nessie, según Hugh Gray, y un perro o un cisne para el resto del mundo. 

A principios de 1934 otro caballero llamado Arthur Grant aseguró que mientras paseaba en moto casi se había estrellado contra el ser legendario, y acompañó el testimonio de un dibujo del animal realizado de memoria. Pero el verdadero lío llegaría durante el abril de aquel mismo año, cuando el periódico Daily Mail publicó la que parecía ser la primer instantánea real de Nessie, el monstruo del lago Ness. Una imagen borrosa que había sido suministrada al diario por un ginecólogo londinense llamado Robert Kenneth Wilson, que inicialmente optó por mantenerse en el anonimato. Desde entonces aquella imagen ha sido utilizada como prueba irrefutable de que Nessie existe y chapotea por el lago.

Hasta que en 1994 se descubrió que la foto fue una artimaña perpetrada por Marmaduke Wetherell y lo que la cámara había captado no era una criatura legendaria sino un submarino de juguete al que se le había pegado la cabeza de un dinosaurio de plástico. Ocurría que todo aquello formaba parte de un hoax que Wetherell planeó a modo de venganza contra el Daily Mail después de que en el periódico se rieran de él por haberse tragado que unas huellas en los alrededores del lago Ness pertenecían a Nessie (huellas que en realidad, y para vergüenza del hombre tras enviar fotos de las pisadas al Museo de Historia Natural, habían sido realizadas por algún gracioso utilizando un paragüero con forma de pezuña de hipopótamo). A la hora de cocinar su revancha fotográfica, Wetherell contó con la colaboración de su propio hijo (Ian Wetherell) para hacer las fotos, su sobrino (Chris Spurling) para construir el modelo de Nessie y la complicidad del doctor Wilson, para presentar como propias una par de fotografías junto a una historieta creíble sobre su avistamiento. De todos modos, que la foto más famosa del animal sea un fake a modo de vendetta personal no ha logrado extinguir la leyenda.


El pulpo y la embarazada ( 1940)

Durante los años cuarenta, en el periódico Boston Evening Traveller se publicó una noticia extravagante, embarazosa y viscosa con ramalazos de terror lovecraftiano. Un artículo que narraba el trágico destino de una chica de bien que una buena mañana amaneció embarazada sin haber conocido previamente varón. Tras incómodas explicaciones y un examen médico vía rayos X se descubrió algo aterrador: durante uno de sus chapuzones playeros, aquella chica había ingerido accidentalmente un huevo microscópico de pulpo, un embrión que había eclosionado en el interior de su estómago y crecido hasta convertirse en un pulpo  que se extendía invadiendo el interior del cuerpo de la chiquilla.

Ningún ser inteligente se hubiese creído aquella noticia por mucho que estuviese impresa en un periódico, pero el raciocinio humano es especialmente hábil en lo de regatear la lógica y varios miles de personas se tragaron lo que la chica hospedaba en su interior por culpa de haber nadado un rato con la boca abierta. 

En realidad aquella historia era una leyenda urbana que llevaba años circulando entre los crédulos. Una con diferentes versiones que modificaban tanto el origen de la protagonista (en ocasiones era una mujer londinense, pero en otras era californiana o iraní) como la naturaleza de la criatura (a veces era un pulpo, pero otras se hablaba de una rana, una serpiente o un lagarto). Lo curioso del asunto es que, pese a que la noticia había sido desmentida varias veces, a la gente no le costaba demasiado creérsela.

VÍDEO: Recolección de espagueti

El árbol de los espagueti ( 1950)

El uno de abril (, una jornada equivalente a nuestro Día de los Inocentes) de 1957, el programa Panorama de la BBC emitió un segmento informativo de tres minutos de duración donde se mostraba a una familia del sur de Suiza enfrascada en la tarea habitual del aquella época del año: recolectar pasta que brotaba de las ramas de uno de los típicos árboles de espaguetis.

La reputación seria y formal de la BBC, unido al hecho de que en los cincuenta ningún inglés parecía tener muy claro de dónde venían los espaguetis, favoreció que la evidente broma fuese creída por gran número de espectadores ingenuos. Tras la emisión, la cadena comenzó a recibir llamadas de gente preguntando dónde se podía adquirir, o cómo se podía cultivar, uno de aquellos árboles de espaguetis.


El hombrecillo de Rosweel ( 1990)

A mediados de los noventa los responsables de Fox Television emitieron en exclusiva un misterioso vídeo descubierto por el productor musical Ray Santilli y titulado Alien Autopsy. Una pieza que daba exactamente lo que prometía: diecisiete minutos de científicos sospechosos hurgando entre las tripas de lo que parecía ser un extraterrestre en modo muñeco. El propio Santilli aseguraba que aquella cinta había sido rescatada del interior de un platillo volante que se estrelló en Rosweell allá por 1947, y que dicho documento había llegado hasta sus manos gracias a un militar que prefería no dar su nombre por si acaso recibía represalias desde la ultrasecreta Área 51.

En Fox programaron aquella charcutería marciana como parte de un programa especial llamado Alien Autopsy: (Fact or Fiction ?) en el que también se ofrecían entrevistas a ufólogos expertos como Kevin D. Randle, profesionales del cine y los FX como Allen Daviau y Stan Winston o forenses como Cyril Wecht y Chris Milroy. El programa fue un éxito y en la Fox aprovecharon su popularidad para reemitirlo en dos ocasiones más (obteniendo siempre buenos datos de audiencia), se convirtió en uno de los temas más comentados en los corrillos conspiranoicos, arrasó en los videoclubs y se vendió a más de una treintena de países.

Una década después, el propio Santilli y el productor Gary Shoefield confesaron que lo del extraterrestre en realidad había sido un montaje y que en realidad Alien Autopsy era una reconstrucción de la cinta de una autopsia alienígena real que él tuvo el placer de presenciar durante 1992 en una reunión secreta. Como excusa el hombre alegó que cuando fue capaz de reunir el dinero necesario para comprar el metraje original descubrió que la cinta había sido almacenada en tan malas condiciones condiciones que la mayor parte del celuloide resultaba inutilizable. Se trataba pues de reconstruir en la ficción aquello que supuestamente había visto en la cinta original.

Para lograrlo fichó a John Humphreys ( que había colaborado en los FX de Max Headroom o Doctor Who) que le esculpió alienígenas creíbles. Muñecos rellenos de sesos de oveja bañados en mermelada de frambuesa, nudillos de animales comprados al peso en carnicerías y entrañas de pollo. «Tal y como yo lo veo, esto no es diferente a realizar un trabajo de restauración sobre una obra de arte como la Mona Lisa» justificaría Santilli sin que nadie le hiciera mucho caso.

La ficción de la propia cadena sí que se permitió hacer mofa del asunto en 1996: el episodio de Expediente X titulado «El espacio exterior de Jose Chung» en el que se convierte a Dana Scully en protagonista de un bochornoso documental titulado Dead Alien! Truth or Humbug? donde se realizaba una autopsia a un falso marciano.

Gatitos embotellados ( 2000 )

En el año 2000 internet aún era un terreno extraño para gran parte de la población y los que se atrevían a asomarse a sus ventanas la mayoría de las veces volvían al mundo real con cara de estupefacción. En aquel páramo virtual degenerado y sin normas solo parecían coexistir dos cosas verdaderamente puras: el porno y los gatitos. El ser humano, retorcido por naturaleza, fue capaz de retorcer una de ellas. Hasta meterla en un tarro de cristal.

En octubre de aquel 2000 una perturbadora web afincada en el dominio BonsaiKitten.com se volvió absurdamente viral. Su creador, un tal doctor Michael Wong Chang, tenía el lugar empapelado con fotos de gatitos embotellados en tarros de cristal y aseguraba que la práctica de envasar mininos al vacío era un «arte perdido» hermanado con el cuidado de los clásicos bonsáis de jardinería. Según Chang, siguiendo una serie de instrucciones precisas era posible lograr que los gatos crecieran en el interior de aquellos tarros rectilíneos, moldeando sus huesos dentro del envase y obteniendo el aspecto de felinos de tamaño reducido, de pequeños gatitos bonsai.

La web provocó una tremenda alarma social, miles de peticiones online para tirar abajo el dominio y demandas de asociaciones en defensa de los animales que solicitaban encarcelar al doctor Chang. En un momento dado se pusieron en marcha varias investigaciones oficiales, incluida una organizada por el mismísimo FBI, para descubrir si realmente había un loco embotellando gatitos. Pero las pesquisas demostraron que ningún gato había sido maltratado realmente bajo el techo virtual de BonsaiKitten.com, porque todo resultó ser una inmensa broma. Fue ideada por un estudiante del Instituto Tecnológico de Massachusetts que, inspirado por los famosos melones rectangulares cultivados dentro de tarros, se inventó el personaje del doctor Chang para crear una sátira sobre la percepción actual de la naturaleza como un bien de consumo.

La operación Luna ( 2002)

En abril de 2002 el reputado cineasta francés William Karel, un hombre con más de una treintena de documentales en su filmografía, presentó en la cadena Arte una película de investigación titulada Opération Lune (Operación luna en España y Dark Side of the Moon en tierras norteamericanas). Una cinta que a través de datos, metraje y varias entrevistas a gente como Buzz Aldrin, Christiane Kubrick (viuda de Stanley Kubrick), Henry Kissinger o Donald Rumsfeld, se atrevía a confirmar que las imágenes emitidas del aterrizaje en la luna, realizado por el Apolo 11 en julio de 1969, habían sido un montaje ideado por la CIA y dirigido por el prestigioso Stanley Kubrick que acababa de rodar la flamante 2001: Una odisea del espacio. Una farsa que Richard Nixon decidió encubrir ordenando (cuando estaba borracho por lo visto) asesinar a gran parte de los implicados en la mentira.

El documental resultaba de lo más interesante, pero Karel no había sido el primero en sospechar de la veracidad de aquel aterrizaje en la luna. A mediados de los setenta un tipo llamado Bill Kaysing se consagró como el padre de todas las conspiraciones sobre alunizajes al publicar un libro titulado We Never Went to the Moon: America’s Thirty Billion Dollar Swindle.

Lo que sí que había hecho Karel era reírse de todos aquellos pistoleros solitarios conspiranoicos de marca blanca, porque su Opération Lune era en realidad un documental disparatado. El director había engañado a gente como Vernon Walters, Christiane Kubrick y su hermano Jan Harlan o Buzz Aldrin entrevistándolos con excusa vagas (y no relacionadas con el asunto del fraude lunar) para poder editar en la sala de montaje sus declaraciones y amoldarlas a su película. Karel también había remezclado y falseado metraje existente de Richard Nixon, Lawrence Eagleburger, Richard Helms(director de la CIA) o Alexander Haig.

Pero a pesar de lo delirante que resultaba todo, y de que la propia Opération Lune lanzaba pistas muy evidentes al espectador (algunos supuestos testigos entrevistados tienen nombres de personajes de película y durante los créditos asoman las tomas falsas) un buen montón de chiflados se creyeron que la película iba en serio y acabaron colocando en YouTube pequeños extractos del film al considerarlos pruebas irrefutables de sus teorías. William Karel confirmó que se sorprendió cuando comenzó a recibir emails de gente felicitándole por «poner en evidencia el hoax sobre la luna».

Fuentes: Errores, falacias y mentiras - Peter Villanueva Hering- Editorial Círculo de Lectores /Mentiras históricas comúnmente creídas- José Luis Vila San Juan -Editorial Planeta /El libro de los hechos insólitos - Gregorio Doval -Ediciosnes del Prado /https://www.jotdown.es

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