Los cuentos populares estimulan la fantasía del niño y cumplen una función terapéutica; primero, porque reflejan sus experiencias, pensamientos y sentimientos; y, segundo, porque le ayudan a superar sus ataduras emocionales por medio de un lenguaje simbólico, haciendo hincapié en todas las etapas -periodos o fases- por las que atraviesa a lo largo de su infancia.
Cuando el niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de sus dificultades, en virtud de que el tema de los cuentos le permiten trabajar con los conflictos de su fuero interno.
En el campo de la literatura infantil no existe otra cosa más enriquecedora que los viejos cuentos populares, no sólo por su forma literaria y su belleza estética, sino también porque son comprensibles para el niño, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir, y, que a través de los siglos, al ser repetidos una y otra vez, han perdido su crueldad original con enseñanza final y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos. Existe maldad y violencia pero nunca dejan de ser castigadas. El malo es siempre malo y es castigado. El bueno es siempre bueno y es recompensado. No hay personajes ambivalentes, que tanto desconciertan e inquietan al niño.
La moraleja de Caperucita Roja
En sus orígenes el cuento popular tenía como objetivo último el plantear bajo el aspecto de ficción una moral y enseñanzas reales de la época, con la advertencia sobre peligros posibles y premio o castigo según el comportamiento observado, y todos tenían una moraleja .
Un ejemplo de ello es el cuento de Caperucita Roja , que simboliza a un gran número de niños y adolescentes que frecuentaban el bosque. Este bosque fue un hermoso lugar para los niños durante muchos años, lamentablemente pronto perdió parte de su magia, cuando varios niños aparecieron muertos y violados dentro del bosque, pensándose que había sido solo un grupo de jóvenes borrachos que pasaban por la zona, pero si bien durante un tiempo los casos cesaron, nuevamente aparecieron más cuerpos de niños violados y muchos desaparecidos, sospechándose que un violador pedófilo acechaba la zona. Los niños acostumbrados a pasear por el bosque le restaron importancia, pero sus padres, por supuesto no lo hicieron, de modo que encontraron en "Caperucita Roja" el modo de hacer que los niños no fueran al bosque.
Charles Perrault, versionó el cuento original de Caperucita Roja, dándole un final trágico, en el que el Lobo se come a la abuelita y a Caperucita Roja sin que nadie pudiera rescatarlas, y acaba con un"¡Abuelita, qué dientes más grandes tienes! Son para comerte. Y diciendo estas palabras, el malvado del lobo se arrojó sobre Caperucita y se la comió. Fin.", y acaba con la siguiente moraleja:
Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
Y es que en esa época en la que cuando una muchacha perdía su virginidad se decía que “elle avoit vû le loup”, “había visto el lobo”, Perrault utilizó el cuento como advertencia para las señoritas de alta sociedad, advirtiéndoles de que permanezcan castas frente al lobo , ese hombre seductor que roba su mayor valor: su virginidad.” Aún hoy en Diccionario de la Lengua española de la RAE en una de sus acepciones define coloquialmente a lobo como “Hombre sensualmente atractivo”.
Tiempo después el cuento cambia de sentido al presentarse sin la sugestiva moraleja, que desaparece en buena parte de las recopilaciones de cuentos que conocen los lectores modernos, al igual que sucede con algunos personajes y acciones poco ejemplares de los personajes, como sucede por ejemplo en "La bella durmiente del bosque"
En los cuentos populares, como en gran parte de los cuentos de la literatura infantil moderna, existe una dicotomía maniquea entre los personajes, cuyos atributos representan la bondad o la maldad, dependiendo del rol que se les asigna en la trama del cuento. Las fuerzas del bien están simbolizadas por el protagonista central y los personajes secundarios -el príncipe, las hadas, las palomas y los magos-, mientras que las fuerzas tenebrosas del mal están simbolizadas por los personajes -humanos y animales- que representan la insensatez, la astucia y el peligro, como es el caso del lobo feroz, los gnomos malvados, las brujas y los ogros.
Los colores de lo bueno y lo malo
En los cuentos populares la belleza está simbolizada por los colores rojo, blanco y en ocasiones negro ( como ocurre con el cabello de Blancanieves) , aunque a veces representa lo tenebroso, la maldad. De ahí que el cuento de “Blancanieves”, en algunas versiones, comienza con un rey y una reina que viajan por un camino cubierto de nieve, circunstancia en que el rey dice: “Deseo tener una hija blanca como la nieve“, Más adelante, al divisar un hueso lleno de sangre, exclama: “Deseo tener una hija con las mejillas rojas como la sangre“ y cuando ve a tres cuervos, volando a cielo abierto, el rey dice: “Deseo tener una hija con los cabellos color de cuervo”. En otras versiones modernas, el cuento comienza así: Es invierno y la nieve cae como ovillos blancos. La reina está cosiendo junto a la ventana, cuyos marcos están decorados en ébano. De pronto, la reina se pincha en la mano y saca el dedo herido a través de la ventana, dejando caer tres gotas de sangre sobre la nieve. Entonces se dice: “Quiero tener una hija blanca como la nieve, con las mejillas rojas como la sangre y los cabellos negros como el ébano“. No obstante la bruja viste de negro.
Los simbolismos
Tras la aparente inocencia de los
populares cuentos de hadas se oculta una
simbología que trasciende la mera
linealidad de la narración. Casi todos ellos
suponen pruebas iniciáticas para el o la
protagonista, que debe superar los
obstáculos más difíciles con el fin de
alcanzar su culminación espiritual. La base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño; por ejemplo, el fracaso del egocentrismo, la soledad y falta de afecto, la satisfacción del deseo (casa de chocolate) y el triunfo sobre el peligro (la bruja) está simbolizado en el cuento “Hansel y Gretel”; el complejo de Edipo en “Blancanieves”; los peligros que acechan a las jóvenes en “Caperucita Roja”; la rivalidad entre hermanos en “La Cenicienta”; el temor sexual en “La Bella y la Bestia” y el incesto en “Piel de asno”, un tema tabú del que todos saben algo, pero del que pocos se atreven a hablar.
El rey y la reina simbolizan a los padres, la flor al desarrollo sexual y la casa a la seguridad y armonía en el hogar. El árbol simboliza la vida, el crecimiento o la maduración física y psíquica del individuo. Así como el perro simboliza la fidelidad, las aves simbolizan la libertad y la ayuda; esto ocurre en el cuento de “La Cenicienta”, cuando su madrastra hecha ante ella un montón de guisantes buenos y malos y le dice que los separe. Aunque parece una tarea imposible, Cenicienta comienza, pacientemente, a separarlos y, de pronto, las palomas (los ratones, según otras versiones) acuden a ayudarla. Asimismo, la rama que Cenicienta planta en la tumba de su madre, se convierte en un árbol, en cuyas ramas vive un pájaro que, cada vez que Cenicienta llora, le concede sus deseos; por lo tanto, el árbol y el pájaro simbolizan el espíritu o la reencarnación de la madre de Cenicienta.
La relación de las niñas con su sexualidad está reflejada en varios cuentos, pero quizás el más representativo sea “Bella y la Bestia”. La versión más conocida de esta historia cuenta cómo Bella, la menor de cuatro hermanas, se convierte en la favorita de su padre, debido a su bondad desinteresada y su actitud cariñosa. No obstante, lo que desconoce Bella es que, al pedir una rosa blanca, pone en peligro la vida de su padre y las relaciones ideales con él, pues la rosa blanca es robada en el jardín encantado de Bestia, quien, llena de cólera, le impone el castigo de que en el lapso de tres meses debe entregarle a su hija menor, a cambio de poner a salvo su vida. Así es como Bella se ve obligada a vivir con la Bestia, con la que hablato dos los días a la hora de la cena y que le pregunta cada vez si se quiere acostar con él. La primera vez ella se horroriza,hasta el día en que, redimido por el amor, Bestia vuelve a su condición humana trocado en un hermoso príncipe. De entrada, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido por arte de hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella.
Alguna de las muchas interpretaciones del cuento ven en la ven una moraleja machista acorde con los tiempos en que fue escrito, considerando que la historia simboliza un matrimonio por conveniencia con un hombre mucho más mayor al que no se ama, comun en esa época, una "Bestia" que Bella debe aceptar, y que simboliza la fealdad, sino al marido impuesto. Por su parte ,las jóvenes casadas se ven obligadas en su relación con la "Bestia" a tratarla con amor, humildad y cuidados para conseguir, por muy horrible que sea al principio, que al final acabe respondiéndoles con respeto y delicadeza.
VÍDEO : Petrus y Catherine , la pareja que inspiró Bella y la Bestia
Los números mágicos
El número 3
El número tres siempre ha sido un número muy especial durante la historia, cargado de simbolismo y significados. Tres eran los dioses que controlaban el imperio del mundo en la mitología grecorromana. Tres eran las parcas que influían sobre la vida de los hombres. Tres son los componentes de la Santísima Trinidad cristiana. Tres eran los reyes magos. Tres vértices conformaban el triángulo amoroso que llevó a la decadencia de Camelot,...... y también es uno de los números mágicos de los cuentos de hadas .
En el cuento de “Blancanieves”, justo cuando ésta yace en el ataúd de vidrio, que simboliza su muerte espiritual, tres pájaros acuden a llorar junto a los siete enanitos; la lechuza (pájaro de la muerte y la sabiduría), el cuervo (pájaro de Odín, jefe de las fuerzas oscuras) y la paloma (pájaro de Afrodita, de la inocencia y el amor). Los tres pájaros, aparte de constituir piezas claves en la trama del cuento, simbolizan un número mágico que también aparece en otros cuentos.
El genio en "Las mil y una noches¨ concede tres deseos a Aladino; tres son las dificultades o pruebas que deben vencer los héroes de los cuentos fantásticos para liberar a la mujer amada y coronar su triunfo. En Blancanieves , tres veces intenta la reina, haciéndose pasar por buhonera, asesinar a la sufrida joven : primero, asfixiándola con una cinta que le ciñe al cuello; después, clavándole un peine envenenado en la cabeza; y por último, entregándole la famosa manzana envenenada.
El número 7
El número siete es otro de los números mágicos en los cuentos populares. Ahí tenemos a los siete enanitos en el cuento de “Blancanieves”, quien se convierte en una niña hermosa a los siete años. Sieteson los colores primarios, siete los días de la semana,siete los planetas de la antigüedad, siete las virtudes, siete los pecados capitales,siete los misterios, siete las maravillas del mundo y, según el mito de creación, el séptimo día es sagrado y de descanso.
La actualización de los cuentos
Desde que los hombres antiguos se sentaban frente a las hogueras y contaban historias hilvanadas para transmitirlas de generación en generación, los cuentos de hadas han formado una parte fundamental de las sociedades. De carácter moralizante y destinados a los niños, trataban no solo de educar, sino también de enseñar los peligros del mundo, por lo que la mayor parte de ellos tenían una enseñanza y podían ser crueles y terroríficos.El paso del tiempo los ha suavizado, por supuesto, lo que explica mucho la evolución de la sociedad y el trato que se da a los más pequeños en la actualidad. Aunque con la llegada de internet y las redes sociales esto es más difícil, hasta hace muy poco se trataba de proteger su inocencia no mostrándoles contenido que pudiera afectarles, y los cuentos de hadas suelen estar edulcorados y tener finales felices (especialmente aquellos que surgen de la factoría Disney, además de acomodarse a los nuevos tiempos. Hoy día se observa un rechazo hacia el cuento clásico, tratándolo de cruel, sexista, antiecológico anticuado y políticamente incorrecto., Las princesas son valientes y guerreras, y ya no necesitan terminar comiendo perdices con un príncipe azul para ser felices.
Caperucita Roja políticamente correcta
Los cuentos populares tradicionales infantiles inicialmente transmitidos oralmente y posteriormente en forma literaria cumplían con una función determinada, afianzando actitudes y comportamientos que reflejaban el modo de vida de la sociedad en la época en que fueros transmitidos, como el patriarcado, las normas sociales y morales imperantes y básicamente , demonizando el mal y recompensando el bien. Pero hoy en día en los que el eufemismo y lo políticamente correcto es norma habitual , y sin tener en cuenta el contexto de la época en el que fueron escritos , hay quien apuesta por eliminar esos cuentos infantiles tradicionales de las bibliotecas , impedir su lectura o reescribirlos de forma que se adecúen a los tiempos actuales.
A modo de ejemplo se reproduce lo que podría ser el cuento de Caperucita Roja en versión políticamente correcta:
Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representa un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
- Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.
- No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
- Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:
- Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
- Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.
- ¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo.
Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
- Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
- Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y su modo indudablemente atractiva.
- Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.
- Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!
Respondió el lobo:
- Soy feliz de ser quien soy y lo que soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnicos en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.
- ¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
- ¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista!
¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le separó la cabeza del tronco.
Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.
Fuentes: El lenguaje secreto de los cuentos-Enrique Balasch Blanch-Editorial OBERON / Psicoanálisis de los cuentos de hadas-Bruno Bettelheim-Editorial Crítica S.L./ Caperucita al desnudo- Catherine Orestein-Editorial Crítica Cuentos infantiles políticamente correctos - James Finn Garner-Editorial Circe .
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