Esther Howland
Normas para las cartas de amor
Las cartas de amor deberían ser escritas con extremo cuidado para ser lo más perfectas posibles. Una mala sintaxis, o una incorrecta ortografía, pueden estropear las expectativas e imagen que quiere dar el escritor, haciéndole, incluso, quedar en ridículo.
Por lo general, una carta amorosa debería ser escrita con mucha cautela. Las damas, especialmente, deberían tener mucho con cuidado con mantener su dignidad cuando las escriben, ya que es probable que, a medida que pase el tiempo, los sentimientos puedan cambiar y esas cartas se conviertan en algo que van a lamentar durante muchos años.
Si se escribe con juicio y suma precaución, un amor no correspondido no podrá dañar la reputación de la dama. Por lo general y, salvo casos excepcionales, la correspondencia debería comenzar sólo con el consentimiento y la aprobación de los padres.
Ninguna mujer que se considere una señora, será culpable de hacer la públicos los sentimientos que le son expresados en una carta. Pero ningún hombre, que sea un caballero, se jactará de sus conquistas de amor, entre compañeros o revelará a otros la correspondencia entre él y una señora.
Si un compromiso se rompe de mutuo acuerdo, todas las cartas deberían ser devueltas a la otra persona. Conservarlas se consideraría de mal gusto, ya que las circunstancias en las que fueron escritas ya no son las mismas en el presente. Lo mejor para ambas partes es borrar los recuerdos del pasado, devolviendo al amante los recuerdos de un amor que ya está muerto.
Si un caballero ha quedado impresionado por una dama a primera vista y no hay posibilidad alguna de que alguien le presente a la dama en un periodo de tiempo cercano, debe ser valiente y después de haber averiguado su nombre, escribirle inmediatamente tratando de conseguir una entrevista o una visita a casa de la dama. La forma y palabras con que aborde la cuestión en la carta serán la primera impresión que la dama tendrá de su admirador. Evidentemente es posible que el caballero sea rechazado, o no…»
Tu lengua maligna, mentirosa, maliciosa / Es una plaga pública, un incendio molesto/Verte amordazada rápido y apretado/ Sería para todos una vista alegre.
Para tomar y un honesto consejo de amigos/O tendrás que pagar el precio/ Tu lengua ociosa debe dejar de menearse/ O bien use esta etiqueta de advertencia
Este pepinillo es extra agrio/Este pepinillo que ves aquí./ Es afín a ti./Y aun así, ¡pobre de ti! Digamos la verdad,/ es muy dulce comparado contigo.
El beso de la botella es la felicidad de tu corazón, / confundido te tambaleas a casa cada noche./ No te importan las damas, sin importar lo bellas que sean, / no tienes amor para dar más que para el licor.
Tu mujercita te tiene en su poder, / No te atreves a desobedecer sus órdenes / y cada centavo que ganas/ ella se lo queda… por lo que tiene dinero para quemar.
Presumes del sufragio femenino/ y de lo que harás el próximo otoño, / pero si tu partida de cartas coincide con el día de las elecciones, / no irás a votar.
Eres como Sansón;/cuando te cortaste el cabello,/ perdiste la mente/ porque todo tu cerebro estaba contenido ahí.
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