2 de noviembre de 2023

HALLOWEN, LEYENDAS Y RELATOS (Parte 2 de 2)


Como cada 31 de octubre, millones de niños salen  disfrazados  a las calles de pueblos y ciudades de todo Estados Unidos y otros países, para ir puerta por puerta  en el tradicional "trick or treat" (susto/travesura  o golosina) aceptando los caramelos y las chocolatinas que les entregan sus vecinos a cambio de no sufrir sus travesuras. 

Pero las leyendas urbanas que a lo largo de las décadas se han ido transmitiendo de generación en generación relatan historias de niños  que resultaron heridos o incluso murieron porque alguien les metió en sus chocolatinas cuchillas, agujas, drogas e incluso veneno,  cuando sus hijos regresan a casa con las golosinas recogidas ,los padres las examinan antes de permitirles comérselos . Pero sospechando que algunos pudieran haberse comido algunas durante el trayecto de regreso a casa a pesar de las advertencias de  los mayores, algunos progenitores  acudian a  clínicas y estaciones de policía de todo el país que ofrecían de manera gratuita pasar los dulces de los niños por una máquina de rayos X . Ese examen sirve para poco más que tranquilizar a algunos padres para asegurarse que no existen peligrosos objetos punzantes o cortantes en el interior de la golosina, como agujas, cristales u hojas de afeitar que pudieran dañar a los niños, aunque saben que el riesgo sigue existiendo ya que para la máquina es indetectable la existencia de drogas  o venenos pulverizados que formaran  parte de la propia golosina  y serían precisos los correspondientes análisis químicos.

Lo cierto es que según los expertos que han analizado estos incidentes, en la mayoría de casos se trata de historias inventadas que han acabado convirtiéndose en leyendas urbanas. Pese a ello, cada año las autoridades de muchas localidades ofrecen la revisión de los dulces con máquinas de rayos X y emiten avisos dando consejos a los padres sobre cómo revisar las golosinas que reciben sus hijos.

En los últimos años el número de casas que dan caramelos a los niños "se ha reducido muchísimo", y ahora es más habitual ir a los centros comerciales o a los centros comunitarios a buscar los dulces que dejar que los niños vayan puerta por puerta haciendo 'trick or treat'". También ocurre que muchos padres tienen miedo de dejar a sus hijos ir solos por la calle durante la noche y eso ha hecho que el espíritu de Halloween haya desaparecido de muchos barrios.

Tampoco existe ninguna prueba que demuestre que algún niño haya resultado seriamente herido o haya muerto a consecuencia de golosinas contaminadas. Se trata de una leyenda contemporánea y es una manera de expresar los temores que los adultos tienen sobre el bienestar de los niños y son una muestra de que en EE.UU. ya no se confía en los vecinos. Asimismo como Halloween es una celebración que siempre ha tenido elementos que invocan el miedo y el terror, hay personas dispuesta a creer en la existencia de un tipo extraño al que no conocen y que vive al final de la calle que puede querer secuestrar o hacer daño a sus hijos utilizando sus regalos.
Ronald Clark O'Bryan/ Timothy

El hombre de los dulces

La noche de Halloween de 1974, Ronald Clark O'Bryan y su esposa Daynene llevaron a sus hijos Timothy y Elisabeth a hacer truco o trato por el vecindario. La familia llamó a las puertas de varios vecinos que elogiaron sus disfraces y les dieron caramelos. En un momento de la noche, los cuatro llamaron a un timbre y no tuvieron respuesta. Los niños se fueron corriendo a la siguiente casa, seguidos de Daynene, pero el padre se quedó esperando un rato más. La puerta finalmente se abrió pero solo unos centímetros, lo justo para que el dueño pudiera sacar un brazo y dar a O'Bryan unos caramelos. Se trataba de cinco Pixy Stix (1), pajitas rellenas de caramelo en polvo. O'Bryan dio dos de los caramelos a sus hijos y otros dos a los dos hijos de sus vecinos. El quinto se lo regaló a un niño que conocía de la iglesia.

(1) Originalmente, Pixy Stix fue creado como una mezcla de bebidas. Cuando el inventor se dio cuenta de que los niños estaban comiendo la mezcla directamente del paquete, reinventó la idea y finalmente los empaquetó en pajitas. Este caramelo en polvo de fama mundial y de múltiples sabores sabores sigue siendo un éxito de ventas.
Cuando la familia volvió a su casa esa noche, los niños eligieron unos cuantos caramelos para tomar antes de ir a dormir. Timothy quiso probar el Pixy Stix pero tuvo dificultad para abrirlo y necesitó la ayuda de su padre. Después de echarse los polvos en la boca, el niño dijo que sabía amargo y sus padres le dieron algo de beber para que se quitase el mal sabor de boca, pero pronto se hizo evidente que ocurría algo grave. Timothy empezó a vomitar y a sufrir convulsiones y finalmente perdió el conocimiento. Murió de camino al hospital, menos de una hora después de haber probado el caramelo fatídico.

Al principio, se pensó que el chico había sufrido una alergia, pero la autopsia dictaminó que había sido envenenado con cianuro potásico. Los especialistas hicieron pruebas con todos sus caramelos y se dieron cuenta de que el veneno estaba en el Pixy Stix que había recibido del misterioso vecino. El caramelo tenía cianuro suficiente para matar a dos hombres adultos. La comunidad rápidamente entró en pánico y muchos padres llevaron los sacos de dulces que sus hijos habían recolectado a la comisaría para que hicieran pruebas. Ronald O'Bryan enumeró a los niños a los que había dado los restantes Pixy Stix. Milagrosamente, ninguno de los otros cuatro chicos se lo había comido todavía. Los padres de uno de los niños entraron en pánico al no encontrar el dulce en la bolsa de su hijo, pero resultó que no había conseguido abrir la grapa que lo cerraba y se había quedado dormido con él en la mano.

El caso se volvió inmediatamente muy mediático. Ya desde el año 70, corrían rumores y leyendas urbanas sobre asesinos en serie que escondían cuchillas en los caramelos de Halloween para asesinar a niños sin dejar rastro y hasta el New York Time se hizo eco de este bulo. Se escribieron relatos pulp sobre sociedades secretas de naturaleza satánica cuyo rito de paso era matar niños en la noche de Halloween. En los años 70, además, hubo varios casos de asesinos en serie y también imperaba el llamado satanic panic. La muerte de Tim O'Bryan no hizo más que avivar el fuego de un terror que ya estaba instalado en la sociedad.

Sin embargo, pronto se descubrieron algunas inconsistencias en el caso del envenenamiento de 1974. Para empezar, ningún vecino había comprado Pixy Stix para dar a los niños. Además, se había escuchado a Robert O'Bryan hablando sobre cianuro potásico poco tiempo antes. Su actitud de indiferencia en el funeral de su propio hijo sorprendió mucho a los vecinos, tanto que algunos llegaron a llamar a la comisaría. La policía empezó a investigar y averiguaron que el padre había aumentado la póliza de seguro de sus dos hijos tan solo unos días antes de Halloween y, después de la muerte de Tim, Robert se había apresurado en cobrarla. O'Bryan estaba muy endeudado, había tenido más de veinte trabajos en los últimos diez años y su empleo actual pendía de un hilo por sospechas de robo. Los peores temores se confirmaron cuando se supo que Robert había ido a una tienda de Houston a preguntar sobre el precio del cianuro potásico, aunque al final no había comprado nada.

Sabiendo esto, la policía arrestó a O'Bryan y este fue llevado a juicio a pesar de que el grueso de las pruebas eran circunstanciales y que no se sabía dónde había comprado el veneno. La acusación defendió que la historia del vecino misterioso entregando caramelos envenenados era una invención del acusado. El jurado estuvo de acuerdo y Robert fue declarado culpable. Fue condenado a muerte y el juez quiso que su ejecución se llevara a cabo en Halloween, pero al final esto no se cumplió. Robert mantuvo su inocencia hasta el final, en mayo de 1984, cuando fue ejecutado. Sus últimas palabras fueron para perdonar a aquellos responsables de su muerte, que él consideraba injusta. Pronto s une conoció a este asesino como "Candyman" ( El hombre de los dulces) o "El hombre que mató Halloween". Aunque la trágica muerte de Timothy O'Bryan tuviera la prosaica motivación del dinero, sirvió para aumentar las leyendas en torno a la noche del 31 de octubre.

"Papi, mira a ver si hay monstruos bajo la cama". Miré debajo y me sorprendió encontrarle a él mirándome, temblando y susurrando "Papi, hay alguien que se hace pasar por mí sobre la cama".

El último hombre de la Tierra estaba sentado a solas, en su cuarto. Algo llamó a la puerta.

Siempre pensé que mi gato tenía un problema con la vista porque parecía obsesionado con mi cara. Hasta que, un día, descubrí que el gato en realidad miraba a lo que había detrás de mí.

Solía odiar el sonido de los grillos cuando estaba en la vieja y solitaria granja. Ahora, cada vez que escucho el silencio, sé que significa que esa cosa está cerca de la zona y rezo por escuchar de nuevo a los grillos.

Mi última novia siempre decía que le daban repelús las 14 muñecas "raras" que guardo en la vitrina. Y en cuanto a mi novia actual, dice que quiere tirar a la basura las 15 muñecas "perturbadoramente reales".

Ambos llegaron al mismo tiempo. Ella lo miró con asco y el la miró con ira contenida. Corrieron simultáneamente chocando uno contra el otra, iniciándose una feroz pelea en la que hubo golpes y mordiscos, que finalmente acabó con la muerte de ambos. A la mañana siguiente, un niño despertó emocionado. Levantó su almohada y, con decepción, vio que su diente seguía ahí, y no había rastro de dinero. A un lado de su cama estaban los cadáveres ensangrentados del ratón Pérez y del Hada de los dientes.

Le volví a recordar a mi hijo pequeño que iba a conocer a Bob Esponja. Al final acabó llorando y hasta me ayudó a atar los ladrillos a sus pies.

No puedo moverme, respirar, hablar o escuchar nada en esta oscuridad. Si supiera que iba a sentirme tan solo, habría pedido que me incinerasen.

El rostro sonriente me observaba desde la oscuridad, al otro lado de la ventana que da a mi dormitorio. Vivo en un 14.º piso.

"Buen chico", murmuré a mi querido perro mientras las primeras lágrimas recorrían mi rostro. No pensé que sus pequeños dientes podrían doler tanto, pero ya han pasado 3 días desde que me caí y quedé inmóvil y quiero que al menos uno de los dos no muera de hambre.

Apunté la linterna a la vitrina de las muñecas de porcelana. Sus pupilas se contrajeron.

Me desperté y sentí que todo iba mal; había demasiado silencio afuera. Miré por la ventana y vi a todo el mundo quieto, mirando a mi casa.

Cuando era pequeño, crecí con gatos y perros, así que me acostumbre al sonido de alguien arañando mi puerta cuando dormía. Ahora que soy adulto y duermo solo, sin ellos,ese sonido sigue y ya no me gusta tanto.

Después de muchos años viviendo en esta enorme casa, me he dado cuenta de algo inquietante. Durante todo este tiempo he cerrado más puertas de las que he abierto

El hombre lobo viajó por el mundo buscando alguna solución médica que pudiera evitar su horrenda transformación. Después de varios años encontró a un grupo de doctores capaces de lograrlo. Estaba harto de convertirse en una criatura grotesca, violenta y asesina. Al despertar de su tratamiento se sintió satisfecho del resultado , así que se fue tranquilo a vivir al bosque. Estaba feliz, nunca más volvería a convertirse en hombre.

Mi padre fue a comprobar que no había monstruos en el armario. De eso hace tres horas.

No tengas miedo de los monstruos, solamente búscalos. Busca a tu izquierda y a tu derecha, bajo tu cama y en el armario, pero nunca mires hacia arriba. Ellos odian que los descubran.

Tener tres perros es genial. Pero me aterra cuando todos ladran al mismo rincón oscuro.

 Ayer mis padres me dijeron que era demasiado mayor para tener un amigo imaginario y que tenía que acabar con él. Encontraron su cuerpo esta mañana.
Fuentes: Halloween- David J. Skal Es Pop Ediciones /https://www.inteligencianarrativa.com/https://www.elnacional.cat/Cuentos para monstruos-Santiago Pedraza/ https://www.revistaformol.com

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