19 de agosto de 2024

MADRES Y COCINILLAS


LA COCINA DE LAS MADRES

La mayoría de los hijos creen que sus madres son las mejores cocineras del mundo y que no tienen rival cocinando platos tradicionales, constituyendo para ellos una referencia única e imprescindible cuando pretenden reproducir aquellas mismas recetas y sus nostálgicos olores y sabores , aunque saben que se trata de una misión imposible solo al alcance de la figura materna.

EL AUXILIO DE LA MADRE

Si eres ese personaje filial teóricamente libre e independiente  con tus propias reglas sociales ypp  que vives solo en un piso, puedes  :
  • Convertirlo en  una pocilga que solo limpias  cuando viene  tu madre en visita de inspección ,o  alguna agradable compañia con derecho a roce ,para evitar una grandísima bronca en el caso de tu madre, o la huída inmediata de la agradable compañia a causa del asco que le produce tanta porquería
  • Convivir con   la cama deshecha que lleva una semana sin hacer y  con una montaña de vajilla sucia en el fregadero.
  • Vivir tranquilamente en soledad en "tu paraíso", cantando y bailando desnudo  los pasillos ,mientras te alegras la vida  con todo aquello que te gusta  que como dice la canción es "ilegal, inmoral o engorda, 
  • Acabar sin una alimentación mínimamente decente y nutritiva que te permita  sobrevivir, viéndote obligado a pedir auxilio a  tu madre.
Sobe el último punto, ocurre que si a pesar de ser "independiente" sigues comiendo en casa de tus padres un día sí y otro también, o  si no dispones regularmente de esos tapers ( el biberón de las madres para sus hijos "independizados"), que  generosamente te prepara tu amoroso y preocupada madre , y te ves obligado a comer solo ingentes cantidades de  pizzas congeladas ,fideos de microondas , otras porquerías precocinadas  , un sinfin de  guarrindongadas y todo aquello que te echan de comer por poco precio  en cutres y sospechosos comederos en donde la gastroenteritis anda siempre rondando , llegará un momento en  que para sobrevivir y mantener tu cuerpo el libre de grasas múltiples que tanto afean tu forma humana y tus tatuajes y de analíticas desbocadas evitando ingresos hospitalarios, deberás comer algo sano que habrás de cocinar tú mismo, y por  ello, como eres un inútil casero que a tu edad aún no sabes ni freir un huevo, deberás pedir ayuda urgente a tu santa madre para que te explique como cocinar lo más elemental  ( siempre que no seas vegetariano o vegano en cuyo caso estás perdido), para que puedas seguir vivo.
A veces esa ayuda también es demandada a las madres por hijos independizados  que se defienden en la cocina , pero que de vez en cuando tienen la "brillante idea" de convertirse en unos cocinillas (1) invitando en su casa a comer complicados platos tradicionales "vintage " (hoy llamados "de la abuela" (2) en los restaurantes para engañar al incauto) que habitualmente exceden de sus conocimientos culinarios , y se ven obligados  a recurrir a esa maravillosa enciclopedia práctica culinaria llamada madre.

Esos platos acostumbran a ser alabados por los comensales a veces por su excelencia y otras como reconocimiento a la voluntad y esfuerzo  realizado  en el empeño por el cocinilla, aunque el resultado no haya sido exactamente el esperado.
(1Según el diccionario de la RAE, la palabra cocinilla  alude de forma coloquial al "hombre que se entromete en las tareas domésticas, especialmente en las de cocina"., aunque tal definición no resulta ser muy afortunada ya que presupone que las tareas domésticas no son tareas del hombre, y que si las hace, es "entrometiéndose", es decir, metiéndose donde no le llaman, o inmiscuyéndose en lo que no le toca, como si al hacer tareas domésticas un hombre estuviera haciendo cosas que no son de su incumbencia o de su responsabilidad. 

(2) La "cocina de la abuela" a menudo se asocia con recetas tradicionales y métodos de cocción que se transmiten de generación en generación. En contraste, la "falsa cocina de la abuela" implica una interpretación moderna o simplificada de esos platos tradicionales, utilizando ingredientes o técnicas distintas a las tradicionales, y cuyo resultando , para decepción del comensal que recuerda aquellos olores y sabores, poco o nada tiene que ver con los originales.

 

MENTIRAS DE COCINILLAS 

Los " cocinillas" tienen unas cuantas virtudes y un gran defecto. Las virtudes son de sobra conocidas: con muy buena voluntad alimentan  a sus seres seres queridos y mantienen viva la llama de la cultura culinaria, entre otras cosas, aunque a veces los resultados no acompañan sus buenas intenciones 
Pero más  allá de  torpezas particulares, casi todos coinciden en mentir como bellacos cuando alguien pregunta sobre lo cocinado y no es que los  cocinillas sean especialmente mentirosas, aunque muchos si que tienen  escaso respeto a la verdad en ciertas cuestiones relativas a su afición. No son falsedades graves, pero  conviene conocerlas a todos: a los que no cocinan, para que no les engañen, y a los que cocinan, para no autoengañarse. A continuación un ejemplo de mentiras frecuentes del cocinilla y la realidad :
  • Este plato es muy fácil
Si no cocinas, nunca, nunca, nunca te fíes de los niveles de dificultad que te da alguien que lo hace a menudo.
  • Se hace enseguida, no cuesta nada 
No te lo creas. Te has tirado una hora pensando o eligiendo la receta, dos comprando los ingredientes y cuatro guisando. Y eso por no hablar de la hora de miseria que te queda por delante cuando, al marcharse tus invitados, tengas que ponerte a limpiar el caos que tienes en la cocina.
  • Esto lo venden en muchos sitios 
Eso lo venden en pocos sitios, pero tú los conoces porque estás obsesionado con la comida. ¿O acaso crees que el trigo sarraceno, la vainilla de Madagascar y el sichimi torogashi se encuentran en el supermercado  de debajo de casa? 
  • Lo he hecho con cuatro cosas que tenía en la nevera 
Te has recorrido 20 tiendas, 12 mercados y siete supermercados para conseguir los ingredientes. Y habrías peregrinado a Lourdes de rodillas si hubiera hecho falta. 
  • El otro día me salió mejor 
Fenómeno que misteriosamente, cuando te haces un plato para ti y nadie lo prueba, queda perfecto, pero cuando tienes invitados siempre ocurre algo que lo estropea. Una de dos: o el otro día estaba igual de malo que hoy, o te lo estás inventando para justificarte. 
  • Es una receta mía 
Se la has copiado a un cocinero mediático. 
  • Es una receta familiar 
La has visto tantas veces en YouTube que te resulta familiar. 
  • Le he dado mi toque personal 
Has cambiado el romero por tomillo. 
  • Mi madre dice que cocino mejor que ella 
No hay evidencia empírica de que ninguna madre haya dicho eso jamás, pero como nadie va a ir a preguntar a tu progenitora si esas palabras han salido de su boca, lo sueltas y te quedas tan pancho. Puede que tu madre cocine peor que tú, ¿pero que lo reconozca? Creo más en los ovnis y en el poder sanador de los cristales de cuarzo. 
  • Me ha salido a la primera 
Has repetido el plato 10 veces hasta que has logrado que resulte comestible, pero quieres proyectar una imagen de aspirante a Ferran Adrià entre tus amigos. Versión inversa: "Me ha costado cogerle el tranquillo", cuando era la primera vez que lo hacías, te ha salido bien de churro pero quieres ir de cocinero esforzado. 
  • Es que este horno no lo controlo 
Culpabilizar a los instrumentos de cocina de tus propios errores es un clásico de la posverdad culinaria. Siempre falla algo: el horno, la cazuela que no es de buena calidad, la sartén que se pega, el cuchillo que no corta, el robot que no tiene suficiente potencia.... 
  • De sabor está bueno 
Mentira piadosa que dices a otros cocinillas cuando les ha salido un churro de plato, pero no tienes la valentía o la confianza para contarles la verdad. Si te dicen "de sabor está bueno", es que la presentación es horrenda, resulta difícil de comer, está pasado o es un mazacote. O las cuatro cosas a la vez. 
  • Habitualmente hago ensalada y poco más, pero un día es un día 
Finges ser una persona frugal que vive del brócoli y la lechuga. Pariente cercana de esta mentira es “a mí no me gustan demasiado las patatas fritas / croquetas / pastel / el preparado más engordante que puedas imaginar, lo he hecho porque veníais vosotros”.
  • Yo prefiero la cocina sencilla 
Es lo mismo que decir que no tienes nivel para hacer nada más que cocina sencilla. 
  • No me gustan las presentaciones recargadas 
Es decir : no sabes emplatar. 
  • A mí cocinar me relaja 
El famoso efecto relajante de la cocina que se produce cuando montas una cena en casa, falta una hora para que lleguen los invitados y te quedan por hacer un pavo al horno, acabar las ensaladas, desmoldar la tarta, elegir los vinos, fregar, ventilar, poner la mesa, ducharte y arreglarte.
  • Ya te pasaré la receta 
Dos botellas de vino, tres gin-tonics, una resaca y 10 meses después, sigues sin pasarle la receta. 
  • Me encanta ver mi cocina llena de gente 
Nada mejor cuando estás agobiado en la cocina, que el amigo que te llega una hora antes de la cena y se te planta en la cocina a incordiar; la amiga que te quiere ayudar pero que te vuelve loco preguntándote dónde está todo; tu cuñado dándote conversación, y tu suegra corrigiéndote porque eso no se hace así. 
  • No sé qué ha podido pasar, he seguido la receta al pie de la letra
Has cambiado A por B, has puesto menos de C y una montaña de D, o has obviado el ingrediente E porque tu real níspero así te lo ha dictado. Tu libertad creativa ha ocasionado  un desastre gastronómico del que culpabilizas al autor o autora de la receta que no está ahí para defenderse y dejarte en ridículo.
  • Me gusta más cocinar que comer 
Claro. Y Elvis está vivo, la tierra es plana y la homeopatía cura. 

LAS INSTRUCCIONES DE LA MADRE

Si le pides consejo  a tu madre  para hacer un plato de cocina tradicional sin tonterías,  te lo va a dar, con instrucciones precisas sobre lo que debes comprar y como debes cocinarlo, pero  con un particular sistema pedagógico utilizando sus propias unidades de peso , medida y tiempo que  van a complicar la explicación y la comprensión de la receta. 

INSTRUCCIONES MATERNAS PARA COCINAR CORDERO AL HORNO

¿Cuánto cordero necesito?

Compra una paletilla grandecita, una bien hermosa.

A ver, mamá, ¿cuántos gramos de cordero compro exactamente? 

Pues una paletilla de kilo o kilo y medio. 

¡O kilo, o kilo y medio, aclárate! 

Es que depende del tipo de cordero que compres. 

Otro problema. Por lo visto hay varios tipos de cordero: lechal, recental y resabiao, que más que para cocinar es para soltarlo en las verbenas. 

Con el resto de ingredientes te quedas igual. Por mucho que te esfuerces, aunque implores, una madre nunca te va a dar medidas en gramos o minutos. La cantidad necesaria de ajo es de "dos si son pequeños o uno si es grande", el vino se mide en vasitos, el arroz en tazas, el aceite en chorros ("un buen chorro" o "un chorrito", no hay un volumen intermedio). Como unidades de peso o capacidad también tenemos la pizca, el pellizco, el pelín, la gotita o el dedo. 

Cuando el plato requiere una cantidad generosa de algo, entonces utilizamos el “puñado”, que equivale a poner los dedos haciendo grúa y agarrar todo lo que te abarca la mano, como cuando coges caramelos en el banco. Una variante es el “puñadito”, que es lo mismo que el puñado pero con menos agonía. 

El agua para un guiso tiene su propia unidad, que es el “hasta que cubra”. Si estás preparando algo que flota date por muerto. Aunque el agua también puede medirse en vasos o jarras. ¿Por qué, entonces, si haces paella y sigues la sagrada proporción de dos tazas de agua por cada taza de arroz, a ti te sale seco y a tu madre no? Porque ella le echa dos tazas de agua y “un poquitín más”, pero eso se lo calla para que tu paella sea siempre peor que la suya. El poquitín más es una licencia para expertos. 

También existe una medida universal de las madres a la hora de calcular la cantidad, la denominada “lo que pida”. 

¿Cuánta sal le echo? 

La que pida. 

¿Cuánto brandy? 

Lo que pida. 

Y así sucesivamente. Tú, como eres un mongolo gastronómico, no percibes que la comida te pide ella misma los ingredientes y condimentos. Algo que desconoces porque tampoco dominas las dos unidades universales de capacidad: el “a ojo” y el “lo que tú veas”. Si juntas el lo que tú veas, el a ojo y el lo que pida, ganas Masterchef. 

Después de calcular los pesos y volúmenes, vienen los tiempos de cocción, fritura y horneado. Aquí tenemos el “a fuego lento” y el “a fuego fuerte” o “con el horno al máximo”. Una vez elegida la intensidad del cocinado, elaboraremos la receta atendiendo a unas rigurosas medidas de tiempo: 

Hasta que haga "chup chup". 

Cuando esté doradito. 

Tú le metes un cuchillo y si sale limpio ya está hecho. 

Vuelta y vuelta. 

Un ratito. 

Unos 20 o 30 minutos. 

Que se haga bien. 

Y con eso te las tienes que apañar. Claro que aquí también existe una medida universal de madre para calcular el tiempo de preparación, y que puede sustituir a todas las demás: el “cuando tú veas que está”. 

¿Cuándo tengo que sacar el cordero del horno? 

Cuando tú veas que está. 

Y punto y poco más se puede añadir. Si se te ocurre insistir entrarás en un bucle de espacio-tiempo. 

¿Y cómo sé yo si está hecho? 

Pues cuando esté doradito. 

¿Y si no se dora? 

Entonces lo dejas otro ratito. 20 o 30 minutos. Que se haga bien.

Tabla de equivalencias culinarias


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