Entre los siglos XVI y XVII cronistas del país y viajeros extranjeros, especialmente franceses, describieron la moda española de las tapadas. Consistía esta en ir las mujeres por la calle con el rostro cubierto bajo un gran velo o manto negro, de tejidos diferentes según los posibles de la dama, y que servía para distintos propósitos.
La sociedad mantenía a la mujer, especialmente a las jóvenes de alta alcurnia, recluida y alejada de las zonas de murmuración, ocupando su tiempo en rezos y labores. Pero “estos encierros sirvieron no tanto para engendrar moralidad cuanto la astucia para burlarla”. La moral de la época tenía en buena consideración a las cubiertas damas y doncellas que escondían su cara para evitar miradas concupiscentes y a quienes se las podía ver camino a la iglesia, siempre acompañadas, y con las manos ocupadas por rosarios y devocionarios.
Pero lo que servía como muro de miradas lascivas también era protección por anonimato para las aventuras de las damas principales y máscara de virtuosidad para muchas prostitutas que de esta guisa simulaban alta condición, estas eran las conocidas como las tapadas. Aunque la mayoría de los autores empleó el término tapadas indistintamente, sin matiz negativo, si que tenían claro que la prenda podía ser un velo de pudor o una señal de pecado y advertían del peligro de su uso:
Las tapadas se exponen a que les pierdan el respeto los hombres y aún las mismas mujeres, por no conocerlas y no diferenciarse en el traje las buenas de las malas. Con que se persuade cada uno que puede llegar libremente a hablar y aun a manosear a cualquiera que, a estar descubierta, no osara.
Antonio de León Pinelo
Durante esta moda se fue innovando en tejidos y aunque la prenda en resumen no era más que un manto amplio y negro, que cubría de la cabeza a los pies y se sujetaba a la coronilla con un broche, su calidad marcaba las diferencias de clase entre las tapadas. Inicialmente, quizás por influencia de las cubiertas, se empleaban tejidos pesados (tafetán y otros) pero pronto ganaron influencia los más ligeros y semitransparentes como el humo (un tul muy claro) o el soplillo (un tafetán muy fino que permitía a sus portadoras ver sin ser vistas). Ganó popularidad también el manto de burato a mitad, una prenda amplia (doblado a la mitad aun cubría toda la figura femenina, guardainfante incluido), espesa, y odiada por moralistas para quienes su portadora era la seductora por excelencia: la tapada de medio ojo.
El taparse es embozarse de medio ojo, doblando, torciendo y prendiendo el manto de forma que descubriendo uno de los ojos, que siempre es el izquierdo, quede lo restante del rostro aún más oculto y disfrazado que si fuera cubierto todo.
Antonio de León Pinelo
No enseñan sino un ojo y van buscando y provocando a los hombres con tanta desfachatez que tienen a afrenta cuando no se quiere ir más lejos de la conversación.
Bertaud, consejero francés que visitó España en tiempo de Carlos V
Ni las cubiertas ni las tapadas estaban libres de encontrarse con caballero inoportuno que les bloqueara el camino e insistiera en conocerlas. Si con un par de regates rápidos el pretendiente seguía sin entenderlo la doncella, o adultera, podía recurrir a solicitar el auxilio de un caballero. El salvador, sin necesidad de preguntar la identidad de la dama, se enfrentaba al hombre que tenía problemas para entender “no” y si la ocasión se daba se cruzaban espadas, hay registrados varios enfrentamientos de este tipo donde no se podía recurrir como testigo a la tapada por no conocerse su identidad.
Las autoridades se empezaron a preocupar tanto por la moda de las tapadas que en 1586 las Cortes de Madrid elevaron una petición al rey que cuatro años más tarde fue convertida en Pragmática por Felipe II. En ella se condenaba a toda mujer tapada a la multa de 3000 maravedies. No funcionó y otros reyes tuvieron que volver a insistir sobre ello hasta el reinado de Carlos III quien, el 28 de junio de 1770, suprimió definitivamente el tapado bajo gravísimas penas que las autoridades no dudaron en imponer.
Fuentes: Historia 16, noviembre 1976 - Las tapadas - Asunción Doménech .
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