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20 de diciembre de 2017

LAS TRAMPAS DEL SUPERMERCADO


Las tradicionales compras en los mercados están cada vez más próximas a sucumbir ante los centros comerciales. Con la modernidad, vinieron estos grandes y suntuosos edificios en los que hay de todo, tiendas de ropa, de animales, cafeterías, cines y, por supuesto, un supermercado. Es en este último donde entra en juego la necesidad de compra subliminal, estimulada por una serie de trampas que en el laberinto de pasillos del supermercado consiguen que el consumidor compre más de lo que necesita. Además carecen de ventanas y relojes para que centres el interés en los productos en venta y no tengas noción del tiempo pasado en la compra.

Esas trampas son consecuencia de la neuromercadotecnia, una serie de técnicas que tratan de disponer , en un ambiente estudiado, cada elemento del supermercado de un modo concreto y ubicar los productos de tal manera que ,sin que el comprador sea consciente, llame su atención y posiblemente su compra. 

La disposición de las estanterías, el uso de las ofertas, los personajes famosos que promocionan los productos, las azafatas/os que ofrecen la cata de un producto, la música de fondo, la intensidad y color lumínico y un largo etcétera son utilizados expresamente para estimular el impulso comprador.


El carro de la compra

Sylvan Goldman ,propietario de una cadena de supermercados, llegó a al conclusión de que la gente no compraba más porque los cestos no eran lo suficientemente grandes, pero también que si los cestos eran muy grandes, también pesarían demasiado una vez llenos y el comprador tendría dificultades para transportarlos. Para lograr su objetivo, en 1936 puso una cesta encima de una silla plegable con ruedas en las patas., creando el primer carrito de supermercado, que perfeccionó con un cuerpo metálico y dos cestas de alambre que se podían poner y quitar. 

En un principio el invento no tuvo demasiado éxito porque las mujeres lo encontraban poco estético, y los hombres lo veían como una confesión pública de falta de fuerza. Entonces Goldman tuvo otra idea: contrató a unos cuantos figurantes, hombres y mujeres, para que se pasearan por sus supermercados con los carritos, haciendo ver que compraban. Y una amable señorita situada en la entrada del establecimiento proponía a los clientes que cogieran un carrito. A partir de entonces el invento triunfó. 


El invento de Goldman ha tenido muchas mejoras. Una la lanzó en 1946 otro norteamericano, Orla Watson, con la "puerta abatible" que permite encajar un carrito con el siguiente. Esto se perfeccionó más tarde con la cadena que une dos carritos y que se libera con una moneda.

Actualmente el carro tiene el tamaño justo para permitir que cargado hasta el límite permita su manejo sin excesiva dificultad, especialmente en los cambios de dirección.

Está demostrado que aquel que desea realizar pocas compras, si en lugar de cesto coge un carrito, comprará más de lo que inicialmente tenía previsto. Por eso, el número de carritos es muy superior a l de los cestos. 

Gradualmente las grandes tiendas se dieron cuenta de que utilizar carros grandes aumentaban las ventas ya que si el carro está medio vacío, se tiene la falsa sensación de que no se ha comprado lo suficiente.

Todo está pensado para que no se enfade o se agobie por los continuos choques con los carros. Por ello, el ancho de los pasillos es como máximo de tres carros, lo justo para que usted no tenga más remedio que detenerse y ver los productos de ambos lados.

En general, todos los carritos se desvían ligeramente hacia la izquierda. Esto obliga a sujetarlos con la mano izquierda, con lo cual la derecha queda libre para alcanzar cómodamente los productos.


La zonas 

En todo supermercado que se precie existen para las compras lo que se denominan zonas frías zonas calientes. 

Las frías son aquellas en los que el nivel de ventas será menor. Generalmente se tratan de espacios de transición, mal iluminados o bastante escondidos. En este tipo de zonas se suelen colocar los productos de primera necesidad -como el azúcar o la sal-, por la sencilla razón de que siempre tendrás que adquirirlos aunque necesites recorrer todo el establecimiento, sumando en este trayecto nuevos productos que quizás no se pensaba adquirir.. 

Las zonas calientes son aquellas en las que la circulación de clientes es mayor -por ejemplo, un cruce entre dos pasillos o la entrada- y los productos allí colocados tendrán más salida. Es el lugar idóneo para resaltar esos artículos de los que ni nos acordaríamos si no los tuviéramos a la vista. 

En resumen: En las zonas calientes, como el pasillo central o la entrada, se colocan los productos de menor venta y en las zonas frías se colocan los de primera necesidad.

Algunos supermercados usan baldosas pequeñas como pavimento de las zonas de paso en las áreas con artículos más costosos, para dar la impresión de que te estás moviendo más rápido: cuando el sonido de las ruedas del carrito de mercado se acelera, tras lo cual instintivamente se empieza a bajar la velocidad.


La colocación de los productos 

Dentro de cada zona interviene un nuevo elemento: el lugar en el que se colocan los productos, según el referente visual que tengamos. 

Todo el espacio interior del supermercado está perfectamente estudiado para condicionar los hábitos consumistas. Para empezar, en la mayoría de los casos, el cliente no tendrá más remedio que entrar por la derecha de las cajas registradoras. Esta ubicación no es arbitraria.

Los expertos en mercadotecnia saben que la tendencia del ser humano es girar la cabeza a la derecha. Por ello, casi toda la superficie se extenderá por la izquierda y en la parte derecha tan sólo habrá un espacio en el que habitualmente colocarán ropa. La razón no es otra que el conocimiento de que usted, probablemente, no entrará al supermercado a comprar un vestido o un pantalón. Pero el efecto lo habrán conseguido: habrá mirado a la derecha y es posible que haya visto algo que le interese. Los expertos son conscientes de que el cliente irá hacia el fondo y luego, inevitablemente, tendrá que dirigirse hacia la izquierda. Por eso, colocan los alimentos en esas direcciones. 

Existen tres zonas donde puede colocarse un producto en las estanterías dispuestas para tal fin: A nivel de los ojos, de las manos y de los pies. Está demostrado que los productos que pasan del nivel de los pies al de los ojos pueden llegar a aumentar un 80% su nivel de ventas. 

La colocación de los productos en las estanterías sigue unas reglas de oro que todo comerciante conoce. Las estanterías se dividen en tres niveles: el primero está a ras del suelo; el segundo a la altura de las manos; y el tercero se localiza a nivel de los ojos. 

La trampa consiste en colocar los productos de primera necesidad a los pies -obviamente los buscarás y no te importará agacharte a recogerlos- y a nivel de los ojos los más superfluos, ya que son los que primero visualizamos y más cómodamente podemos coger. 

En consecuencia, los artículos cuya compra es imprescindible estarán a nivel del suelo, y el resto en los otros dos niveles para provocar su compra. Y es que lo que el cliente puede tocar, coger y comprar, se vende. 

De igual manera, en el centro de las estanterías se colocan los productos más rentables y los de menor atractivo al ser el lugar donde los clientes centran su mirada. 

Además se obliga al comprador a recorrer un auténtico laberinto de pasillos para conseguir llegar al producto deseado. Pero como lo que quieren los comerciantes es que el cliente se recorra todo el supermercado en un laberíntico recorrido, para ello dispersan por todo el establecimiento los alimentos de primera necesidad y someten al comprador a un auténtico bombardeo visual de otros productos ,no deseados inicialmente, en tanto no se llega al lugar elegido. 

Las frutas y verduras acostumbran a situarse e la entrada del supermercados, dando sensación de producto natural, fresco y de comercio de proximidad. Rociadores de agua se encargan de resaltar la frescura del producto 

Cuando un usuario ya conoce la distribución del supermercado y ya sabe dónde ir a recoger los productos que necesita, es cuando la distribución del supermercado cambia. El supermercado se asegura de este modo que el cliente se pasee durante más tiempo por todos los pasillos, encontrándose con artículos que puede decidirse a adquirir aunque no fuera su intención inicial.


Olfato

El olfato está fuertemente vinculado a la memoria, lo que lo hace una herramienta muy potente para la mercadotecnia. En los supermercados, los olores evocan memorias placenteras, como el pan recién horneado . El olor del horno y la visión del producto activan tlas glándulas salivales y te hacen más propenso a compras compulsivas.. Por eso el pan y la bollería acostumbra a situarse en la entrada del supermercado

La música

La música se utiliza para apresurar o ralentizar al comprador. Se trata de controlar el tráfico humano que invade el comercio. En los momentos de abarrotamiento, lo ideal es una música apresurada que obligue al cliente a hacer sus compras de manera rápida e irreflexiva y en un momento de vacío del establecimiento, poner una música más relajante. 

La estancia media en un hipermercado es de 55 minutos. Las técnicas de neuromercadotecnia alargan o reducen el tiempo mediante el uso de música. Los ritmos rápidos hacen circular a la gente con más celeridad, mientras que los suaves incitan a la permanencia en el establecimiento.

La iluminación

Es un factor sumamente importante, ya que se utiliza, por ejemplo, en la sección de alimentos perecederos para aumentar la sensación de frescura mediante mediante el uso de distintos tipos de iluminación que resaltan los colores del producto del que se trate.

Los colores 

Los colores cálidos atraen al cliente al punto de venta, mientras que los colores fríos fomentan la contemplación y las ventas. Lo mejor es utilizar colores cálidos para el exterior del supermercado y colores fríos para el interior. 

El lenguaje de los colores influye de manera determinante en los hábitos de compra. Por ejemplo, el color blanco es neutro, el rojo y anaranjado incitaría a comer y se utilizaría en las carnicerías y charcuterías. El azul nos sugeriría frescor y frío y se utiliza en la zona de pescadería y el verde nos habla de la naturaleza en todo su esplendor. 


Los precios psicológicos 

No hay que subestimar el poder de unos decimales. Está constatado que el precio psicológico produce una clara atracción para el consumidor, seguramente debido a que principalmente nos fijamos en la primera cifra con lo cual, algo que valga 4,99 euros nos parecerá más atractivo que algo que valga 5, aunque no haya tanta diferencia. 

Está comprobado que estos precios producen un efecto locomotora sobre el resto. Al tener fijado un precio psicológico, se le da publicidad o relevancia a partir de folletos o anuncios, lo que produce que la gente vaya a comprar a ese establecimiento. Los precios terminados en 5,7 y 9 atraen más al comprador. 

Las ofertas habitualmente se publicitan en el supermercado en carteles rojos o en información roja sobre fondo amarillo.

Para encontrar artículos verdaderamente rebajados, va a ser preciso que busques y rebusques. Los supermercados han convertido los espacios de productos de liquidación en un caos de artículos tirados y escampados. La razón técnica de esta práctica reside en que el consumidor entienda la búsqueda de estos chollos como un juego, como si estuvieras intentando desenterrar un tesoro. 

Las cámaras de vídeo 

Están para algo mucho más importante que detectar a amigos de lo ajeno. Instaladas en secciones específicas estudian el comportamiento de los clientes frente a nuevos productos y sirven para conocer la ubicación más rentable. 


La última trampa

Después de recorrer todo el supermercado y traer un carro colmado de artículos, todavía queda algo que pueden intentar venderte: chicles, golosinas, revistas, barritas energéticas... Estos productos de pequeño volumen y habitualmente de poco precio , situados estratégicamente junto a las cajas y permanentemente visible mientras se hace cola para pagar los productos, son los que proporcionalmente reportan más tasa de beneficio a la superficie. Este tipo de artículos cumplen una función de guinda del pastel: unas pilas que seguro que necesitaré; estos chicles me apetecen, estas golosinas para cuando vengan niños a casa,.... 

Así pues, sabiendo que estáis en un laberinto lleno de trampas, es cuestión de no caer en ellas. Teóricamente es fácil, pero veréis que cuando paséis por caja que la mercadotecnia os ha vencido una vez más. 

Referencias : ¿Qué técnicas se utilizan para hacernos comprar algo que no necesitamos? Manuel Bonachela / Trucos para picar en el supermercado - Elena Hita / El economista camuflado-Tim Harford -Ediciones De Bolsillo/ http:www.consumehastamorir.org

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