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7 de enero de 2018

MITOS Y RITOS DE LA NAVIDAD ( Parte 1 de 3 )


Los orígenes navideños, poco tienen que ver con las tradiciones actuales. Y lo más curioso: lo que creemos a ciencia cierta, quizás no es tan incuestionable como pensamos…

ENTREVISTA A PEPE RODRÍGUEZ

Jesús no nació por Navidad. Empezamos bien…

Exacto, no nació ni el 25 de diciembre ni en Belén. Hay serias dudas de que Belén existiese en esa época, y si hubiese existido, la familia de Jesús no tenía nada que hacer allí. El censo de Cirino fue en el año 6-7 d.C. y sólo se aplicó en Judea, no en Galilea. Que naciera en el año 0 de nuestra era, es un error del monje Dionisio el Exiguo, que no sabía matemáticas y contó mal. Lucas y Mateo dicen que Jesús nació estando reinando Herodes el Grande, que murió en el año 4 a.C. Por tanto, hay un desfase de 4 años. La mayoría de expertos coinciden en fechar el nacimiento de Jesús entre los años 6 y 9 antes de nuestra era.

Mitra

¿Hay algo real y genuino en la Navidad cristiana? 

Sí, la figura de Jesús. El resto son cosas que ya existían. Mucho antes del cristianismo había un dios fundamental, Mitra , que tampoco es original, lo copiaron de dioses anteriores. El dios Mitra nació de madre virgen en una cueva, fue adorado por pastores y poderosos, era hijo de dios padre, intermediario entre los hombres, murió y resucitó el tercer día……y nació por Navidad. 


Durante los primeros siglos del cristianismo incluso se prohibió especular sobre cuándo había nacido Jesús. No era un elemento de fe importante. No se construyó el cristianismo sobre su nacimiento, sino sobre su muerte. En el siglo IV, para contrarrestar las celebraciones en honor a Mitra, se adjudicaron sus tradiciones al judío Jesús, que heredó todos estos mitos ancestrales.


¿Lo que celebramos en realidad el 25 de diciembre es el solsticio de invierno? 

Eso sí. Los mitos siguen siendo los mismos, cambian los personajes que los encarnan. Hace 4.000, 5.000 años… que celebramos el nacimiento de la esperanza en el solsticio de invierno. Es un culto solar. Ese día es el más corto del año, que empezará a alargarse. Celebramos la regeneración de la naturaleza. Eso es lo que encarna Jesús.

¿Y qué me dice de los Reyes Magos?

Mateo habla poco de ellos y dice que eran unos magos de Oriente que dejaron tres regalos al niño. Hubo mucho debate sobre si eran dos, tres, 12, 64… Hasta que Orígenes, el padre de la Iglesia, dijo algo muy lógico: como hay tres regalos, hay tres magos. Pero como que los magos estaban mal vistos, los transformaron en reyes magos, sabios o astrólogos, lo que justificaba que podían conocer la posición de las estrellas y llegar hasta el portal. La tradición fue evolucionando. En los siglos V y VI, los nombres ya están asentados, pero van cambiando las edades…

…y el color de piel de Baltasar. 

En el siglo VIII empieza a ser ‘fuscus’, de piel bronceada. Y es blanco en todas las pinturas del siglo XV. En cambio, en el siglo XVI ya lo pintan negro.

Esta medida sería ahora muy políticamente correcta… 

Entonces también. Aunque se eliminaba a los negros, a los indios y a todo el mundo que no fuese blanco y cristiano, se decidió que los reyes representasen las diferentes razas.

Los Reyes Magos están presentes en el arte desde los primeros tiempos del cristianismo, cuando todavía era una secta perseguida por los emperadores romanos que se reunía en lugares ocultos y secretos, las catacumbas. En la catacumba de Priscila, en Roma, hay frescos del siglo II-III en los que por primera vez aparecen los tres “magos de Oriente” de los que habla San Mateo en su Evangelio. 
Los Evangelios solo hablan de "magos" (término que en la Antigüedad designaba a los que se dedicaban a las ciencias ocultas y por lo tanto se empleaba para llamar a los astrólogos, hechiceros, augures sacerdotales y adivinos de diversa índole) y no se indican sus nombres, ni que fueran reyes, ni que fueran tres. Estas creencias fueron agregadas siglos después y se han mantenido en la tradición popular
San Mateo no dice en realidad que sean tres, da muy pocos detalles de estos altos dignatarios venidos de lejanos países a adorar al Niño a Belén, aunque sí especifica que le trajeron presentes de oro, incienso y mirra. Estos tres regalos inducen a creer que fueron tres los personajes, y así se han representado casi siempre en Occidente. En las iglesias orientales, sin embargo, se prefería pensar que eran doce, un número altamente simbólico, pues era el de las tribus de Israel o el que Cristo quiso para los Apóstoles.
Los Reyes Magos de la catacumba de Priscila eran de aspecto bastante distinto al que ha quedado como convencional en el arte posmedieval. Más allá de las fronteras asiáticas del Imperio Romano, la principal cultura era la persa, cuyos astrólogos o magos gozaban de fama, y por eso, durante los primeros siglos, los Reyes fueron representados como personajes distinguidos persas, con pantalones ajustados y gorros frigios; no portaban coronas porque en realidad todavía no se les consideraba reyes, eso fue quizá un invento de Tertuliano, del siglo III. Así aparecen en el mejor ejemplo de la antigua iconografía que ha llegado a nuestros días, los soberbios mosaicos bizantinos de San Apolinar de Rávena, del siglo VI. 
En San Apolinar se personaliza a los tres magos y cada una de las figuras lleva su nombre: Gaspar es un anciano de blancos cabellos; Melchor, un joven imberbe; Baltasar, un hombre maduro de negra barba. En el Evangelio hay un afán de dar universalidad a la adoración del Niño en Belén, y si los pastores que acudieron los primeros al Portal representaban al pueblo judío –el pueblo elegido- y a la gente humilde, los magos encarnaban a los poderosos y a los gentiles de todo el mundo, que también entrarían en el cristianismo.
Con la representación de las tres edades del hombre se complementaba esa simbología universal.Los Reyes Magos están presentes en el arte desde los primeros tiempos del cristianismo, cuando todavía era una secta perseguida por los emperadores romanos que se reunía en lugares ocultos y secretos, las catacumbas. En la catacumba de Priscila, en Roma, hay frescos del siglo II-III en los que por primera vez aparecen los tres “magos de Oriente” de los que habla San Mateo en su Evangelio.
En San Apolinar se personaliza a los tres magos y cada una de las figuras lleva su nombre: Gaspar es un anciano de blancos cabellos; Melchor, un joven imberbe; Baltasar, un hombre maduro de negra barba. En el Evangelio hay un afán de dar universalidad a la adoración del Niño en Belén, y si los pastores que acudieron los primeros al Portal representaban al pueblo judío –el pueblo elegido- y a la gente humilde, los magos encarnaban a los poderosos y a los gentiles de todo el mundo, que también entrarían en el cristianismo. Con la representación de las tres edades del hombre se complementaba esa simbología universal.
Lo que no hay todavía es diversidad racial, los tres son blancos, arios puros como correspondía a los persas, pues al fin y al cabo, como indica su nombre, la raza aria tiene su origen en Irán, que es el otro nombre de Persia.
Fue en la ciudad de Praga , entre 1360 y 1370, cuando en el claustro de la abadía de Emmaus se pintó al fresco un amplio programa iconográfico de la vida de Jesús y numerosas escenas bíblicas, que incluían una Adoración de los magos con un rey negro.
La nueva moda pasó de Praga a Flandes, donde el arte de la pintura iniciaba el camino de la madurez con la invención del óleo, el medio fundamental para la representación de la imagen hasta el siglo XX. Allí, a partir de mediados del siglo XV, los maestros primitivos flamencos Van der Weyden, Derik Bouts, Memling o Van der Goes comienzan a introducir reyes negros en sus adoraciones, a veces más bien mulatos, aunque todavía no es algo obligado, y el más importante de los citados, Van der Weyden, tiene cuadros con y sin rey negro.
La incorporación de un rey mago negro tenía un doble significado simbólico, siempre en la idea de que el cristianismo era la religión universal. Por una parte representaba a las tres partes del mundo, Europa, Asia y África –recuérdese que América no se descubriría hasta 1492–. Pero también aludía al conjunto del género humano, pues los únicos supervivientes del Diluvio Universal habían sido Noé y sus tres hijos (Sem, Cam y Jafet), de los que descenderían las distintas razas. Concretamente de Cam vendría la raza camita, que según la Biblia vive en África y es de piel negra.
VÍDEO: Historia de los reyes Magos en 6 minutos


¿Y qué pinta Papá Noel

Mucho, aunque pinta más en el norte de Europa. Es una mezcla de tradiciones distintas. En la base está el obispo turco del siglo IV, San Nicolás , que acabó siendo protector de los niños e inocentes. En Holanda fue muy reconocido y traía juguetes y dulces a los niños. Cuando los holandeses fueron a la que es hoy Nueva York, se llevaron sus tradiciones. El escritor Washington Irving hizo una novela sobre los holandeses y satirizó al personaje. Gustó mucho y un dibujante llamado Thomas Nast empezó a darle forma. Fue evolucionando junto con una serie de mitos que existían en el norte de Europa: el padre invierno y los gnomos del bosque. Acabó formándose el Papa Noel actual, con la variante que era un personaje un poco hierático.

Imagen de San Nicolás-Ilustración de Thomas Nast (1881)

Publicación de Harper's

Thomas Nast, era el dibujante oficial de las famosas tiendas Harper's, quien publicó entre 1860 y 1880 los dibujos que se harían famosos en todo el mundo donde podía verse al Santa de Moore, con su trineo, su gordura, su cara bonachona y bolsa de juguetes, obviamente juguetes de Harper' .

Hasta que la Coca-Cola le dio chispa. 

Lo utilizó en una campaña del año 31, pero no le funcionó. Entonces encargó a uno de sus dibujantes que lo hiciese más humano. Se inspiró en un vendedor de prensa sueco con facciones bonachonas.


Se dice que la popularización de Santa Claus se produjo en 1931, cuando Coca-Cola incorporó su figura a su campaña publicitaria de Navidad y el artista Haddon Sundblom dio con la imagen de Papá Noel que se ha convertido en su estereotipo, con su gorro rojo y su barba blanca. Pero eso solo demuestra el enorme poder de la multinacional de los refrescos, capaz de hacer a medio mundo devoto de un personaje creado por un publicista o hacer que la apariencia de un popular personaje cambie para siempre para llevar los colores de su marca.

Que Santa Claus, o San Nicolás, vista de rojo y blanco porque son los colores de Coca-Cola es una leyenda urbana, y la realidad es que es fruto de una evolución que empezó hace unos 200 años.

El color rojo es un color habitualmente asociado a las representaciones tradicionales de San Nicolás en su calidad de obispo. El romanticismo y el folclorismo del XIX prefirieron a Santa Claus vestido de verde por crear un efecto bucólico y paganizante típico de la época, y ello tuvo un inesperado efecto uniformizador en las representaciones del viejo que traía regalos a los niños. Se extendió que era viejo, que era gordo, que venía del Norte (en vez de venir de Turquía) y se generalizó la imagen de un gran abrigo ribeteado de piel blanca peluda que vino a sustituir a la más tradicional imagen de un obispo oriental de rojo cardenalicio con su tiara y su báculo. 
Es cierto que Sundblem dibujó en 1931 a un Santa Claus de barba blanca , con sobrepeso y vestido de rojo y blanco para los anuncios navideños de Coca Cola y que eso popularizó esa imagen del personaje; pero -y esto es importante- el publicista no inventó nada. Ese tipo de Santa Claus existía desde décadas antes, aunque competía con otros Santas ataviados de blanco, verde, azul…. . Antes de es imagen existen otras muchas ilustraciones en las que aparece vestido con una ropa muy similar. Por ejemplo, en las mencionadas ilustraciones de Thomas Nast o en las que se incluían en la revista Puck o en el St. Nicholas Magazine.
Puck (1901) y St. Nicholas Magazine (1906) 

¡Vaya manipulación! 

Los mitos siempre nos llegan muy trabajados. Las bases del mito subsisten, pero cambian los ropajes, los personajes, cómo se celebra… Sí el mito funciona, es algo casi genético. 

Continuará ...

Fuentes: La Vanguardia 23/12/2010 - Entrevista a Pepe Rodríguez - Periodista y doctor en Psicología, es profesor de periodismo de investigación y especializado de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona / Mitos y ritos de la Navidad- Pepe Rodríguez-Ediciones B / El libro de la Navidad- José ManuelBurgueño- Luna Books Ediciones.

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