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13 de abril de 2021

LA PERSONALIDADES TÓXICAS


Las denominadas personalidades tóxicas son muchas y variadas pero todas coinciden en que no aportan nada positivo a una relación, ya sea sentimental, de amistad, laboral o, incluso, familiar. Por el contrario destruyen cualquier intento de crear vínculos sanos y mínimamente cordiales. 

Lo más peligroso de estas personas es que nos roban la energía y apenas nos dejan respirar sin que ni siquiera nos demos cuenta. Y es que son expertos en entablar relaciones hiperabsorbentes y maestros del arte de intoxicar, como su propio nombre indica. No es fácil identificarlos a primera vista, y muchas veces no reparamos en su personalidad hasta que comprobamos que después de estar con ellos siempre se repiten las mismas sensaciones negativas: agotamiento, frustración, estrés o alivio por estar solos.


Existen una serie de indicios, para identificar y reconocer a las personas tóxicas a primera vista:
  • Son personas con autoestima escasa o nula que se dedican a utilizar a los demás para conseguirla sin importar el daño que provocan , creando situaciones tensas y desagradables , y terminando por absorber física y psíquicamente a su víctima si no se pone remedio a tiempo.
  • Las personas tóxicas descubren los temores y fantasmas de sus presas para saber cómo seducir a sus víctimas, manipulándolas a su antojo. Como buenos manipuladores que son, saben adaptar su comportamiento, pero también sus principios y valores, en función de la persona a la que manipulan.
  • Saben darle la vuelta a una situación con mucha habilidad, llegando a presentarse como víctimas cuando en realidad son verdugos. Se trata de una falsa victimización, con el objetivo de seducir y limpiar el terreno para servirse de los demás cuando lo necesiten.
  • Son expertos en deformar la realidad mediante las mentiras parciales y el juego del doble lenguaje, puesto que controlar el discurso es una forma de controlar el pensamiento. Pueden mezclar insultos y halagos amables en la misma frase sin apenas inmutarse.
  • Son como depredadores, que no respetan la autonomía de los demás y les imponen sus propios criterios. Hablan extensa y repetidamente de las generalidades que conocen y hasta de lo que saben poco o nada. Si al estar con ellos, una y otra vez nos sentimos cansados mentalmente, entonces debemos tomar nota porque es una alarma de que estamos siendo intoxicados.
  • No tienen principios o estos varían en función de sus objetivos o contexto y tratan de que los demás se alejen de su particular escala de valores.
  • Son impermeables a la culpabilidad y logran que seamos nosotros quienes nos sintamos mal.
  • Son pacientes y constantes hasta que consiguen sus objetivos.
  • Les gusta sembrar la duda sobre las cualidades y las competencias de los demás para descalificarlos y eliminar su autoestima.
  • Esconden una incoherencia entre su discurso y su comportamiento: por un lado se llena la boca con propuestas altruistas, mientras que luego actúan sólo en base a su interés personal.
  • Los tabúes morales no existen para los “buenos intoxicadores”, puesto que conciben a los demás no como una persona digna de respeto o compasión, sino sólo como un objeto más o menos útil para conseguir lo que se proponen.

No existe sólo un tipo de persona tóxica aunque existen distintas tipologías , una o varias al mismo tiempo ,que adoptan estos seres nocivos:
Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: "No eres lo bastante bueno", "tú me haces ser así" o "me sacas de quicio".
Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. 
Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
El chismoso: Hay un aforismo que dice "no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran". Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
El quejoso: Se lamenta todo el tiempo: "Su discurso le ata más al pasado y a la dificultad". Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. La diferencia es que son seres tóxicos para sí mismos y para los demás.
El manipulador: Es es una personalidad tóxica difícil de detectar que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo sin ser descubierto. Al principio se muestran amables y complacientes.
Nunca hay que ser sincero con una persona manipuladora porque le dará la vuelta. Se sentirá atacada y logrará que te sientas culpable por tu sinceridad. Por lo tanto, tú serás el único culpable y así te hará sentir. En compañía de personas cultas y educadas el manipulador cree que está logrando sus objetivos, aunque la realidad es que no lo contradicen aunque sepan que no tiene razón, controlando lo que dices para no sentirte mal después.
Los manipuladores juegan sucio y suelen mentir. Tienen el don de contaminar el entorno. Si su manipulación no va por el camino previsto para conseguir su objetivo, tratarán de crear una situación incómoda en el grupo en que se encuentren.
El psicópata: Muestra una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus 'amigos' mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.

El manipulador psicópata : Es una de las personalidades tóxicas más peligrosas. Nos encontramos ante personas que reúnen las características del manipulador y el psicópata, que no establecen límites afectivos y no sienten remordimientos cuando hacen daño a los demás . 
Son personas egocéntricas ,ambiciosas y egoístas que quieren alcanzar sus objetivos sin importar a quien destruyan por el camino. Según les interese pueden decir una cosa y a continuación la contraria sin problema alguno. Esconden una total incoherencia entre su discurso y su comportamiento: por un lado se llena la boca con propuestas altruistas, mientras que luego actúan sólo en base a su interés personal.
Son personas que al principio se presentan encantadoras, pues te dirán todo lo que querrás oír. Suele interesarse mucho por la persona que tiene enfrente haciéndole muchas preguntas para recabar información que almacenará para utilizarla, luego, en su contra. Con esto, mentirá y engañará para lograr lo que quiere. Fingirá sentimientos que no siente ni padece.
Otros personajes tóxicos de los que hay que huir a tiempo 

Son algunos de los personajes insidiosos que pueden amargarte el rato si tienes la desdicha de no poder huir a tiempo. En cualquier caso, si no has podido evitar caer en sus redes, hay que aprender a reconocerlos  y neutralizarlos.

El narcisista. Su palabra preferida es "yo", el más alto, guapo e inteligente ejemplar de la manada, según él, con un desagradable gusto por hacer sentir mal al prójimo para sentirse bien él. Deje que se hinche como un globo, pero que a usted le pille muy lejos y, si no puede, vuele con su imaginación a otras situaciones más interesantes. El tiempo no está para perderlo con los tontos y sus tonterías.

El quejica. No para de transmitir negatividad y puede amargarle la vida al Santo Job. Sus quejas sirven para que usted haga por él lo que él tendría que hacer por sí mismo. No escuche sus retahílas más de 10 minutos para no contagiarse, dígale que lamenta lo que le sucede y huya rápidamente.

El cabreado. Es una metralleta emocional que aprovecha cualquier momento para lanzar una ráfaga de comentarios hirientes. No se disculpe, ni pregunte qué le pasa, ni dé explicaciones, ni se muestre a la defensiva. Puede decirle: "Qué pena que estés tan enfadado porque así se vive muy mal". Se molestará, será una dosis de su propia medicina.

El desganado. Nada les apetece. Quieren que le preste atención y que ponga usted la ilusión que necesitan encontrar por sí mismos. No cambie sus planes y déjelo que se anime él solo. 

El cotilla. No hace más que criticar y malmeter contra terceros y si puede difundir algún rumor alcanza el éxtasis tóxico. Se le combate no dando información y no permitiendo que triangule con usted: "Eso es mejor que se lo digas al interesado", podrá decir.

El pesado. No para de hablar, contar historias aburridas, meterse en las conversaciones u opinar sobre todo. Lo mejor es poner límites: hágale notar que le interrumpe con un "como te decía". Y si no funciona recurra a la excusa infalible: "¡Te dejo que empieza el buffet libre!".
Fuentes: Gente tóxica - Bernardo Stamateas - Ediciones B / El Mundo 2/07/2017- Suplemento ZEN.

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