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2 de agosto de 2022

LA MUJER Y LA BICICLETA

Victoria I

La moral victoriana

La época victoriana es un período de Ia historia del Reino Unido de Gran Bretaña , que se extendió durante el reinado de Victoria I , desde 1837 a 1901, y en la que se produjeron grandes cambios sociales que afectaron a todas las esferas de la sociedad: política, economía, cultura, ciencia y costumbres; una época en la que el Imperio Británico alcanzó su mayor esplendor, siendo uno de de los más extensos del planeta, que abarcaba no sólo los territorios de Inglaterra, Gales, Escocia y parte de Irlanda, sino además sus territorios ultramarinos en Australia e India, entre otros, constituyendo una de las metrópolis más influyentes y relevantes de Occidente, y que expandió su cultura y valores por el resto de Europa y sus colonias en el mundo.

Durante esa época  la  sociedad estuvo regida por la denominada "moral victoriana" , un conjunto de valores éticos  conservadores e inquebrantables caracterizados por una fuerte represión sexual, baja tolerancia ante el delito y un estricto código de conducta social,  repletos de prejuicios y de severos controles que afectaban a comportamientos  políticos, sociales y religiosos, y en el que  cada aspecto de la vida  tenía sus parámetros morales establecidos como la forma correcta de vivir en una sociedad "civilizada". Pero la realidad de la época victoriana es que manifestó enormes contradicciones, practicando habitualmente lo que ha sido llamada "doble moral victoriana" , cuyas hipócritas "leyes morales" ignoraban las duras condiciones de vida que sufrían muchas personas bajo un rígido sistema de clases , fenómenos sociales como  la prostitución (1) , el trabajo infantil (2) o el papel de las mujeres sometidas a un  rígido control moral,  sin voz ni voto, y bajo la  absoluta autoridad masculina, con las únicas misiones de la maternidad, el cuidado del hogar, del marido y de los hijos (3),  
 
(1La prostitución llegó a ser conocida como "El gran mal social".  Las estimaciones del número de prostitutas se calculó que era de 8600 en el Lon dres de 1857. El alcance de la prostitución en Londres en la década de 1880 fue relevante a nivel nacional y mundial  a través de los asesinatos altamente publicitados atribuidos al asesino en serie Jack the Ripper ( Jack el Destripador) cuyas víctimas eran exclusivamente prostitutas que vivían en la indigencia en las décadas de 1880 y 1890, para las que ofrecer sus servicios  sexuales constituía un necesidad vital para poder obtener los ingresos  necesarios para comer y poder alojarse temporalmente a cubierto, y que representaban  una presa fácil para los criminales . 

(2En 1833 se promulgó la Ley de Diez Horas de 1833 , que disponía que los niños que trabajaban en las fábricas de algodón y lana deben tener nueve años o más; ninguna persona menor de dieciocho años debía trabajar más de diez horas al día u ocho horas los sábados; y nadie menor de veinticinco años debía trabajar de noche. Por su parte lLey de Fábricas de 1844 decía que los niños de 9 a 13 años podían trabajar como máximo 9 horas al día con un descanso para almorzar. NO obstante, durante el largo reinado de Victoria se siguió explotando el trabajo de niños y niñas en la minería, la industria y el servicio doméstico con regímenes de 8, 10 o 12 horas, y que . morían a causa del  raquitismo, escoliosis, asma, desnutrición, viruela o sarampión. 

(3) Durante la epoca victoriana,  las mujeres sufrieron un estricto control que comprendía desde el modo en que debían  vestirse y comportarse , hasta asumir la autoridad masculina sobre ellas, que las leyes autorizaba. carecían del derecho de sufragio, del de litigar en juicio y a poseer bienes propios.  La Ley de causas matrimoniales de 1857 permitía la separación legal del esposo o la esposa por motivos de adulterio, crueldad o deserción.Un   hombre podía divorciarse por adulterio, pero una mujer solo podía divorciarse por adulterio si existían otros delitos  como incesto, crueldad, bigamia , deserción, etc., o basados ​​únicamente en la crueldad .Asimismo sus actividades estaban limitadas exclusiva y específicamente a la esfera doméstica, y se requería de ellas que mantuvieran la casa limpia, la comida en la mesa y a los hijos educados. Cuando un hombre y una mujer contraían matrimonio ,los derechos de la mujer se cedían a su marido, y bajo las leyes inglesas, la pareja se convertía en una entidad única, representada por el marido, que pasaba a controlar todo lo referente a la familia: el dinero, las posesiones y el propio destino del matrimonio. Las mujeres se convertían, de hecho, en otra posesión más de sus maridos, que asimismo se convertían en dueños de todo lo que ellas pudieran darles, hijos incluidos. El matrimonio otorgaba al marido incluso el derecho de propiedad del cuerpo de su esposa (la institución del matrimonio suponía que la mujer debía consentir sexualmente ante su marido en todo momento, según su deseo) y daba por hecho que el cuerpo de la mujer ya no le pertenecía a ésta.
La  bicicleta

En la década de 1890 , la bicicleta , convertida en un objeto de moda y de estatus para uso de mujeres de clase alta europea y americana, debido a su alto precio que la convertía en un bien solo asequible para las clases acomodadas, ocasionó encendidos  debates entre algunos sectoress de la sociedad vistoriana contrarios al uso femenino de la bicicleta tratando  de disaudir a la poblaciónde sus utilización,   prediciendo nuevas enfermedades que afectarían a la salud de las ciclistas, y a las inquebrantables reglas morales establecidas en esa época, que afectaban a su  vestido y  a su comportamiento , y que además que permitía relaciones de sociabilidad mixta entre sexos a causa de la libertad de movimientos sin acompañantes,  que permitía el uso de la bicicleta.

La moda de su utilización lúdica por las clases acomodadas acabó cuando a comienzos del siglo XX las bicicletas se fueron  abaratando convirtiéndose en una forma popular de transporte para cada vez más personas, tanto en el ámbito rural como en el urbano, dejando de ser  un elemento diferenciador de los sectores de la sociedad adinerados, que abandonaron  la bicicleta y se interesaron por los vehículos motorizados de reciente aparición, nuevo símbolo de poder económico de su propietario.

La epoca victoriana fue también una época de crecimiento y de progreso. La Revolución Industrial supuso el nacimiento de una nueva clase, la clase media y, por primera vez en la historia, sucedió que la gente trabajadora empezó a disponer de algo hasta entonces desconocido para ellos: un periodo de tiempo libre que se podía dedicar a la práctica a actividades «mundanas» como el ciclismo. Multitud de ciclistas comenzaron a tomar las calles, los caminos y las carreteras , permitiendo  que aquellos que nunca habían salido de sus pueblos, de sus barrios y de sus comarcas se aventurasen ahora más allá de sus lugares archiconocidos y explorasen nuevos territorios. Aunque fuero mayoritariamente hombres, hubo mujeres, arriesgadas amazonas del pedal, que, intrépidas, se lanzaron a pilotar esos artilugios que para muchos eran auténticas «máquinas del diablo».

Montar en bicicleta en la década de 1890 , sacudió la economía y las bases mismas de la sociedad, especialmente los sagrados principios de la moral aplicada a la mujeres, y a las que no resultó facil  practicar una actividad  que se suponía exclusivamente masculina, pero fue la evolución de la propia tecnología de la máquina adaptando su diseño a las necesidades femeninas lo que permitiría que el ejercicio del ciclismo femenino se extendiera de manera masiva por todos los rincones del mundo británico y por extensión al resto de Europa y América.

Así, y junto con otros factores, la práctica del ciclismo entre las damas propiciaría el nacimiento en dicha década de la «Nueva Mujer», término que se usó para describir a las mujeres que rompían con las convenciones sociales imperantes trabajando fuera de casa, renunciando a su tradicional rol de madres y esposas, y reivindicando un activismo político mediante el sufragismo, el protofeminismo y la defensa de sus propios derechos. La «Nueva Mujer» se situaba en igualdad de condiciones con el hombre, y la bicicleta ayudó en gran medida a que algo así, tan impredecible e inimaginable en la época, se hiciera posible.

La salud de la ciclista

El ciclismo femenino era una novedad y, por tanto , no existía un historial de lesiones y enfermedades directamente relacionas con esa actividad. Por este motivo, en la década de 1890 se publicaron cientos de artículos debatiendo acerca del impacto que la bicicleta podía tener sobre las mujeres, sus cuerpos y su forma de relacionarse con el entorno. Muchos de los postulados acerca de los potenciales beneficios y riesgos se refugiaron en argumentos médicos, en un contexto en el que muchos discursos sobre el género fueron medicalizados por la voluntad de los médicos varones de establecer un control sobre los cuerpos de las mujeres. Así, quienes  buscaron fomentar o rechazar el que las mujeres montasen en bicicleta normalmente trataron de apoyarse en argumentos “científicos”, con el fin de dotar a su postura de una apariencia de objetividad. 

Se extendió la idea de que pedalear durante periodos prolongados podía alterar la frágil salud de las mujeres, cuyo valor, por aquel entonces, residía en su salud y aspecto físico. Por ello deberían tener cuidado , además de la simple caída, de la posibilidada de nuevas patologías  que podríana afectar a las ciclistas, como la joroba ciclista causada por la posición doblada sobre la bicicleta, dolor de garganta debido a largos paseos por caminos polvorientos o la cara de bicicleta, causada por el continuo esfuerzo de mantener el equilibrio, cuyos síntomas se describieron en 1897 : un  rostro rígido, normalmente enrojecido, pero a veces pálido, a menudo con labios más o menos demacrados, un comienzo de ojeras oscuras , con ojos fijos hacia adelante y una expresión cansada y de angustia Es decir, lo opuesto a la tierna y adorable mirada que los hombres esperaban de una mujer a finales del siglo XIX. En tal sentido en 1897 el director editor de Harper's Magazine sugirió que las mujeres masticaran chicle mientras montaban en bicicleta ya que eso mantenía la cara movimiento y prevenía la citada expresión , que podría evolucionar hasta formar parte del aspecto de la dama ciclista. También preocupaba el contacto de su zona genital con el sillín  que podría perjudicar su capacidad reproductiva y fomentar la masturbación a causa de los saltos y vibraciones del sillín sobre su zona genital  y para evitar o reducir esa posible autoexcitación  se desarrollaron modelos específicos para mujeres con un sillín más rígido y sin apenas relleno, denominado “sillín higiénico”.  

Los  médicos,independientemente de que estuviesen a favor o en contra de que las mujeres montasen en bicicleta,intentaron implantar la idea de que antes de empezar su práctica de forma habitual, cada mujer tenía que consultar con ellos si para su caso específico era conveniente o no. Esto era debido a que consideraban que  si bien practicada de forma moderada por una mujer sana y a determinadas edades ( algunos médicos llegaron a limitarla a la  infancia y al periodo de juventud en el que las mujeres se mantenían solteras, con la peregrina y poco científica teoría de que uando ellas se casaban y tenían descendencia, debían centrarse plenamente en realizar adecuadamente las labores del hogar y las tareas de cuidados a hijos y maridos) , en otros casos era negativo para su salud, sosteniendo la idea de que podía provocar diversas patologías en la mujer ciclista.

No obstante, entre los argumentos decididamente a favor o en contra de la práctica ciclista por parte de la mujeres, hubo un amplio abanico de posicionamientos intermedios, sobre todo porque progresivamente se fue asumiendo la utilidad de su práctica en materia de salud, aunque siguiese preocupando en lo referente a la moralidad. 


Aí, para el famoso cirujano francés Jean Lucas Championniere , la bicicleta contribuía a paliar los efectos de la vida sedentaria en las mujeres de la clase alta y la clase media alta, haciendo que sus cuerpos fuesen más fuertes y adecuados para la reproducción y para cuidar de sus hijos. El razonamiento del que se partía, a nivel transnacional, era que las 1mujeres campesinas parían sin problemas hijos robustos y sanos, algo que no ocurría en el caso de las mujeres de las familias acomodadas por el excesivo sedentarismo en su estilo de vida . Por tanto, muchos médicos rebatieron la idea de que el ejercicio de las mujeres en bicicleta dificultaría su capacidad de procreación, tal y como aseguraban los especialistas contrarios a su práctica . El doctor Championnière, tomando como ejemplo a las mujeres de las capas populares de la sociedad, afirmaba que la práctica de la bicicleta generaba sobre las mujeres beneficios cardiovasculares, pulmonares o de reducción de la obesidad. Además ,  las ventajas no quedaban limitadas al plano físico, pues también se obtenían beneficios intelectuales : "A la mujer le falta ordinariamente calma y serenidad en presencia de cualquier pequeño accidente sin importancia […]. La bicicleta cura también este defecto, por la necesidad de conservar la sangre fría ante los pequeños obstáculos, más aparentes que reales, que se encuentran en la marcha. Y la mujer, acostumbrada á mirarlos con serenidad cuando va en bicicleta, llega á adquirir luego el propio dominio sobre sí en las demás ocasiones de la vida" .

Ante estos  alarmismos, algunos periódicos de la época publicaron artículos que destacaban la hipocresía de estas críticas: “Cuando una mujer quiere aprender algo nuevo o hacer algo útil o incluso divertirse siempre hay alguno que solemnemente le advierte que es su deber seguir bien de salud. Mientras tanto, en muchos estados, esa misma mujer puede trabajar en fábricas diez horas al día, puede estar detrás de un mostrador en tiendas mal ventiladas desde las ocho de la mañana hasta la seis de la tarde, doblar el espinazo en la máquina de coser por cinco centavos la hora y a nadie le importa lo suficiente como para protestar. Pero cuando estas mismas mujeres, condenadas a vidas sedentarias de interior, encuentran una manera barata y encantadora de obtener el aire fresco y el ejercicio que tanto necesitan hay un gran clamor sobre su bienestar físico”.


El vestido de la ciclista

La época victoriana no era particularmente condescendiente con las mujeres ni con su indumentaria femenina, ni con su comportamiento, y el acceso de la mujer a la bicicleta , y fue  el reparo de tipo moral y estético de gran parte de la sociedad, lo que ocasionó  numerosos debates sobre el vestido que las mujeres debían utilizar para practicar ciclismo. Tanto en Europa como en Norteamérica, las razones higiénicas y de confort impulsaron a las mujeres ciclistas a abandonar su traje tradicional compuesto de largas faldas, corsé y miriñaque, prendas que se habían convertido en un tanto peligrosas e incómodas para montar en bicicleta. El nuevo atuendo que adoptaron fue más racional, dejaron al descubierto sus tobillos y piernas, lo que provocó el consiguiente escándalo entre los moralistas, aunque las mujeres ciclistas pusieron un cuidado muy especial en el asunto de la vestimenta, con el fin de que no se las confundiera con otro tipo de damas "sospechosas"que solamente usaban el ciclismo como un modo de exhibirse ante la sociedad machista.

Las mujeres que decidieron subirse a una bicicleta no solo consiguieron algo que no habían tenido hasta entonces (movilidad física por sus propios medios), sino que la práctica del ciclismo les ayudó a ampliar sus horizontes más allá de los barrios en que vivían y habían vivido siempre, y les hizo descubrir una libertad de la que habían carecido, gracias, en parte, a la eliminación de lo que en gran medida había estado asfixiándolas: su atuendo. 

Los restrictivos ropajes de las mujeres victorianas (corsés, pesadas y largas faldas con enaguas, camisas de cuello alto rígido) les imposibilitaba una necesaria libertad de movimiento para montar en bicicleta y, más allá, parecía simbolizar la prisión invisible, forjada a base de convenciones, en que se hallaban encerradas. Dicho atuendo era incompatible con cualquier tipo de ejercicio físico, y el ciclismo requería una indumentaria más práctica, más racional, de modo que las faldas largas y los corsés empezaron a dar paso a los pantalones anchos o bombachos (4), a veces incluso en forma de falda-pantalón, ceñidos a la altura de las rodillas. Quien quisiera montar en bicicleta tenía que vestir más libremente, lo que conllevaba, a su vez, mayor sensación de libertad. Las carreteras y las calles de Inglaterra , y también las de América se poblaron de mujeres vestidas como hombres, de mujeres que pusieron en tela de juicio los estereotipos de género desafiando a algunos moralistas de la época  para los que  bombacho corto enseñando las pantorrilla con un sillín anidado entre las piernas , daba una imagen innegablemente sexual para el rígido código moral victoriano. 

(4) La neoyorkina Amelia Bloomer fue la creadora de los Bloomers (los pantalones bombachos) y  también una incansable defensora de los derechos de la mujer en una sociedad, que ante los ojos de los hombres solo había sido hasta entonces el pilar de la familia, dejando en un segundo plano las facetas culturales, creativas, políticas y laborales femeninas. En aquella rígida moda victoriana los bloomers significaron un gran cambio, ya que las mujeres optaron por otras prendas más cómodas y apropiadas para realizar las diferentes actividades deportivas a las que la mujer se estaba incorporando, como el ciclismo,  sin corsé, con la nueva indumentaria de los bloomers, y desechando los vestidos de falda larga.
A vosotras, amas de casa, os decimos: desabrochad vuestros vestidos y dejad que todas las prendas queden holgadas sobre vuestros cuerpos. Seguidamente, respirad a pleno pulmón, henchíos de aire tanto como podáis, y en ese mismo instante abrochad la ropas. Cortad después esas faldas ondeantes hasta la altura de las rodillas, y poneos unos pantalones holgados abrochados junto a los tobillos”. (Amelia Bloomer )

Sobre el uso de pantalones por parte de la mujer, aún en 1968 la  Sección Femenina publica el libro de texto titulado Economía doméstica para bachillerato, comercio y magisterio, que incluye la siguiente advertencia: mientras menos utilicen por los pantalones será mejor. pero si la motocicleta, y la bicicleta, y la pesca, y el caballo los hace casi necesarios porque son más convenientes que las faldas y en este sentido más decentes, reduzcamos uso a estos fines y con estos fines de propiedad y decencia. no como una gracia, sino como una necesidad puente seguido en general favorece menos que las faldas, sobre todo a la contextura de la mujer española muy mujer y con formas muy acusadas, que no encajan con la línea recta varonil del pantalón.
La Sección Femenina también se habia ocupado  de otros "temas femeninos", como del objetivo, vestido y el compotamiento de las jóvenes gimnastas : “Los objetivos que se pretenden con la Educación física no son el desarrollo de las capacidades personales de la mujer, sino la mejora de la “raza”, por una parte, y la inculcación de una disciplina y una moral que pudiese servir a los intereses del alma, por lo que “gimnasia física” sí, pero con gimnasia espiritual, higiene corporal, más con higiene moral”, dando las siguientes normas/instrucciones:

Los pantalones azules de gimnasia deben ser de una amplitud tal que parezcan enteramente como faldas de vuelo.
La longitud debe ser exactamente hasta media pantorrilla, de forma que al subir la goma y ajustándosela por encima de la rodilla, ésta esté totalmente cubierta por la falda.

Las blusas de la gimnasia serán asimismo de una amplitud normal para que no se ciñan al cuerpo.

En las competiciones de natación se utilizarán siempre los trajes de baño aprobados en la circular nº. 74 del Departamento de E.F. (solían ser de lana).

Se prohíbe salir a la calle con el traje de gimnasia sin ponerse el abrigo encima (también cuando la competición o concurso se celebrara en verano).
Advirtiendo además  las jóvenes practicantes que no tomen el deporte como pretexto para “Independizarse de la familia, ni para ninguna libertad contraria a las buenas costumbres”.

También se ocupa en 1961 la SF en su revista Teresa de una particular "gimnasia casera" para amas de casa.


Las relaciones sociales 

Los cambios sociales propiciados por el ciclismo no se limitaron, no obstante, a la vestimenta. Cuando una mujer adquiría una bicicleta ya no tenía que depender de un hombre que la trasladara de un lado a otro, y era libre de ir y venir a su antojo sin pedir permiso a nadie. Experimentó una suerte de liberación, y la bicicleta impuso con el hombre una paridad de hecho, que hasta ese momento había sido casi una quimera. Además, el cambio de indumentaria no supuso un simple asunto de adaptación, diríase práctica, al nuevo deporte, sino que significó un cambio radical en la percepción de la feminidad y se convirtió, de hecho, en un asunto muy controvertido moralmente. La batalla por el nuevo y revolucionario atuendo femenino propiciado por el ciclismo alteró de una vez y para siempre la percepción pública de la capacidad atlética de las mujeres y, más allá, de su propio comportamiento público.

No obstante la mobilidad e independencia que permitía la bicicleta creó un nuevo problema para la mujer por la sospecha de que las hasta entonces bien vigiladas mujeres pudieran desplazarse sin acompañantes a lugares aislados para realizar "actos impuros" o tener un comportamiento impropio de una mujer respetable, lo cual suponía una amenaza para el orden moral establecido. 

La ciclista "sospechosa"

Pronto surgieron opiniones muy hostiles hacia las mujeres que montaban en bicicleta, que quedan reflejados en periódicos de la época , relacionando el ir en bicicleta con una conducta inapropiada , equiparando a la ciclista a una mujer de moral relajada, o bien a una mujer “masculinizada” que pretendía imitar a los hombres , imágenes ambas con fuerte carga peyorativa. En respuesta estas imágenes  muchas pusieron especial énfasis en adoptar conductas que desmintieran los supuestos de irrespetabilidad a los que eran sometidas. El reto para ellas era demostrar que montar en bicicleta y ser decente eran cosas compatibles , y para ello tenían que desarrollar estrategias que demostraran de forma inequívoca su “inocencia”. 

Así, si no se  podía eevitar  evitar que la mujer se subiera a la bicicleta, era necesario transmitir una imagen de la ciclista que en ningún caso pongaen peligro los sacrosantos valores de la familia burguesa, que  podía pedalear y y  lucirse en apacibles paseos por parques y jardines y otras actividades de ocio . Y de ello se ocuparon numerosas publicaciones, dando  instrucciones y consejos a las ciclistas.

José Codina Castellví (1867-1934), Doctor en Medicina, fue el autor de la primera publicación que sobre materia ciclista se escribió en España en el año 1893; cuyo título del libro es: El Velocípedo, sus aplicaciones higiénicas y terapéuticas. En el apéndice de dicho libro se incluye un anexo titulado La mujer y el velocípedo en el que el Doctor Codina Castellví indica que la relación de la mujer con la bicicleta pasa por diferentes etapas en función de la evolución de su vida sexual: "Durante la niñez no existe ningún inconveniente para el uso del velocípedo, dado el periodo de letargo en que se encuentra su vida sexual. En cambio, cuando llega la pubertad, aunque el ejercicio velocipédico puede reportar buenos resultados, por razones higiénicas durante la menstruación su aparato sexual está expuesto con suma frecuencia a limitaciones, por lo que la mujer se ve obligada a suspender esas prácticas ciclistas, si no quiere exponerse a una serie de contratiempos dependientes de una gran pérdida favorecida o provocada por la excitación propia de un trabajo exagerado de los miembros inferiores".  Asimismo opinaba que : " Durante  la gestación hay que interrumpir toda actividad velocipédica para no provocar un aborto, a causa de la actividad de los miembros inferiores o por una caída. Durante la lactancia, son tantas las ocupaciones que tiene la mujer, que no puede faltar a su cumplimiento como madre y esposa para dedicarse a la práctica de ejercicio, por muy higiénico que sea, ya que le robará un tiempo precioso. Además, por su género de vida y por la clase de sus ocupaciones, rara vez se ve obligada a rendir trabajos cerebrales sostenidos, que son los que con mayor urgencia y premiosidad indican la prescripción de ejercicios físicos para restablecer la armonía tan necesaria entre los músculos y el cerebro.
Por su parte la obra anónima Prontuario del aprendiz y aficionado al velocípedo por dos compañeros de pedal, publicado en Madrid en 1895, aparecen una serie de preceptos resumidos en diez mandamientos destinados a la mujer ciclista:

1.  No llevarás corsé, sino jubón o justillo.
2.  No usarás ligas de goma, lleva sencillamente cintas.
3.  Usa pantalones de tela bien holgados y encima falda corta.
4.  Lleva toca o capota y no te olvides del velo y de los guantes.
5.  Guárdate como del fuego de la grosera vestidura del hombre.
6.  Calza zapatos bajos que dejen libres tus pies.
7.  Lleva contigo una falda arrollada al timón, te la pondrás cuando llegues al término del viaje.
8.  De tal manera vestida pedalearás modesta y moderadamente.
9.  Por término medio sólo andarás 12 o 15 leguas por día.
10.Por la noche acuéstate para reposar tranquilamente.

Esta serie de normas preventiva, sistemáticamente llamados mandamientos, reguló el cuerpo y el alma de la mujer y, por extensión, el cuerpo y el alma de la moral nacional.Es fundamental no llevar corsé ( puesto que dificulta la respiración de la ciclista, a la vez que acelera la del voyeur); vestir pantalones amplios ( así las piernas se mueven libremente y las curvas no se marcan paréntesis); tocarse con velo y sombrero ( para no despeinarse y proteger a la ciclista de las inclemencias del tiempo, evitando las impertinencias masculinas) y, por fin, calzar zapatos de tacón bajo (más apropiados y seguros para el pedaleo y menos dados que los tacones altos a despertar la concupiscencia del transeúnte). Así, la etiqueta en el vestido de la ciclista presentae dos ventajas: la dama podrá pedalear con modestia para beneficio de la moral y con moderacion para el bien de su salud. 


También se ocupa del tema ,  F. J. Erskine, escritora victoriana, que publica en 1897 el pequeño manual  Damas en bicicleta. Cómo vestir y normas de comportamiento ,«escrito para mujeres ciclistas por una mujer ciclista», en el que la autora guía a las nuevas practicantes del deporte de la bicicleta en Inglaterra, aconsejándolas sobre todo tipo de cuestiones:  vestimenta,  correcta alimentación para no sucumbir al agotamiento tras una larga jornada sobre dos ruedas; trucos de mecánica para poder reparar la bicicleta en caso de avería súbita; comportamiento ante eventualidades como un repentino encuentro con un mendigo, cruces peligrosos y vecinos poco amigables; y organización de juegos con bicicleta en el jardín de casa. Este curioso manual de buenas prácticas ciclistas victorianas constituye un recordatorio del papel revolucionario que tuvo la bicicleta en la existencia de las mujeres inglesas de finales del XIX, así como un testimonio sin igual de esa época, con  recomendaciones tales como transitar por espacios iluminados,y fácilmente accesibles, hacerlo en compañía, pedalear de manera contenida y sin extravagancias, y en ningún caso a grandes velocidades; llevar una falda que poder ponerse encima de los pantalones una vez alcanzado el lugar de destino.


La ciclista erótica 

La sistemática erotización de la bicicleta y de la mujer que la utilizatiene como propósito fundamental restar legitimidad a la ciclista y, por extensión, a toda mujer que se atreve a conquistar la libertad y el espacio urbano y que prefiera la visibilidad pública al recato. Algunos consideraron que una mujer con bombacho corto y ropa suelta , sentada a horcajadas sobre su bicicleta, con las pantorrillas a la vista,sus pechos libres sin corsé y un sillín anidado entre las piernas daba una imagen innegablemente sexual para el rígido código moral victoriano. 


De forma paralela a la representación de la mujer en bicicleta como una mujer poco deseable desde el punto de vista social, aparece la de mujer deseada, cuya erotización se vehiculiza a través de la asociación de lo supuestamente “masculino” (el metal, lo duro, lavelocidad) con las poses y atuendos de lo “femenino” (la turgencia, la pasividad, lo blandoo que es representada en una amplia producción de imágenes eróticas en las que aparecen mujeres junto a bicicletas , desnudas o en en poses seductoras o insinuantes. 


En ningún caso estas imágenes sugieren una idea de mujer que utilice la bicicleta como medio de transporte, sino que los atuendos, las posturas y los escenarios nos hablan de mujeres que quedan siempre relegadas al espacio erótico.Y es que, a la mujer que pedalea de forma modesta y recatada, bien tapada y a la luz del día, se superpone el fantasma de esa otra que, con el pelo al viento y las piernas al descubierto, escapa a todo control social e incurre en actitudes claramente censurables pero también provocadoras del deseo masculino.

Modo de montar en bicicleta, conservación e higiene

Fentes: La mujer y la bicicleta en el siglo XIX - Rosa María Sáez García-Universitat Jaume I / El ciclismo femenio español en la década de 1890- Alejandro Camino-Universidad Autónoma de Madrid / Culturas del erotismo en España (1898-1939)-   Maite Zubiarrure-Editorial Crítica/ Una curiosa historia del sexo-Kate Lister -Editorial Capitan Swing/

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