
El polémico cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024
LA SEMANA SANTA
La Semana Santa es una de las celebraciones más antiguas y populares de España. Esta festividad cristiana conmemora los últimos días de Jesucristo en la Tierra, es decir, la pasión, la muerte y la resurrección del Mesías, y cuyo origen se remonta al año 325, cuando en el Concilio de Nicea se fijaron esas fechas para la celebración de Pascua para todo el ámbito católico occidental.
En 2025 esta semana litúrgica comienza el 13 de abril con el Domingo de Ramos conmemorando la entrada de Jesús a Jerusalén, el Jueves Santo, el 17 de abril, se recuerda su última Cena con sus discípulos; el Viernes Santo, el 18 de abril, se conmemora su crucifixión , y termina el 20 de abril, Domingo de Resurrección cuando se celebra su resurrección.
Durante esta Semana tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular destacando organizadas por Cofradías y Hermandades , las procesiones,desfiles religiosos que se celebran desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. en los que participan miembros de las cofradías o hermandades, conocidos como cofrades, nazarenos o penitentes, que suelen vestir túnicas y capirotes. , en los que se llevan grandes imágenes religiosas (de Cristo, la Virgen u otros personajes bíblicos) situadas sobre andas o "pasos" que los fieles cargan a hombros, y que recorren las calles de la ciudad, acompañados de música, tambores y cánticos religiosos , entre ellos las saetas (1).
(1) La palabra saeta proviene del latín sagitta , que significa “flecha”. Esta denominación alude a la intención de “herir” o conmover el corazón de los fieles con el mensaje del canto, especialmente en los momentos más emotivos de la Pasión de Cristo Originalmente, la saeta era un rezo en voz alta, dirigida a la Virgen María o a Jesús, pidiendo ayuda o gracia. Con el tiempo, se convierte en una plegaria cantada, que acompaña el paso de las imágenes en las procesiones, normalmente interpretada desde balcones o en plena calle, manteniendo el cortejo procesional para escucharla.
Carteles de Semana Santa
Historias de Semana Santa
Muerte, resurrección y ascensión de Cristo
EL EVANGELIO DE SAN JUAN Y EL LAVATORIO DE PIES
(...)
Y acabada la cena, se quitó sus vestiduras; y tomando una toalla, se la ciñó.
Echó después agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con quo estaba ceñido…
Y después que les hubo lavado los pies y tomado su ropa, volviéndose a sentar a la mesa, les dijo: ¿Sabéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis Maestro y Señor: y bien decís, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también os los debéis lavar unos a otros.
Porque ejemplo os he dado para que, como yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
En verdad, en verdad os digo: el siervo no es mayor que su Señor, ni el enviado es mayor que aquel que le envió.
Si esto sabéis, bienaventurados seréis si lo hiciereis.»
Evangelio de San Juan 13: 1-15
Ese relato es el origen de una tradición cristiana que se realiza el Jueves Santo, inspirada directamente en el gesto de humildad de Jesucristo durante la Última Cena, cuando lavó los pies a sus discípulos, simbolizando el servicio, la humildad y el amor al prójimo, valores centrales en la tradición cristiana, y cuya asociación con el Jueves Santo fue establecida por el Concilio de Toledo en el año 694.
En 1294 Fernando III de_Castilla el Santo convirtió en la corte española ese lavatorio en una ceremonia palatina que se celebraba cada Jueves Santo. El rey, seguido por miembros de la alta nobleza (Grandes de España), lavaba los pies de doce pobres, imitando el número de los apóstoles, y les servía la mesa, acompañado por la reina, que hacía lo propio con doce mujeres pobres. En algunos momentos históricos, el número de pobres varió, llegando a ser trece dependiendo de la época y las disposiciones litúrgicas.(2).
(2) Aunque lo más habitual era lavar los pies a doce pobres (en recuerdo de los doce apóstoles), en algunos periodos y lugares se lavaban los pies a trece pobres. Esta costumbre se consolidó especialmente a partir del siglo XVII, vinculada a la tradición de incluir a un pobre más en memoria de Cristo mismo o como símbolo de caridad adicional. Sin embargo, la práctica instaurada por Fernando III se centraba en el número doce, y fue evolucionando con el tiempo según las disposiciones litúrgicas y las costumbres reales
La ceremonia se realizaba de manera pública y solemne en el Palacio Real, en presencia de la corte y el clero. El ritual incluía varios pasos:
El rey y la reina, asistidos por nobles y damas de la corte, se arrodillaban ante los pobres para lavarles los pies, secarlos y besarlos, en un gesto de máxima humildad y servicio.
Tras el lavatorio, los pobres eran acompañados a la mesa por los Grandes de España y las damas, donde se les servía una copiosa comida especial, bendecida por el obispo o el nuncio
Los utensilios y alimentos se entregaban a los pobres en cestas, que solían subastarse a la salida del palacio.
Los sucesivos monarcas españoles continuaron la tradición del lavatorio de los pies a los pobres instaurada por Fernando III el Santo, y tras su muerte esa ceremonia fue especialmente mantenida y desarrollada por los reyes de Castilla y León, comenzando con su hijo, Alfonso X el Sabio que le sucedió en el trono , consolidando muchas de las prácticas religiosas y cortesanas que su padre había iniciado. Este rito fue continuado y se mantuvo durante siglos siendo practicada por los Austrias y los Borbones hasta el siglo XX, siendo realizada por última vez el 2 de abril de 1931 por el rey Alfonso XIII doce días antes de la proclamación de la Segunda República española que acabó con su reinado.
Alfonso XIII
ALFONSO XIII : LAVATORIO DE PIES Y COMIDA
En 1911 , el rey de España
Alfonso XIII celebró la ceremonia del lavodo de pies a los pobres, que eran elegidos por sorteo y cuyos nombres se publicaban en los periódicos de la época..
Para poder entrar en esa caritativa tómbola , en tiempos de Alfonso XIII era necesario cumplir varias condiciones , como ser español, mayor de sesenta años, feligrés de una parroquia de Madrid, no padecer ninguna enfermedad contagiosa y ser pobre de solemnidad (3). A los afortunados la Casa Real les vestiría, y el rey les lavaría los pies y les ofrecería una copiosa comoda como signo de humildad y caridad.(3) En el Derecho Civil en la España liberal, entre 1833 y 1868, se constituye la figura del pobre de solemnidad , persona que es muy pobre y que pedía limosna en las fiestas solemnes, y de ahí su nombre, que era acreedor de los beneficios procesales de la pobreza. Desde entonces se utiliza esta expresión para referirse a los que son “oficialmente pobres”, que son pobres acreditados y por ello son susceptibles de recibir ciertos beneficios sociales.
Tras ser reconocidos minuciosamente por un médico de cámara, si se les declaraba aptos para asistir al acto se les proveía ropa nueva y adecuada . A los hombres se les vestía con un chaquetón de paño color café obscuro, chaleco, pantalón de igual tela y una amplia capa con embozos del color del traje, junto con un sombrero de copa, camisa de hilo blanco, medias blancas, corbata blanca, pañuelo de bolsillo blanco y zapatos de becerro negros. A las mujeres se les viste con estameña negra, mantilla de franela negra con franja de terciopelo, camisa de hiló, medias blancas, pañuelo blanco para el cuello,. otro para la mano., un mantón negro de lana, con cenefa y zapatones de becerro negros.
Una vez habían sido equipados, el primer farmacéutico de cámara junto con sus ayudantes se encargaba de lavar y perfumar los pies y las piernas de los pobres.
Sentados en amplios sillones, los mendigos, muchos de ellos ciegos, aguardaban en el salón de Columnas del Palacio Real a que la Corte llegara de los oficios de Jueves Santo que se celebraban en la capilla. A los lados de la tribuna regia se hallaba la del Gobierno y la del Cuerpo diplomático y enfrente la del público, que solía estar atestada de concurrencia.
EL LAVATORIO
Llegado el momento, el rey salía de la capilla de Palacio hacia el Salón de Columnas, recién terminada la misa de Jueves Santo, llevando detrás de sí una procesión de Grandes del reino, ministros, cortesanos, guardias y demás curiosos. Se quitaba la capa, la espada y el sombrero a la vez que cogía una toalla para posteriormente hincar la rodilla ante el primero de los pobres; el nuncio de Su Santidad vertía el agua sobre el pie desnudo, y el Rey lo secaba y lo besaba, siguiendo el mismo ritual con todos los demás, siendo auxiliado por algunos Grandes de España , que tenían el gran honor de descalzar y calzar a los pobres.
LA COMIDA
Cuando terminaba la ceremonia del lavatorio, el Rey servía la comida a los pobres,a los hombres en una mesa y la Reina, en otra, a las mujeres, comida que pasaba de mano en mano desde el último sirviente hasta el primer noble y de éste al Limosnero Mayor, quien por fin se la pasaba a los reyes para que la colocara delante de cada pobre.
En 1911 la comida consistió en un menú sin carnes por tratarse de días de abstinencia , que comprendía: «tortilla de escabeche, salmón, mero, merluza, congrio con arroz, empanadas de sardinas; besugo en escabeche, alcachofas rellenas, coliflor frita, salmonetes asados, pajeles fritos, lenguados fritos, aceitunas, tarta de hojaldre, arroz con leche, queso de bola, camuesas, naranjas cidradas, limas, orejones, ciruelas, pastas, nueces, avellanas y anises. Vino de Mudela»...
Pobres del lavatorio , con los trajes y cestos de comida
Pero los humildes comensales no disfrutaban allí los manjares. La comida era retirada intacta en los platos y los nobles y las damas la sacaban del salón para que después les fuera entregada en unas grandes cestas, junto con algún donativo en metálico. A cada indigente se le daba un jarro con cuatro azumbres de vino, una copa, una jarra de agua y una cesta para guardar en ella lo que no quisieran comer., y que los pobres con inteligencia guardaban para venderlas , que tocadas por el mismísimo rey, se vendía a precio de oro a la puerta de palacio.
Los mismos Reyes recogían a continuación los manteles y se daba por terminada la ceremonia , con los asistentes desalojando el Salón de Columnas y los monarcas retirándose a sus aposentos,.mientras los asistentes desalojaban el Salón de Columnas, y los monarcas se retiraban a sus aposentos habiendo cumplido con el protocolo establecido y aliviada la conciencia, dando por finalizada la gran farsa y poco cristiana ceremonia.
En realidad toda la ceremonia era humillante para los afortunados pobres. Como escribía Benito Pérez Galdós en ‘La de Bringas’ (1884), «si todos los esfuerzos de la imaginación no bastarían a representarnos a Cristo de frac, tampoco hay razonamiento que nos pueda convencer de que esta comedia palaciega tiene nada que ver con el Evangelio».
Fuentes: https://www.abc.es/https://www.elcorreo.com
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