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20 de marzo de 2021

EROTISMO Y PORNOGRAFÍA

EROTISMO Y PORNOGRAFÍA

Erotismo. 1 .Amor sensual. 2. Carácter de lo que excita el amor sensual. 3. Exaltación del amor físico en el arte.

Pornografía. 1. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas. 2. Obra literaria o artística de este carácter. 3. Tratado acerca de la prostitución.

Obscenidad. 1 .Cualidad de obsceno. 2 .Dicho o hecho grosero sobre alguna cuestión sexual que ofende o escandaliza a una persona.

Diccionario de la Lengua Española
Por un lado, el erotismo, derivado de Eros dios del amor, es  una sexualidad evocada que atrae ,  da impresión de salud y de belleza, y que da  lugar a la imaginación y la pasión, pero sin concretar lo que sucederá como consecuencia de ello, mientras que la pornografía ( derivada del término griego “pornographos” , literalmente “escrito sobre las meretrices”, que describe de la vida, hábitos y costumbres de las prostitutas y sus proxenetas) , hace explícita las consecuencia del erotismo , concretando y describiendo , en forma escrita o visual, las relaciones sexuales. 
El erotismo y la pornografía son una expresión y exhibición del componente sexual humano, y se diferencian básicamente en que el primero es sugerente e imaginativo , pudiendo llegar a simular el acto sexual como una pequeña parte de la trama , mientras que la pornografía, es explícita y muestra el acto sexual como elemento principal. 
Le Déjeuner sur l'Herbe (1863) -Eduard Manet 

Tanto erotismo como pornografía pueden ser arte y obscenidad, dependiendo de la época y su impacto sobre las costumbres, lo que explica por ejemplo que Le déjeuner sur l'herbe, de Manet, fuera perseguido por obsceno, a instancias de Napoleón III, no hace mucho más de un siglo; la ajetreada historia de El Origen del mundo  (1866) de Gustave Coubert , considerada pintura pornográfica, que  Las flores del mal, de Baudelaire, sufrieron idéntica persecución; que durante decenio s, El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence, fue inestimable regalo de contrabando para pornógrafos exquisitos;  y que en 1896 , El Beso, de Edison, el primer beso visto en una pantalla cinematográfica ,produjera un escándalo de repercusión nacional.

L’origine du monde (1866)-Gustave Coubert

El beso (1896)-Edison 

Siempre ha habido una cierta prevención al hablar de pornografía, y los bien pensantes que renuncian a la moral o a la medicina para juzgar la pornografía, la desprecian por su baja calidad estética, y ni tan siquiera el intelectual , que teme, sin duda, ser tomado por pornógrafo  ,si trata el tema  lo hace con doble finalidad, defendiendo  la libertad de expresión, pero siempre y cuando la pornografía esté justificada por la estética y la calidad literaria.  Es como aquel  hombre que odia las casas de prostitución, pero que estaría dispuesto a defenderlas por principio siempre que el edificio estuviera diseñado por Mies van der Rohe, el personal formado por graduadas sociales y sus vestidos hechos en Balenciaga, o que , por ejemplo, que se trate de la premiada  El Imperio de los sentidos ( 1976) .
Pero ocurre que salvo muy limitadas excepciones los filmes pornográficos al uso suelen ser detestables, y reposan esencialmente sobre las escenas sexuales y el sexo, reducido a su pura mecánica, que es lo solicitado por el consumidor, aunque aburra muy pronto, por más que se recurra a las 36 posturas del Kama Sutra.

Asimismo es difícil que la pornografía  pueda desembarazarse del lastre que 2.000 años de civilización judeocristiana han hecho gravitar sobre el sexo. Esa X que hacen figurar sobre los filmes pornográficos y las salas en las que se proyectan nos recuerdan que  son cosas que avisan de algo "diferente" y por tanto sospechoso. Y, por si fuera poco, encima gravan con un impuesto especial el consumo de filmes eróticos.

En general, un relato o filme pornográfico produce al lector o espectador una "excitación sexual", sin especificar si dicha excitación es buena o mala. Al respecto, nuestro Tribunal Supremo define la pornografía como "toda descripción gráfica o escrita que, directamente o por representación escénica, tiende a excitar la lubricidad (1) de las gentes", pareciendo que la excitación sexual fuera algún insano y peligroso estado de enajenación mental, y no necesaria y gozosa actividad sexual , con fines reproductivos o no,  actividad a la que nadie, salvo algunos ascetas, está dispuesto a renunciar . Se trata de una  curiosa situación a la que se ha llegado por el empeño de la sociedad cristianizada en mantener esa ficción de que el sexo es nefando, salvo cuando se practica con fines reproductivos y que el precio a pagar por ellos es soportar el pecaminoso placer de la carne. 
(1) Lubricidad : tendencia a la lujuria ( Lujuria: 1. Deseo y actividad sexual exacerbados. 2. Exceso o abundancia de cosas que estimulan o excitan los sentidos).

LOS ENEMIGOS DE LA PORNOGRAFÍA

Los enemigos de la pornografía  la consideran  como la ruina de la sociedad, un veneno que infecta las mentes masculinas y degrada a las mujeres. A modo de ejemplo y por representar fielmente el argumentario  médico - religiosos- social de los que demonizan la pornografía , se reproducen los argumentos de Enrique Rojas , escritor, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y Director del Instituto ESpañol de Investigacions psiquiátricas de Madrid , para quien "la sexualidad separada del amor verdadero es la puerta de entrada de muchos desórdenes psicológicos. Para que sea sana, debe estar integrada en el proyecto de vida. En este momento, hay mucho sexo y poco amor. Hay mucha genitalidad y emotivismo, una persona que el sábado se ha tomado muchas copas y que lo que hace es una relación genital con emotivismo, no hay ni emoción.Es una respuesta rápida a una excitación sexual, donde se busca simplemente el icono del orgasmo.".. 
La industria de la pornografía es hoy uno de los mayores negocios que existen. La pornografía consiste en la presentación de imágenes sexuales directas que invitan al consumo de sexo. Vivimos en una sociedad del deseo sin amor. La pornografía se ha convertido en un sucedáneo de ese deseo, un zoco de la sexualidad, un mercado persa donde se puede encontrar todo lo que uno imagine, una oferta sin límites y que consigue degradar al ser humano, rebajarlo, convertirlo en animal de consumo sexual.

La sexualidad debe estar dentro del campo de los sentimientos. Dicho de otro modo: la educación sexual no es otra cosa que la educación de la afectividad. La sexualidad es el lenguaje del amor comprometido. Pero esto se enfrenta a hechos notariales en nuestra sociedad:

1. Estamos en la cultura del cuerpo. Y esto va desde el tipo de mujer que hoy se lleva (escuálida, longilínea, sin un gramo de grasa), y que conduce a que la mujer que por su constitución sea gordita se sienta acomplejada de inmediato, al ver que su cuerpo no da la talla en su entorno social.

2. La banalización del sexo, como objeto de usar y tirar. Esto lleva a que muchas relaciones ya en sus comienzos se conviertan en sexuales, sin más trascendencia. Todo se vuelve superficial, efímero, epidérmico.
3. La aparición muy frecuente en la televisión y en el cine de escenas sexuales explícitas. Antes, hace unos años, esto no era tan así, tan directo. Y eso lleva de la mano a copiar esas conductas que aparecen una y otra vez de ese modo y cada vez en los más jóvenes.
4. La moda de desnudarse en las playas. Las modas se contagian más que las infecciones. El espectáculo desvela la desaparición del pudor, como un signo característico de nuestro tiempo, con todo lo que eso trae consigo. La intimidad corporal desaparece, se esfuma, y el cuerpo del otro desnudo se pasea delante de nuestros ojos.

A mí, la pornografía me recuerda mucho a los anuncios de coches en televisión. Se nos presenta un coche estupendo, recién salido de fábrica, en un paisaje idílico, sin ningún coche a su lado, con una mujer espectacular conduciéndolo.

En la pornografía se presenta una mujer desnuda, mostrando su cuerpo de arriba abajo, con detalle, que tira de uno hacia el contacto físico directo, a practicar sexo sin más. Sexo cuerpo a cuerpo. Todo se reduce a genitalidad.

En el erotismo se da una sexualidad más velada, difusa, imprecisa, desdibujada, más indirecta. Hay unas notas psicológicas enmascaradas en su interior. Se insinúan matices que no son solo físicos, se camufla y se disfraza bajo una cierta apariencia artística o folclórica. Hay unas notas humanas de fondo. Es un sexo implícito. Hay muchos matices entre la pornografía y el erotismo, que se mueven entre lo concreto y lo inconcreto. En ambos es la mercantilización del sexo. El sexo se convierte en mercancía.

Uno queda fuera de la realidad, engañándose a sí mismo. En esto la pornografía es maestra, pues ofrece una imagen de la sexualidad totalmente utópica e irreal, a menudo delirante y hasta absurda. Sin embargo, es fácil de consumir: no exige reflexión ni pensamiento. También produce una fácil adicción, con incapacidad para descubrir la sexualidad conectada a un amor comprometido, duradero y maduro.

Todo esto es fruto no solo de la permisividad y del relativismo, propios de la sociedad de consumo en la que estamos. Ambos son hijos del hedonismo y del consumismo: el placer como conducta central, y el poseer lo que uno desea como comportamiento asociado.

¿Por qué es mala la pornografía? Quiero enumerar una serie de puntos que expliquen su efecto negativo.

1. Es muy significativo que, entre sus consumidores, en sus distintas modalidades, desde el que lo hace esporádicamente al que tiene una fuerte adicción, nadie dice que ve y busca la pornografía.
2. Degrada al que es adicto a ella. Porque le impide ver en la mujer otra cosa que no sea un posible contacto sexual, una relación física. La ve como cosa, como objeto, y a la larga esto disminuye su visión de la realidad femenina. Es un grave obstáculo para el desarrollo personal. En la adolescencia atrapa, y en el adulto, destruye.

3. En la pornografía se ponen en juego muchos mecanismos físicos y psicológicos con los que antes o después todo se desliza hacia un no poder soltar esa tendencia a su consumo. Se ha visto un aumento de casos de impotencia y eyaculación precoz en hombre jóvenes con consumo de pornografía.

4. Es la exaltación del sexo desvinculado a lo grande. Disfrutar del sexo sin la menor implicación con la persona que aparece en imagen (revistas, cine, vídeos). Es una ilusión falsa.

5. Investigaciones recientes han demostrado que puede resultar casi igual de difícil superar la adicción a la pornografía que a la cocaína o al juego. Los estudios hablan de que los circuitos cerebrales implicados en esta adicción son tan resistentes como los de la cocaína. Yo lo he comprobado en pacientes con grave adicción a ella. La esclavitud parece libertad. Su síndrome de abstinencia es muy potente.

6. La pornografía es una rampa deslizante que acaba en la masturbación: es el sexo con uno mismo, tirando del archivo de imágenes que se almacena en la memoria. Se busca un sexo rápido, inmediato… que a la larga puede incapacitar para tener una relación sexual de pareja sana.

7. La verdadera sexualidad es otra cosa: una sinfonía física, psicológica, espiritual y biográfica. El sexo pasa de ser una relación cuerpo-a-cuerpo a otra cosa bien distinta: una relación de persona a persona.

Hoy, con alguna frecuencia, sucede lo siguiente: el hombre, fingiendo amor, lo que realmente busca es sexo; y la mujer, fingiendo sexo, lo que verdaderamente busca es amor.

La sexualidad sana es aquella que se integra en el proyecto de vida, como un ingrediente más ligado al amor.
No obtante , el anterior argumentario "médico - religioso de Enrue Rjas , sobre la sexualidad es considerado muy conservador y alejado de la realidad actual, Así por ejemplo  cuando sin perjuicio de las supuestas patologías que en su opinión provoca la sexualidad , considera "sexualidad" sana" , aquella que se integra en el proyecto de vida, como un ingrediente más ligado al amor, cuando en realidad, existen otras muchas tipos  de relaciones sexuales  igualmente "sanas"" y satisfactorias, que nada tienen que ver con el amor , como sucede con las relaciones  esporádicas, practicadas  exclusivamente para a satisfacer una necesidad biológica., que no requiere expresar cariño , amor o tener interés físico en la otra persona.


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